Teresa busca a Ruth para que quite la denuncia. Intenta llevarse a Silvia y las amenaza. Olga se entera que Carlos tiene escondida a Lucía y le cuenta que hay una denuncia. Carlos no sabe qué hacer. Ixchel habla seriamente con Jefferson por la separación con Andrea.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Voy. Hola, Rogelio.
Pasa. Adelante.
Gracias. Silvia ya está lista.
Solo fue por su mochila.
Te agradezco mucho
que la estés llevando al instituto.
Sabes que lo hago con gusto.
¿Y tú cómo estás?
Me siento mejor.
A pesar que ha sido muy doloroso.
Es como si me hubieran quitado
un peso de encima.
¿Y la licenciada
Iris? Ha sido un gran apoyo.
¿Verdad? Sí. Y también para Silvia.
Ahora ese señor no tiene cómo seguir
negando el daño que nos hizo.
Lo malo es que cuando fueron a buscar
a Antonio, tu mamá dijo que no estaba.
¿Eso dijo?
Sí, pero con la orden de captura
en donde lo encuentren
de una vez, lo van a llevar a la cárcel.
Mientras ese señor siga libre,
no tendremos calma.
Creo que lo va a pensar mucho antes
de intentar acercarse a ti o a Silvia.
Además, el comisario me dijo que están
buscando a Antonio por todo San Juan.
La verdad, tengo algo de miedo.
Rogelio.
A veces pienso que me está siguiendo.
Que lo veo en algunas calles.
Por eso mismo
es que no pueden andar solas.
Y todas las personas cercanas
estamos pendientes de ustedes.
Ya estoy lista, Rogelio.
Bien, señorita, es hora de ir a estudiar.
Voy a despedirme de la mamá de Jenny
y de yoga.
Te espero abajo, Rogelio.
Pero no salgas hasta que baje Rogelio.
Vaya, esto ha sido una pesadilla para mí.
Gracias por todo, Rogelio.
Te amo, Ruth.
Solo quiero que recuperes tu vida. Lo sé.
Yo también te amo.
Te veo al mediodía.
Cuando traiga a Silvia del instituto.
Por favor, asegure
bien la puerta y no le abras a nadie.
No te preocupes, Rogelio.
Ya sé qué medidas de seguridad debo tomar.
Lo sé, lo sé.
Perdón.
Nos vemos, amor.
Ruth.
Ruth. Abrí la puerta.
Ya sé que estás ahí.
¿Qué hace aquí, mamá?
Abre y te digo.
Al menos te dignaste
abrirle la puerta a tu madre.
Dígame a qué vino y qué.
¿No me vas a dejar entrar?
Pase. Adelante.
Dígame. ¿Qué puedo hacer por usted?
¿Por mí?
¡Y qué altanera te has vuelto!
Si no es así, no tengo idea por qué está
aquí.
Bueno, ya veo que no sirve de nada
tratar de hablar como la gente.
Entonces voy a ser directa.
¿Qué pasa, mamá?
Quiero que dejes de estar calumniando
a tu tío.
No quiero tener a ese policía y al
del Ministerio Público tocando mi puerta.
Yo solo he dicho la verdad.
¿Cuál verdad?
Que su hermano me violó
y quiso hacer lo mismo con Silvia.
No voy a permitir que sigas inventando.
Ya basta de mentiras, mamá.
Esta vez ya hablé a las autoridades.
Y su hermano se va a ir a la cárcel.
Mira, Ruth,
si no quitas esa denuncia. ¿Qué?
Usted también va a pegarme como lo hizo
don Antonio cuando yo era una niña.
¿Cómo lo hizo?
Ahora que volví a violarme. Cállate.
¿Por qué? ¿Por qué no quiere oír
la verdad?
¿Cree que callando me va a desaparecer?
Todos esos años de dolor y sufrimiento.
¡Ay, no! Creo que me voy a desmayar.
Pues acérquese más al sillón
para no lastimarse en el piso.
Sos una. No, ya no más.
No más maltrato de parte de nadie.
Ni de usted. Ah, vaya.
Ahora te pones abusiva conmigo.
No, solo me defiendo a mí y a mi hermana.
Hago lo que usted debió hacer desde
la primera vez cuando yo tenía siete años.
Vos te lo buscaste.
Yo no tengo la culpa de nada.
Pues no me importa lo que digas.
O quitas esa denuncia
o te quito a Silvia de una vez.
Silvia.
Silvia. Salí porque ya sé que estás aquí.
La denuncia ya está hecha
y no voy a dar marcha atrás.
¿Cómo te atreves a hacerme esto?
Usted permitió por años
que ese hombre me violara.
¿No es cierto? Míreme. Míreme.
¿Va a decirme que todos esos golpes
son inventados
y que ese hombre me violará otra vez?
También es un invento. ¡Basta!
Ya no quiero oírte.
Lo único que te digo
es que esto no se va a quedar así.
Por ti, Silvia. Me las vas a pagar.
Ese Antonio es el que al fin
va a pagar todo el daño que ha hecho.
Y esta vez no se escapará de la justicia.
