Esperanza busca a Carlos para decirle que se aleje de Lucía. Olga tiene que intervenir. Los chicos van de excursión al complejo deportivo y algunas madres comentan que no les agradó lo que hizo el tío Antonio con Silvia. Gabriel sigue en recuperación y le exige a Alex que busque venganza.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
No hay abuelita.
Por favor.
Yo no quiero que usted hable con.
Carlos y menos con doña Olga.
Y como no es el muchacho.
Cree que puede hacer
siempre lo que le dé la gana.
Él me quiere.
Claro que te quiere
como ha querido a todas las demás.
Y después las deja.
Pero conmigo es diferente.
Él está pendiente de mí.
Me busca y se preocupa por mí.
Lucía, no te confíes.
Ya le dije que él piensa casarse conmigo
cuando estemos más.
Grande y fuerte.
Entonces que te espere.
Deje que yo hable con él.
¿Y qué le pensás decir?
Que de hoy en adelante
sólo van a andar de la manita.
Yo sé que Carlos va a entender. No, Lucía.
Te acabo de oír diciéndole a Verónica que
pensás hacer lo que ese muchacho te pide.
¿Crees que eso es lo mejor para vos?
Apenas tenés 14 años.
Yo no debí
dejar que fueras novia de Carlos.
¿Y qué tiene de malo?
No es que sea bueno o malo.
No es el momento, Lucía.
¿Y si quedas embarazada?
¿A dónde se van a ir tus sueños?
Todas las cosas que quieres hacer.
Yo tengo que decirle a ese muchacho que esa relación de ustedes ya no puede seguir.
Vos, Carlos.
Mira quién viene ahí.
Es tu suegrita mano
y trae una cara de pocos amigos.
¿Vos?
Mejor ni lo digas. Bueno, yo me voy.
Te veo mañana en el instituto.
Acordate de llevarme la tarea.
Carlos, No sé.
Entre que necesito hablar con usted.
Iba a llamar a mi mamá. Pensé
que venía a buscarla.
Ella. Llámela.
Necesito hablar con los dos.
Mamá, aquí te busca Doña Esperanza.
Dígame para qué soy bueno.
Pues parece que para dar problemas.
¿Cómo así?
Usted sabe, jovencito, de qué
le estoy hablando.
¿Qué pasó, Doña Esperanza?
Que quiero decirle a su hijo delante de
usted que deje de buscar a Lucía.
¿Y por qué?
Cállate, Carlos.
Quiero oír qué tiene que decir doña
Esperanza.
Este noviazgo entre ustedes
llegó muy lejos.
Y la perjudicada aquí fue Lucía.
¿Qué le pasa?
Nosotros nos queremos, señora.
Te dije que te callaras, Carlos.
Mira, Esperanza, yo sé que las cosas
no han sido como esperábamos.
Pero no puede venir a culpar a mi hijo.
No, pero él también tiene responsabilidad
en este problema.
Y después de lo que pasó.
Quiere seguir sonsacando a mi patoja.
Pero ella me quiere así.
¿Y qué sabe hacer usted?
Qué pueden ofrecer si ustedes dos.
¿O espera que su mamá los mantenga?
Eso sí que no.
Yo no me hago cargo de nadie
más que de mi hijo.
Usted lo que quiere
realmente sin ganarme a su nieta.
No necesito hacer eso.
Y Lucía es una patoja inteligente.
No anda buscando quien la mantenga.
¿Entonces por qué no le pregunta a ella
cuál es su necedad de seguir detrás de mi
hijo?
Lo mismo le digo yo a usted.
Dígale
a su hijo que deje en paz a la niña.
O ahorita mismo me voy al Ministerio
Público poner la denuncia.
No lleguemos a esos extremos, Esperancita.
No es necesario.
Le aseguro que Carlos
no va a seguir con ese noviazgo.
No, ustedes no pueden hacernos eso.
Ándate para adentro.
