Alex está enamorado de Lucía, quien ya tiene novio, mientras su abuela se niega a hablar con ella sobre temas importantes. En el trabajo, Ruth enfrenta problemas familiares y emocionales. Además, un tenso encuentro entre Carlos y Alex sobre Lucía sucede. Atrévete a descubrir lo que todos ocultan en Toma Mi Mano.
Es el momento de empezar.
De nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
¿De qué están hablando ustedes dos?
¿Por qué te asustas, Verónica?
Por nada, doña Esperanza.
Ya está el almuerzo, Lucía. Sí, abuelita.
Ahorita voy.
Nada de que ahorita
voy. Vamos, para adentro.
¿Y tu mamá, Mija? No te está esperando.
No está atendiendo el comedor.
Ni cuenta se da. ¿A qué hora llego?
Con más razón.
Si ella anda trabajando
para darte tus estudios.
Deberías aprovechar tu tiempo.
Sólo tonterías hablan ustedes. Pase.
Buena tarde, doña Esperanza.
Adiós, Lucía.
A ver quién pasa mañana el examen.
Si el Carlos o el Alex.
Pues que te vaya bien.
Ángel.
Sí, abuelita.
Poner la mesa.
¿Ya te lavaste las manos?
No. Ya voy.
Te lavas y después
pones los platos y los cubiertos.
La abuelita. Lucía. ¿A dónde vas?
Voy a ayudar a Ángel.
Mejor contáme
de que estabas hablando con Verónica.
Usted ya sabe, abuelita de las cosas
del instituto de las tareas.
¿Entonces por qué esa cara de susto
cuando me vieron?
Por nada. Solo platicábamos.
Decime la verdad.
¿De qué platicaban?
Ya está puesta la mesa.
Vaya, mi hijo.
Anda, cámbiate primero. Voy, abuelita.
¿Y entonces?
Si es del instituto, me puedes contar.
¿Y qué quiere que le diga?
Pues no me hables así.
Pero si usted tan desconfiada
que es, abuelita.
Si le cuento lo que platicamos, se enoja.
Y si no, le cuento también.
Y no me voy a enojar.
¿Del Carlos estaban hablando?
Sí, abuelita.
No sabía que en esa edad la tuya.
Yo no sé por qué tenés entre ceja y ceja
ese muchacho.
Abuelita. Carlos es mi novio.
¿Sí? Pues eso no es lo que piensa
doña Olga.
A saber qué harás para que ella diga
las cosas que me ha dicho de vos.
¿Y qué no dirá la demás gente?
Allá usted si les cree.
Eso es lo que aprendés, Lucía.
Que todo te da igual.
Pero si solo estaba platicando
con mi amiga.
¿Y de qué?
De abracitos y besitos.
No es eso.
¿Quieres andar en boca de la gente?
¿Eso es lo que querés, mija?
Fíjese que en el instituto
nos han dicho que con los papás
hablemos de nuestras cosas.
Pero ellos no están.
Y yo no sé
cómo hablar de esas cosas contigo.
¿Pero entonces con quién hablo?
¿Y abuelita?
Usted ni sabe de que quiero hablar.
Todo lo que tenga que ver con novios.
No me preguntes por qué.
Porque yo no sé nada de eso.
Voy a creer que usted no tuvo ni un novio
cuando era patoja.
Eso ni te lo voy a contar.
Hoy, a tu edad,
yo ya trabajaba en la casa de una familia.
No teníamos tiempo para pensar en el amor.
Antes era así.
Yo sé que usted quiere algo bueno para mí
y por eso quiero que platiquemos.
Cuando llegue el momento.
Lo vamos a platicar.
Ahora no. Ojalá.
¿Y entonces para cuándo?
Dentro de 100 años.
Abuelita. Ya me cambié.
¿Tenés hambre, verdad, mijo?
Tanta que me comería una gallina entera.
La gallina negra, mijito. Ya no quiero.
Entonces, abuelita. ¿Cuándo
vamos a hablar?
Mira, en vez de estar pensando
y hablando bobadas como Verónica.
Anda, trae las tortillas y almorzamos.
Y después al que tenés que ir a abrazar
es al cuaderno y a los libros.
Y te apuras, abuelita.
Te lo digo otra vez.
Si novio querés, vas a tener dos.
El cuaderno y los libros.
Como le digo, don
Alberto, en este momento
todavía tenemos bolsos.
No podemos pedir más.
Y a la fecha, en inventario
registramos más del 50% en existencia.
Espero que comprendas.
Son normas.
¡Ay! ¿Qué estará pasando, señor Ruth?
Si cada seis meses les traigo 500 bolsos
y siempre se han vendido.
A veces depende de la temporada
o del turismo.
Hay muchos factores, pero por el momento
tenemos suficiente producto disponible.
