Toma Mi Mano USA

Episodio 141: Perdonado

Episode Summary

Alex llega a despedirse de don Cruz y se entera de que Lucía está desaparecida. Él cree saber en dónde está. Ixchel tiene un gesto de perdón hacia Gabriel pues él fue quien mató a su esposo. Raúl está dispuesto a esconder a Antonio.

Episode Transcription

Toma mi mano.

¡Alex!

Alex, espérame Vos.

¿Qué onda?

Te dije que te quedaras con aquellos,

hombre. Sí, vos.

Pero no me gusta la casaca del Judas

y del fanático.

Son olivar.

Son. Mejor te acompaño. ¿Para dónde vas?

A la casa de Don Cruz. Me lo imaginé.

Voy a darle las gracias

por ofrecerme otra vez su casa.

Y también voy a despedirme. ¿Entonces qué?

¿Le vas a entrar a la casaca

de la venganza contra el Cross?

Si de plano Diego.

Declaraciones de nuestros jugadores

preseleccionados

a la lista de la selección.

Ya casi son las cuatro, Cruz.

Es hora de tus pastillas.

Ya me aburrí de tanta medicina.

Es por tu bien, Cruz.

Yo sé que tenés razón.

En pantalla podrán ver.

Mira, Cruz, Esa niña en la tele.

No es la nieta de Esperanza.

A ver, dale volumen.

Las autoridades siguen en la búsqueda

de la adolescente Lucía Santos Morales,

quien desapareció

la noche del martes recién pasado.

Cualquier información es importante

y pueden llamar al teléfono

de emergencia de la policía.

La última vez que se le vio, vestía usted.

Esperanza debe de estar muy afligida.

Algo de eso me contó el comisario

cuando vino a verme en la mañana.

¿Ah, sí?

¿Y qué te dijo?

Pues parece que la encontraron. Pero.

¿Pero qué?

No me asustes, Cruz.

Dijo que había un cuerpo en la morgue que

coincide con las características de Lucía

y que iba a llevar a doña Esperanza

a reconocerlo.

Ay, Dios mío. Le una.

¿Y quién será a esta hora?

Ha de ser Alex.

Me dijo que hoy traía sus cosas.

Oh, bueno.

Voy a abrir esta. Los.

Pasen, muchachos.

Ahí está. Cruz. Con permiso.

Buenas, profe.

Cruz. Adelante. Patojos.

Siéntense.

Ya se ve mejor, profe.

Ahí voy. Con un poco de dolor, nada más.

Los dejo.

Tengo algo que hacer, mijo.

¿Y tus cosas?

Es que solo vine a despedirme.

¿Y adónde te vas?

Pues no sé,

pero no puedo estar aquí con ustedes.

Creo que la pandilla del cross me

está buscando y no quiero meterlos

en más clase.

Si vos te salís de todo eso,

ya nadie te va a amenazar.

Y te lo digo a vos también, Diego.

Tiene razón, profe.

Pero yo no tengo elección.

Todos me presionan

para que venga mi hermano.

Gabriel ya no está.

No te puede seguir manipulando.

Olvídate de esta venganza

que no te trae nada bueno.

No sé, Don Cruz. Patojos.

Abran los ojos.

Están tomando malas

decisiones, muchachos.

Y eso pone en peligro su vida.

Así como le pasó a Lucía.

¿Qué le pasó a Lucía?

¿No saben?

Hace días que está desaparecida.

¿Cómo así, profe?

La pobre abuela

la ha buscado por todas partes.

Hasta puso una alerta con las autoridades

porque no la encontraban.

Pero ya apareció.

Hoy me enteré que doña Esperanza

iba a ir a la morgue

a reconocer un cuerpo como a la morgue.

Así es, muchachos.

Parece que es Lucía. No, no puede ser.

¿Será verdad, profe? Ojalá que no.

Pero lo que supe es que ella salió

hace días de la casa de doña Marta.

No saben si sola o con alguien.

El asunto es que desapareció.

Pues Diego.

¿Dónde está ese lugar que tenía el Carlos

para llevar a las traídas a El Matadero?

Dijo que está en la finca de su tío Raúl.

Eso es. Lucía no está muerta.

¿De qué estás hablando?

El Carlos la tiene en ese lugar,

estoy seguro.

Puede ser. Vos.

Aunque ayer ese maje me pidió

que lo ayudara a sacar algo de la finca.

Pero no me dijo que.

¿Y si aquel le hizo algo a Lucía?

No creo que Carlos sea capaz.

Ay, Don Cruz.

Se ve que usted no lo conoce.

Deja de decir mulas, Diego.

