Toma Mi Mano USA

Episodio 14: Reclamos de mercado

Episode Summary

¡Las tensiones estallan en Toma Mi Mano! Teresa amenaza con tomar medidas drásticas contra Ruth, poniendo en riesgo la educación de Silvia. Mientras tanto, Doña Olga confronta a Esperanza, creyendo que Lucía está provocando a su hijo Carlos. Además, Jefferson y Andrea enfrentan una fuerte discusión.

Episode Transcription

Toma mi mano.

Apúrate con el tomate. Silvia.

Se me va a quemar la cebolla.

Pero a mí no me pongas nerviosa,

que no me va a salir bien.

Aquí está.

Claro que si quería salir de esto.

Tenía que. ¿Ya batiste los huevos?

¿Todavía no viste que te dije que tenía

que estar todo listo

antes de poner el sartén al fuego?

Sí, ya me lo habías dicho.

Pero es que no había cocinado

huevos revueltos con tomate y cebolla.

Cuidado, se te caen los huevos.

Todavía lo agarré.

Qué cara pusiste. Todo por complacerte.

Tus gustos.

No te enojes.

Además, yo no lo sé hacer.

¿No has querido aprender?

Es que siempre me han gustado

cómo los cocinas vos.

Sí, cómo no.

Lo que pasa es que querés

que yo te cocine.

Los. Ya. Aquí está.

Tal vez no. Mmmm. Qué rico huele.

Voy a listar los platos.

Apúrate, que esto ya casi está.

¿Y por qué venir tan contenta hoy?

Ni reclamaste por cocinar algo que te

pedí.

Pues están pasando muchas cosas buenas.

También los platos.

Que ya soy novios con Rogelio.

No, no es eso. Ajá.

Deja que termine.

Es que mi jefe, don Ernesto, me dijo

que vamos a tener un viaje a Atitlán.

Y yo soy parte del equipo de trabajo.

Ay, estoy feliz.

No te creo. A la. Yo quiero ir contigo.

Eso no se puede.

Es un viaje de trabajo.

Pero si me va bien,

tal vez después podamos ir a pasear.

Sí, yo quiero ir a conocer. Mmm.

Pásame una tortilla. Bueno.

¿Y qué vas a hacer vos en ese viaje?

Fíjate que yo había estado

buscando asociaciones de artesanos

para poder trabajar con ellos.

Y en eso apareció este grupo de Atitlán.

¿Ah, Por eso no dormías bien?

Sí, por el trabajo.

Pero no le digas a nadie.

No sé cómo se lo voy a decir a mi mamá.

¿Y Rogelio va a ir también?

No, él tiene que ir a otro lugar.

Pero hoy me invitó a comer.

¿En serio? ¿Y qué comieron?

Él y su mamá hicieron chilaquiles.

Y me compartió de su almuerzo.

Qué ricas son las chilaquiles.

Pero él cocinó.

Eso no tiene nada de malo.

Al contrario.

Es una de las cosas que me gustan

de Rogelio.

Ah, se te cae la baba.

Ya ves. ¿Por qué no te cuento?

Es broma, Es broma.

Ya no te voy a molestar. Que conste.

Pues seguí contando.

Cuando salimos del trabajo

me acompañó y nos tomamos un auto.

Yo quise pagar, pero él no me dejó.

Obvio,

Pero ya me había compartido su almuerzo.

Yo quería invitarle a algo, aunque sea.

Además, me dijo que me iba a ayudar

con mis ventas.

¿Por qué no le haces alguna cosa?

¿Una tarjetita o algo?

No se va a dar cuenta que me gusta.

¿Y no te gusta? Pues. Sí, pero.

Pero si igual ya lo sabe.

Todos lo sabemos.

No, no todos lo saben.

Yo no lo sabía.

Perdón, mamá.

No vi cuando entró.

No, si estás toda id hablando babosadas.

Solo estábamos comiendo.

Perdiendo el tiempo, diría yo.

En lugar de buscar qué hacer.

Hace rato

que entré y ni cuenta se dieron por estar

hablando de ese muerto de hambre.