Yo voy a hablar con Esperancita.
Mire, Esperancita,
sinceramente le digo que su nieta
la fregó con eso de acostarse con mi hijo.
Y como usted sabe, mi nieta todavía
tiene 14 años y Carlos ya tiene 15.
Es mayor que ella.
Él se fregó porque eso es un delito
y se puede ir a la cárcel.
¿Qué está diciendo?
Si ella también quiso hacerlo,
no fue a la fuerza.
Eso no importa.
Su hijo se puede ir preso.
Solo porque lo dijo la comadrona
no quiere decir que sea cierto.
Todo lo que dijo doña Marta es verdad.
Fue su nieta la ofrecida.
Eso no es cierto.
Mi hijo lo único que hizo
fue sacarle beneficio.
La ocasión. Además, ella no es la primera.
Acuérdese que él ya es hombre.
Eso no es una excusa, doña Olga.
Esperancita. No seas tonta.
Su nieta se va a seguir ofreciendo
y mi hijo la va a seguir aprovechando.
Ellos van a seguir acostándose.
¿Qué quiere que yo haga?
Que hable con él. Dígale que la respete.
Lucía no se le está ofreciendo a nadie.
Y aunque sus papás no estén aquí, tiene
una familia que la quiere y la protege.
Yo no voy a dejar que nadie. Óigame bien.
Que nadie le haga daño a mi nieta.
Toma mi mano,
pendejo.
Llegamos.
Patojos. Dejen bien guardadas sus cosas.
El día de
Dios.
Por favor, antes de ingresar
tomen en cuenta
las recomendaciones que les dimos
y no se alejen de sus compañeros.
Hay un profesor encargado por grupo
y los familiares voluntarios
que nos acompañan para cuidarlos.
Vamos a buscar la cancha de fútbol.
Sí, qué buena idea será.
Yo quiero ver primero las piscinas.
Yo también.
Erick. Yo me voy con Pablo en la cancha.
Los esperamos allá.
¡Gol!
¡Ganamos!
Ah, pero solo por un gol.
Además, era una chamusca.
Ese ángel no la hace de portero.
¿Te dejaste meter
ese gol? Cállate, Silvia.
¿Qué sabes vos de fútbol?
Apostemos.
Yo sé más que vos. ¿Sí? Pues, chicos.
Ahora vamos a la piscina y después
vamos a comer.
Por favor.
Los padres y familiares que nos acompañan.
Les agradeceremos que vigilen a los chicos
en la piscina.
Vamos, muchachos.
Echemos una carrerita.
Vas a ver, Ángel, que te voy a ganar.
Así no se vale. Ahorita ya estoy cansado.
¿Quién se echa la carrera conmigo?
¿Erick o Pablo? Yo voy.
¿Pero qué me das si te gano? Un beso.
Come, chucho. Ángel.
¿Te doy un chocolate que trajiste?
Y si yo gano.
Te lo devuelvo.
¡Corran ya!
Pues.
¿Y que sería el hermano de doña Teresa?
¿No lo ha visto, doña Chica?
Antonio.
Allá estas oliendo ese como iguana.
Ay, no sé,
pero ese señor me da mala espina. Sí.
Yo no lo conozco mucho.
Siempre fue mero reservado.
Desde antes de irse a los estados.
Y ya vio como cuida a Silvia.
No sé si son ideas mías, doña Esperanza,
pero yo miro que la muchachita
como que no quiere estar cerca de él.
Vio cuando él le puso el bloqueador solar.
Ay, sí
que eso no me gustó, Doña Esperanza.
Muy sutil y mucha confianza.
¿Pero usted cree que doña Teresa
se dé cuenta de esas cosas?
Ya ve que la que siempre
está pendiente de la niña es Ruth.
Si esa patoja
siempre ha cuidado a su hermanita.
¿Qué dice doña Esperanza?
Le hablamos a doña Teresa.
¿Y qué le vamos a decir usted?