Disculpe.
Bueno, feliz día.
Que tengan buen día, don Alberto.
Disculpe los inconvenientes.
Hey, Ruth.
¿Cómo estás?
Buenos días, doña Betty.
¿En qué le puedo ayudar?
Ay, fíjate que vine a hacer un mi pago.
Pero se pasaron los días
y no me di cuenta que se me pasó la fecha.
Déjeme ver su recibo.
Me dijeron que tengo que sacar uno nuevo.
A ver si ahorita reviso.
Le imprimo otro recibo y ya con eso
puede pasar a la caja.
Ay, gracias, mija.
No, señor.
¿Y cómo ha estado doña Betty?
Bien, Ruth. Ahí.
Entretenida con la venta.
Qué bonito le quedó el local.
Lo amplio. ¿Verdad?
Ah, para eso era el dinero.
Con decirte que Cruz dejó un rato
el fútbol para ayudar con la pintada.
Qué bueno,
doña Betty, Me alegro por usted.
¿Y cómo está Don Cruz?
¿Le contó lo que pasó en el campo?
Ay, sí.
Me dijo que problema con el tal Gabriel.
Ay, yo le he dicho
que ya deje a esos muchachos.
Pero él no me entiende.
¿Pero Gabriel no le hizo nada, verdad?
Pues no.
Si no en su funeral estuviéramos ahorita.
No diga eso, doña Betty.
Tan bueno que es Don Cruz.
Mucha gente lo quiere
por todo lo que hace.
Seguro, Pero hay otra gente
que no lo quiere
precisamente por lo que hace. Sí.
Permítame un momento, doña Betty.
No te preocupes. Contesta.
¿Aló?
Dime, Rogelio.
Muy bien.
Dile a Pedro que te envíe
los otros papeles que tiene.
Yo también los voy a necesitar en un rato.
Gracias.
Bueno, doña Betty,
ya sólo imprimo unas hojas y listo. Hay.
Muchas gracias, Ruth.
Necesito que firme aquí y aquí.
Doña Betty.
Ya con esto
pasa la caja y hace su pago normal.
Vaya. Perdón, Ruth.
Aprovechando que tengo que entregar
informes, te traje los papeles.
Gracias, Rogelio.
¿Qué tal, doña Betty? ¿Cómo le va?
Bien, gracias.
Rogelio, que gusto verte.
Igualmente, doña Betty.
Regreso en un rato, Ruth, para revisar
unos documentos que me acaban de enviar.
Está bien.
Gracias por los informes.
Ay, ese muchacho Rogelio, tan educado.
Lástima que juegue fútbol.
Por qué. Dice.
¿Eso, doña Betty? Rogelio es buen jugador.
Ah, es que me parece que
es una pérdida de tiempo.
Pero bueno, hay.
Así estaría mi Marvin.
¿Sí, Verdad?
¿Hace cuánto que falleció? Ocho años.
Cómo pasa el tiempo.
Ay, A mí me parece que fue ayer.
Mira, Ruth. ¿Te puedo hacer una pregunta?
¿Diga? ¿Doña Betty?
Tu mamá me dijo que estabas pensando
en salirte de la cooperativa.
No. Fue un malentendido.
Ah, bueno, es que me preguntó
si te podía dar trabajo unos días.
Pero yo no puedo pagar
lo que te pagan aquí.
Gracias por preocuparse, doña Betty, pero.
No, no voy a dejar mi trabajo.
Ay, yo pensaría igual que tú.
Se ve que te va bien aquí.
Seguro se confundió tu mamá.
Así pasa a veces.
También
me contó que tu tío Antonio regresa aquí.
Alegre. Sí. Va a regresar.
Qué bueno.
Ya van a tener quien las cuide.
Yo no sé porque todos piensan que
necesitamos un hombre que nos cuide.
Ay, bueno, que yo me acuerde.
Tu tío Antonio era un buen muchacho.
Un poco raro, pero buena gente.
¿Buena gente?
Sí. Pues.
¿Y por qué te pones así? ¿Mi hija?
¿Dije algo que te molestara?
Yo sólo digo que es bueno que alguien esté
al pendiente de ustedes.
Bueno, es que nosotras ya crecimos
y ni Silvia
ni yo necesitamos que alguien esté
al pendiente de nosotras.
Ay. Yo creí
que ustedes querían mucho a su tío.
Tu mamá siempre habla maravillas de él.
Discúlpeme, doña Betty.
Necesito un poco de agua.
Ay, Ruth. ¿Estás bien? Sí, sí.
No se preocupe.
Ay, ustedes
los jóvenes tienen que alimentarse mejor.
Mucho trabajo.
Hay que tomárselo con calma, mija.
Gracias, doña Betty.
Ay, bueno, te dejo porque me imagino
que tienes mucho que hacer.