Toma mi mano.
Lengua, Tontitas.
Vaquillas.
Doña Olga ya se enteró.
¿De qué?
Fíjese que llegó el comisario
como a su casa.
No anda en el mercado
y está preguntándole a medio mundo.
¿Cuándo fue la última vez
que vimos a la nieta de doña Esperanza?
La está Lucía.
¿Y usted qué le dijo?
Como usted sabe,
yo soy vecina de doña Marta.
Y la última vez
la vi entrar en la casa de ella.
Y eso le dije a la policía.
¿Y será que la doña
esa le hizo algo a la patoja?
¡Ay, otoño! Oiga, si usted que sabe.
¿Cómo va a pensar
si doña Marta es muy buena persona?
Todos sabemos que la gente.
¿Entonces dígame usted qué cree que pasó?
Yo como que vi a su hijo Carlos con
Lucía Cabal antes de que desapareciera.
¿No será que él se llevó a la muchachita?
Cállese usted.
Que la boca se le haga chicharrón.
Como su hijo es tan guapito,
cualquier patoja cae rapidito con él.
Ni se le vaya a ocurrir
andar hablando babosadas.
Leti.
Ay, como cree doña Olga.
Más le vale. No se preocupe.
Yo no pienso decirle nada al comisario.
Sí, porque nosotras somos amigas.
Yo voy a todas sus reuniones
y nos tenemos que apoyar
en las buenas y en las malas.
Por eso le vine a contar.
Para que usted se prepare.
¿Prepararme para qué?
Porque con eso de la alerta
Alba que andan buscando a la patoja
por todos lados
y pidiendo cualquier información.
¿Será que van a tener el atrevimiento
de investigar a mi hijo?
Pues siendo el novio de la patoja
va a ser el primero.
Eso no lo dude.
Carlos.
No sé qué es lo que está pasando.
No quiero estar encerrada en esta cabaña.
¿Cómo se te ocurre dejarme bajo llave?
Quiero salir y regresarme a mi casa.
¿Cuándo vas a venir,
mi Luci?
Tené un poco de paciencia.
Todos están preguntando por vos.
Y si nos escapamos ahorita los dos
nos vamos a meter en un gran clavo.
Me da miedo
la gente que pasa cerca de aquí.
De haber sabido que todo esto
iba a ser así.
Ya no quiero esto.
Carlos, por favor, sácame de este lugar.
Mi amor, si queremos hacer realidad
nuestro sueño de estar juntos,
debemos ser fuertes.
No dejemos que estas dificultades
se interpongan entre nosotros.
Yo creo que hicimos mal.
Todavía estamos a tiempo.
Sácame de aquí, Carlos.
Es lo único que te pido.
Ten paciencia.
Vamos a buscar la forma de escaparnos
sin que nadie se dé cuenta.
¿Te parece?
Te amo, Mi Lucy.
Ah, vaya.
Conque el muchachito
si se piensa escapar con su mujercita.
Mamá, que oyó todo.
¿Acaso soy sorda?
Pues ya te diste cuenta del gran problema
en el que estás metido.
No es para tanto. Decime una cosa.
¿En serio estás pensando en escaparte
con esa mocosa?
Ya me conoces.
Solo quiero divertirme unos días con ella.
Nunca te había pasado esto
con las otras patojas.
¿Qué te ocurre con la Lucía?
La verdad, no sé
por qué ha sido tan difícil con ella.
Mira, Carlos,
yo creo que esta vez no lo vas a lograr.
Eso quisiera usted,
porque ella siente que me voy de la casa.
Mira, ya le pidieron al comisario
que activara una alerta
por la desaparición de Lucía.
¿Usted cómo lo sabe?
¿Quién dice?
Me lo dijo Lety.
Todos en el mercado hablan de eso.
¿Y usted qué les cree?
¿Lety te vio con Lucía la noche
que te la llevaste a la finca?
A la noche. Así
que tenés que pensar cómo le vas a hacer
para sacar a esa patoja de la finca.
Porque si no estamos fritos
Y tu tío también.
Pero si dice que activaron la alerta
esa ya la andan buscando.
¿Y si me miran con ella?
Bueno, lo que puedo hacer es hablarle a tu
tío Raúl.
Tal vez él pueda ayudarnos.
Si me hubiera dejado ir aquella noche
con Lucía, ya estaría de regreso.
Si te hubiera dejado, ya estarías preso.
¿Ahora me quieres echar la culpa?
¿Ves qué bonito el muchachito?
Todo hubiera terminado
y las cosas estarían como si nada.
Estoy seguro.
¿Eso crees vos? Pero no es así.
Ahorita mismo. Mira.
¿Cómo
vas a sacar a esa patoja de la finca?
A la mamá y la vas a obligar a
que no cuente nada de lo que pasó.
¿Entendido?
Toma mi mano.
¿Qué tal Mariana?
¿Cubriendo a Ruth? Sí.
Creo que el lunes va a regresar.
¿Y no sabes qué le pasó?
La licenciada no ha dicho nada.
Tú no la has llamado para nada.
Estaba ocupada haciendo otras cosas. ¿Sí?