Peor, como es cierto.
Va a decir que viendo micos aparejados
estamos nosotros.
Pero tal vez a Ruth. Ella es diferente.
Pues por lo menos
para que esté más pendiente de la niña.
Ya me dio pena. A lo mejor no es nada.
Y nosotras estamos pensando
mal de la pobre iguana.
Ay, Dios, Toño.
Lo que pasa, doña
Chica, es que caras vemos, pero mañas
no sabemos.
Así es.
Atrapa la pelota, Silvia.
Pero no la tires muy alto.
Ya la agarré.
Ya sólo nos falta ir a ver el aviario.
Dicen que adentro hay un montón de pájaros
bien bonitos y una cascada.
Qué chilero.
Vamos, pues.
Ah, pero mira, Silvia, otra vez
te está llamando tu tío.
Pero yo me quiero ir con ustedes.
Es tu tío. Te cuidó un montón.
No te deja sola ni un rato.
Siempre está
viendo que hacemos así en el instituto.
Es cierto. Varias veces
te ha ido traer a Silvia.
Aunque esta semana ya no lo vi.
Ahora está llegando tu hermana.
Sí, está peleando con su tío. Un poco.
Es que tuvimos unos problemas
en la casa y él fue algo abusivo con Ruth.
¿Y qué pasó? Pues.
No les quiero contar. Me pone triste.
Mejor vamos a ver las aves.
Sí, porque la maestra dijo que a
las dos tenemos que regresar.
Anda.
Qué tibia estaba el agua. Ya ves.
¿Y no te querías tirar?
A mí lo que más me gustó
fueron las guacamayas.
Qué colores tan lindos.
¿Y vieron que van a poner un secretario?
Ay, eso me da miedo.
Ay, si eso es buena para patear la pelota.
¿Pero te dan miedo las culebras?
Mejor apurémonos, muchá,
que ya abarca el bus.
¿Verdad que sí?
Cómo estás. ¿Mija?
Aquí, doña Esperanza.
A traer a Silvia.
La tengo que ir a dejar
y regreso al trabajo.
Ah, bueno.
Y mira, mija.
¿Te puedo decir algo? ¿Diga,
doña Esperanza?
Pues no me quiero meter
donde no me llaman y.
Ay, por favor, no me lo tomes a mal,
pero no me pareció la forma en que tu
tío Antonio tocaba a Silvia.
Vieras como le echó el bloqueador solar.
¿Y su hijo?
Pues tal vez no sea nada,
pero cuando veníamos de regreso en el bus,
Lucía también
me comentó que no le gustó cómo la miraba.
Se sintió incómoda.
Sólo te lo digo para que lo sepas, mija.
Gracias, doña Esperanza.
Voy a estar pendiente.
Toma mi mano.
¡Ja! Que buenos esos churrascos.
Bozales.
El chimichurri es lo que les da el toque.
¿Y desde cuándo habrá puesto a su venta
la mamá del panqueque?
Yo creo que tiene como tres semanas.
Pues mano. ¿Y qué?
¿No va a ser el domingo a jugar?
Estamos en octavos.
¿Ya tan rápido
haces la onda en esa liga departamental?
Vamos a jugar en la cabecera.
Venite con nosotros, hombre.
Va a estar chilero
jugar en el estadio a Simón Me extraña.
Es cierto que llegan un montón de chavas
a ver el partido.
Eso ni lo dudes. Anímate, hombre.
No sé.
De seguro
el Gabriel no va a querer que vaya,
pero ahorita que no tiene fuerzas,
sácate un rato y te venís.
Nel, no vaya a ser que se dé cuenta.
Bueno, como sabrás,
a lo mejor les caigo por ahí.
Ya me llega, manito.
Bueno, ya que estás en tu cantón, yo.
¿Me retas al mío?
Va, pues ahí nos vemos mañana en clases.
Gusto buena onda.
¿Qué onda, Judas?
