Verónica le cuenta a doña Marta lo que quiere hacer en su futuro. Los González aparecen de sorpresa en casa de Teresa, quien está desesperada por la estafa de Raúl. Alex es atado y golpeado por la pandilla de Krosty, de repente sucede lo inesperado.
Toma mi mano.
Está bien, Don Cruz.
Esperamos sus noticias.
¿Qué va a hacer Don Cruz
con lo del secuestro de Alex?
Pues me dijo que salía inmediatamente a
hablarle al comisario para ir a buscarlo.
Tengo miedo que le vayan a hacer algo
malo.
No te preocupes.
Lucía va a saber que lo van a encontrar.
Tranquila, hija.
Todo va a salir bien.
Ahorita nos queda esperar.
Dejemos que la policía haga su trabajo.
Sí, abuelita.
¡Mamá! ¡Papá!
Qué bueno tenerlos aquí.
No sabes cómo extrañábamos
abrazarte, mi muchachita.
Y yo a ustedes.
Y me da mucha pena que llegaran
justo cuando pasó esto.
Te entendemos, mija.
Si quieres vas a descansar un rato
para que se te pase el susto.
Y después platicamos. Vamos, te acompaño.
Esto.
Estaba muy
alterada mi muchachita,
pero gracias a Dios se quedó dormida.
Me duele ver la pena que está pasando.
Mi Lucía.
Qué difícil está
la situación en el pueblo, mamá.
No es mi hijo.
Por eso hay gente
muy activa en el comité de vecinos,
en la alcaldía y la policía que están
trabajando por los jóvenes de San Juan.
Nosotros también
vamos a tener que apoyar de alguna forma.
Todo a su tiempo, mis hijos.
Primero lo primero, su familia.
Tiene toda la razón, mamá.
¿Yo sé
que tal vez no esté de mucho ánimo por lo
que acaba de pasar con ese muchacho, pero
qué dices
si abrimos algunas de las maletas y vemos
lo que les trajimos?
Porque Angelito no va a dejar nada
para que ustedes vean.
Con razón ya decía yo tan callado
que estaba este muchachito. Si.
¿Verónica
está segura que la pandilla
se llevó a Alex? Sí.
Lucía me acaba de llamar
porque está muy preocupada.
Lo que le puedan hacer
y ya habrán avisado a la policía.
Me dijo que Don Cruz se fue a la
comisaría.
Entonces solo queda esperar.
Ojalá no le hagan daño a Alex.
Sí, doña Marta.
Y no haber que en medio de todo el relajo,
cuando Lucía llegó toda asustada
a su casa, se encontró con la sorpresa
que vinieron sus papás de los estados.
Era una sorpresa que le tenía
preparada doña Esperanza
y creo que llegaron en buen momento.
Sus hijos los necesitan mucho.
¿Debe ser difícil
separarse de los hijos, verdad?
Yo no sé si podría separarme de Aurorita.
A veces mi hija.
La necesidad económica
separa las familias por años.
Como les tocó
a los papás de Lucía y Ángel.
Y doña Esperanza tomó la responsabilidad
por esos niños, aunque no le correspondía.
Lo bueno es que los papás regresaron
y van a estar otra vez con ellos.
Si doña Esperanza se esforzó
por sacar adelante a sus nietos,
los quiere y siempre los va a apoyar
y los va a ayudar mucho,
porque doña Esperanza
cambió un montón y sabe muchas cosas.
Yo creo que he aprendido algo de eso
también y por eso vine a hablar con usted.
Así entonces vamos a la cocina
que acabo de hacer chocolate.
¿Así me cuentas de qué se trata?
Pues con mis
papás hemos estado platicando
lo que va a ser mi vida con Aurorita.
Por ejemplo.
¿Qué voy a hacer ahora
que salga de tercero?
Te han apoyado y cuidado a la nena, mija.
Sí, todo el tiempo.
Aunque a veces son muy estrictos.
Si llega unos minutos después de la hora,
se enoja.
Aquí es donde tú les
debes demostrar que pueden confiar en ti.
Sí, doña Marta, es difícil, pero
yo también tengo que entender a mis papás.
Se ve que has madurado.
Solo que maduré de un solo pencas.
Ay, mi hija tan ocurrente.
Pero mira, aunque eres muy joven,
has sabido enfrentar la situación.
No has perdido tu alegría
ni tus ganas de superarte.
Eso sí.
Y ahora que terminé mi tercero básico,
voy a seguir estudiando enfermería.
Estoy averiguando en el Hospital
de Chimaltenango qué tengo que hacer
y al mismo tiempo, me gustaría
prepararme para ser comadrona como usted.
¿De verdad?
En el tiempo que viví aquí en su casa,
vi lo importante que es su trabajo
y el amor con que lo hace.
Lo que debes tener claro
es si ese trabajo te va a hacer feliz
y si vas a ayudar a otros.
Pues yo siento en mi corazón
que esa es mi vocación.
Creo que podré ayudar a otras mujeres
como lo hace usted.
Pues cuenta conmigo, Verónica.
