Toma Mi Mano USA

Episodio 12: La ausencia de los padres

Episode Summary

Lucía y Ángel se sumergen en recuerdos nostálgicos de sus padres, mientras enfrentan su ausencia. Mientras tanto, Andrea está angustiada por los gastos médicos de Jefferson debido a su lesión. Además, Gabriel presiona a Alex para que abandone el equipo y amenaza a Bety, la esposa de Don Cruz

Episode Transcription

Es el momento.

De empezar de nuevo juntos.

Volver a nacer.

Toma mi mano.

Carlos.

Te lo dije.

Ahí viene mi abuelita. Y nos vio

besándonos.

¡Dale, dale! Dale, dale y vámonos.

Nos vemos, Lucy.

¿Me saludas a tu abuela?

¿Vas a dejar sola, Lucía? Doña Esperanza

se ve enojada.

Vos dale dice. No, esclavo mío.

Hay que mirarla a Lucía, que le dice.

Buenas, doña Esperanza.

Adiós, Lucía.

Adiós, Lucía.

No puedo creer que mi nieta esté

haciendo esas cosas.

Me pones en vergüenza.

¿Qué ejemplo le estás dando a tu hermano?

Abuelita, Discúlpeme.

Es que. Carlos. Ángel.

¿Por qué saliste tarde?

Tenías que estar aquí con tu hermana.

Es que el profe nos estaba explicando

unos problemas de matemáticas.

¿Problemas?

Problemas en los que está tu hermana.

No son problemas de regla de tres.

Es que como nos cuesta entenderlos.

Abuelita, déjeme explicarle.

Caminen, caminen, que ya es tarde.

Y yo tengo mucho que hacer.

Además, estoy hablando con vos, Ángel.

Sí, abuelita.

No entiendo lo que me estás diciendo.

Y el profe nos dice

que si queremos aprender, no importa

que haya tocado el timbre.

Que nos podemos quedar otro rato.

Abuelita, si no hice nada malo.

Sólo era un beso, muchachita.

Por Dios santo.

Si te vi.

¿Cómo te apretujada el hijo de doña Olga?

Pero usted sabe que Carlos es mi novio.

Tu único novio debe ser el cuaderno.

Abuelita.

Entonces, Ángel, contame

cómo te fue en las clases.

Me fue muy bien.

Pero no peleen. ¿Sabes qué pasa, angelito?

Yo tengo que cuidarlos.

Sus papás me los encargaron.

Todos ustedes. Nos cuida

bien. No se enoje.

Ya viste lo que hizo tu hermana.

¿Cómo no me voy a enojar, abuelita?

Yo siempre le he dicho la verdad.

Usted no confía en mí.

Como si todo el mundo se debe enterar

que tener novio.

Disculpe, abuelita.

Usted sabe que yo me cuido.

Mira, Lucía, para oír mentiras,

prefiero que no me digas nada.

Angelito. Mejor váyanse a la casa.

Yo voy a pasar

a la tienda. Bueno, abuelita.

Las cosas que tengo que aguantar.

¡Por Dios!

Y de una vez te digo. Lucía.

Hoy no tenés permiso de salir a ningún

lado.

Ángel, ya deja esa pelota.

¡Cómo cuesta hablar con mi abue!

¿Te fijaste que no me dejó hablar?

Es que vos también Ya sabés que a ella

no le gusta que hablen mal de vos.

Lo decís por doña Olga. ¿Y a quién más?

Pero me cae mal que mi abuelita

le crea a otra gente y no a mí.

Y me trata

como si yo fuera una chiquitita.

Entonces no ves muchas. ¡Ay, vos!

Yo no sé qué está pasando.

No entiendo a mi abuela

y siento que ella no me entiende.

Y yo que ustedes se la pasan peleando

y nadie se acuerda de mí.

Mejor nos hubieran ido mis papás.

Por más que trato de hacer memoria.

Ya casi los olvidé.

Yo me acuerdo que siempre peleabas

porque querías la bicicleta

cuando yo la estaba usando.

No es cierto.

¿Decías mamá?

La Lucía no me quiere dar la bici.

No te creo.

Y mamá llegaba corriendo.

Lucía, dale la bicicleta al nene.

Me acuerdo.

Un día, en el campo, el cielo estaba azul.

¿Azul?

Es como una foto.

Mi papá se reía mucho.

Y vos estabas llorando.

Porque me caí de la bicicleta.

¿Y por qué se reía mi papá?

Se reía porque yo no pude alcanzar el hilo

del barrilete que estábamos volando.

Y por eso se reía tanto.

Es que en el hilo del barrilete

yo amarré un angelito de barro y quería

que aprendiera a volar.

Pero se fue con el barrilete

por el barranco.

¿Te acordás de todo eso?

En parte sí.

Y otra porque mi mamá

siempre que lo contaba regañaba a mi papá.

Y yo. ¿Dónde estaba? Jugando con mi mamá.

Te gustaba correr y esconderte

para que ella te buscara.

Mi mamá

siempre hacía como que no te miraba. Ah.