Ah, nos vemos.
Que le vaya bien.
¿Qué pasó?
¿Estás bien?
Sí. No pasa nada.
Ruth. ¿Qué tienes?
Te digo que no pasa nada.
Puedes dejarme sola.
Ruth, si no me dices, no te puedo ayudar.
Nada, Rogelio.
Lo único que quiero
es que me des un momento, por favor. Sí.
Hablamos después.
¿Y vos que onda?
Fíjate que Lucía
me dio la idea de recoger latas
para llevarlas al centro de reciclaje.
¿Y para qué? Para ganarme unas varas.
¿Y tu hermano?
¿Pues no te da nada? A veces.
Pero ya no quiero recibirle. Pisto.
No sé ni de dónde lo saca.
¿Y vos qué onda? ¿Si ya te habías ido?
Dejé mi celular en la clase de mate.
Vaya que el profe me lo guardó.
Pero hoy sí. Ya me voy. Tengo un hambre.
Órale. Te veo más tarde.
Ay, si te encuentro latas en el camino,
te las guardo.
Gracias, hermano.
¿Qué pasó, Alex?
¿Cómo te fue en el examen?
Bien. Suave.
Pues tu cara es de examen maldito.
Así que estaba largo.
Yo creo que no lo gano.
Según el profe, nos íbamos a quedar
hasta tarde a hacer el examen.
Cabal. Ay, sí, se peló.
¿Y ese tu bolsa?
Pues mi proyecto que tengo con latas.
Serás taquero.
Vos, Alex.
¿Ahí te acordás que más tarde
nos vemos en el campo?
Vamos a entrenar un cacho
los tiros de esquina.
Sí, Carlos, pero un rato.
Tengo que estudiar para mañana.
Ese examen de Sociales
iba a estar difícil.
Simón, eso de la geografía de América
me da hueva.
A Lucía le gusta mucho.
Dice que quiere conocer Brasil.
Sí, Me ha contado sus sueños locos.
Y no voy a negar que es a mí.
Luces bien. Pilas.
Será tu chucho.
Pues no hables así de ella.
Yo digo lo que me dé la gana. Vos.
Total, es mi traída.
Suerte tenés
que te haya aceptado como traído.
Y ya vas a ver que uno de estos días
le voy a pedir a Lucía que me suelte algo.
¿En serio? Como así.
Vos, vos sabés que me deje sentir
el calor de su cuerpo bien cerquita.
Ya me cansé de solo besos. Vos, Carlos.
Vas a ver que sí,
al principio se va hacer la difícil,
pero la voy a convencer des pa.
Sí, respeta a Lucía.
Aquí es buena onda.
No te pases de vivo con ella.
¡Ah, chica!
¿Y por qué?
Ah, ya sé. ¿A vos te gusta la Lucía?
Nada que ver. Sí, es tu tuya.
Por eso estabas tan contento
platicando con ella hace rato.
Ya te dije que no, mano.
Lo que pasa es que es mi amiga.
No quiero que le pase nada malo.
Sí, lo que le voy a proponer no es nada
malo, al contrario, son cosas muy buenas.
¿O no?
No hables así de la Lucía.
Vos viste que te gusta,
pero no creas que se va a fijar en vos.
No digas mulas, Carlos.
A mí no me interesa andar con la Lucía.
Tu más cara. No te creo.
Tal vez seas buen delantero en el fut,
pero con las chavas no me ganas.
Ya que la vos agarra onda.
A mí no me gusta tu risa y punto.
Mejor vamos a buscar a Don Cruz.
¿Sabes qué?
Ya no voy al campo a entrenar con vos.
¿Por qué te mareaste conmigo? Para nada.
Pero tengo cosas más importantes
que hacer en la tarde.
¿Como qué?
Voy a decirle a Lucía que salgamos
y que vayamos a buscar un lugar escondido
para estar solitos.
Hacé lo que te dé la gana.
Creo que podemos ir detrás del cerro.
O mejor, al río.
Ah, ya sé.
Le voy a decir que me ayude a estudiar
en mi casa eso de la geografía.
¿Y crees que va a aceptar?
Me va a decir que sí.
Y la vamos a pasar
bien encerrados en mi 4.º de.
¿Ves?
Sí, Hacé lo que quieras,
pero si lastimas a Lucía,
me las vas a pagar vos.
¿Y cuantos más?
Me das risa.
¿Te gusta
Lucía? Pero nunca va a ser tu novia.
¿Sabes por qué?
Ya te dije que no me gusta.
Nunca va a ser tu hija porque sos pobre.
Sos un cobarde.
Un basura que recoge basura. Vos,
Tu madre. Con mi madre.
No te metas.
Que lejos estas de ser un cabrón
como tu hermano.
El diablo.
Toma mi mano.
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