Ruth y Silvia ven a Rogelio con otra chica. Silvia se molesta y va a reclamarle. Esperanza está pensando en hablar con los padres de Lucía y Ángel pues ya no sabe qué hacer con ellos. Jefferson piensa en renunciar y Raúl le da un mal consejo.
Es el momento.
De empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Bueno, Amalia, gracias por ayudarme
con la tarea de administración.
No es nada.
Vamos a tomar un café.
Ay, sí.
Estoy cansada y me caería bien.
Entonces vamos al comercial.
Acaban de abrir un nuevo local.
Qué bonito está este lugar.
No lo conocía.
Tiene unas semanas que lo abrieron.
Con razón.
Yo vine hace como un mes con mi novio
y no estaba.
¿Y cómo van?
Cortamos.
Ya somos dos.
Entonces. ¿Qué? ¿Terminaste con tu novia?
Sí que lo siento, Rogelio.
Se veían tan enamorados.
Yo aún tengo la esperanza
de que podamos regresar.
Bueno, hay que darle tiempo al tiempo.
¿No crees?
Lo mismo te digo yo.
Un clavo saca otro clavo.
Qué bonitas cosas en el centro comercial.
Lástima que todo es muy caro.
Pero yo sé
que mi hermanita me va a comprar algo.
Ah, cómo no.
Primero quiero ver tus calificaciones
y después platicamos.
Qué mala.
Ruth. ¿Qué pasó?
Mira quién está allá. ¿Dónde?
En ese lugar que abrieron.
Es Rogelio y está con una chava.
Voy a ver quién es.
Silvia. No
es serio.
Rogelio.
Hola, Rogelio.
Hola, Silvia.
¿Cómo te va? Bien.
¿Y con quién estás? Con Ruth.
Tu novia.
Ah, ya está. Mira. Sí, ya la vi.
Pero tú sabes que tu hermana y yo
ya no somos novios.
Así pues, qué rápido te olvidaste de ella.
Y yo que pensé que de verdad la querías.
No te enojes, Silvia.
Ven, quiero presentarte a alguien.
Amalia, te presento a mi querida amiga
Silvia.
Mucho gusto, Silvia. Hola.
¿Y ustedes?
¿La nueva novia de Rogelio?
No. ¿Y entonces qué son?
Silvia, no preguntes esas cosas.
¿Por qué no? Hola, Ruth.
¿Te acuerdas de Amalia? Hola.
¿Qué tal, Ruth? Bien.
Disculpen la interrupción.
Ya nos vamos.
Yo quiero hablar con Rogelio.
Me voy a comprar unas cosas en esa tienda.
Te espero ahí, Rogelio.
Permiso.
¿Quieres un helado, Silvia? No, gracias.
¿Segura que no quieres un helado?
Lo voy a recibir
solo por no despreciarte.
Gracias por no herir mis sentimientos,
señorita.
Así soy yo. Ni modo.
En aquel quiosco venden unos helados
bien ricos.
Ya sé que lo que quieres
es estar solo con Ruth.
¿Puedo ir, Ruth?
Sí, pero no te tardes que ya nos vamos.
Ruth. ¿Cómo seguiste?
Pues ya mucho mejor.
¿Y cómo vas en tu trabajo?
Muy bien. ¿Sabes?
He pensado mucho en ti.
Pues no se nota. ¿Lo dices por Amalia?
No me interesa, Rogelio.
Es tu vida y puedes hacer lo que quieras.
Entonces. Porque estás molesta. Yo.
Por nada. No te enojes.
Ruth, Recuerda que tú terminaste conmigo.
¿Qué cola?
La que había. El helado está rico.
Te doy la factura
con el vuelto. Rogelio. Vámonos, Silvia.
Adiós, Rogelio.
Que les vaya bien.
¿De que hablaste con Rogelio?
De cosas.
¿Vas a regresar con él?
No creo que Rogelio y yo podamos regresar.
Pero vos. Es más bonita
que yo. Tal amante.
Es Amalia.
Como sea, no me cae bien.
Ya no hablemos de Rogelio.
¿Te parece? ¿Y qué?
No te importa.
¿Vas a dejar que se quede con esa?
Toma mi mano.
¿Y qué te dijeron en el centro de salud?
Pues que Aurorita está
muy bien en peso y talla.
Qué bueno, Verónica.
¿Y cómo va con sus vacunas?
Pues está al día.
¿Entonces todo va bien? Sí.
Mi familia y yo estamos muy contentos.
Pero la que me preocupa es Lucía.
¿Por qué?
No entiendo esa relación con Carlos.
Ella es de las mejores estudiantes
de la clase.
Es pilas para estudiar
y no sé porque está tomando decisiones
que la ponen en riesgo.
