Jefferson está decidido en ir a buscar a Andrea, pero antes habla con sus hermanos para sacar a Raúl de la finca. Él sabe que Judas es el nuevo jefe de las pandillas, de repente Diego aparece malherido. Esperanza está feliz y a la vez triste pues los padres de Lucía y Ángel están por venir.
Toma mi mano.
Nos hubiera llamado mamá.
No, mijo.
Por mucho tiempo me dejé. Hay.
Al menos quise defenderme.
Qué valiente es usted, mamá.
Sí, pero siempre hay que tener cuidado.
Si mi papá vino a asomar la puerta
y a gritarle.
Quiere decir que es capaz de todo.
A la policía hubiera llamado.
Le dije a doña Esperanza que llamara,
pero Raúl se fue antes de que vinieran.
A veces.
Que consuelo con eso.
La cosa es que no pasó nada.
Al final, por el escándalo,
vinieron los guardias de la colonia
y les pedí que lo sacaran.
Hay que decirles que no lo dejen entrar.
Les dije.
Y me preguntaron si quería denunciarlo,
pero no quise.
¿Por qué no?
Ahora que me animé a enfrentarlo,
me dio lástima.
¿Lástima?
Sin saber ni de dónde sacó el dinero.
En unos días ya no va a tener nada.
Y se va a meter en más problemas hoy con
que no haya vendido uno de los terrenos.
Mario.
Mañana vamos a ver eso.
Bueno. Siempre tengan cuidado, por favor.
Si, mamá. No se preocupe.
¿Le vas a contar a mi mamá? Jefferson.
¿Qué cosa?
Es que.
Me voy de San Juan.
Madre.
¿Por qué, Jefferson?
Porque quiero recuperar a mi familia.
Y si me quedo aquí, no lo voy a lograr.
¿Y ya hablaste con Andrea?
No, pero no voy a seguir esperando.
Ya me tarde mucho y no quiero perderlas.
No quiero ser un reflejo de mi papá.
Perder todo lo que realmente vale
por ser un necio.
Ay, mijito.
¿Y cuánto tiempo te vas a ir? No sé.
Tal vez será para siempre.
Jefferson, me da mucha tristeza oír eso.
Pero si es lo mejor para ustedes
hacer lo que tenéis que hacer, mijo.
A mí también
me pone triste esta situación.
Pero es necesario que lo haga.
Andrea no quiere regresar aquí.
Y tiene toda la razón.
Lo único que puedo hacer es demostrarle
que estoy decidido a dejar todo por ellas.
¿Y qué va a pasar con tu trabajo?
Pues si él me apoya.
De momento tengo vacaciones.
Y me dio chance de avisarle
si regreso o no mi hijo.
Yo no quiero quedarme sola en esta casa
tan grande.
No va a estar sola, mamá.
Mis hermanos van a estar con usted.
¿Y cómo?
Si cada uno tiene a su familia,
nosotros la vamos a apoyar.
Mamá.
Discúlpeme por no defenderla de mi papá.
Él nos alejaba de usted y nosotros
nos acomodamos a lo que él decía.
Mi hijo. No te preocupes.
Yo también me equivoqué.
Porque lo dejé hacer todo eso.
Todos le fallamos, mamá.
No tienen por qué disculparse.
Los quiero mucho, mis amores.
Y. ¿Y qué
va a pasar con la finca Jefferson?
De eso también quiero hablarle.
No me voy a ir sin dejar arreglado todo.
¿Y qué piensas hacer?
Que usted tome el control de la finca.
¿Yo? Sí, mamá.
Pero yo no puedo. Bien, puede.
Además, Mario
y todos mis hermanos la van a ayudar.
Así es, mamá.
¿Pero cómo?
Jefferson
llamó a todos para que vengan mañana.
¿De veras? Sí.
Es hora de que se enteren de todo Y
que cada uno haga lo que tiene que hacer.
No sé, mijo.
¿Por qué no sabes ni qué van a decir?
Felices se van a poner.
Mamá, mi papá trata mal a todos
y aunque dicen que nos parecemos a él,
yo no lo creo.
Sos el que más se parece a mi papá en
lo físico, pero el más diferente en todo.
Siempre defendías a mi mamá y no
te dejaba llevar por lo que él te decía.
Eso es cierto, mijo.
No siempre.
Al final
me estaba portando igual que mi papá.
Pero eso ya pasó.
Es tiempo que cambiemos las cosas.
Pero tu papá sigue allá, en la finca.
Hay que sacarlo de ahí.
Mañana
que estén todos, nos vamos a la finca.
¿Será que todos van a querer de eso?
No se preocupen, mamá.
Va a ver que las cosas van a cambiar.
¿Qué dice mamá?
Está bien. Mis hijos.
Vamos a sacar a Raúl de la finca.
Toma mi mano.
Espero que la llamada.
¿Segura que quieres estar en la reunión,
Betty?
Sí, Cruz,
Quiero apoyarte en tus proyectos.
