Raúl estafa a Teresa hipotecando la casa. Esperanza vuelve a la escuela para padres y se encuentra con Tomás quien pareciera tener un interés en ella. Andrea no ve futuro en su relación con Jefferson y piensa en separarse de él.
Toma mi mano.
Salud, mi amigo.
¿Traes los papeles?
Extraña.
Los traigo firmados por la ex
dueña de la casa.
Qué bien.
Pero la casa vale más de lo que le debo.
Así que tiene que darme una diferencia.
Eso no lo habíamos hablado.
Yo sé, pero la casa lo vale.
¿Y de cuánto estamos hablando?
La casa vale 300.000.
Me tendría que dar la mitad de eso.
Pero para usted, señor González,
eso es como quitarle un pelo a un gato.
Está bueno.
Pues te voy a dar la diferencia.
Davo, tráeme la chequera.
Que buena paga.
Ojalá
todos fueran así como usted de Cabal.
Sí, sí, De hacer los negocios.
Usted no se va a arrepentir.
Esa casa está en excelente ubicación.
O sea que la raja.
Puede hacer unos seis locales
para alquilar o poner un negocio propio.
Excelente. Y ahora.
Porque no tengo capital.
Si no.
Si no, ya te lo hubieras gastado
en guaro como lo demás.
No se mande.
Y hablando de guaro.
¿Por qué no celebramos que cerramos
el negocio con un par de tequila?
Está bueno por el negocio
y porque ya no me debes nada jajajaja.
De repente hacemos más negocios.
Y la idea es que todos ganemos.
Ajá. Y.
Qué bueno que ahora tenemos tu casa
solo para los dos.
Sabes que me haces muy feliz, Teresita.
¡Ay, tú a mí!
Aunque has de extrañar a las patojas.
Ay, Pues ahora que te tengo a ti,
me alegro que no estén.
Definitivamente estamos hechos
el uno para el otro.
Ay, Espero que ahora me visites
más seguido.
Voy a ver, porque ya sabes
que soy un hombre muy ocupado.
Ay, pero hay que hacer tiempo para todo
en la vida.
Y más cuando encuentras a tu otra mitad.
¿Ah, sí? Ajá.
Ay, Raúl.
¿Y cómo va lo de la hipoteca?
Todo el trámite va viento en popa.
¿La hipoteca de la casa? Sí.
Ay, qué alivio.
¿Y cuánto te dieron?
100.000.
¡Ay! ¿Entonces
ya puedo disponer de ese dinero?
Todavía no. ¡Oh, Teresita!
¡Ay! ¿Y
por qué es que sólo traigo la mitad? ¡Ay!
Pero yo necesito todo.
Lo sé, pero con lo peligroso que está
el pueblo.
No nos conviene sacar
todo el dinero del banco de un solo.
Hiciste bien, Raúl.
Ya viste.
Yo pienso en todo.
Aquí tienes tu dinerito. ¿Cuentan?
¿Ay, cómo crees, Raulito? Yo confío en ti.
Se que no me harías de chivo Los tamales.
Conmigo cuentas cabales siempre, mi amor.
Hoy me lo has demostrado.
Ante todo la confianza. Teresita.
¡Ay! Ahora este dinero me va a servir para
ayudar a Tono y para nuestro negocito.
Acuérdate. ¡Ay!
Ahora lo que más
me preocupa es mi hermano.
Tenemos que sacarlo de San Juan.
Primero
hay que ver cómo lo sacamos de la finca.
Pero lo que conviene ahorita
es esperar un tiempo.
Cierto.
¿Entonces qué me recomiendas que haga?
Mejor guarda el dinero para invertirlo
en el negocio que te dije.
Y cuando esté listo, tú
vas a ser administradora.
Entonces ahí sí te doy el resto para que
Antonio se vaya a donde le dé la gana.
Ay, qué bueno eres, Raulito.
Y cuándo crees que es mejor que me des
el resto del dinero En tres meses.
Ay, Raúl, Es mucho tiempo, Teresita.
En el banco
me dijeron que si dejamos ese dinero ahí
nos pueden dar crédito para invertirlo
en los negocios que querramos.
¡Ay! ¿Y nos van a pagar intereses?
Por supuesto.
Bueno, si es así, vale la pena esperar.
Bueno,
solo que ahora me tenés que dar 10.000.
¿Y eso por qué?
En mi comisión,
Teresita, Por las vueltas que estoy dando
y agradecida deberías estar.
Que no te estoy cobrando
gastos por tener escondido.
Antonio.
Toma mi mano.
Gracias, doña Marta.
Entonces paso más tarde por Ángel y Lucía.
No tenga pena.
Aquí pueden adelantar sus tareas.
Mire que esta vez no pueden estar
los patojos en la escuela para padres.
Vaya, tranquila.
Además, no tarda en venir
Verónica con Aurorita.
Ni les va a alcanzar el día para platicar
y cuidar a la bebé.
¡Ay, con todo lo que han pasado
mis nietos!
No quiero que se queden solos
mucho tiempo.
Si la edad de la adolescencia
es complicada,
es mejor conocer qué les gusta hacer.
