Doña Bety espera angustiada en el hospital por noticias de don Cruz. En Sololá, Andrea abre su corazón y comparte con sus padres los problemas que enfrenta con Jefferson. Rogelio decide indagar sobre el padre de Ruth y Silvia, buscando respuestas que podrían cambiarlo todo.
Toma mi mano.
Yo le dije que
nos fuéramos del pueblo
y ahora no quiero que se muera.
Rogelio.
Tu cruz es fuerte.
Va a estar bien.
Pero nadie nos dice cómo está.
Voy a ver si alguien nos da información.
Ahí viene una doctora. Doña Betty.
Buenas tardes, doctora.
Disculpe.
¿Usted podría decirnos cómo está
el señor Cruz?
¿Es el señor que vino
herido de bala, verdad?
Sí. Sí, doctora.
Yo soy su esposa.
Mire, su esposa llegó muy grave.
Los dos impactos en la espalda
no tocaron órganos vitales.
Pero sí ha perdido mucha sangre.
No puede ser.
Estamos haciendo todo lo posible
por estabilizarlo,
pero por el momento está inconsciente.
Pero lo puedo ver ahora, Doctora.
Todavía no, señora.
Doctora Chaman, Soy el herido de bala
que acaba de ingresar.
Tiene un paro respiratorio.
Doctora.
Es mi esposo.
No se lo puedo asegurar,
señora. Permítame.
Ahora regreso.
No, Cruz se muere.
Se muere, Rogelio.
Tranquila, doña Betty.
Vamos a aplicar resucitación.
Primera descarga.
No hay pulso, doctora.
Segunda descarga.
Ahora.
Negativo.
Seguimos sin pulso.
Carga rápido.
Otra vez.
Doctora, tenemos pulso.
Aplique una unidad más de sangre
y mantenga el oxígeno, por favor.
Voy a hablar con los familiares
del paciente.
Doctora.
¿Qué pasó?
Su esposo es un luchador, señora.
La pérdida de sangre
le produjo un paro cardiorrespiratorio.
Pero se va a recuperar. ¿Verdad?
Esperemos que reaccione bien,
pero hay que darle tiempo.
Gracias, doctora.
Regrese en un momento y tranquilícese.
Todo va a estar bien.
Rogelio, por fin los encontré.
¿Cómo está el profe Cruz?
Acaba de darle un paro respiratorio,
pero lograron estabilizarlo.
Según nos dijo la doctora,
su estado es delicado.
A la granja. No puede ser.
Solo nos queda esperar a Alex.
¿Qué hace aquí este delincuente?
Por favor, doña Betty, deje que me quede.
El profe Cruz me salvó la vida.
Esas balas eran para mi.
Por tu culpa,
mi esposa está entre la vida y la muerte.
Le juro que no tuve nada que ver.
Lo que pasa es que mi hermano.
Hermano y vos.
¡Desgraciado! Mi vida.
Primero mataron a mi hijo Marvin y ahora.
Ahora también me quieren quitar la cruz.
No se altere, doña Betty.
Rogelio, por favor,
saca este patrón de aquí.
Es un pandillero.
Es un delincuente, así
como todos en el pueblo.
Alex también
está preocupado por el profe Cruz.
Doña Betty. Rogelio.
Doña Betty tiene razón.
Don Cruz
está grave y todo es por mi culpa.
Me voy porque
no quiero darle más problemas.
Hace tiempo
que debiste haberte alejado de él.
Es mucho el daño
que nos has hecho a todos.
Rogelio, por favor,
no dejes de contarme como sigue el profe.
Tranquilo. Vos ándate con cuidado.
La señora Elizabeth Vázquez, de Icheb.
Aquí estoy, doctora.
Le tengo noticias de su esposo.
Dígame.
Logramos estabilizar a Don Cruz y ahora lo
vamos a subir al área de intensivos.
Gracias a Dios.
¿Eso quiere decir que va a estar bien,
verdad?
Tiene que ser fuerte, Doña Elizabeth.
Don Cruz está reaccionando al tratamiento,
pero no como nosotros quisiéramos.
En cuanto haya algún cambio,
le informaremos.
Permiso.
No es justo.
No es justo que otra vez
estemos pasando por lo mismo.
Si Cruz.
Yo hubiera escuchado.
Yo sabía que estos hermanos
solo nos traerían más desgracias.
Toma mi mano.
Ya con estas tortillas termino.
Mamá.
Hay que tontear más porque va a venir
tu tía Lidia a visitarnos.
Así tengo ratos de no verla.
Mami, tengo sed.
Ya está el fresco.
Ya. Ema. Ahorita te sirvo.
Tomalo despacio o te va a doler
la pancita.
Tan linda la nena.
Ema, hazme el favor de llamar a tu
abuelito Paulino para que venga a comer.
Vayan a mi Tati.
Hey, Ema.
Te dije que tomaras despacio el fresco.
¿Te ahogaste?
No, solo tengo tos.
Yo como que desde ayer
oí que estaba tosiendo.
Ya viste, Ema.
