Doña Olga se enfrenta a doña Teresa por sus clientes. Doña Esperanza y Ángel asisten a una escuela para padres y descubren importantes lecciones sobre educación sexual. Por otro lado, Jefferson está a punto de perder a seres muy preciados.
Es el momento de empezar.
De nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Teresita.
¿Y qué paso?
¿Que ahora la veo tan seguido
aquí en el mercado?
Es que se me hace que las patoja
no le están haciendo los mandados.
No, hijita, es que ahora
tengo varias cosas que atender por aquí.
Me imagino no se vaya a cansar mucho.
Ay, pues fíjese que últimamente
me siento muy bien.
En serio, Teresita,
no me diga que está tomando
alguna medicina que le dio su consuegra.
¿Cómo va a creer?
Además, por fin mi hija se deshizo del
tal Rogelio.
¡Qué buena noticia! Y cuénteme.
¿Ya encontró un buen partido para Ruth?
Todavía no, pero pronto aparecerá.
Además, nos vamos a ir a la colonia
donde vive la gente de dinero de San Juan.
Y ahí van a encontrar mis hijas.
Un buen marido. Ahí.
Ahí no hay casas disponibles.
Y el alquiler es bien caro. Teresita.
Ahora que tenemos nuestro negocio,
pisto, rapidito.
Eso será como quitarle un pelo a un gato.
Que ustedes son los que pusieron
ese cuchitril de préstamos.
No diga eso, no es ningún cuchitril,
es una casa de empeños.
Olguita.
Pues lo que sea, pero le cuento
que ese negocio me está afectando.
La competencia siempre es buena. Olguita.
¡Ay, no!
Y yo que la consideraba mi amiga Teresa.
Yo también la aprecio, pero negocio es
negocio y tengo que ayudar a mi hermano.
Tono. Ah, ya apareció el peine.
Así que la idea de quitarme los clientes
es de su hermanito.
No se enoje
Olguita, que se puede enfermar.
Un poco de competencia
no le hace mal a nadie.
¿Qué competencia puede ser
con esos intereses tan ridículos?
Lo único que quieren es perjudicarme.
¿Si piensa así, no sería
mejor que se dedique solo a la carnicería?
A mí me sobra y basta con la carnicería.
Eso sí,
si la gente necesita que le ayude,
no me voy a quedar de brazos cruzados.
No como Antonio,
que solo lo hace por negocio.
Ustedes deberían de cerrar el local.
Ay, Olguita, usted tan ocurrente
que es mejor.
Dejemos que la gente sea la que decida
a dónde quiere ir A pedir su préstamo.
Ah, pero me llevan ventaja.
Yo no tengo un local como ustedes.
No sé cómo se fueron a convencer
a los familiares del difunto Goyo
para que les alquilara ese puesto.
Pues la verdad, quien nos consiguió
el local fue Raulito,
su hermano, como tan buena gente que es.
Ay, ese mi hermano no aprende.
¿Por qué dice eso? ¿Olguita?
¿Por qué el juego, el guaro
y las mujeres
van a ser la perdición de Raúl?
Pues yo veo que él es muy emprendedor.
Si hasta me dijo que quiere que le ayude
con unos negocios.
Imagínese qué confianza me tiene.
Ay, definitivamente ese hombre.
¡Ay, si se le fue la mano!
Pero me va a oír.
Y usted, Teresita, no sea tan confiada.
Acuérdese que del plato a la boca
se cae la sopa.
¡Ay! ¡Cómo es Olguita!
Y disculpe que la deje,
pero me están esperando.
Nos vemos.
¿Qué tal, Olga?
Pasá, adelante. Hola, Concha.
¿Está Raúl?
Sí, está descansando. ¿Descansando?
¿Cómo? ¿De qué? Si no hace nada.
No seas así, Olga.
Mejor tómate un vaso de fresco
mientras lo esperas.
No, no, gracias. ¿Qué te pasa?
Te veo algo alterada.
Como la Gran diabla. Estoy.
Y eso es de tu marido
que me saca canas verdes.
Mira, ahí viene.
¿Y vos, Olga?
¿Qué haces aquí?
Vine a ver si tenías la cara donde mismo.
¿Y cómo así Vos?
Pensé que se te había caído,
pero de vergüenza.
Vos y tus cosas. No te entiendo.
¿De qué estás hablando?
¿Le conseguiste el local de don Goyo
al tal Antonio, el hermano de Teresa
Concepción?
¿No se te está quemando algo en la cocina?
No, Raúl, no tengo nada en la estufa.
Que te vayas a la cocina, te digo, hombre.
Está bien.
¿Qué me estabas diciendo, Olga?
No te hagas el baboso.
Te estoy hablando de ese local
que le conseguiste al Antonio y tu Teresa.
¿Y qué?
¿Qué era eso?
Pusieron una casa de empeño
y me están quitando muchos clientes.
No seas tan chillona, hombre.
No estoy chillando.
Decime por qué le diste ese local
tan arreglado.
Yo sólo le hice un favor a Teresita.
Raúl. Abrí los ojos.
Esa mujer solo te busca por tu dinero.