Así podemos acompañarlos.
Lo bueno es que la reunión va a ser
aquí, en el salón municipal.
Nos vemos más tarde, Tito.
¡Ay! Debería hacerse un tecito.
Ay, sí.
Se le oye bien malita su garganta.
Sí, hombre.
Desde el cumpleaños de Silvia,
que estoy así.
Pero muchas gracias,
doña Esperanza. Que le vaya bien.
Esperanza.
Esperanza. Tomás.
Qué bueno verlo.
¿Hoy no le tocó trabajar?
No tengo este fin de semana de descanso.
¿Y la escuela para padres?
No me la pierdo. Menos ahora
que es aquí, en San Juan.
Ay, sí.
Y cuénteme cómo va lo de su nieta.
¿Se enteró que ya apareció? Me enteré.
Es que me quedé muy preocupado por usted
y me comuniqué con el comisario.
Él me contó que ya la habían encontrado.
Ay, gracias por estar pendiente, Tomás.
También por todas sus atenciones.
Esa noche en la morgue.
Es una de las experiencias
más duras que me ha tocado enfrentar.
No es para menos.
Esperanza en lo que pueda apoyarla.
Estoy a sus órdenes.
Muy bien. Padres y madres de familia.
Pasen a sus lugares.
Quiero felicitarlos por la iniciativa
que tuvieron
para formar la escuela para padres aquí
en San Juan, Renacimiento.
Esperamos que en esta primera reunión
se apunten
varios voluntarios que quieran capacitarse
para formar a otros padres de familia.
Nos apuntamos. Esperanza.
Ay, pero yo no creo que pueda.
Me pone nerviosa
hablar delante de la gente.
Sí puede. Son cosas que usted sabe.
Y vamos a compartir esas experiencias
con otros padres y madres.
¿Es cierto, Tomás?
Aquí.
Aquí. Ya tiene dos voluntarios.
Muy bien. Gracias.
Al final de la actividad,
los inscribimos a otros que también
quieren.
Bueno, comencemos.
Vamos a trabajar en parejas.
¿Le parece si trabajamos juntos?
Bueno, entrenemos de una vez
para ser los mejores voluntarios.
Hoy no están sus hijos para que se sientan
con la libertad
de dramatizar situaciones
que vivimos con ellos.
Eso me parece bien.
Uno de la pareja va a ser el papá
y el otro va a ser el hijo.
Después cambian los papeles.
¿Y quién es el primero? Esperanza.
Yo voy a representar a Angélica,
la mamá de mis nietos.
¿Y qué le parece si yo soy Angelito?
Su nieto va.
Está bueno.
Aquí estamos listos.
Muy bien. Esperanza y Tomás.
¿Quién representa a papá o a la mamá?
Va a responder un tema de sexualidad.
¿Qué los pondría incómodos
que les preguntaran sus hijos pequeños?
Después cambian de papeles.
Estamos. Sí, estamos listos.
Después compartiremos esa experiencia.
Comencemos. Tomás.
Bueno, yo voy a empezar
y quiero que me digas una cosa.
¿Es malo masturbarse?
Perdón, Tomás. Empiece otra vez.
Que si es malo masturbarse un angelito.
Lo primero que debes tener en cuenta
es que es algo normal y natural.
¿De veras, mamá?
Sí. Mi hijo también debe saber que la
masturbación es un acto íntimo y privado.
Pero es malo hacerlo muy seguido.
Déjame ver. Déjame ver. Aquí está.
No, no tiene nada malo.
Depende de cada quien.
Muchas personas se sienten bien haciéndolo
con frecuencia
y no causan ningún daño a su salud.
Según
lo que dice este folleto que nos dieron.
Pero como todo en exceso,
te puede traer problemas.
Ah, bueno.
Además puede ser una forma segura
de tener sexo porque no hay embarazo.
Muy bien, Esperanza.
Ahora me toca a mí ser el papá.
¿Cómo se llama su hijo? Armando.
Y yo voy a ser Lucía. Papá.
Fíjate que mi novio me está presionando
para tener relaciones sexuales con él.
Y mis amigos
dicen que es normal. ¿Qué hago?
Pregunta Lucía.
Pues mira,
es cierto que el sexo es algo natural,
pero como todo,
es una decisión que tú debes tomar
y no hacerlo
porque otros presionen todo a su tiempo.
Eres una adolescente.
Tu cuerpo y mente no han madurado
lo necesario para enfrentar, por ejemplo,
un embarazo no deseado,
entre otras cosas.
¿Entonces, qué hago?
Pues tú decides en el momento adecuado
y si lo haces,
lo vas a hacer con responsabilidad.
Por eso debes protegerte
cuidando de ti misma y sobre todo,
porque estás consciente de los riesgos
para tu vida.
Tiempo.
Regresemos a nuestros lugares.
A ver, Tomás Esperanza.
¿Qué les pareció la dramatización?
Le soy sincero, me asusté.
Pero nos sirvió bastante
el folleto que nos dieron.
Sino no hubiéramos sabido qué contestar.
Que bien. De eso se trata.
Ahora vamos a seguir con otra actividad.
