Alex y Diego llegan buscando refugio a donde don Cruz. Raúl maltrata a doña Concha otra vez, pero ella toma valor y hace algo sorprendente. Las mentiras de Teresa quedan al descubierto cuando Ruth habla con su padre.
Toma mi mano.
Diego.
¿Seguro que no nos siguen?
Creo que se fueron a San Jacinto. ¿Vos?
El Judas no se va a quedar
así de tranquilo.
Pero él fue el que dijo que nos fuéramos.
Eso es pura paja, Diego.
Nadie se sale de la pandilla así de fácil.
Y entonces estamos jodidos.
Nos van a buscar a la granja.
¿Y qué hacemos?
Solo hay una persona que nos puede ayudar.
Cruz.
Ya oíste al chucho.
Tiene como una hora de estar aullando
y no se calla.
Esas son malas noticias, Betty.
Ay, ojalá que nos deje dormir.
Sí. Mañana hay que madrugar para mi cita
en el hospital.
A ver qué nos dice la doctora.
Ay, por Dios, Cruz.
¿Quién toca así? Tranquila, Betty.
Voy a ver quién es.
No. ¿Cómo crees?
Si todavía no te has recuperado. Yo voy.
¿Quién es?
¿Doña Betty?
Somos Diego y Alex.
Con permiso, doña Betty.
¿Nos deja pasar?
Pasen, pasen.
Muchachos.
¿Qué les pasó?
Por favor, profe.
Cruz, tiene que escondernos.
Tranquilícense.
Parece que vieron un espanto o algo así.
A la que casi vimos. Es una profe.
Ay, patojos.
Ahorita les traigo un poco de agua.
A ver, respiren despacio y cuéntenme
de dónde vienen.
Venimos huyendo de la pandilla.
Corrimos un montón.
¿Y porque están huyendo de ellos?
Dejamos la pandilla Don Cruz.
¿En serio?
Dije que no iba a vengar a Gabriel.
Y eso no le gustó al Judas.
Lo amenazó con una pistola.
Pensé que ahí mismo nos iban a disparar.
Pero después dijo. Váyanse.
Dedíquense al fútbol
y aléjense de mis negocios.
Nos gritó que nos bajáramos del carro
y no paramos de correr
hasta llegar al pueblo.
Nos vinimos directo para su casa.
Yo creo que es una trampa del Judas
y los demás, profe.
Segurito que nos van a
buscar para ajustar cuentas.
Puede ser patojos.
¿Y qué podemos hacer, profe?
Miren, muchachos,
tomaron la mejor decisión.
Pero ahora tenemos que ser cuidadosos.
¿Y cómo?
Después de la muerte de tu hermano,
esos muchachos están bien vigilados.
Así que no tan fácil.
Se están moviendo en el pueblo.
Pero por cualquier cosa.
Diego, no te puedes ir a tu casa.
¿Será profe si llegaran a buscarlos?
Esperemos que no.
¿Tu casa
es el primer lugar a donde van a ir?
A la gran. ¿Y mi familia?
Voy a llamar al comisario
para ver que se hacen estos casos.
Y que se comunique con tus papás.
Por favor, que no les diga
que estaba con la pandilla.
Mira, mijo, lo hecho, hecho está.
De todas maneras se van a enterar y
lo que queda es asumir tu responsabilidad.
Lo bueno es que ya se salieron.
Y tus papás no te van a dejar solo.
De eso estoy seguro.
¿Será que aquí también
nos van a venir a buscar, Profe?
Tal vez. Alex.
Miren. Vamos a esperar a ver qué sucede.
Quién quita y no pasa nada.
Pero si fuera necesario,
lo sacamos del pueblo.
Mejor
les traje un té de tilo para los nervios.
Los miro muy alterados.
Cuidado, que está caliente.
Muchas gracias, doña Betty.
¿Y de qué hablaban?
¿Quién se tiene que ir del pueblo?
Los muchachos tienen un problema
y a lo mejor deben salir de San Juan.
¿Y eso?
Puede ser que la pandilla
los esté buscando.
Ay, Cruz, por Dios.
¿Y a dónde se pueden ir?
Eso lo tenemos que pensar bien.
Pero por el momento se van a quedar aquí.
Y es mejor que en esos días no salgan
ni se comuniquen con nadie.
Muchas gracias, profe Cruz.
Todo va a salir bien. Ojalá, doña Betty.
Voy a ver si tengo algo para que coman.
Me imagino que no han cenado todavía. No.
Si quiere, yo le ayudo. Venite, pues.
Ahorita regresamos.
Pensé que
doña Betty nos iba a dar una gran gritada.
Profe. Betty ha cambiado mucho, mijo.
Se ve. Y yo
trayendo más clavos a sus vidas.
Nada de eso, Alex.
Al contrario,
yo estoy muy orgulloso de ustedes.
Tomaron una valiente decisión al áspero,
pero nada patojo.
