Don Cruz sigue en el hospital. Betty le lee algunas cartas con buenos deseos que le envió la comunidad, esperando que reaccione. Jefferson está preocupado porque no tiene dinero y Concha le confiesa algo sobre de la finca que lo sorprende. Raúl le propone a Teresa algo muy peligroso.
Toma mi mano.
Disculpe, doctora.
¿Cuándo saldrá Don Cruz del Intensivo?
Por ahora, su estado es crítico.
Se quedará en cuidados intensivos
mientras logramos que se estabilice.
¿Y cuándo cree que despierte?
Es difícil decirlo con certeza,
doña Elizabeth.
Debemos esperar a que siga
respondiendo al tratamiento.
En este momento, lo que pueden hacer por
él es darle palabras de ánimo.
Aunque esté en coma.
Don Cruz puede escucharlos
y eso le ayudará a recuperarse más rápido.
Eso voy a hacer, doctora.
Ahora los dejo.
Cualquier cosa
me localizan con las enfermeras.
Muchas gracias, doctora Chaman.
Y hoy, doña Marta.
Licenciada Michelle.
Gracias por venir.
Yo quise venir antes, pero hasta hoy pude.
Doña Betty.
Ay, Betty, que pena con todo esto.
¿Cómo está Cruz?
La doctora dice que es cuestión de tiempo,
que está reaccionando positivamente.
No hay que perder las esperanzas,
doña Betty.
Conozco muy poco a Don Cruz,
pero he visto que es un hombre fuerte
que no se da por vencido.
Estoy segura que lucha
todos los días por despertar.
Ya verá, doña Betty, que pronto
lo tendremos trabajando duro, como siempre
en el mercado o en el campo de futbol
y en el centro comunitario.
Dios te oiga, mijo.
Ya verá que sí, doña Betty.
La verdad es que yo siempre critiqué
que Cruz se metiera
en todos estos líos de vecinos y jóvenes,
pero les
juro que si él despierta
yo no le diría nada.
Es más, hasta lo apoyaría.
Tranquila, Betty Cruz está vivo
y no se va a dejar vencer tan fácilmente.
Hoy más que nunca la necesita a su lado.
Eso va a ser su mejor medicina.
Y para mí, en este momento,
ustedes representan un gran consuelo.
Gracias por su compañía. ¿Saben qué?
La doctora Chama le dijo
que para que se recupere más rápido.
Don Cruz necesita escuchar
palabras de ánimo y fortaleza.
Eso ayuda mucho.
Pero como nosotros no podemos entrar.
¿Y si grabamos en el celular?
No, Doña Betty.
En la unidad de intensivos
no se pueden usar los teléfonos.
Hay muchos aparatos. ¿Y entonces?
Entonces nos va a tocar
comunicarnos a la antigua.
¿Cómo así, Mamá?
Escríbanle cartas y que doña Letizia
las lea cuando esté con él.
Y me parece bien.
Y de repente.
Y al oír sus palabras, se despierta.
Ojalá, doña Betty.
Lo importante es que sepa que pensamos
en él y queremos que se recupere.
Ay, yo creo que le va a dar mucho gusto.
Vamos en la cafetería así doña
Betty comerá algo y nosotros escribimos.
Yo traigo
mi portafolio con hojas y lapiceros.
Bueno, vamos rapidito.
No quiero dejarlo solo.
Vamos. Pues.
Porque tengo mucho que decirle a Don Cruz.
Hola, Cruz.
Ya regresé.
Adivina quienes vinieron a visitarte.
Pues la licenciada y fiel doña
Marta y Rogelio.
Lo malo es que no pudieron entrar.
Pero te dejaron unas cartas muy bonitas.
Se las voy a leer.
Estoy segura que te van a gustar.
Mira, esta es la carta de Rogelio.
A ver, solo deja que me ponga los lentes.
Lo dice así.
Hola, profe.
Cruz. ¿Qué hay acostado?
Le cuento que los patojos se organizaron
y vendieron comida.
También hicieron una rifa
y recolectaron dinero en botes de leche.
Todos quieren ayudar
para que no le falte nada en el hospital.
Profe, cuando despierte vamos a seguir
con las reuniones comunitarias
y estoy seguro que vamos a ganar la Liga
Departamental de Fútbol.
¿Necesitamos que despierte
porque si no, qué va a pasar
con el proyecto del Teatro de San Juan
o de la construcción del polideportivo?
Usted no nos puede dejar solos
con todo ese trabajo.
No sea así, hombre.
Los patojos no pudieron venir a visitarlo,
pero le mandaron un gran saludo.
Ah, y también dicen que se acuerde que lo
estamos esperando en el campo.
Ya ves, mijo, los patojos dijeron
que el alcalde colaboró
y con eso estoy pagando algunos gastos.
No te preocupes.
Y aquí
tengo la carta de doña Marta,
a ver qué dice.
¿Qué pasó, Cruz?
Les cuento que mucha gente en el pueblo
está pendiente de su salud.