No tienes que correr mucho.
Bueno, ahorita regreso.
Te dije que no a esa niña.
Cálmate. Mi hija.
Tal vez no es nada.
Solo el cambio de clima.
No me gusta esa su tos.
Hay que esperar a ver como sigue.
Eso es bueno.
Ay, si.
Ya terminé de tortel.
Aquí viene mi abuelito corriendo.
Me trae la nena.
Emma, Déjala. Déjala.
Si me hace reír con sus gracias.
¿Ya te lavaste las manos,
nena? ¿Y abuelita?
Bueno, empezamos a comer.
Digo yo, porque mi hermana la lidia.
Saber a qué hora
va a venir. Comamos. Entonces.
Muchas gracias.
Buen provecho, nena.
¿Abuelito, puede ir a ver a los pollos?
Sí, pero no vayas a entrar al gallinero y.
Y aprovecha jugar con tus primos.
Ellos están afuera en un ratito
te salgo a ver.
Bueno, mami.
Mija.
¿Y ya hablaste con Jefferson?
No, papá.
¿Y él no te ha llamado? ¿Saber?
¿Cómo que saber?
Le puse otro número. Mi teléfono. Mi hija.
Yo sé que estás molesta con Jefferson,
pero pienso que así no se van a arreglar
las cosas.
Papá, ya les dije que
quiero hacer una nueva vida con Emma.
Y también
quiero estar aquí para ayudarlos.
Y Jefferson.
¿Mija, de veras ya no lo quieres?
Ya no, mamá.
¿Entonces por qué todos los días
te levantas con los ojos hinchados?
Porque no duermo bien, mija.
Ya pasaron dos semanas desde que viniste.
Ahora, si nos vas a contar lo que pasó.
Lo que pasa es que
hemos tenido muchos problemas.
Al principio eran imprudencias.
Pero después Jefferson se metió a deudas.
Perdió la moto.
No quería hablar conmigo
si íbamos o no a tener más hijos.
Hasta que me puse grave.
Estuviste grave, mija.
¿Y por qué no nos avisaste?
No quise preocuparlos.
Era algo que Jefferson y yo debíamos
solucionar como familia.
Gracias a Dios, me recuperé bien.
Y yo pensé que con esas cosas
Jefferson iba a reaccionar.
Pero nada.
A él le preocupaba más lo que pensara
su papá y no lo que decidiéramos juntos.
Y trataron de hablar
para resolver las cosas varias veces.
Mamá.
Hasta nos salimos
de la casa de mis suegros.
Pero nada cambió.
El día del cumpleaños de don Raúl llegamos
y el señor bien abusivo
nos echó de su fiesta.
Yo me fui sola con la nena.
¿Y sabes qué hizo Jefferson?
Seguro fue a buscarlas y a pedirte perdón.
No, se quedó con su papá
y ahora se la pasa tomando con él.
Una vez llegó a buscarme.
Bien, bolo a buscarte.
O sea que ya se habían separado
el día de la discusión en la fiesta.
Lo saque del 4.º
donde estábamos alquilando.
Y la verdad es algo que quiero olvidar.
Por eso no se los había contado.
Y Jefferson.
Pero ya no quiero vivir así.
Está bien, mija.
Pero se me hace raro que Jefferson haya
cambiado tanto y que te haya dejado venir.
Pues a mí tocar la puerta.
Ha de ser tu tía Lydia.
Ahorita voy a abrir.
No quiero que me mire así.
Toma una servilleta.
¿Por qué está llorando, mami?
No pasa nada, mi amor.
Estoy bien.
Andrea.
¿Y ese milagro?
Buenas tardes, tía.
Qué gusto verla.
Ay, mija. Después de tanto tiempo.
¿Y eso? ¿Estás llorando?
Usted sabe,
recordando cosas con mis papás.
Ah, vaya.
Ella es tu hija.
Qué grandota.
¿Y tu marido?
Mejor vamos a almorzar, comadre.
No me cambies de tema, Otilia.
¿Qué pasó, Andrea?
¿Te peleaste con tu marido?
Si se peleó o no con su esposo.
Es asunto de ella. ¡Uy, no! ¿Que es eso?
Cuando uno se casa, es para siempre.
Venga lo que venga. Tampoco, tía.
Uno no puede estar aguantando todo.
¿Y para qué tienen esposo?
Pues problemas querías.
Ahí están.
Eso te lo dije antes que te casaras.
Bueno, bueno, ya dejemos de hablar de eso.
No, Paulino, no hay que dejar pasar esto.
Capaz
que hasta pensaste en divorciarte. Andrea.
Andrea es una mujer adulta.
Si nos necesita, le escucharemos
y vamos a respetar sus decisiones.
¿Y la vas a dejar?
Paulino.
¿Pero qué va a ser de la chiquita sin su
papá?
Tía, Disculpe.
Sé que usted me quiere
y se preocupa por mí.
Pero hay cosas que solo uno puede decidir.
Yo solo lo decía por tu nena.
Pero hoy vamos a ver como la
vas a mantener.