Yo sé que Lucía tiene que estar ahí.

¿Está seguro de lo que decís, Alex?

Sí, profe, estoy seguro.

Voy a buscar la moto.

Diego, acompáñame a la casa.

No podemos perder tiempo.

Solo espero que esté bien.

Toma mi mano.

Porque venimos al cementerio de San Juan.

Ahorita te explico, Pablo.

Bajemos.

¿Tenemos

algún familiar aquí para traerle

flores? No.

Hoy estás rara, mamá.

No es eso.

Son recuerdos que vienen a mi mente.

¿De quién? De tu papá.

De lo que vivimos juntos.

Del tiempo que compartió contigo.

Es poco lo que me acuerdo de él.

¿Qué recuerdas?

Pues se ponía a pintar

conmigo y jugábamos carritos.

Una vez le pintaste una camisa blanca.

¿De veras?

Sí. Recién

se había cambiado para irse a trabajar.

No me acuerdo de eso.

¿Y se enojó?

Para nada.

Siempre veía el lado chistoso

de las cosas.

Le encantaba hacernos reír.

Dijo que te la iba a dejar

para que terminaras de pintarla.

Fue su camisa especial.

¿Gabriel Ramos, al que le decían diablo?

Sí, Pablo.

¿Por qué venimos a su tumba?

Mi hijo.

Él fue quien le quitó la vida a tu papá.

¿Pero cómo fue eso, mamá?

¿Por qué lo hizo?

No sé.

No sé porque fue a la capital

para hacer tanto daño.

¿Y por qué le vas a poner flores?

Porque a pesar de todo el dolor

que siento.

Porque nos quitó a tu papá.

He decidido perdonar lo que paso.

Y espero que tú también

puedas hacer lo mismo.

Simón. Tienes razón.

Te quiero, mami. Y yo a ti, mi amor.

Pero bueno.

¿Qué dices

si buscamos dónde poner las flores?

Me parece.

Mira, ahí hay un bote.

Lo voy a traer para ponerlas.

Gracias. Mi hijo. Tené cuidado.

Solo que está algo sucio.

No importa.

Lo vamos a limpiar.

Jefferson.

¿Qué tal, Pablo? ¿Qué hace aquí?

Disculpe.

Él iba a dejar unos documentos y vi su

carro estacionado afuera del cementerio.

Quería saber si todo estaba bien.

Sí. Gracias, Jefferson.

¿Es que venimos a dejar estas flores

a Gabriel? Sí.

¿Puedo preguntar por qué?

Todos merecemos ser recordados.

¿No cree? Sí, la verdad que sí.

Pero además, estas flores también

tienen un significado para nosotros.

Nos estamos despidiendo y dejando ir.

No llores, mamá.

No te preocupes, hijo.

Todo está bien.

¿Necesita que le ayude en algo?

Pues este bote es muy pequeño.

Voy a tener que.

Cortare los tallos de las flores.

Si quieres, voy a traer las tijeras

que están en el carro.

Bueno. Hazme favor,

Pablo. Toma las llaves.

Ahorita regreso.

Aquí está el chorro.

Voy a ponerle agua al bote.

Disculpe que insista, Michel.

Pero. ¿Y porque flores a Gabriel?

Porque necesito perdonar a M.

Si Gabriel fue quien mató a mi esposo.

Qué difícil.

Hace tiempo lo sospechaba y lo confirmé.

Al único que se lo había comentado

fue Ernesto.

¿Y por qué

está tan segura que fue Gabriel?

Los dos encuentros que tuve con él

me hicieron recordar ese día.

Yo estaba llegando al negocio de mi

esposo.

Escuché la voz de Gabriel cuando

le gritaba y logré ver parte de su cara

cuando le disparó.

No puedo creerlo.

Por muchos años esperé justicia.

Que la persona que mató a mi esposo

pagara por lo que hizo.

Pero no pasó.

Y ahora

creo que el destino me trajo aquí

para terminar de sanar las heridas.

Aquí están las tijeras, Mamá.

Gracias.

Mi hijo, Jefferson.

A veces creemos que tenemos todo el tiempo

para resolver las cosas.

Pero no es así.

Tiene razón, Michelle.

No podemos dejar las cosas para después.

Si queremos algo diferente,

tenemos que hacer que pase Io.

Tengo que buscar a mi familia.

Toma mi mano.

No encontramos el de mi papá

sin su permiso.

Qué bueno que llegaste, Teresa.

Ya estoy desesperado de este encierro.

Déjame descansar un rato.

Como un hombre.

Oye. ¿Conseguiste lo que te pedí?

Ahí está todo.

La gorra, Los lentes.

