Gabriel, aún herido, enfrenta a la pandilla por los problemas recientes. Jefferson no puede salir de su tristeza, pero Ixchel intenta motivarlo para que recupere a su familia. Ruth lleva a Silvia con Doña Marta y finalmente rompe el silencio.
Toma mi mano.
Pues,
Alex, está buenísimo todo esto
del Festival por la Paz.
¿Viste que pilas
los chavos que caminaron en zancos?
Simón, la que se veía hermosa
bailando en la comparsa, era Lucía.
Vos sí que estás colgado, Manu.
No sé de dónde le viste lo hermosa
la lucías estaba disfrazada de payasita.
No chingues vos.
Lo que no me gustó es que se enojó
con nosotros cuando el Sanat nos pasó
los cohetes. Es que soy más bien nula.
Nos dio las pistolas a la vista de todos
como si fueran cualquier cosa.
Y vaya que no nos vio Don Cruz.
Si no hubiera sido otro clavo.
Y ahorita
que van a hacer una actividad para niños.
Eso de pintar caritas,
globos y música para los patitos.
¿Yo digo que entonces nos vamos vos a ver
en qué terminó ese rollo con el Krusty?
En lo que estás.
Ese lío apenas está empezando, Alex.
Yo me quería quedar
para ver la hora de teatro.
Vamos un rato a tu casa
a ver qué onda y regresamos.
Nos da tiempo de venir a ver
la presentación de la obra.
Será vos bien, hombre.
Pero vámonos. Ahorita.
¿Cómo están?
¿Aquellos de ustedes Que onda?
Parece que andan paseando.
¿Por qué tan tarde?
¿Eh? Venimos del festival.
Déjense de babosadas muchá.
Ya me cansé
de que las cosas no salgan bien y que cada
quien haga lo que se le dé la gana.
Si no, diablo. ¿Para qué somos buenos?
Para nada, digo yo.
Miren bien, buen muchacho.
Desde la balacera de San Jacinto
las cosas no van bien como así, jefe.
Ya pasaron varias semanas.
Y ese maje, El Krusty, sigue chingando.
Ayer alguien nos dio el pitazo de
que se querían venir a buscar al diablo.
Tenemos que estar bien.
Pilas muchá y el más pendiente de todo
debería ser vos, Alex y yo.
¿Por qué?
El creo. Sí.
Quiere arreglar cuentas conmigo.
Pero vos también
te tienen a Mira carnal y a mí.
Porque el Krusty piensa que si ya no
está Gabriel.
O serías la competencia, compadrito.
Entonces, ya sabes, carnal, vivo.
Te quiero.
Y deja de estar perdiendo el tiempo
en esas pendejadas del festival.
Vos, ma. No, pero es que. Ah, es que Nada.
Si estuviera viendo el plomazo
que me dieron, yo mismo
hubiera ido a armar lío a ese festival.
Aunque estuvo bien alegre el bailongo
a Cállate, Judas, Vos no la haces, Manu.
Otra cosa que me tiene como la chingada
es que no está entrando suficiente plata.
Nos fregaron con la vigilancia
en el mercado y después de que se murió
aquel don Goyo, la gente del mercado
está mejor organizada.
Ah, me vale.
Si esa gente no paga,
ustedes me las van a pagar.
Ya oyeron.
Vivos pintas.
¿Y qué pasó con la venta de hierba?
Qué raro, mi diablo.
Ahora tenemos más vendedores.
Pero los chavos del pueblo
están comprando menos.
Hay uno que siempre compraban.
Y ahora nos dicen que en él que ya no
consumen, que se están componiendo.
¿Aguantas?
Ah, eso es paja.
En algún lado
les deben de estar lavando el coco.
Me imagino que todo es cosa
del basura del cruce.
El profe no tiene nada que ver con eso.
El Trevi no tiene nada que ver con eso.
No lo estoy defendiendo, Alex.
Ese viejo siempre ha estado en mi contra.