Entiendo que estés preocupada
por tu amiga, pero es difícil
porque cada persona maneja
sus emociones de forma diferente.
¿Cómo así?
Lo que puede ser fácil para ti
de resolver.
¿Tal vez para Lucía no?
A algo
de eso nos explicaron en el instituto.
Pero con lo que pasé.
Doña Marta.
La verdad, ahora veo las cosas diferentes.
Las personas somos complicadas, mija.
Y las emociones
a veces pueden confundir el pensamiento.
Y empiezan los problemas porque.
Se toman decisiones equivocadas.
Como las que yo tomé.
Pero como tú dices, Verónica,
has aprendido.
Bueno, un poco tarde,
pero lo estoy intentando.
Doña Marta.
De seguro
ya vienen doña Esperanza y Lucía.
Qué bueno verlas.
Pasen adelante.
¿Cómo han estado?
Usted ya sabe, doña Marta.
Con el mismo problema. ¿Y tú, Lucía?
¿Cómo te has sentido? Bien, gracias.
Buenas tardes, doña Esperanza.
¿Qué tal, Verónica?
Ay, pero miren, Aurorita,
cada vez que la veo está más grande.
Cómo me alegra.
Ay, sí.
Verónica es una buena mamá.
Y a mí
me consta que va muy bien en el instituto.
Qué bueno que Verónica se está
esforzando por salir adelante.
Lucía, quédate un rato con Verónica
en lo que yo platico con tu abuela.
Está bien, doña Marta.
Ay, Verónica.
Ay, si me metí en problemas.
¿Qué voy a hacer si estoy embarazada?
Lo mejor es que te hagas la prueba
para salir de dudas.
¿Sí, verdad?
¿Ya viste todos los líos en que
nos metimos cuando yo empecé el embarazo?
Sí. Tienes que enfrentarlo.
Mientras más pronto, mejor.
Me acuerdo las cosas que yo te decía.
Ahora entiendo lo difícil que fue para vos
tomar el valor para hacerte esa prueba.
Es que al hacerlo, te das cuenta que no
estás viviendo un sueño.
Que es real lo que está pasando.
Y eso da mucho miedo.
Mi abuelita está tan enojada.
Y tiene razón Lucía.
Aunque no me gusta
que me pongan de ejemplo.
Ser mamá a los 15 no es la mejor decisión
que pude haber tomado.
Yo sé tanto que hablamos de los riesgos,
de las decisiones, de
cómo afecta tu vida a tu futuro.
Pero de verdad que yo no
pensé que me iba a pasar a mí.
Si aceptas tener relaciones con alguien.
¿Qué piensas que va a pasar?
Un embarazo
siempre va a ser una posibilidad.
¡Ay, Vero!
Además, Lucía, para mí que a Carlos
solo le interesa tener sexo.
Piénsalo.
No creo que sea bueno para vos.
¿Y cómo está doña Esperanza?
Cuéntenme. ¿Ya decidieron algo?
Porque los días están pasando.
Sinceramente, me siento confundida.
¿Por qué?
Tengo muchas dudas, doña Marta.
No sé. Que sea lo mejor. De verdad.
En mi vida
me imagine estar viviendo esta situación.
Mire, doña Esperanza.
Estas situaciones siempre han existido.
Pero antes no se hablaba de eso.
Todo se aceptaba como normal.
Y por eso venimos
acarreando tantas injusticias.
Yo me acuerdo
que escondían a las niñas embarazadas
o se la llevaban lejos
para que nadie se enterara.
Por lo menos ahora se habla de las cosas.
Y vamos entendiendo que no
está bien aceptar el embarazo de una niña.
Por eso las leyes
protegen a nuestros niños y adolescentes.
Con este asunto.
Le soy honesta.
Me da miedo lo que pueda resultar.
Si ponemos la denuncia.
No podemos dejar sola a su nieta.
Ella la necesita ahora más que nunca.
Pero yo no sé si con eso
se resolverán las cosas o se pondrán peor.
Lucía debe saber que aún
si no tomó buenas decisiones, usted está
a su lado para que retome el camino
que ella se había trazado.
¡Ay, doña Marta!
Es que ella está segura que ese patojo
la quiere y ya ve cómo lo defiende.
No quiere que lo denuncie.
Hay que hablar con Lucía.
Si pasó lo que ella nos contó.
Carlos está en problemas.
Y eso no depende de usted o de mí.
Es lo que dice la ley.
Lo que me parece extraño
es que Lucía no recuerda nada.
¿Y si le dio algo?
A estas alturas ya es difícil saberlo.
Pero igual nada.
Perdemos con que le hagan los análisis.
Todo esto ya me tiene muy cansada.
La comprendo.
Esto es algo que deberían
resolver los papás de Lucía.
Tiene razón doña Marta.
Creo que lo mejor será que los llame.