¡Ay! Lo que sí me costó un montón

fue encontrar el tinte para el pelo.

Toma. Vaya.

Ahora, si te mandaste este tinte,

es para dejar el pelo rojo.

Voy a parecer una remolacha.

Te dije castaño claro allá.

La cosa es que no te reconozcan o no,

No quiero ese tinte.

Vas a tener que ir a cambiarlo.

Ay, lo siento, hermanito.

No puedo. Teresa, no estoy bromeando.

Yo tampoco.

Te vas a tener que poner ese color

porque ya no tarda en venir Raúl.

Y lo tengo que atender.

Pues trátalo bien.

Tal vez él nos ayude.

Ay, no te preocupes.

Yo sé cómo convencer a Raulito.

Ay, qué alivio, Raulito.

Pensé que ya no venías.

Me extraña, Teresita.

Tú sabes que yo soy un hombre de palabra.

Un ummmmm.

¡Ay, Raúl!

Y esa carita de preocupación.

¿Qué te pasa?

Es por mi hermano. Tono.

¡Ay! Cada vez que tocan la puerta

pienso que pueden llevárselo.

¿Quién? La policía.

¿Y eso cómo? ¿Por qué?

Por una denuncia

que puso la ingrata de Ruth.

Pero todo es mentira, te lo aseguro.

Eso sí que me pone en qué pensar.

No me digas que me vas a dejar sola.

Es que yo también

tengo algunos problemitas

y necesito ver cómo arreglo las cosas.

Y yo que estaba pensando

en seguir tu consejo de hipotecar la casa.

Pues eso cambia las cosas.

Vas a necesitar quién te ayude a invertir

el dinero que nos den por la casa.

Y a resolver los problemas de Antonio.

Digo, aunque sea mentiras.

En eso pensaba.

Y como ahora no cuento con Olguita

para que me preste dinero,

tengo que apurarme con la hipoteca.

Pues confía en mí.

Yo no te voy a dejar sola

por esa confianza.

Te quiero pedir otro favor.

Dime.

Yo por ti haría cualquier cosa.

Ay, mi amorcito.

Tú me puedes ayudar

para que no se esconda en algún lugar

y no lo agarre la policía

Mientras se aclaran las cosas.

Lo voy a pensar.

No quiero tener problemas y menos

con la policía.

Ay, Raulito, tú

eres el único que me puede ayudar.

Ah, eso sí.

Y para que veas por ti,

voy a hacer una excepción.

Ay, qué bueno eres, Raulito.

Te lo agradezco.

Para eso estoy. Y

Y tendrás por ahí los papeles de la casa,

si los necesitas. Ya.

Mientras más rápido, mejor.

Así ya no pasarán penas con Antonio.

Ay, espérame un momento.

Ahorita voy a traerlos.

Puchi.

¡Antonio! Qué bien te quedó ese color.

No te burles.

No me quedó de otra.

Fue el único color que encontró Teresa.

Pero como que se le fue un cacho la mano.

Raúl los va a ayudar para que te escondas,

hermanito.

Ah, qué buen amigo eres.

Por Teresita, Cualquier favor es poco.

Hoy mismo salí de esta casa.

¿Y en dónde piensas esconderlo?

En mi finca.

Me parece bien.

Ahí vas a estar seguro.

Hasta que decidamos qué hacer. Ok.

Bueno, ahorita regreso.

Voy a ver qué necesito llevar.

Ay, Raulito, que escondas

a mi hermano

me demuestra lo mucho que me quieres.

Teresita, con hechos se demuestra todo.

¿Y encontraste de los papeles de la

casa? Sí.

Toma.

Todo está en orden y nunca.

Estamos empezando.

Muy bien.

Yo siempre quise un hombre

como tú a mi lado.

Pues aquí me tienes. Sólo para ti.

¿Y no te parece que ya es tiempo

de que normalicemos nuestra relación?

Por ahora no te puedo ofrecer nada.

Sabes que todavía estoy amarrado.

¿Entonces prefieres a tu mujer que a mí?

No, no es eso.

Lo que nos une a ti y a mí es más fuerte.

Pero por el momento, lo que nos

debe importar es lo del negocio.

Que tengas tu propio dinero

y resolver lo de tu hermanito.

Es cierto.

Y para cuando empezamos

con el nuevo negocio.

Primero hay que esperar

que nos den el dinero de la hipoteca

y después miramos qué hacemos.

Sabes que el dinero me urge.

Por eso, muñeca.

Mientras tramito la hipoteca, necesito que

sigas atendiendo el negocio de Antonio.

Así todo va a ser ganancia para los dos.

Y vamos a poder estar juntos.

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