Vos, Diego.
¿Qué pasó con las ventas en el instituto?
No. Pues la verdad, el negocio va bien.
Es más, hasta de sostenes me compré.
Mira.
Como son de mula.
Diego. ¿Qué te pasa, Gabriel?
¿Por qué le pegaste a Alex? No te metas.
El diablo sabe lo que está haciendo.
¿Cuántas veces les tengo que decir que no
hay que echarse color?
Y eso va para todos.
Yo no sabía.
Diablo, sos un idiota.
Te van a cachar y te vas a ir al bote.
Pero no le sones. Gabriel.
Más duro le debería dar fórmulas,
Así es que las cosas no funcionan.
Aprendan muchá, aquí no estamos jugando.
Este pueblo tiene que saber
que el diablo está vivo.
Y esta vez todo el que me las debe
me las va a pagar.
Toma mi mano.
Merca.
San Juan. Buen día.
Don Ernesto.
Qué gusto le voy a comunicar con Samuel
García, el nuevo director de marketing.
Saludos, don Ernesto.
Cuídese.
Buenos días, Ruth.
¿Cómo le va? Bien, gracias, licenciada.
Acaba de llamar don Ernesto.
Le pasé la llamada a Samuel.
Gracias, Ruth.
Después hablo con él. ¿Jefferson ya vino?
Todavía no.
Cuando venga, dígale
que vaya a mi oficina.
No sé cómo siguió
el asunto con su familia.
Yo tampoco he hablado con él.
Pero cuando venga, le aviso
que pase a su oficina.
Licenciada.
Gracias, Ruth.
Hola, Ruth y Jefferson.
¿Cómo estás?
Pues aquí, llegando tarde.
¿Ya vino Michelle?
Sí. Dijo que quiere hablar contigo.
Que pases a su oficina.
A ver si no me despide.
No digas eso.
Es que no solo me dio chance
de venir hasta hoy y vengo tarde.
¿Pero sabes qué?
¿Qué?
La verdad, no me interesa.
Sin mi familia, ya nada me importa.
¿Y has hablado con Andrea?
No la llamo,
pero de una vez me tira al buzón.
Ojalá esté bien.
¿Sabes a dónde se fueron?
De seguro con su familia.
No creo que se haya ido a otro lado.
¿Por qué no los llamas entonces?
No me animo.
Capaz que me alega su papá tan enojado.
¿Ese señor? Pues no.
Pero si me da un cachito de miedo.
Ay, Jefferson, tan exagerado que sos.
Pero deberías llamar
al menos para saber si están bien.
En eso tenés razón, Ruth.
Voy a intentar llamarlos.
Hacé lo Jefferson. Nada perdés.
Eso sí.
Mira. Entonces, si está en su oficina.
Sí, Anda de una vez. Bueno, ahí te cuento.
Muy bien.
Me acuerdo.
Adelante.
Permiso. Pase. Jefferson.
Disculpe por venir tarde otra vez.
Siéntese. Gracias.
¿Y por qué vino tarde hoy?
Ya no quiero seguir inventando excusas.
Y ayer salí tarde de la casa.
¿Quiere decir que todo lo que me había
dicho antes no es cierto?
No, no, no todo.
¿Cómo debo entender lo que me
está diciendo Jefferson?
¿Eh? ¡Ay! Disculpe, Michelle.
Mi vida es un gran lío y no puedo dejar
de pensar en lo que me dijo Andrea.
Dijo que me perdí.
Y es verdad.
No sé cómo salir de este nido de gusanos
donde me metí.
Pero eso no viene de ahorita Jefferson.
¿Se acuerda que cuando estábamos en Guate
se metió en todo aquello de la moto,
las deudas? Ah, sí, Yo sé.
Siempre hemos hablado de hacia dónde
nos llevan las decisiones que tomamos.
Recuerdo todo lo que hablamos, Michelle.
Pero ahora, la verdad, no tengo
ánimos de nada ni de trabajar.