Yo soy capaz de salir adelante, tía.
No necesito aguantar que me traten mal
o estar al lado de alguien
solo para sentirme segura.
Toma mi mano.
Mijo, te estaba esperando.
Me dejaste con una gran pena.
Disculpe, mamá.
Es que con el relajo que había en el campo
y lo de Don Cruz,
solo pude decirle que estaba bien
y que iba para el hospital.
Ay, sí.
Me enteré que fue a él al que hirieron.
¿Y cómo está mamá?
Está grave.
Los médicos están haciendo todo lo posible
para que se recupere.
Y ahorita está conectado a un aparato
para recibir oxígeno.
Ay, que terrible todo esto, Rogelio.
Yo confío en que Cruz va a salir
caminando del hospital.
Eso queremos todos, mamá.
¿Y Betty se quedó allí?
Sí, Yo le dije que iba a regresar más
tarde.
Ay, yo también voy a ir.
No quiero que se sienta sola.
Ahora necesita mucho apoyo, mamá.
¿Y usted cómo está?
Ay, mijo, Es que tempranito
vino a verme Esperanza.
Por eso ya no fui al campo.
Sí, es que estaba desconsolada
porque Lucía le dejó una nota
diciéndole que se iba de la casa.
Pero usted le dijo que está aquí.
Claro,
pero al principio estaba muy enojada.
Después se calmó
y acordamos que las dos se iban a tomar
un poco de tiempo antes de hablar.
¿Y cómo la convenció? No fue fácil.
Le dije que no había que hacer cosas
cuando se está enojado.
Porque después uno se arrepiente.
Aceptó que Lucía se quedara
unos días conmigo y se fue más tranquila.
Qué bueno, mamá.
Y Lucía está ocupada
haciendo la tarea en el 4.º.
Y por cierto, con tantas cosas
que han pasado ya no te pregunté.
¿Cómo les fue con Ruth? Bien.
Pero queremos localizar a su papá.
Mamá. ¿Usted lo conoció? Sí, mi hijo.
Pero hace muchos años
que no sé nada de don Pedro.
¿Y usted lo conocía bien?
Pues fuimos compañeros en la escuela
y fue muy amigo de tu papá.
¿Fue amigo de mi papá? Sí.
Cuando murió tu papá,
él nos ayudó a ubicarnos en México.
Y cuando regresamos,
Pedro conoció a Teresa.
Se casó y vivió aquí
hasta que nació Silvia.
Y después se fue definitivamente.
¿Y por qué se fue?
Quizás porque Teresa era muy jovencita.
Apenas tenía
15 años cuando la casaron con Pedro.
La casaron.
El papá de Teresa estaba enfermo y quería
que se casara con alguien
que se hiciera cargo de ella.
Entonces fue un matrimonio arreglado.
Pues eso era muy común entonces.
Pedro me contó que se casó
a petición del suegro antes de fallecer.
Y al año también murió la mamá de Teresa.
¿O sea que doña Teresa se quedó sola? No.
Se quedó con su hermano Antonio.
Entonces don Antonio
siempre ha vivido con doña Teresa.
Antonio se fue a vivir con Pedro
y Teresa después de que su mamá falleció.
¿Y eso qué
tiene que ver con que se fuera don Pedro?
Ay, la verdad no sabría decirte, mijo.
Eso debe haber lastimado mucho a Ruth.
Para Teresa fue un golpe muy duro.
Culpó a las niñas
por el abandono de su esposo
y se volvió muy distante con ellas.
En especial con Ruth.
O sea que Don Pedro
no era tan buena persona.
Mamá. Mira, mi hijo.
La moneda siempre tiene dos lados.
A Teresa la casaron muy jovencita.
Al parecer ella no estaba enamorada
y solo le importaba el dinero.
¿Y su hermano Antonio?
Eso también abonó a
que Pedro se desesperado y decidiera irse.
Y lo hizo el día que Ruth cumplió
siete años.
Eso ya me lo había contado ella.
Ahora entiendo por qué doña Teresa
ni se acuerda de su cumpleaños.
Pedro se fue despidiéndose de su hija
y le dejó una carta conmigo.
Me recomendó
que estuviera pendiente de las niñas
y que en cuanto pudiera
iba a mandarles dinero.
¿Y lo hizo?
Yo creo que sí.
No estoy segura, pero la casa se la dejo
a Teresa para sus hijas.
Eso sí me lo dijo.
¿Y usted sabe
cómo podríamos encontrar a don Pedro?
No, mi hijo.
Pero conozco a alguien que sí podría
ayudarnos a ubicarlo.
¿De verdad,
mamá? Sí. Se llama Juan García.
Es comerciante desde hace mucho tiempo
y viaja seguido a México.
Vive en la capital
y tengo anotado su número de teléfono.
¿Quieres que hablemos con él
de una vez? Sí.
Creo que es tiempo de localizar a Don
Pedro para que le dé la cara a sus hijas
y haga algo por ellas.
Y si es necesario,
que vaya a buscarlos a México.
Lo voy a hacer.
Toma mi mano.
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