Va a ser un gusto enseñarte
lo que he aprendido a lo largo de mi vida.
Toma mi mano.
Hoy estoy cansada.
Me tocó duro en el local.
Oh. Te está yendo bien. Sí.
Con eso
nos hemos podido mantener estos días.
Y con los gastos de la casa.
¿Pero tú que vas a hacer ahora
que no tienes de dónde sacar dinero?
Yo sé mi cuento.
Todo se va a resolver.
Tranquila. ¿Y cómo?
Con lo que me quedaba
del adelanto de la hipoteca.
Apenas he podido pagar al abogado
y el impuesto
para que traten bien a tono en la cárcel.
¿No lograste que Ruth quitara la denuncia?
No. Y no lo va a hacer porque la está
aconsejando ese infeliz del Rogelio.
Y una licenciada de no sé qué asociación
que trata con esa gente.
Y para ponerle más leña al fuego.
Pedro me dijo que ahora
le va a dar el dinero a Ruth.
No voy a recibir ni un centavo de él.
Esa sí es una mala noticia, Teresita.
Lo bueno es que con el dinero
que queda de la hipoteca,
vamos a sacar a mi hermano de la cárcel.
El abogado está viendo qué pitos
mueve con sus contactos para ayudarnos.
Ay, pero quiere buen billete.
Hay que tener cuidado, Teresita, No
vaya a ser que solo te saquen el dinero.
Ay, pues no sé, Raúl.
Me voy a tener que arriesgar
con ese abogado.
Ay, por cierto. ¿Eh?
¿Puedes dar unos 10.000 quetzales
para seguir los trámites
de Teresita?
Te los tengo, pero para la otra semana.
¡Ah! Yo lo necesito para mañana.
Pero ya viste que me sacaron de la finca.
Ahorita no puedo andar en esas vueltas.
Estamos fregados. Raúl.
Yo ya no tengo mucho dinero.
¿Y ahora quién será?
Yo voy.
Señor González.
¿Qué tal, Raúl?
Gusto de saludarlo.
¿Qué lo trae por aquí?
Vengo a ocupar la casa.
Ya se te olvidó que hoy quedamos
de juntarnos para sacar las cosas.
¿Cómo así? Raúl.
Explícame qué está pasando.
Teresita.
Es que el señor González compró la casa.
¿Qué dices? No te preocupes.
Yo lo voy a arreglar todo.
El señor González nos la va a devolver.
Bueno, bueno. Permiso.
No sé qué tranzas tienes con esta señora,
pero allá ustedes.
Afuera están mis muchachos
para ayudarte a sacar las cosas.
Esta es mi casa y de aquí nadie me mueve.
Señor González.
¿Será que le puede dar unos días a Teresa
para que desocupe la casa?
Yo no pienso desocupar nada.
Raúl.
Ya te di todo el dinero que pediste
por la casa y el tiempo suficiente.
Sí, pero me engañaste.
Yo confié en ti.
Cálmate, Teresita.
Esta ya no es su casa, señora.
Eso lo vamos a ver.
Teresa. ¡Teresa! ¿A dónde vas?
La yegua.
Raúl. ¿Dónde quieres que lleven todo?
Hágame la campaña de
no llevarse nada por el momento.
Deme un poco de tiempo.
Hasta mucho
hice con traerte un camión y muchachos.
Agradecé que no te lo voy a cobrar.
Lleven las cosas a la finca de Raúl.
No, déjame pensar.
¿Dónde metemos todo?
Pedro, qué bueno que te encuentro.
¿Qué te pasa, Teresa?
Me asustaste con esa llamada.
Es que tengo un gran problema.
Hice un negocio y perdí
la casa de nuestros hijos.
Tienes que ayudarme, Pedro.
Ahorita está un señor sacando mis cosas
a la calle.
Ay, Teresa.
¿Qué hiciste?
Confié en alguien
y solo se aprovechó de mí.
Te necesito, Pedro.
Voy a ver qué puedo hacer.
Sabía que me ayudarías. Te acompaño.
No confundas las cosas, Teresa.
Que quede claro que si voy a pelear esa
casa va a ser por mis hijas, no por ti.
¿Qué?
¿Pero qué voy a hacer?
No tengo dónde dormir.
Ese no es asunto mío.
Ahora voy a hablar con ese
señor, a ver qué resuelvo.
Pues así fue como compré esta casa. Sí.
El asunto es que lo estafaron,
señor González.
¿Cómo así? ¿Por qué lo dice don Pedro?
Traigo los documentos originales y la casa
no la pueden vender sin mi firma.
No sé si Teresa o ese señor
la habrán falsificado.
Si me la hizo este desgraciado de Raúl.
Pero usted entenderá
que yo no quiero perder mi dinero.
Lo entiendo.
Pero eso lo tendrá
que resolver con el tal Raúl.
Yo vine porque
prefiero arreglarme con usted
sin necesidad de irnos a un pleito legal.
No, no, no, no, no, no, no.
Yo no quiero problemas con la ley.
Venga de una vez.
La llave de su casa.