Bueno, además de la agenda regular,
quiero que le demos la bienvenida a
Don Cruz.
Bienvenido.
Gracias. Gracias.
Don Cruz estuvo ausente
en varias reuniones de la comunidad
por motivos que ya todos conocemos.
Pero nuevamente lo tenemos con nosotros.
Buenos días, señora.
Buenas noches. Buenas noches.
¿Dónde está Don Cruz?
Queremos escucharlo.
¿Verdad?
Bueno,
primero quiero agradecerles
las muestras de apoyo que recibimos.
Betty y yo.
Fue una prueba muy fuerte,
pero ya estamos de nuevo aquí
para dar batalla social.
Eso, señor.
Hay que dejar que esto se vuelva
a repetir.
Así es, Beto.
Tenemos que organizarnos y proponer
acciones para prevenir la violencia.
¿Pero cómo?
Si el jefe de los bomberos ya
envió una copia del reporte del incendio.
¿Y qué dice el reporte?
Dice que no fue un accidente.
Qué se me hace que esto tiene que ver algo
con las pandillas.
Hay que hacer algo
con esos chavos. Ay, sí.
Porque además del incendio,
sólo en esta semana hubo como
cinco muertes y la mayoría fueron patojos.
Usted lo dijo bien, doña Tencha.
Lamentablemente, son más
los jóvenes las víctimas de la violencia.
Es por eso que hay que activar con mayor
fuerza para apoyar a los muchachos.
Ahora que se murió el diablo,
tal vez las cosas se calmen.
Ah, no hay que confiarse.
El problema
cuando se muere un jefe de pandillas
es que también empieza una lucha
entre ellos.
La violencia entre pandillas
es responsabilidad de las autoridades.
Hay que pedirle más agentes al comisario.
Eso se puede hacer, doña Tencha.
Pero nuestro trabajo
es prevenir la violencia.
Y eso lo tenemos que hacer desde la casa.
A esos patojos
que se quieren meter en pandillas
hay que darles unos buenos hachazos.
No creo que esa sea la solución, Beto.
Cuando un joven recibe violencia
o vive la violencia en la casa,
lo va a repetir en la calle.
O los alejamos de la casa
y buscan refugio en la calle.
¿Yo quiero
contarles algo, Betty está segura?
Déjame hablar, por favor. Cruz.
Está bien.
Marvin.
Mi Marvin murió violentamente
y por muchos años
culpé a Cruz de su muerte.
Sentía que Cruz era débil con él.
Y yo creí que con fuerza
y gritos podríamos corregirlo.
Pero no fue así. Al contrario.
Él se alejó más y mejor.
Tranquila, mija.
Como familias,
deben escuchar a sus hijos e hijas.
Por eso los proyectos que se han creado
son para que los jóvenes se involucren
en acciones positivas.
Pero tenemos que hacer más.
No queremos más
diablos en nuestra comunidad.
¿Verdad?
Ni Dios lo quiere hacer.
Incluso los patojos que están
en la pandilla merecen otra oportunidad.
Acuérdese que árbol que nace torcido.
Jamás su rama endereza.
No, hombre. Beto. Hay que darles chance.
Les cuento que
hace unos días dos muchachos que estaban
a punto de integrarse a la pandilla
decidieron alejarse.
¿En serio? ¿Y podemos saber quiénes son?
Yo no sé si está bien, Betty.
Seguro. Estamos entre amigos.
Son dos patojos que ustedes conocen.
Y se trata de Álex y Diego.
No, hombre.
¿Y usted les cree, don Cruz?
Yo meto las manos al fuego.
Por Álex y por Diego.
Pero si se salieron de la pandilla,
deben estar en riesgo.
Esa gente siempre busca venganza.
Por el momento están en un lugar seguro.
Ay, menos mal.
No queremos más tragedias en el pueblo.
¿Qué podemos hacer?
Los proyectos son buenos,
pero es necesario el apoyo de todos.
Por eso hay que pedirle al alcalde
que haga una reunión entre el pueblo
y las autoridades para organizarnos
en contra de la violencia.
De una forma o de otra, tenemos que sacar
a las pandillas del pueblo.
Se hicieron buenas propuestas.
¿Verdad, Betty?
Eso creo.
Feliz noche. Qué bueno verlo, Don Cruz.
Gracias, Beto.
Feliz noche.
¡Ayúdenme, por favor, Ayúdenme!
¡Ayúdenme!
Por Dios, Diego.
Ay, Dios.
Estás sangrando, mijo.
¡Llamen a los bomberos! ¡Diego!
¿Qué te pasó? Discúlpeme, profe.
Quería ir a ver a mis papás
y me encontré con el jefe de la pandilla.
¿El Judas?
No, profe, no fue.
Fue el Krusty.
El Krusty está en San Juan.
Toma mi mano.
¡Abuelita, qué alegre lo pasamos!
De verdad que sí.
Gracias, Tomás, por la invitación.
Yo también estuve muy contento.
¿Quiere pasar un ratito?
Muchas gracias, Lucía.