Pues mira.
Todos están hablando
que mataron a un tal Diablo.
¿Lo conocías?
Sí. Se llamaba Gabriel.
Nos conocíamos desde niños.
Estudiamos juntos.
Y aunque tarde o temprano
esto iba a pasar.
No deja de impactar la noticia.
¿Y vas a ir al entierro? No creo.
Es de pensarlo dos veces.
Ah, entiendo.
Hubo un tiempo en
que Gabriel era un buen muchacho.
Pero después
empezó a juntarse con los de la pandilla.
Qué pena que bueno, ahí sí
que ya no se pudo hacer nada.
Fueron sus decisiones
las que lo llevaron a donde está.
Y eso que el entrenador del equipo de
fútbol, Don Cruz,
le echó ganas para apoyarnos a todos,
en especial a Gabriel.
Y el entrenador ya lo sabe. No sé. Fíjate.
Últimamente ando desconectado de tantas
cosas que no sé ni qué pasa en mi vida.
Pues no te desconectes tanto.
O vas a dejar de ser el Jefferson
pilas que conocemos en merca.
Así pues, mira.
Y hablando de ser pilas, ya tenés listo
lo que tengo que entregar hoy.
Aquí está todo. ¿Y la llave de la moto?
Bueno, solo voy a hablar con la licenciada
primero.
No ha venido todavía.
Buenos días.
Buenos días, licenciada.
Licenciada. ¿Qué tal? Buenos días.
¿Coordinando la ruta de hoy?
Sí, en eso estamos.
¿Puedo hablar un momento con usted,
Michelle? Sí.
Pase a la oficina.
Siéntese.
¿Está todo bien?
Sí, todo bien.
Solo necesito decirle algo.
Pero primero lo primero. Yo.
Quiero darle las gracias otra vez por todo
el apoyo que me ha dado estos años.
La verdad, le debo bastante.
Sin su ayuda, no tengo idea
que estuviera haciendo ahora.
¿Por qué lo dice Jefferson?
Porque mis malas decisiones
afectan también a los demás.
Y ya no quiero
eso. Acertadas. Equivocadas.
Nuestras decisiones
siempre tienen consecuencias para nosotros
y nuestros seres queridos.
Y por eso le presento
mi carta de renuncia.
¿Qué dice?
Renuncio.
Ya no quiero trabajar para Merca Tec.
No lo entiendo. Jefferson.
Me acaba de decir que comprende
las consecuencias de sus decisiones.
Y ahora me dice que renuncie.
Es difícil de explicar, Michelle.
Lo único que le puedo decir
es que no merezco trabajar aquí.
Y no quiero meterlos en problemas.
Pero hay problemas de aquí
por las cosas que hago.
Usted ya hizo mucho por mí y no quiero que
le afecten ni a usted ni a la empresa.
No comprendo, Jefferson.
Lo escucho
como que está en problemas graves.
Puede ser.
Muchas cosas han pasado
y quiero empezar a arreglarlas.
Eso está bien.
Pero no tiene por qué renunciar.
O ya consiguió otro trabajo.
No es Hinton.
Jefferson.
Su hija y su esposa necesitan de su apoyo.
Ya las voy a ver.
Todavía no.
Solo le deposité algo de dinero a Andrea
para los gastos que tiene con Emma ahorita
que está enferma.
Con mayor razón. ¿O debería renunciar?
Aunque no solo dinero se necesita
para estos casos.
José Ángel
tiene que ir a buscar a su familia.
Deje a un lado sus dudas y miedos
y vaya por lo que más quiere.
Es que no quiero fallarles otra vez,
como papá y como esposo.
Solo lo sabrá si lo enfrenta.
Escondiéndose no va a solucionar nada.
Su familia lo necesita ahora.
Y si quiere arreglar las cosas,
esta es su oportunidad.
Tal vez.
Michelle, si su intención
es tener tiempo para ir a buscarlas.
Con gusto
le doy unos días para que lo haga.
¿De veras?
Hablo en serio.
Ustedes pueden arreglar las cosas.
Gracias, Isabel, Pero. Pero nada.
Y lamento mucho decirle que
definitivamente
no puedo aceptar su renuncia.
Y esa es mi última palabra.
Escuchen, yo tengo un compromiso con usted
y con la empresa,
pero debo solucionar varios problemas
y no sé ni por dónde empezar.
Decida qué es lo que más importa
y por ahí empiece.
Lo voy a hacer.
Y si usted me da el tiempo
y la oportunidad de regresar,
le aseguro que no se va a arrepentir.
Toma mi mano.
El abuso sexual puede provocar
vergüenza y miedo.
Muchos sobrevivientes temen no ser creídos
y se avergüenzan de no detenerlo.
Levantar nuestra voz, denunciar
y recibir apoyo
son pasos importantes para la sanación.
Si tú o alguien que conoces
ha pasado por esto,
recuerda, no es tu culpa y no estás sola.
Visita Triple W, punto. Toma mi mano.
Punto vs diagonal
Recursos para encontrar ayuda.
Este proyecto fue desarrollado
por Population Media Center.