Tal vez ellos tengan la respuesta,
porque yo ya
no sé qué hacer.
Toma mi mano,
por favor.
Aquí no hay mucha
novedad. ¡Papá!
¡Papá!
No ha venido Mi hijo.
Eso que andas preguntando por tu papá.
Quiero hablar con él. ¡Uy!
Y esa cara, mijo.
Que es la misma de siempre.
¿Otra vez te fue mal en tu trabajo?
Desde que me pusieron jefe en la oficina
ya no es lo mismo.
Ay, mi hijo.
Ya olvídate de eso.
¿Cómo se me va a olvidar, mamá?
Ese puesto era para mi. Jefe, Edson.
Tal vez después te dan otro.
No lo creo, mamá.
¿No has hablado con la licenciada?
Y para. ¿Qué?
Igual ya tomé mi decisión.
Decisión de que mi hijo.
Ahí se va a enterar mamá.
Por eso quiero hablar con mi papá.
Oye, ese pastelito.
Yo te lo compré.
¿Y eso?
Bueno, no es para ti.
Es para que se lo lleves. Andrea. Andrea.
Y para. ¿Qué?
¿No sabes qué fecha es hoy? Pues.
Ay, mamá. Hoy se han perdido las fechas.
Jefferson, es tu aniversario de boda.
Ay, sí, mijo.
No me asustes, mamá.
A la gran me lleva.
Por eso te compré este pastelito.
Es de los que le gustan a ella.
Tal vez empiezan a arreglar las cosas.
No, mamá. Ella no quiere hablar conmigo.
No lo creo, mijo.
Seguro está esperando que hagas algo.
¿Para qué?
Tal vez a ella también se le olvidó.
No digas eso, Jefferson.
Concepción.
Tu papá.
Concepción. Ya viene.
¿Dónde está mi café?
Ya te lo sirvo. Raúl.
¿Qué haces aquí en la cocina? Jefferson.
¿Me vas a decir que ahora cocinas?
Buenas, papá.
Solo estoy hablando con mi mamá.
Y por estar hablando con ella.
¿Ya no fuiste a la finca?
No, hombre. Acabo de venir del trabajo.
La gran puta.
Ya te dije qué
es lo que tienes que hacer, Jefferson.
Sí, papá. Y lo voy a hacer.
¿De veras?
¿O me estás dando pajas otra vez?
No, papá.
Mañana mismo voy a renunciar.
¿Qué?
Lo estás diciendo como hombre.
Ay, sí. ¿Va en serio la cosa?
Mi hijo.
Piénsalo bien.
¿Es un buen trabajo o el que tenés? No sé.
¿Qué tal te va a Concepción?
Deja a mi mamá tranquila.
Pues vamos a hablar al comedor. Mejor.
Al fin que dijiste algo bueno. Jefferson.
Vamos. Bien.
Y ese pastel.
Es mío, Raúl.
¡Mío! Dijo el gato
amarillo. Traértelo. Jefferson.
Vamos a empezar a celebrar.
No te lleves el pastelito, Jefferson.
Mamá,
si no me lo llevo a saber ni qué va a ser.
Pero mi hijo es para Andrea.
Yo sé, mamá,
y no quiero que se ponga triste.
Le prometo que mañana
compro otro para Andrea.
Jefferson. Después hablamos. Mamá.
Jefferson, apúrate, hombre.
¿Entonces mañana renunciarás?
Sí, mañana temprano.
Voy a hablar con Isabel.
Y en el día
voy a preparar lo que tengo que entregar.
No me voy a quedar
las dos semanas que son por ley.
¿Cómo así?
Es que cuando uno renuncia,
tiene que trabajar dos semanas más
para dejarlo todo en orden.
Y es tu tiempo, mijo.
Lo vas a perder.
Ya no me importa eso, mamá.
Y eso del tiempo que después.
Es una liquidación que las empresas dan.
Pero cuando lo despiden a uno.
Entonces son más de cinco años.
Y Jefferson es un buen dinero.
Y como. ¿Cuánto será?
Pues. No sé.
Pero sí sería una buena cantidad. Mmm.
Mejor hace que te despidan, Jefferson.
¿Como así, papá? Sí, Sí.
Te van a dar pisto.
Entonces mejor que te despidan.
No, Jefferson.
Después te va a costar conseguir otro
trabajo.
Vámonos. Mejor.
Aquí no se puede hablar, hombre.
Mucho ruido hacen. ¿Y a dónde vamos a ir?
¿A dónde van los hombres?
A la cantina.
Jefferson y Jefferson.
Un Jefferson. Papá. ¿En qué quedamos?
Si no queréis que hable así.
Vos no te vas a ir con él, mijo.
Sí, mamá.
Voy a ir a celebrar mi aniversario.
Toma mi mano.
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