Esperanza.
Me quedé admirado.
Se le ve más segura
y hasta me sacó los colores.
Si Tomás.
Doña Marta me ha hecho reflexionar
que debo perder el miedo
al hablar de estos temas,
porque de todas maneras
los patojos los hablan entre ellos.
Pues ella tiene toda la razón.
¿Y qué le parece
si seguimos la plática con un cafecito?
Ay, pues la verdad me gustaría,
pero tengo que ir a trabajar.
Si quieren nos juntamos mañana.
Me encanta la idea.
¿Y qué le parece si invitamos a sus nietos
a un helado?
Así conozco también a Lucía.
Ay, se van a poner felices.
Entonces nos vemos mañana.
Sin falta.
Toma mi mano.
Ya voy.
Buenas, doña Concha.
Doña Esperanza.
Pensé que ya no iba a venir.
Ay, disculpe,
es que salí tarde de la reunión de padres.
No tenga pena.
Qué bueno que se vino todavía.
Ya sabe que no le puedo quedar
mal, doña Concha.
Gracias. Pase, por favor. Cállese.
Ya salvaron el pastel.
De veras le agradezco que haya venido,
doña Esperanza.
Es que Jefferson me dijo que
hoy viene tarde y no quería estar sola.
Pues, ya sabe, siempre que yo pueda,
vengo para acompañarla
y de paso le ayudo con los quehaceres.
También.
Pues oiga,
solo es para que me acompañe hoy.
Con que don Raúl
no nos encuentre en plena plática.
No se preocupe, doña Esperanza,
él ya no vive aquí.
¿Y eso?
Pues al fin me
armé de valor para sacarlo de la casa.
Ay, no le creo, doña Concha.
Ni yo tampoco, Pero lo hice.
Aunque me ayudaron Jefferson y Mary.
¿Y será que don Raúl
no le va a hacer lío por la casa?
No tiene por qué. Esta casa es mía.
No hay quien someta la puerta así.
No sé. Tal vez.
Don Raúl.
¡Ay, ya!
Mi Jefferson. No, doña Esperanza.
Yo puedo enfrentarlo.
Ya. Es Raúl.
Doña Esperanza,
llame a la policía, por favor.
¿Cuál es el número 110?
Así, 110.
Concepción sale de ahí.
Aquí ya no tenés nada que hacer, Raúl.
Esta es mi casa. ¡Ja, ja, ja!
¿Crees que vengo por esta?
¿Tu cochinada de casa?
¿A qué venís entonces?
Yo no necesito nada de vos, Concepción.
Mira.
¿Y ese dinero? ¿De dónde lo sacaste?
¿Qué te importa?
Para que te des cuenta que yo también
tengo pisto.
Y saber que hiciste. Ándate mejor.
Ya llame a la policía y que vengan.
Lo antes.
Bueno, les tira un par de billetitos y ya.
Solo para eso veniste.
También
para decirte que me las vas a pagar.
Pues ya no te tengo miedo, Raúl.
Deberías, Concepción.
Todavía no me conoces.
Si saqué corriendo a la Andrea de esta
casa.
A vos también te puedo sacar.
Watergate.
Pesitos. Aguanta, Guate.
Cuidado, Emma.
¿Si que corre, Verdad?
Le encanta jugar en el parque. Así era.
Ya San Juan.
Ay, No sé de dónde saca tanta energía.
Después de pasar varios días en cama.
Ahorita tiene más fuerza.
¿Qué dice? ¿Cómo corrí, mami?
Sí, mi amor.
Pero tené cuidado.
Si soy muy rápida.
¿Dónde aprendiste a correr así?
En la escuela.
Con mi papi
y mi papi.
¿Cuándo va a venir otra vez, mami?
No sé. Irma.
Quien quiera que venga.
Cuando lleguemos a la casa,
le mandas un mensaje.
¿Te parece?
Sí, ya le voy a mandar el mensaje.
Ema, Vamos a comprar unos chocos
a la tienda.
Sí, abuelita. Aquí. Ahí le hablas.
¿Qué dice mamá?
Nada, que ahorita regresamos. Vamos a.
¿Qué le dijo papá?
Mija, hablamos con tu mamá
y pues los dos pensamos igual.
¿Sobre qué?
Pues si ya pensaste bien. ¿Qué
vas a hacer?
¿Vas a regresar con Jefferson?
No, No, papá.
¿Estás segura, Andrea? Sí.
¿Y cuándo piensas decírselo?
Pues en estos días, mija.
Pensalo bien.
Yo creo que seguís queriendo a Jefferson.
Porque lo dice.
Se nota en tu cara.
El día que vino y que estuvo con Emma.
¿Mi mamá le dijo eso? Sí.
Y si ella se dio cuenta es porque.
Cierto, mija.
Pero no es así, papá.
Andrea
no es razón
suficiente para que regrese con él.
Yo ya no quiero vivir lo mismo.
Se podrían
venir a vivir aquí con nosotros.
Gracias, papá, pero ya lo pensé bien.
¿Y qué pensaste? Que lo mejor para los dos
es el divorcio.
Toma mi mano.
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