Yo, con mi pisto, hago lo que quiero
y ayudo a quien me da la gana.
Mira, Raúl, te lo advierto Muy.
Mi hermano.
Puede ser, pero no voy a permitir
que me arruines el negocio
ni siquiera para complacer
a tu nueva amante.
Raúl.
Toma mi mano.
Al fin se
nos hizo que usted fuera
a una reunión de escuela para padres.
Doña Esperanza.
Pues viera, doña Marta,
que estoy algo asustada.
Yo nunca he ido a esas cosas.
Pero a la escuela y al instituto sí.
¿Ha ido a las reuniones? Sí, eso sí.
Pero con tanto problema
y ni ganas me dan de ir.
No quiero dejar sola a Lucía.
No se preocupe, que yo la voy a cuidar.
Vaya, doña.
Esperanza.
Además, va a pasar.
Un tiempo con Angelito.
Y todo va a estar bien.
Y ya comenzó.
Ahorita va a empezar. Llegaron a tiempo.
¿Cuál es su nombre? ¿Y el de su hijo?
Esperanza Janeth, viuda de Santos.
Y el de mi nieto Es. Ángel Santos Morales.
Muy bien.
Cuéntenos.
¿Quién le invitó a la escuela para padres?
Doña Marta Chumil.
Ah, sí, doña Marta.
Pues bienvenidos allá. ¿Entusiasmados?
Mira, sentémonos.
Muy bien.
Ya calentamos motores.
Ahora vamos a empezar.
Qué alegre está esto, Bolita.
En este momento la familia está junta.
Pero les voy a hacer unas preguntas
para saber cuánto se comunican.
Si contestan. Si se pasan al lado derecho.
Si contestan, no se pasan al lado
izquierdo.
Angelito.
Contestemos a todo
que sí para que nos quedemos juntos.
No, abuelita.
Así no tiene chiste. A ver, a ver.
Pueden hablar libremente de sexualidad
en la familia.
Aquí en el colegio también. Eso.
Casi todos están del lado izquierdo.
Claro que estamos del lado izquierdo.
Hablar de eso es difícil.
A ver, doña Esperanza.
¿Por qué es difícil?
Pues porque nadie nos enseñó
cómo platicar esos temas con los niños.
Y es algo de lo que.
Pues no se habla en la casa.
Aquí vamos a aprender entre todos.
A ver, otra pregunta.
¿Dónde buscan información de
temas sexuales para hablar con sus hijos?
A ver, a ver.
Una más.
Llaman por su nombre a las partes
genitales del hombre y de la mujer.
O se le de estar hablando de esas cosas.
Si se dan cuenta, algunos papás y niños
están en el No.
¿Por qué será?
Porque sentimos vergüenza y culpa
al hablar de esos temas.
¿Cierto, Tomás?
Ahora, por favor, revisen debajo
de su silla hay una tarjeta con un número.
Busquen a la persona que tiene
el mismo número.
Vamos, busquen, busquen.
¿Será que me va a tocar a ustedes?
Número 11.
Aquí Mi abuelita lo tiene.
Ay, no hubiera dicho nada. Ángel.
No se asuste, abuelita.
Yo tengo el 15. Y hasta el otro.
Nos vemos en un rato.
Nos toca compartir esta actividad.
Doña Esperanza.
Así parece.
Tomás, para servirle.
Mucho gusto, don Tomás y a.
Todos Encontraron a su pareja.
Estamos aquí.
Atrás de su tarjeta hay una pregunta.
Háganse la A la persona con quien les tocó
esta actividad y que les responda.
Comience usted, doña Esperanza. ¡Ay, no!
Mejor usted no está bien,
Pero le toca responder primero.
¡Ay, no! Entonces mejor empiezo yo.
Aquí dice.
¡Ay, por Dios!
¡Ay! No sé si voy a poder.
No se preocupe.
En realidad
yo tampoco puedo hablar de estas cosas.
Y eso que ya estamos grandes.
Pero habientes. Así aprendemos.
¿Bueno, he hablado con su hijo o hija, eh?
Sobre las relaciones sexuales.
¡Ay! ¿Qué le puedo decir?
La verdad es que no.
Pues yo tampoco.
Bueno, pues prepárese, que ahora
la que tiene que responder es usted.
¿A ver, ha platicado con sus hijos
acerca de las infecciones
de transmisión sexual
y la prevención de embarazos?
Hoy le cuento, don Tomás.
Yo estoy haciendo un gran esfuerzo,
pero hablar de esto con mis nietos
me da más preocupación que otra cosa.
Pero tranquila, no conteste si no quiere.
Igual aquí estamos para aprender.
Será si esto nos va a servir
para hablar con los patojos
y que no solo se lancen a hacer las cosas
sin pensar en las consecuencias.
Ojalá tenga usted razón, Tomás.
Ay, perdón, don Tomás.
No, eso está mejor.
Así yo le puedo decir solo esperanza.
¿Le parece? Me parece.
Dios.
Bueno, gracias a todos por venir.
Les esperamos
la próxima reunión de Gracias.
Mucho gusto.
Adiós. Angelito mío.
¿Lo pasaste bien? Sí, abuelita.