Y yo estaba escondido

detrás de unas hojas.

Si creías que.

Por qué te tapaba la cara,

ya nadie podía verte.

Me acuerdo de

eso. Me acuerdo de las hojas.

El día que fuiste a la escuela.

¿Estabas llorando en la entrada? Sí.

Y mi mamá me dijo.

Es que aquí no pueden entrar las mamás.

Es solo para los chiquitos.

Pero yo voy a estar aquí afuera

esperándote.

¿De verdad? Espero.

Pues cuando salía y estaba

ella te tenía cargado

y me había comprado un algodón de azúcar.

Por eso me gusta tanto

el algodón de azúcar.

Yo no recuerdo casi nada.

Porque estabas muy chiquito

cuando se fueron.

Lo que sí tengo presente es con mi abuela.

No se vayan a acostar ni lavarse bien.

Dientes.

¿Será que mis papás nos regaña

bien como nos regaña mi abuelita?

No sé,

tal vez serían buena onda con nosotros.

Ay, ay, ay, ay.

Un barquito de cáscara de nuez.

¿Te acordás?

Navegar sin temor en el mar.

Es lo mejor.

No hay razón de. Ponerse a temblar.

¿Y si viene negra tempestad?

Reír, jugar y cantar.

Extraño a mis papás.

¿Por qué

nos tuvieron que dejar con la abuelita?

Yo la quiero mucho,

pero ella no nos entiende.

No es nuestra mamá.

Estamos solos.

Ángel.

Tamalitos de Chipi chuchito.

Satán del lote de

haba de plátano. Arroz con. Leche.

No había podido agradecerte

el almuerzo, Rogelio.

Estaba muy rico.

No hay nada que agradecer.

¿Quieres tomar un atún?

Yo invito.

Con ese frito

sí que me dieron ganas. Vamos, pues.

Hola, nena. Emma. Andrea.

No las había visto.

Hola, Mochis. Hola, amiga de mami.

Hola, Andrea.

¿Cómo siguió Jefferson?

Ay, Ustedes ni me recuerden.

Espérenme, nena.

¿Traes un pañito

para las palomitas de maíz?

Anda, dáselos porque tienen hambre.

Bueno, mami,

tengo muy campanita para las palomas.

Bueno, ahora sí.

Fíjense que ya está mejor.

¿Todavía le duele?

Porque sí, fue duro el trancazo,

pero como es necio.

Y para colmo de males, nos tocó ayer

un prima Tan.

Grave

fue de plano que por eso más se asustó.

Sí, aunque bien

hubiéramos podido ir a Nix,

pero Jefferson decidió ir a un privado

y gastamos el dinero que no tenemos.

Eso debió salirles caro.

Como Don Raúl dijo que eso

tenía que hacer.

Y yo creo que usó el dinero de la moto.

¿Y cómo piensa pagarlo?

Yo le pregunté

si ese era el dinero de la moto

y dijo que no,

pero igual seguro eran ahorros.

Pero si te dijo que no es de la moto.

A lo mejor es cierto.

Ay, ojalá por lo menos yo

llegue a la meta de mis ventas.

Solo me falta recuperar el dinero.

¿Y tú cómo vas con tus ventas?

Este mes no he vendido mucho.

No te preocupes.

A veces así pasa.

Pero cuando agarres

práctica, te va a ir bien.

Eso espero.

Y gracias por dejarme vender.

Para eso somos las amigas.

¡Ay! Después me pasas tus pedidos.

Miren ustedes.

¿Qué hora es? Ya me voy.

Ema, Ya vámonos, mi amor.

¡Mami! ¡Mami!

Con cuidado, Andrea.

Nos vemos.

Si sigo vendiendo así, va a ser muy poco

lo que ahorre este mes.

¿Por qué será?

Yo pienso que como ya somos

muchas vendiendo por catálogo,

no compran lo mismo que compraban antes.

¿Puedes darme unos catálogos?

Se los paso a mis cuates de la U

y hacemos negocio.

Será si. ¿Y si ellos no compran?

A lo mejor sus novias se animan.

Gracias. Voy rapidito con doña Rosa.

Ella tiene mis catálogos.

¿Y si te los doy?

No te preocupes.

Mejor dame los que tengas a la mano.

Ahora que no tengo muchos.

Mejor, porque si le das varios,

no van a saber qué pedir.

A las personas les gusta escoger con calma

y no siempre tienen dinero.

Eso sí.

Gracias, Rogelio.

Y es cierto. A veces uno no tiene dinero.

Menos ahorros.

Tú tienes algunos ahorros.

Pero. ¿Y tu mamá?

No lo tomes a mal, pero pienso que debería

apreciar tu esfuerzo

y ser más consciente en

qué está gastando el dinero.

Le he tratado de decir eso. Rogelio, tú.

Eres una buena administradora, Ruth.

Sabes que no es poco

lo que ganamos en la cooperativa.

Y sin embargo, muchas veces

has tenido que pedirle prestado a alguien

para llegar a fin de mes.