Acuérdese
que los jóvenes necesitan sus consejos
y que les dé ánimo
para seguir en cosas buenas y productivas.
Mire, a mí Rogelio
lo admira mucho y sigue sus pasos.
Y nosotros también lo necesitamos.
Tenga la seguridad que no está solo.
Le vamos a ayudar para que San
Juan Renacimiento sea un mejor pueblo.
Tal. Tan linda.
Doña Marta, siempre pendiente de todos.
Y la licenciada
Hillel también te escribió.
Hola, Don Cruz.
Ahora su única preocupación
es recuperarse.
¿Aquí lo esperamos porque todavía
hay mucho por hacer y usted?
Nos hace falta. Ánimo.
¿Se acuerda cuando llegue al pueblo
con todos aquellos sueños
de hacer un verdadero trabajo comunitario?
Sin usted no se hubiera logrado.
Por eso tiene que despertar.
Hay que seguir trabajando
y redoblar esfuerzos.
Don Cruz.
Apúrese, que lo estamos esperando.
Ya viste, mijo.
La gente te quiere, como dicen las cartas.
Y te están esperando en el pueblo
que tanto amas.
No puedes dejarnos.
No me dejes sola.
¿Qué haría yo sin ti? Por.
Toma mi mano.
Ya está servida tu cena, Raúl.
Ahí te la comes vos.
Mejor, Pero ya está todo listo.
Dáselo al Jefferson.
Yo ya me voy.
¿A dónde vas? ¿Qué te importa?
Ahí nos vidrios mejor.
¿Y cuando regrese?
Más te vale que ya estén firmado
los papeles.
¿Crees que no me he dado cuenta
que te andas haciendo la loca?
Te dije que no voy a firmar nada.
Mira, Concepción.
Ya me harté de tus cosas.
¿Firmas esos papeles o si?
No, no. Raúl, por favor.
Ya. Llegó tu hijo.
Por ahora. Te salvaste, Concepción.
Hablamos cuando regrese.
Buenas.
¿Qué tienen de buenas, hombre?
Mamá.
Está bien si mi hijo No es nada.
Ya sabes que tu mamá por todo llora.
Ahí está tu comida.
Mira.
Jefferson.
¿Qué le hizo mamá a Jefferson?
Ya sabes como es.
Siempre alegando por cualquier cosa.
Pero le pegó.
No, mijo, estoy bien.
Gracias por preocuparte.
Es de mi papá. Déjalo.
Mejor empezá a comer antes que se enfríe.
Lo único
bueno para mí estos días es su comida.
Mamá. Gracias, mijo.
¿Y usted no va a comer?
No, no tengo hambre. No, mamá.
Usted tiene que comer.
¿Ahorita le sirvo su comida?
Bueno, creo que no tenía hambre.
Pues de verdad ganas dijo aquel.
Por eso le
serví. Si no, se queda sin comer.
Ay, qué rico se estaban
esos frijoles con chicharrón.
Mamá. Muchas gracias.
Provecho, mijo.
Ya te vas a ir a acostar En un rato.
Voy a esperar a que se me baje la comida.
¿Lograste terminar las entregas de hoy?
Ay, sí.
Pero qué cansado es andar en la moto.
Todo el día.
Me imagino.
Al menos te dio trabajo.
La licenciada permitió que te quedes
como mensajero.
Otra hubiera sido.
¿Le da la oportunidad a alguien más?
La verdad, sí.
¿Y si él siempre me ha echado la mano?
Lo malo es que gano menos.
Pero estás trabajando con tu papá.
¿No te ha dado dinero? Nada, mamá.
Y ya ve que tanto que me exige que deje
el trabajo y ni un centavo he visto de él.
Pero este mes sí.
Le voy a pedir que me pague.
¿Y qué es lo que está pasando en la finca
Jefferson?
Ay, pues ahorita ya está mucho mejor.
Pero el dinero que va entrando todo
se lo agarra mi papá.
¿Y qué hará con ese dinero?
Digo yo sepa, mamá.
Pero me imagino
que al menos le dará algo a usted.
Ay, mi hijo, Como decís tú, desde hace
rato no veo un centavo de ese hombre.
¿De veras?
Sí. Ya tiene varios meses
que no me dan nada.
¿Y como le está haciendo con los gastos
de la casa, de la comida?
Y pues no se lo digas a nadie.
Yo tengo mis ahorritos, mijo.
¿En serio? Sí.
Lo que me preocupa
es lo que tu papá anda haciendo.
Pues con Mario le hemos dicho que
deje de estar apostando,
pero como que con sus botas
estuviéramos hablando.
No quiero que termine de echar
a perder la finca.
Tranquila, mamá.
Yo no voy a dejar que pase eso. Jefferson.
Pero tú no vas a poder hacerte cargo
siempre de la finca. ¡Ay!
¿Por qué no mi hijo?
Primero
tenés que ir a buscar a tu familia.
Ya van para el mes desde que se fueron.
Además, tienes la obligación
de enviar dinero para sus gastos.
¿Por qué cree que no dejé el trabajo,
Mamá?