Ahora empieza una nueva etapa en tu vida.
Y Betty y yo estamos para apoyarte.
No sé qué decirle, profe. No digas nada.
Todo esto se va a resolver
y van a regresar a sus vidas normales.
Además, yo no me puedo quedar sin mi
mejor defensa y sin el goleador.
Eso sí es verdad. Ánimo, hombre.
Vos tenés
toda la vida por delante, patojo.
Toma mi mano.
¿Quién es?
Yo, Jefferson.
¿Y vos qué onda?
Tengo que hablar con vos. ¿De qué?
¿Es cierto que Lucía estuvo
encerrada aquí en la finca?
Sí, vos.
Pero yo ni sabía nada.
La gran bien
que pueden venir a tirar un muerto.
Y vos ni en cuenta.
Yo ando trabajando a mi papá.
Pregúntale quién le dio las llaves
al patojo para que pudiera entrar.
Tenés razón.
Pero hay que vigilar toda la finca
porque al bote podemos ir a parar.
No pasó nada, hombre.
Al primo Carlitos
es al que le vi ir como en feria.
No sabes ni qué va a pasar con él.
Fijo pal bote de seguro.
Bueno, lo otro que te quería decir
es que tenemos que hablar con todos.
¿Quiénes? Todos. Con mis hermanos.
¿Y para qué?
Por mi papá.
Ya es demasiado. Todo lo que ha hecho.
¿Qué has pensado?
Contarles la verdad.
¿Qué verdad?
Que nosotros intentamos robar. ¿Ganado?
No, hombre.
Esa es otra historia.
Acordate que nos llevó engañados.
Ah, bueno, entonces lo que quiero decirles
es que nos ha mentido todo este tiempo.
Que la finca, la casa y los terrenos
no son de él.
Le pertenecen a mi mamá.
¿Qué?
Así como lo oís.
Todo este tiempo nos ha estado amenazando
con dejarnos sin trabajo o dónde vivir.
Y a mi mamá también.
Siempre la trata mal con el pretexto de
que él es el dueño de todo.
¿Y sabes qué?
Aunque fuera de él, no tiene
por qué maltratar a nadie,
menos a su esposa.
Concepción.
¿Dónde chingados estás?
Aquí, en el 4.º. Raúl.
¿Por qué te andas escondiendo?
Yo no me ando escondiendo. Hola, putica.
Seguid, Brincó.
Ya te dije, Raúl, Ya no me voy a dejar.
¡Ja, ja, ja, ja!
Ya quisieras, mujer.
Te recuerdo que yo soy el macho de la
casa.
Y yo te recuerdo que esta casa es mía.
Ya sé, hombre.
Y a empezar con ese. Tu cuentito.
¿Qué cuento?
Sí, es cierto, Raúl.
Te voy a callar la trompa.
Vas a ver esta casa y todo lo demás es mío
porque yo lo he trabajado
tirado a la basura.
Dirás. ¡Ja! Eso no es asunto tuyo.
Si me da la gana,
consigo a alguien que me haga la Marusia
del traspaso
y ya no voy a necesitar tu firma.
No voy a dejar que me robe.
¿Depende De qué?
Si no querés que pase todo a mi nombre.
Me tenés que dar pisto.
Yo no tengo por qué darte nada.
¿Me vas a dar dinero o yo te voy a dar,
Ya sabes qué?
No, Raúl, no te voy a dar nada.
Ya estuvo bueno.
Y ahí.
Soltame, Raúl, No te voy a soltar
hasta que me dé lo que te estoy pidiendo.
Me estás lastimando, Raúl.
¡Ay! ¿Me vas a dar el dinero?
¿Sí o no?
¿Qué está haciendo papá?
Andate de aquí, Jefferson.
¡Suelte a mi mamá!
Ay, no se la voz.
Jefferson.
¡Ay, mi herida!
¡Soltame!
¿Qué pasa aquí?
Mario, levanta.
Mi mamá.
¡Con cuidado, Mamá!
Mi hijo.
Sos un maldito Jefferson.
¿Por qué te pones del lado de tu mamá?
Porque ya es suficiente.
No voy a dejar que
sigas lastimando a mi mamá.
Otra vez te la llevas de machito.
Si vas a seguir así ahorita mismo
te echo de la casa.
El que se va.
¡Raúl!
Cállate, Concepción.
¡Usted cállese!
No tiene ningún derecho a hablarle así.
Tenés las de perder, patojo.
Mario. ¿Agarraste al Jefferson? No, papá.
Jefferson tiene razón,
Víctor.
¿Seguro?
Es porque ahora
saben que ella es dueña de todo.
Están de su lado.
Y aunque no lo fuera,
no volveríamos a dejar a mi mamá sola.
Usted no merece tener esta familia.
Pues me quedo sin familia.
No necesito nada de ustedes.
Eso sí, les advierto.
Esto no se queda así.
Ándate de una vez, Raúl.
No quiero volver a verte en mi casa.