Pues gracias. Si le debo algo. No es nada.
O sea. ¿Quién me las va a pagar?
Eso ni lo dude.
Toma mi mano.
Tranquilícese, Don Cruz.
Es que. ¿Qué vamos a hacer, comisario?
Parece que fue la pandilla de Krusty
que se lo llevó en un carro.
Ya sospechábamos que algo así podía pasar.
¿Pero ahora qué hacemos?
No podemos esperar mucho tiempo más
de que está en peligro.
Mire, ya tenemos ubicados los lugares
en donde se agrupa la gente del Crossing.
¿Qué esperamos entonces?
Tenemos que ir a buscar a Alex. Don Cruz.
Si no se calma,
no puedo dejar que esté aquí.
Sí, tiene razón.
Debemos pensar con claridad.
Ahora lo que voy a hacer es llamar a la
comisaría de San Jacinto
para que empiecen a buscarlos.
Gracias, comisario. Por copa.
Ah. Lucía dijo que vio el carro
en el que se lo llevaron y tomó
los datos de la placa. Aquí está.
¿Servirá de algo?
Todo es útil en estos momentos.
Vámonos ahorita
antes de que sea demasiado tarde.
Agentes,
preparen dos patrullas a las de ya.
Como usted mande, mi comisario.
A. Hay que
hacerle duro, pero no se lo vaya a cobrar
todavía.
Tenga algo para el jefe.
Ya les dije que yo no
les he hecho nada, muchachos.
Es el hermano del diablo.
Y eso es suficiente para nosotros.
¿Qué me trajeron de San Juan?
¿Pintas?
Pues lo que quería es mi Crusty
al mero diablito.
¡Uy! Ay, sí.
Te luciste, Neco.
Alex Ramos.
Lo último que queda es sangre.
Porquerías. Krusty.
Sabes que yo no soy parte de la pandilla.
Ya lo sé.
Además, toda la pandilla del Gabriel
está eliminada.
Ya ni el Judas ni el sánate existen.
Lo que tengo con vos es personal patojo.
Ya le digo, es una calentura.
Dicta micro.
Si me llega ese.
Bueno, compadrito.
Hasta aquí llegaste.
Buenos días.
Déjame ir. A mí no me interesa este rollo.
Yo solo quiero estudiar y jugar
fútbol, mano.
No me voy a arriesgar a que se te ocurra
seguir los pasos de tu hermano.
Si vos crees que soy igual que mi hermano,
quiere decir que me tenés miedo.
¿Miedo a vos?
A Gabriel le tenías miedo.
Nunca lo retaste de frente.
¿Qué te pasa, Maji?
Sí, creo que sí. Mató al diablo.
Pero no les dijo cómo. Ya.
Eso. ¡Cabrón! ¡Cállate!
A mí tampoco
me vas a dar la oportunidad de defenderme.
¿Y cómo te vas a defender vos, cabroncito?
Con una navaja.
Como un cohete a mano limpia.
Como vos quieras.
Órale, Démosle, pues, patojo mula.
¿Qué estás haciendo, Krusty?
¡Arrasan a baja! ¡Alex!
Neco, dale una lección a ese patojo.
Quiero divertirme antes de mandarlo
al otro lado con su hermano.
¡Ay! Te morís porque te morís, Maje.
Me cortaste.
Pero es pura suerte.
Ahorita me las pagas.
Ya estuvo bueno.
Ahora sí.
Ese. Te llegó tu hora.
Se escapa, muchacha.
Dispárenle.
No debe ser lejos.
Búsquenlo.
Aquí está.
Mucha.
¿Por qué tanta prisa al éxito?
Salúdame al diablo.
Tira la tira.
Nos cayó la tira.
Vámonos.
Vámonos.
Soltar la pistola.
Estás arrestado, Krusty. Ay, estoy herido.
Solo es un rozón, hombre.
Ay, si te agarramos con las manos
en la masa.
Súbanlos la patrulla.
Entendido.
Ay, Tito.
Alex, por favor.
¡Alex!
¿Cómo estás? Ay, profe. Cruz.
Vaya que llegaron a tiempo.
Pensé que me iba a morir. Tranquilo, mijo.
Ya no hay peligro.
¿Estás bien?
Algo golpeado, Pero estoy vivo.
Eso es lo importante. Patojo.
Allá está la patrulla
que nos va a llevar al hospital.
Me tengo que ir.
Atraparon a otros integrantes
de la pandilla.
Pero vas a tener que declarar
en contra de ellos.
Somos varios testigos
y vamos a declarar, Comisario.
Este es el principio del fin
de la violencia en San Juan.
Toma mi mando.
Alex tomó la decisión de dejar la pandilla
por un futuro mejor.
Como él dice, este es el principio del fin
de la violencia en San Juan.
¿Conoces a alguien
en una situación similar?
No estás solo.
Estamos aquí para apoyarte.
Visita Triple W. Toma mi mano.
Use diagonal recursos y encuentra ayuda
para prevenir la violencia de pandillas.
Este proyecto fue desarrollado
por Population Media Center.