Y tampoco me importan las consecuencias.
¿Jefferson
Está seguro que no le importa? Sí.
Y esta vez no estoy exagerando.
Si usted se da por vencido,
nunca saldrá de esto.
Y está dispuesto a perderlo todo.
Sí, ya lo perdí. ¿No es cierto, Luchi?
Si quiere recuperar a su familia,
va a tener que esforzarse.
Y mucho.
Ya no puedo hacer nada. Es. No diga eso.
Usted es el maestro de las soluciones.
¿Yo? Sí, usted.
Es cierto que últimamente
se ha equivocado.
Pero usted es un luchador.
¿Tan fácil va a dejar ir a su familia?
Ay, no creo que Andrea me perdone.
De veras
que ya no tengo nada que hacer. Mmm.
A este Jefferson sí que no lo entiendo.
Todo es mi culpa, Ángel.
Yo provoqué que se fueran y no hice nada.
¿Intentó detenerlas, verdad?
Pero no logré nada.
Y estoy seguro que Andrea
vio que estaba corriendo.
Ya dejé de sentir lástima por usted mismo
con lo que ya pasó.
No se puede hacer nada.
Pero se puede hacer mucho
de ahora en adelante.
Ay, no sé.
Tengo muchas dudas.
Ya no sé si merezco tener a mi familia.
Usted mismo lo dijo. Se perdió.
Pero ahora debe encontrarse.
Y no el Jefferson de antes, sino un hombre
más maduro, más responsable,
que valora todo por lo que se ha esforzado
hasta ahora.
¿Y si Andrea no vuelve a confiar en mí?
Andrea se fue porque usted cambió.
Ahora cambie. En serio para que vuelva.
Recupere su confianza.
Le va a costar, Pero lo puede hacer.
Ya los defraudé a todos.
También a usted y Rachel con esa actitud.
De veras que lo va a perder todo.
Es que si lo intento y no lo logro.
El Jefferson que trabaja en esta oficina
es un hombre
valiente, alegre, inteligente,
que afronta los retos.
Así que aplique todo eso.
Pero no sólo a su trabajo,
si no a recuperar a su familia.
Me da mucho miedo fracasar, Michelle.
No sé si pueda soportar que Andrea
no quiera volver a verme.
¿Y Emma? ¿Qué va a pensar de su papá?
Mire, hace seis años
le quitaron la vida a Roberto.
Y yo no digo que lo perdí.
Él me sigue dando fuerzas para continuar.
Usted no ha perdido su familia.
La puede recuperar.
¿Qué espera?
Se va a quedar de brazos cruzados.
Toma mi mano.
¡Uy! Me quemé la lengua.
Mijo, con cuidado.
No pasa nada, mamá.
Cuénteme cómo le va en el curso de
medicina natural.
Ay, bien.
Vieras que me regalaron
una planta de Hollywood
para que las mamás tengan buena leche.
No había oído de eso, mamá.
¿Y cómo se usa?
Bueno, se hierven las hojas para hacer té.
Y eso toman las señoras.
¡Ay! ¿Quién será?
Ruth, Mija, qué gusto que me visiten.
Doña Marta, disculpe que la moleste.
¿Le puedo pedir un favor?
Sí, mija. No tengas pena.
Pasen adelante.
Si les puedo ayudar en algo.
Es que necesito dejar a Silvia
con alguien de confianza y pasar por ella
después del trabajo.
Sí, pero.
¿Qué les pasó?
Es que.
Vengan, siéntense.
Las dos están nerviosas.
Les voy a dar un té
para que se tranquilicen.
Gracias, doña Marta.
Mi hijo.
Hazme el favor.
Ahí tengo té preparado en la cocina.
Tráete dos tazas para las patojas.
Voy, mamá.
Qué pena, Doña Marta.
No sabía que estaba Rogelio.
A veces viene a almorzar conmigo,
pero no pasa nada, Ruth.