Fíjese, Tomás, que mis papás mandaron
dinero para la fiesta de mis 15 años.
¡Qué alegre!
¿Y dónde van a hacer la fiesta?
Ya apartamos el salón municipal.
Ah, Entonces van a celebrar a lo grande.
Y yo quiero invitarlo.
Pues gracias.
Ese día lo apartaré de una vez.
Ya tienen el arco
para adornar la entrada del salón. ¡Ay!
Como estamos empezando
con los preparativos.
Todavía no lo tenemos. No se diga más.
Yo se los puedo prestar.
Guarde el que usamos
para los 15 años de mi hija.
Todavía lo tiene.
Es que es de metal.
Y aprovecho para alquilarlo.
Pero con todo gusto se los puedo prestar.
Solo es de comprar las flores,
el follaje y los listones.
En el mercado encontramos todo eso.
Me avisan para traerle una noche antes
y lo armo bien tempranito
el día de la celebración.
¡Ay, qué emoción!
Voy a ir a la casa de Verónica
para contarle.
Con permiso. Espérame. Te acompaño.
Me cae bien Tomás.
¿Vos ya lo conocías, verdad? Sí.
Cuando mi abuelita
me llevó a su primera reunión.
La de escuela de padres en Antigua. Y yo.
Porque no fui.
¿Como andabas con tus ganas
de querer escaparte ahí?
Sí, ya ni me acordé eso.
Pero te fijaste cómo Tomás
miraba a mi abuelita.
De plano que le gusta. Mmm.
¿Será Lucía? Sí.
Él es muy atento con ella. Cierto.
Le abrió la puerta del carro.
Nos fue a dejar en la casa
y se quedó platicando con ella.
La verdad no me gusta mucho eso.
Yo no sé si quiero que mi abuelita
se fije en alguien.
¡Ay, como sos Ángel!
Don Tomás me parece buena persona
y sería interesante tener un abuelo.
Pero a mi abuelita le gustará él.
No sé
como ella es tan reservada en esas cosas.
Qué bien me cayeron sus nietos.
La verdad es que son buenos niños
y los vi muy contentos. Sí.
Mire, a pesar de todo lo que ha pasado,
están bastante bien.
Y le cuento que van a estar
más felices todavía porque mi hijo Armando
y su esposa Angélica
vienen para los 15 años de Lucía.
¿Por eso ella se ve tan emocionada, no?
Si todavía no lo sabe, es su mejor regalo
de cumpleaños
y quieren que sea una sorpresa.
Espero lograr que no se entere antes.
Entonces guardemos el secreto.
¿Y cuánto tiempo van a estar aquí?
No lo han decidido.
Están pensando en quedarse de una vez.
Si logran comprar una casita
y poner su negocio ahí.
Lo que si me aseguraron es que se van
a hacer cargo de Lucía y de Ángel.
¿Por qué pones esa cara triste?
¿Esperanza? No sé.
Es que tengo sentimientos encontrados.
A ver, explíqueme.
Pues por una parte me siento feliz
porque los patojos necesitan el cariño
y el apoyo de sus papás.
Eso siempre me lo han dicho.
Y lo que la hace sentirse triste es
pues que tal vez ya no los voy a ver.
Son más de ocho años que los he cuidado.
¿Y cree que va a sentirse sola?
Imagínese, podrán venir de visita,
pero ya no van a estar conmigo.
¿Y si se los llevan a los Estados Unidos?
Si se van, usted podrá ir a pasear
por allá y conocer nuevos lugares.
Y hasta me puede invitar.
Con gusto me voy con usted.
¡Ay, Tomás!
Pero tiene razón.
No lo había visto de esa manera.
De todos modos, en unos años,
ellos harán su vida.
Míreme a mí.
Pero la muerte de mi esposa
y la partida de mis hijos.
Y sigo adelante.
¿Ah, por eso va la escuela de padres?
En parte sí.
Paso mucho tiempo con mis nietos
y no quiero cometer los mismos errores
que cometí con mis hijos.
Tal vez por eso
doña Marta le insistía tanto de
que participara en esas actividades.
Su tiempo lo puede utilizar
para ayudar a otros padres.
Además, tiene que dedicarse a usted misma.
Cierto. Me tengo a mí misma.
Va a tener tiempo
para que vayamos al cine.
Y los domingos podemos ir al parque
a bailar con la marimba.
Pero me va a tener que enseñar.
Cuente con eso.
Ya ve. Uno nunca está solo.
Primero se tiene a usted misma.
Y hay otras personas cercanas,
como doña Marta, que es su gran amiga.
Ay, doña Concha,
que también me aprecia mucho.
Y así ha de ver más gente que la estima.
Hoy sus palabras me animan más.
Usted es una persona muy valiosa.
Esperanza.
Hoy no siga porque ya me está
sacando los colores.
Solo quiero que vea que tiene
la oportunidad para hacer nuevas cosas.
Y si así lo decidiera,
puede incluirme en sus planes.
Toma mi mano.
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