¿Está despierto el Gabriel?
Se durmió hace un par de horas
y yo me aburrí de estar acá
haciendo la de enfermero.
Ese no es mi chance. Pues.
Si es cansado, mano.
Además, el diablo de eso. Como una mula.
No se quiere tomar el antibiótico
si no es con guaro.
Alacrán se las lleva de valiente
y es tan necio con lo de la venganza.
Ojalá pensara en otras cosas.
Pues yo me voy. Vos, Alex.
Ya no aguanto estar aquí.
Me voy a ir a tomar un par de chelas
y a dormir.
Va, pues ahí nos quedamos.
Ah, y no se te olvide
que le tocan las pastillas a las diez.
¿Sí? Pues doctor Judas, te dicen.
Ahora va vos tu cara.
Hay dos vidrios.
Rotos, tenemos uno que no es pedido y.
¿Qué onda?
¿Qué pasó?
Solo apagué la tele. Gabriel.
No pasa nada.
¿Y el Judas? ¿Dónde está?
Ya se fue.
Se aburrió de ser tu enfermero.
Solo joder con lo de las pastillas
y con que no me levante.
Si va, es que tu herida no ha sanado
bien, carnal.
Sí, hombre, ya sé.
Maldita herida.
Ajá. Y maldito 100 veces
el maje ese que me disparó.
Si te seguís enojando,
esa herida no va a cerrar.
Bájale a tu moto un rato.
Casi me matan, Alex.
No me pidas que me tranquilice.
Solo de recordarme me dan ganas de salir
ahorita mismo a buscar a esos basuras.
Para que terminen lo que empezaron
y te maten de una vez.
Yo no les tengo miedo.
Pero mira cómo estás, hombre.
Tenés razón.
Aún no tengo fuerzas. Ya ves.
Pero tengo una idea, carnal. Ajá.
¿Qué será?
Vos tenés
que ir a buscar al costillar de Neco. ¿Yo?
Pues si vos sos mi carnal
y me tenés que vengar. ¡Eh!
¿Qué? ¿Tenés miedo?
No, Gabriel, no es miedo.
¿Entonces por qué dudas?
Eso de la venganza
no creo que solucione nada.
Vos solo nos estamos defendiendo.
Además, si mostramos un cacho de
debilidad, se montan en nosotros.
Yo no voy a ir a matar a nadie. Voy.
O sea que yo sí
puedo hacer muchas cosas por vos.
Pero vos no querés hacer nada por mí.
No es eso, Gabriel. Lo que pasa es que.
Alex, cuando eras un enano, yo te cargaba
para que alcanzara las cosas.
Si te tropezaba, te levantaba.
A nadie
le conté que te hacías pipí en la cama.
Y una vez, Gabriel. Pero. Espérame.
Deja que hable.
Una vez te encontré escondido en el baño
llorando por nuestros papás.
Estabas todo tartamudo.
¿Te acordás? ¿Nel?
No me acuerdo de esa onda.
Lo que se me ocurrió decirte
es que ya no necesitabas papás
porque yo te iba a cuidar mejor que ellos.
Solo así dejaste de llorar.
Yo te agradezco lo que has hecho
por mí, Gabriel.
Pero yo he. Sido tu única familia.
Y si no te has dado cuenta,
sigo cuidándote, estés donde estés.
Y por eso sigo aquí con vos.
Pero olvídate de eso
de la venganza, hombre.
Lo importante es que vos te alivies.
Sí, Me muero con sed, carnal.
En búsqueda.
No te va a pasar nada, hombre.
Quién sabe si mañana amanezco muerto.
Y lo último que te pedí en vida
fue que me vengara.
Deja de decir babosadas, Gabriel.
No me atormentes más.
Yo lo único que quiero es que estés bien.
Entonces anda a San Jacinto
y te quebraste el Crafty.
Y ahí sí que voy a estar bien.
Toma mi mano.
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