Aquí estamos en confianza.
Aquí está el té.
Gracias, Rogelio.
Doña Marta,
yo necesito hablar con ustedes.
Está bien, mija.
Voy a llevar a Silvia al 4.º y hablamos.
Rogelio, quédate con Ruth, por favor.
Como usted diga, mamá. Silvia,
ven conmigo.
Descansen.
Lo que nosotros platicamos con tu hermana.
¿Te parece? Sí, doña Marta.
Además, me duele un poco la cabeza.
Bueno,
en lo que tú duermes un rato,
yo te voy a preparar una sopita.
Ahorita regreso.
Silvia.
No sabía dónde ir.
Aquí van a estar seguras.
No te preocupes. Disculpa, Rogelio.
Sé que he sido grosera contigo,
pero tenías que cuidar a mi hermana.
No digas nada, Ruth.
Comprendo tu preocupación.
Necesitaba tanto que me abrazaras.
Te he extrañado, Rogelio.
Sabes que siempre he estado para ti, Ruth.
Ya dejé a Silvia bien dormida.
Gracias, doña Marta.
Ya le conté a Rogelio algo del problema.
Y el asunto es que el tío Antonio
ha estado molestando a Silvia.
Y ayer se atrevió a tocarla.
La tocó.
Con razón Silvia está muy asustada.
Esto es muy delicado, Ruth.
Hay que resolverlo ya.
Mi mamá tiene razón.
Tenemos que hacer algo ya. José.
Es que es muy difícil todo esto.
Tranquila, mija.
Cuéntanos qué pasa.
Es que
desde que llegó de los Estados Unidos,
el tío Antonio empezó
a darle regalos a Silvia.
A ganarse su confianza.
Y ha hecho cosas. ¿Qué cosas? Ruth.
Cuando me viste con el golpe.
Fue él.
Es un cobarde.
Lo encontré besando así
y le grité.
Le dije que era un sucio.
Se enojó tanto que me pegó.
Eso no puede quedarse así.
Ese tipo tiene que pagar por lo que hizo.
Tranquilo, Rogelio.
Por supuesto que tiene que pagar.
Pero de la forma correcta. Y tú lo sabes.
Lo sé, mamá.
Lo sé.
Y lo peor fue lo de ayer.
Se llevó a Silvia en un carro y la tocó.
Dios mío.
¿Está segura que no hizo algo más?
Creo en Silvia.
Ella me dijo que salió corriendo y logró
escapar de él.
¿Y doña Teresa? ¿Qué dice de todo esto?
Ella no nos cree.
Dice que lo que pasó es nuestra culpa
y que nosotras
nos lo buscamos.
Ay, mi niña. Qué carga para ti.
¿Qué carga para ti?
No tenemos a nadie, doña Marta.
¿No es así, Ruth? Estamos nosotros.
Creo que por ahora
es mejor que se queden aquí.
¿Qué te parece? Gracias, doña Marta.
Yo podría irme ya de esa casa,
pero no puedo dejar a Silvia con ese tipo.
Y mi mamá me ha dicho que no
va a dejar que me lleve a mi hermana.
La ley protege a Silvia y no
creo que tu mamá quiera tener problemas.
Y será que solo porque la tocó.
¿Se podría hacer la denuncia?
Por supuesto que sí, mija.
¿Pero quién nos va a creer?
Por eso vamos a buscar ayuda ahora mismo.
Ruth.
Hay que denunciar a Antonio y
que todo el peso de la ley caiga sobre él.
Toma mi mano,
Silvia.
Al igual que Ruth, está enfrentando
abuso sexual por el mismo tío Antonio.
Tener que buscar refugio
fuera de tu espacio seguro no está bien.
Nadie debería hacerte sentir
insegura en tu hogar.
Si tú o alguien que conoces está
pasando por algo similar.
Recuerda, no es tu culpa.
Y no estás sola. Visita triple W, punto.
Toma mi mano.
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por Population Media Center.