Se van a arrepentir.
No, papá.
Usted se va a arrepentir
de haber perdido a su familia.
Toma mi mano.
Al fin se durmió, Silvia.
No paraba de hacer preguntas.
Y no es para menos.
Al fin conoció a su papá.
Y yo estoy muy feliz de estar aquí.
Usted sigue igual a como lo recordaba.
Ah, no, ya estoy viejo.
Nada que ver.
Sólo tiene un poco de canas.
En cambio, tú mírate, Ruth.
Eres toda una mujer inteligente,
madura e independiente.
¿Y Silvia? Ya casi una señorita.
Yo me he perdido
toda una vida con ustedes.
Pero lo bueno es que ahora está
aquí. Papá.
Sólo en sueños
podía escuchar tu voz llamándome otra vez.
Papá,
créame
que yo me siento extraña al decirle así.
Te entiendo.
Sé que para ti y para Silvia es difícil
sentir cariño por alguien que la abandonó.
No sabe cuánta falta nos ha hecho.
¿Y ustedes? ¿A mí?
¿Quiere más café?
Sí, por favor.
Lo que yo no entiendo es porque
ya no supimos nada de usted por tonto.
Ay, no diga eso, papá.
Pero es cierto, mija.
Yo cometí muchos errores.
Y uno de ellos fue no enfrentar a Teresa
y pelear por seguir viéndolas.
Me di por vencido, Ruth. Y las perdí.
Pero tengo mi parte
de responsabilidad en esto.
Creo que para mí también fue más cómodo.
Tenía otra familia y bueno,
me alejé de una vez.
Por muchos años lo estuve esperando.
Usted dijo que iba a regresar. Y regresé.
Quise volver a verlas, pero Teresa
no me lo permitió.
Cuando la llamaba,
le pedía que me dejara hablar con ustedes
y nunca me las comunicó.
Así fue hasta el día en que me habló
Rogelio.
Usted hablaba con mi mamá.
Ella nunca nos dijo nada.
He hablado con ella todos estos años.
Hasta hace unas semanas que ya no me llamó
ni me contestó las llamadas.
Pero ella era la que puntual
me llamaba cada 15
días o cada mes
para pedirme el dinero de la manutención.
Dinero.
¿Cuál dinero?
El que les he mandado todo este tiempo.
Tengo todos los comprobantes.
Pero mi mamá siempre nos decía
que no tenía ni un centavo.
Que usted se fue y se olvidó de nosotras.
¿En serio? Sí.
Por eso empecé
a trabajar desde muy pequeña.
Me pagué los estudios y cuando me gradué
y tuve un trabajo formal.
Le daba todo el salario a mi mamá.
¿Pero cómo? ¿Y Teresa no trabaja?
Ella siempre ha estado enferma.
Qué enferma ni qué 8/4.
Su única enfermedad se llama pereza.
Ella decía que era su corazón.
La presión y sus dolores de cabeza.
En verdad, Ruth.
Qué daño les hice a no estar pendiente
de ustedes como debía hacer.
Pensé que solo con mandar dinero
las estaba ayudando.
Pero ustedes necesitaban mucho más.
Necesitábamos su cariño.
Yo necesitaba su cariño.
Y en un momento
pensé que lo había encontrado
en un maldito monstruo
que llegó a vivir a mi casa.
¿Tu casa?
Y mira todo el daño que te hizo
y lo que quiso hacer con Silvia.
Esa cuenta la tiene que pagar.
Papá. Me siento tan mal.
¿Por qué no eres responsable
por lo que pasó?
Antonio es el culpable
por hacer cosas imperdonables.
Pero yo también por abandonarlas.
Y Teresa
por no hacer nada para protegerlas.
Mi mamá solo le cree a él.
Así ha sido siempre.
Y cuando Rogelio me llamó para contarme
lo que te había pasado, me enojé tanto.
Pero conmigo mismo.
Papá.
Es que no sé ni cómo sacarme este coraje
que siento.
Yo Espero que algún día me perdones.
Y ahora lo que quiero saber
es cómo puedo apoyarlas.
Con estar aquí ya es bastante.
La denuncia ya se hizo y las autoridades
están buscando a ese señor.
¿Y cómo hiciste para traerte a Silvia
para vivir contigo?
Logré
que me dieran una custodia provisional.
Y Teresa lo aceptó.
No como ella no quiso denunciar a Antonio.
Me dieron la custodia.
Pero no es definitiva.
Si quieres, yo puedo apoyarte en eso,
mija.
Eso sería muy bueno.
Con su declaración, mi mamá ya
no va a poder pelear por Silvia.
Pero voy a hacer algo más.
¿Qué cosa?
Voy a poner una denuncia contra Teresa.
¿Denunciarla? Así es.
Teresa es cómplice de Antonio.
Y tiene que pagar por eso.
Tu mami mandó.
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Toma mi mano.
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Punto. Toma mi mano.
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