Mamá, yo solo estaba molestando a Ruth.

Porque le cae mal. Rogelio o mamá.

No me cae mal, pero no tiene nada.

Deberías buscar a alguien que te dé

buena vida.

¿Si no, cómo vas a cuidar de mí

cuando estoy grande?

Mamá. Rogelio solo es mi amigo.

Somos compañeros de trabajo.

No me gusta esa junta tuya.

Habiendo tantos muchachos por aquí que

tienen posibilidad de mantenerte mejor.

Es que no tengo nada con él. Mamá,

ya le dije.

Que terca

has vuelto todo por ese tu trabajito.

¿Crees que me puedes contestar como te dé

la gana?

Mamá. ¿Qué te pasa?

Estas cosas no te importan a vos, Silvia.

Ándate a tu 4.º.

Mamá, no se enoje.

Entonces no me des problemas.

Aunque ya estés grande.

Mientras vivas bajo mi techo,

haces lo que yo diga.

Y si no te gusta, te vas.

¿Entendido? Sí. No le digas eso, mamá.

¿No se dan cuenta

que lo único que yo quiero

es que las dos estén bien en el futuro?

Que no pasen penas como yo.

Son tan ingratas.

Ruth, ya no vas a volver al trabajo.

Pero, mamá.

Y vos, Silvia, si me seguís contestando

tan bien, te voy a sacar de la escuela.

Ahí solo les enseñan a hacer

unas contestona.

No, mamá, ella tiene que estudiar.

¿Vos no me vas a decir

qué tengo que hacer?

Ah, seguro que es el hijo de la bruja.

¿Esa verdad?

Él te está lavando la cabeza.

¿Sabe qué? ¿Hablarán de mí?

Rogelio no tiene nada que ver en esto.

Mañana mismo, Ruth.

Mañana te busco otro trabajo.

A ver si te gusta ir allá con doña

Betty o doña Olga.

Y si no, pues te vas a hacer competencia.

Doña Esperanza.

Haciendo limpieza en las casas.

Bueno, doña Concha, ya acomodé

los trastos.

Está servida. Gracias, Esperancita.

Mire, llévese estos platanitos

para que se los haga sus patojos.

Ay, qué rico.

Gracias. Ahorita los voy a hacer.

Bueno, feliz noche.

Para usted también.

Esperancita.

¿Todavía anda por aquí, Esperancita?

Sí, doña Olga.

Buenas noches.

¿Y usted? A visitar a su cuñada.

Como aquí nomás vivo, no me cuesta nada

pasar a verla aunque sea un ratito.

Entonces no le quito su tiempo.

No, Esperancita, al contrario.

Dios me la puso en el camino.

No me asuste, doña Olga.

¿Por qué me dice eso?

¿Sabe qué?

Mejor la encamino a la salida de la

colonia y mañana vengo a ver a la Cucha.

Pero si quiere paso temprano

por el mercado y me cuenta.

Ay, no, Esperancita.

Ya ve que en el puesto

nos interrumpen a cada rato.

Y lo que tengo que decirle es delicado.

Bueno, si usted lo dice.

Venga, súbase.

Pues usted dirá, doña Olga.

¿Qué le preocupa?

Estoy muy apenada con usted.

¿Conmigo? ¿Y por qué?

No sé si su nieta

le contó que anda de novia de mi Carlitos.

Pues algo sé.

Pero esa es la pena que tiene.

¿Sí, pero sabe qué?

Mejor platiquemos tomándonos una foto.

Mire, todavía está doña Gloria.

Ay, no, doña Olga, no se ponga en penas.

Yo de todos modos, ahorita que llegue,

tengo que hacer la cena.

No se preocupe,

solo es para acompañar la plática.

Mmmm.

Bueno.

Doña Gloria.

Deme dos litros, por favor.

¿Quiere de plátano o de arroz con leche?

¿De que quiere, Esperancita?

De arroz con leche. Está bien.

Dos de arroz con leche,

pero suficiente leche.

Doña Gloria.