Lástima que no pudo venir Lucía.
¿Sabes lo importante que son para mí?
Y me voy a esforzar
porque las cosas vayan mejor
entre nosotros.
Toma mi mano.
Muchas gracias.
Buen provecho, Emma.
Provecho,
mi amor. Bueno, voy a ir a pagar.
Te doy lo mío.
No, no, no. Andrea, Yo invito.
Bueno, gracias, Ruth.
Ahorita regreso
la. Luz
y vamos a ir con mis tres abuelitos.
Sí, mi amor. Solo nos despedimos de Ruth.
¿Se van a quedar todavía? No.
Ya nos vamos también.
Ah, bueno,
entonces caminemos un rato juntos.
Sí, Vamos.
¿Y Ruth?
Quiero decirte algo.
Sí, Andrea, contame.
Quiero agradecer tu amistad y la compañía
que me has dado todo este tiempo.
¿Qué pasa?
¿Por qué decís eso?
Es la última vez que nos vamos a ver.
¿Qué?
Hoy me voy de San Juan conmigo.
¿Por qué? ¿Andrea?
Como te dije el otro día,
Emma y yo ya no tenemos nada que hacer
aquí.
Pero, Andrea, no te puedes ir solo así.
Y tu trabajo en la cooperativa.
Hace unos días que renuncié. No te creo.
Es en serio. Ruth y Jefferson.
No vas a arreglar las cosas con él.
Para que
él es otro.
Ruth, ni siquiera podemos hablar.
Andrea.
Tú siempre me has dicho
que busque una solución con Rogelio.
Y ahora yo te digo lo mismo.
Yo sé
que lo de ustedes lo pueden arreglar.
La situación de nosotros
es muy diferente a la de ustedes.
Rogelio haría
cualquier cosa por cuidar su relación.
¿Y sabe a dónde va?
Jefferson era así.
Pero ahora ni yo sé qué es lo que le pasa.
Eres mi amiga, Andrea.
Y admiro el valor
que tienes para tomar decisiones.
Me gustaría hacer lo mismo.
Pero no quisiera que te fueras.
No así. Yo sé.
Discúlpame por decírtelo hasta ahora,
pero no quería cargarte con mis problemas.
Deseo de todo corazón
que arregles las cosas con Rogelio.
Gracias, Andrea.
Fíjate que ya nos tenemos que ir.
A las dos sale nuestro bus.
Adiós, Ruth.
Que les vaya bien.
Por favor, llámame cuando llegue.
Adelante.
Hola. Hola, Samuel.
¿No ha regresado Jefferson?
No, Ruth,
Lo estoy esperando
porque todavía no me ha puesto al día
con las campañas de marketing.
Ay, qué pena, Samuel.
Fíjate que me urge hablar con él.
No es la primera vez que regresa tarde.
Desde la semana pasada se está
agarrando más de la hora de almuerzo.
Voy a tener que hablar con la
licenciada de eso.
¿Y ese Jefferson?
¿Yo Qué?
Jefferson, al fin apareces de mí.
Tengo algo que decirte.
Tranquila, Ruth. ¿Por qué
estás tan alterada?
Andrea se está yendo ahorita de San Juan.
¿Qué cosa?
Hoy me junté con ella para comer
y al final se despidió.
Me dijo que ya no tiene nada que hacer
aquí en San Juan.
¿De veras, Ruth? Sí.
Me dijo que a las dos
sale el bus. A las dos.
¿Y a dónde va?
No me dijo.
Pero si la dejas ir esta vez
sí la vas a perder.
Jefferson.
No, Ruth. No voy a dejar que se vaya.
Andrea.
¿Andrea? Estás ahí.
¿Joven? Ahí no hay nadie.
Que hace como media hora
que salió la muchacha con su hija.
Ay, no puede ser.
No me dejes, Andrea.
¡No me dejes!
Disculpe. Disculpe.
Jefferson.
¿Por qué andas corriendo como loco?
¿Voy a la terminal de buses y eso?
Después le cuento. Ahorita me urge llegar.
Pérate, hombre, yo te llevo.
Gracias, Don Cruz.
Porque estás todo desesperado.
Jefferson. Andrea me está dejando.
¿Cómo así?
Ahorita
está saliendo de San Juan con Emma.
Y ahora qué. ¿Es?
La procesión Jefferson.
Por allá viene. Hola. Don Cruz.
Mejor me voy corriendo.
Gracias por el jalón.
Permiso. Permiso.
Disculpe. Permiso.
Solo la preciso a mi lado.
Alguien que.
¡Mami! Mi papi se va a ir con nosotras.
No, Emma, Vámonos ya.
Andrea, no te vayas, por favor.
Andrea. Andrea.
Mi. Marimba. ¡No!
Entérate más sobre.
Toma mi mano.
El audio, novela
y los recursos disponibles en Triple W.
Punto. Toma mi mano.
Punto F o síguenos en Instagram y TikTok
como toma mi mano VSA.
No te pierdas nuevos episodios
cada miércoles.
Escúchalas en Spotify, YouTube
y Apple Podcast.
Este proyecto fue desarrollado
por Population Media Center.