Yo sé que
tengo una responsabi lidad que cumplir.
Pero Andrea ni me contesta.
Hay que ir a buscarlas.
Entonces usted tiene razón.
Es que me ha faltado valor para hacerlo,
mamá.
Además, con eso de que mi papá me dice
que le preste y me lo va a devolver,
tengo muy poco dinero.
No puedo llegar con las manos vacías.
Yo te ayudo, Jefferson.
Te doy lo que necesites. No, mamá.
Usted lo acaba de decir. Es mi obligación.
Así que voy a ver cómo consigo algo más.
¿Y de dónde, mijo?
¿Ay, Miro de dónde?
Pero de que lo hago, Lo hago.
Toma mi mano.
Ruth.
La que me compraste
no es como la que me dio mi tío Antonio.
Pero esta me gusta más.
Gracias, hermanita.
¿En serio? Qué bueno, Silvia.
¿Y cuándo vamos a ir a la casa
a traer nuestras cosas?
Todavía no podemos.
¿Por qué?
Porque necesito arreglar algo antes.
Ya te lo dije.
Sí, pero.
¿Cuál es tu retrato? Con la misma ropa.
No te preocupes.
Un día de estos
voy a traer lo que necesitamos.
Está bien.
Es que también quisiera ver a mi mamá.
Silvia, sé que la extrañas.
Déjame pensarlo.
Si crees que le hacemos falta.
Ha de estar muy triste.
Yo pienso que sí.
Súbete, Teresita.
Ay, Raúl.
Pensé que ya no te iba a encontrar.
Y yo creí que te habías arrepentido.
Y adónde vamos, que venís tan guapo.
Es una sorpresa.
Ay, tú siempre tan detallista conmigo.
Y ya sabes que quiero
lo mejor para nosotros.
¿Y por qué traes esa cara?
Ay, me duele un poco la cabeza.
Hace unos días discutí con mis hijas
y resulta que se fueron de la casa.
Así son ahora los patojos jodidos.
Resulta que ellos te quieren mandar.
Esas, mis hijas son unas ingratas.
Pero ni falta que me hacen.
Relájate, mi amor.
No quiero que me eches a perder
todo lo que te tengo preparado.
Ay, como crees, Raúl.
Tú eres mi mejor medicina.
Cuando estoy contigo,
se me van todos los dolores.
Más te vale.
Huy, qué bonita la habitación.
La mandé a decorar especialmente para ti.
Y esos chocolates sobre la cama
Se ven deliciosos.
Venite, que el tiempo es oro.
Ay, no te desesperes.
Hoy tenemos tiempo de sobra.
Así me gusta, Teresita.
Que estés dispuesta
a pasarla bien conmigo.
Hoy ya necesitaba relajarme así.
¿Queréis más vinito?
Está bueno servirme.
Pues.
Me enteré que Antonio le va muy bien
en el negocio. Sí.
Y qué bueno, porque ahora que se fue
Ruth tiene más dinero para ayudarme.
Así debe ser, Teresita.
El hombre debe dar dinero para su casa,
para su familia, así como yo.
Ay, qué lindo eres, Raúl.
Por eso es que uno necesita tener cerca
mujeres a rachas como tú.
Inteligente para los negocios
que apoyen a sus hombres.
Qué bueno que me veas así.
Y por eso te tengo una muy buena
propuesta.
¿De qué se trata?
De hacer un negocio entre los dos.
Me encanta la idea.
Hagamos otro brindis para
que nuestro negocio sea todo un éxito.
No te voy a fallar, Raulito.
Eso me gusta.
Que me tengas esa confianza.
¿Qué negocio quieres que pongamos? Mmm.
Aún no te puedo decir porque.
Primero
quiero estar seguro de que cuento contigo.
Sabes que así es.
Entonces quiero que me lo demuestres.
¿Cómo?
Mira, para empezar,
hay que hipotecar tu casa.
Teresita.
¿Qué? Tranquila.
Sólo pensarlo. No, no sé.
Mira, yo.
Así es como trabajo. Hipoteco mis tierras.
Y después del dinero de los negocios,
pago las letras.
¿Y si no nos va bien? Tú llevas ventaja.
Cómo así me tienes a mí, que soy un gran
negociante y te voy a orientar.
Bien. Ah, Yo sueño con tener mucho dinero.
Pues el que no arriesga no gana, corazón.
Está muy buena la propuesta,
pero ahora si eso es un problema
y dependés de que digan tus hijas
o tu hermano, te entiendo.
De ninguna manera.
Yo soy la que decide qué hacer.
Así debe ser.
Es que en mi casa lo que pongo en juego.
Y sabes que te aprecio mucho.
Y antes de perderte,
prefiero que sigamos siendo amigos.
No digas eso, Raulito.
Ruth y Silvia no merecen nada, y menos
ahora que me dejaron abandonada.
Yo solo decía Yo tomo mis decisiones
y hago con mis cosas lo que me da la gana.
Y más si voy a ganar buena plata.
Toma mi mano, entérate más sobre.
Toma mi mano.
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