Mire que el otro día

era más de arroz con agua.

Y yo conozco de estas cosas.

¡Ay, doña Olga! ¿Cómo es?

Le voy a ajustar. ¿Cómo? Su rellenito.

Aquí están

los actores y su rellenito, doña Olga.

Gracias, doña Gloria.

Ya ve. Hay que ponerse pilas, Esperancita.

Si no, la gente le mira la cara a uno.

Véngase, Aquí hay lugar. Platiquemos.

Pues usted dirá, doña Olga.

Bueno, me imagino que ya sabe que su nieta

anda y anda detrás de mi.

Carlitos.

Y la verdad, yo no quiero tener problemas

con usted, Esperancita.

¿Cómo va a creer doña Olga?

¿Pero por qué cree usted que es problema

que ellos sean novios?

Eso tal vez sea lo de menos.

Pero lo que en realidad me preocupa mucho

es el comportamiento de Lucía.

¡Ay! ¿Y qué es lo que tanto le preocupa?

Me imagino que Lucía ya le habrá contado

que estaba necia y necia

queriendo besar a mi Carlitos

hasta que lo logró.

Sí, yo los vi.

Tengo la espinita que a usted

no le importa lo que

anda haciendo su nieta

cuando está con mi hijito.

Pero si son novios

es normal que se den un beso.

¿O usted cree que no, Esperancita?

Pero que una niña esté sonsacando al novio

delante de todos los compañeros.

Me doy cuenta, doña Olga.

Y eso lo tengo que hablar con Lucía.

¿Se imagina si eso hace con Carlitos?

¿Qué más podría estar haciendo?

¿Y a escondidas de usted?

No, doña Olga, estoy segura que mi nieta

apenas tiene tiempo para ver a su hijo.

Mi Carlitos dice que le da mucha pena

y que se quiere disculpar con usted.

¿De veras?

Usted sabe que mi hijo respeta

mucho a Lucía,

pero parece que a su nieta

eso no le importa mucho.

Ya la castigue,

pero voy a volver a llamarle la atención.

Eso me parece,

porque si fuera mi hija o mi nieta.

No se preocupe usted, doña Olga.

Yo me encargo de corregirla.

No esperaba menos de usted, Esperancita.

No esperaba menos.

Bueno, y acuérdese que ya le dije que sí

llegue a la reunión

porque eso le va a ayudar.

Sí, haré lo posible.

Con tantas penas de sus nietos, de su hijo

y de su nuera.

No le cae mal una su reflexión.

Tiene razón.

Pero mire, ya se acabó el auto. Listo.

Yo me tengo que ir.

Voy a ir a hablar con Lucía.

Si es por eso, yo misma la

llevo a la salida de la colonia.

Así llega más rapidito.

Gracias, doña Olga.

Ya con lo que usted me dijo,

voy a hablar con mi Lucía.

Así me gusta verla, Esperancita. Decidida.

Solo así va a meter en cintura a esa

su nieta,

porque se le nota

en la cara que le hace falta.

Adolescente.

Ahora.

O recordará

para qué son esas horas de venir.

Andrea. Pues ando trabajando.

Ayúdame mejor,

porque ya no aguanto a la mina.

Pero con la muleta

no puedo cargar a la nena.

Ayúdame con las bolsas que traigo, hombre.

Como no explicas.

¿No deberías

estar afuera tan tarde con la nena?

¿Y dónde

quieres que la deje? Déjala con mi mamá.

Pues si se mantuviera sola,

doña Conchita la dejaría con ella.

Pero ella todo el día se la pasa sola.

No, siempre hay días que está don Raúl.

O a veces llega temprano.

Mira la hora que es.

Yo prefiero que esté con mi mamá.

¿Qué te pasa, Jefferson?

Para que se tope con tu papá.

Si ya sabes cómo la trata.

Pues en eso tenés razón.

¿Y qué traes en esas bolsas?

Ay, es mi producto.

Andaba haciendo entregas

y ofreciendo también.

¿Y a ti qué mosco te picó?

Como que andas menos bravo.