Pero han sido solo algunas emergencias.

Entiendo que tu mamá ha enfermado

mucho desde hace algún tiempo.

Siempre ha sido muy duro para ella

cuidarnos.

Por eso yo hago todo lo posible

porque Silvia esté bien.

Tú haces más de la cuenta.

Ruth.

Silvia es su hermana,

pero te encargas de ella

como que si fuera su mamá.

Es que no puedo dejarla sola.

Yo debo cuidarla.

Entiendo, Ruth,

pero tú también tienes que vivir.

Un día Silvia se va a casar y se va a ir.

Tú tienes que conocer personas,

abrir tu corazón, quizá enamorarte.

Por ahora no pienso en eso.

Porque tal vez el amor no es para mí.

O tal vez sí.

Sólo tienes que aceptarlo.

¿Qué se les antoja, muchachos?

¿Qué quieres tú, Ruth?

Yo quiero uno de Abba.

Yo también.

Ay, Chuchito. Tostadas.

Dos ositos para mí, por favor.

Recuerda que yo invito. Solo son dos.

Es broma.

Pide los que quieras.

No más de dos, Te lo prometo.

Llegan los chochitos.

Y comimos un montón en el almuerzo.

¿En serio? ¿Ya tienes hambre?

Ruth, no seas así. Solo son dos Chuchito.

¿Y usted, señito?

¿Algo de comer?

Una tostadita, por si no quiere engordar.

No, gracias.

Sale el actor

porque yo no quiero engordar como Cris.

Sí. ¿Quién más comió? ¿Fuiste tú?

No digas que no. Sí, cómo no.

Ruth.

Qué bonita te ves.

En serio, Rogelio,

Ya estás delirando del hambre.

El diario de la tarde.

Lleve su diario. El diario de la tarde.

Dos quetzales, nada más.

Señora.

Señor Ricardo Rosales.

Que bueno que regresamos temprano, Beto.

Y mire que todavía pasamos a comprar

estos plásticos para el local de Betty.

Y eso fue porque nos ayudó

mi hijo allá en la antigua Usted.

Los patojos ya me

están esperando en el campo para hablar de

cómo nos fue en el partido.

Mire, don Cruz,

me contaron que hubo líos ayer.

Si usted.

Todo por la culpa de Gabriel.

Ayer llegó solo a armar pleito.

Un árbol que crece torcido, dicen.

Por allí se metió a jugar a la fuerza.

Lo dejé porque

a mí no me gustan los clavos.

Ustedes la tranquilidad.

Andando, Don Cruz.

No es para tanto.

Beto y Don Cruz hablando del diablo.

Y ahí viene, caminando para acá

como si lo hubiéramos

llamado. Luz.

Viejo maje, a vos te vengo a buscar.

Ayer me las quedaste debiendo.

Aquí estoy,

trabajando como siempre, Gabriel.

Como la gente.

Te advierto, Cruz, que mi carnal

Alex no volverá a jugar en tu equipito.

No es mi equipito, Gabriel.

Es el equipo que nos une y que le da

alegría a San Juan, Renacimiento.

Y es un gran equipo.

Basura son.

Y desde hoy, Alex está fuera.

Esa no es una decisión tuya.

Y estoy seguro que tu hermano,

si quiere seguir, te guste o no te guste.

No va a ir al campo nunca más.

Calmado, patojo.

Más respeto para Don Cruz.

Soy viejo, cabrón.

No te metas. O vos también

te vas a ir. Chuco.

Vos sos el que no debería

regresar nunca más al campo.

Gabriel. Ayer solo llegaste a hacer lío.

Sin dolor no hay placer.

Cruz Hasta alegre se puso el partido.

¿Pero vos qué vas a saber?

Lo que sé es que personas como vos

le hacen daño a San Juan.

Con tus delitos lastimas a mucha gente.

Yo solo me vivo para vivir y

con la plata que hago puedo vivir de lujo.

Pero es dinero

sucio. Gabriel, me das vergüenza.

Lo que tenés que entender, viejo basura,

es que el Alex

ya está en el brete conmigo.

En tus transas, querrás decir.

Esas son mentiras. Alex es diferente.

No como vos.

Pues te tiene engañado, Cruz.

Eso quisieras.

Estás advertido. Aléjate de mi hermano.

Si no la que va a pagar los platos rotos

es tu mujer.

No me amenaces con mi familia.

No te vas a meter.

Yo me meto donde se me dé la gana.

Si no quieres aprender por la buena,

te puedo enseñar la lección por la mala.

¿Si no, quién me las va a pagar?

Es la Betty.

Ya deja de meter a otra gente.

No seas cobarde.

Si querés arreglar algo,

que sea solo entre nosotros como hombres.

Vos, tu madre. Cruz, vení.

Te puedes. ¿Crees que te tengo miedo?

Si ayer no me dejaron tocarte,

ahora sí Vas a saber con quién te metiste.

Bien. Dicen que perro que ladra no muerde.

Eso es lo que vos crees.

Aquí está tu perro. Mira a ver si podés.

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