Nada. Estaba hablando con mi papá.

Con razón.

Siempre que hablas con él,

algo se te pega.

Mejor déjame ir a acostar a la nena.

Ya veremos.

Pero no acá.

¿Y las voces? ¿Dónde las dejo?

Ahí, en el sillón, porfa.

Pero. ¡Ay! ¿Qué estoy haciendo?

No tengo que ser con mi papá.

¿Y cómo te fue en tu trabajo, amor?

Llegaste a tiempo. Ay, sí.

Ni un mensajito me mandaste.

Sí, amor. Discúlpame.

No le puse saldo a mi teléfono.

Y hoy todo un desastre.

Y por qué.

¿Llegué a las 09:30 en la oficina?

Eso siempre pasa cuando más

necesitas que te salgan bien las cosas.

Todo se te atranca. Se amor.

Pero no imaginé que justo

hoy me iba a topar con tantas trabas.

Primero, en la entrada

a la capital, a la policía

se le ocurre poner un puesto de

retén y cabal para don Aroldo.

A la gran.

¿Y qué? Se tardaron mucho ahí. Qué

bueno hubiera sido.

No digas. Pues que don Arnoldo

llevaba su licencia vencida.

No te creo.

Si ese Don Aroldo no se va.

Y entonces me

tuve que ir en taxi para la oficina.

¿Y qué crees que pasó? ¿Te asaltaron?

Gracias por desearme el bien va.

Yo siempre. Canche. ¿Y qué pasó? Pues.

El chofer Zito ese.

Creo que era su primer día de taxista.

Porque la gran vuelta que me fue a dar.

Ya mero no le pagaba.

Todo lo que te pasa por no hacerme caso.

¿Y tu jefa? ¿Qué te dijo?

Pues al menos ella me comprendió.

Me mandó Alex para que me suspendieran.

Y con lo de la capacitación

le pidió a Ricardo que se encargara.

¿O sea que tu jefa te consoló entonces?

No, hombre, que bueno hubiera sido.

¡Sinvergüenza! Esos son bromas, amor.

¿Cómo crees?

Si vieras.

Al principio sí me asustó

porque estaba bien enojada.

Me imagino.

Pero ya después le bajó el muelle

y me dijo lo de mi ganchito.

Lo bueno que ya pasó ese día.

Y pues ni modo, a descansar,

que no te queda de otra.

Sí, amor,

pero andar con estas cosas ya me cayó mal.

Pero no podemos hacer nada ahorita,

solo esperar.

Y con todo esto

ya no tuve cabeza para pasar al cajero.

¿Y para qué?

Para sacar el dinero

que te tengo que pagar.

Ah, ni me acordaba.

Entonces mejor no te hubiera dicho nada.

¿Cachito, De veras tienes ese dinero? ¿Eh?

Sí, lo tengo, amor.

Bueno. Y a ti cómo te fue hoy.

¿En comparación con tu día?

Creo que me

fue muy bien. Ajá. Ya bromeamos.

Eso lo aprendí de ti.

Está bien. Está bien.

Pero estoy cansadísima.

Cómo pesa la nena.

Vaya, si no, ya está bien. Grande. Mira.

¿No crees que te den tu masajito?

Pues no me caería nada mal.

Te cuento que estoy suspendido

por el examen.

Mañana podemos levantarnos tarde

y podemos aprovechar la noche.

No es mala idea.

Ayer quedó un montón de ropa para doblar.

Pues yo no lo decía por eso.

Sí, yo lo sé, pero es así.

Y no soy el capitán. Pues.

Pero ese capitán no terminó el partido.

Ah, pero en este que va a empezar

hasta los tiempos extra, te aguanto.

Ay, amor.

¿Pero ya sabes cuál es la regla del juego?

Que no hay descanso de medio tiempo.

No, que debemos protegernos.

¿Y si no cumplo con esa regla?

Jefferson.

Más amor.

Si esas son las condiciones del juego.

Lento para mientras

yo me adelanto al campo mientras tú

vas a la farmacia a comprar condones.

¿A comprar qué?

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