Toma Mi Mano USA

Episodio 2: Un juego lleno de tensión y desconcierto 

Episode Summary

¡La tensión está en su punto máximo! Lucía y Ángel luchan por llegar a tiempo al partido, mientras Jefferson abandona el juego, dejando a todos preguntándose si seguirá. ¿Podrán superar los desafíos que les tiene preparado el destino?

Episode Transcription

Es el momento de empezar.

De nuevo juntos.

Volver a nacer.

Toma mi mano.

¿Quiere que le recuerde lo que hizo?

Dijo. Eso es mentira, Ruth.

No sé por qué siempre te ha caído mal mi hermano Antonio.

¿Qué hizo? Pues. Nada. Él no ha hecho nada.

Ya ves, Ruth, lo que haces.

¿Te gusta meter cizaña?

Tu hermana ni lo conoce y le estás metiendo cosas en la cabeza.

Yo no le estoy diciendo nada, Silvia.

Mira, Ruth.

¿Cuántas veces te he dicho que

dejes de inventar cosas contra tu tío?

Deberían de estar agradecidas

porque él sí se ha ocupado de nosotras.

No como el ingrato de tu papá

que solo me hizo el favor

de dejarme

con la carga de ustedes. Y se fue.

Ay, no se ponga así, mamá.

Es que estamos bien las tres solas.

¿Cómo vamos a estar bien?

Ya sabes que yo estoy enferma.

Y de que Mamá.

¿Yo no, mío,

que te duele algo cuando andas comprando?

No ves patoja, que solo eso me distrae

un poco de mis penas y de mis males.

¿Cuáles males, mamá?

Si ni con el doctor vas.

Eso no te importa. Vos.

Yo sé lo que tengo. ¿O qué?

¿Creen que soy una mentirosa?

No estamos diciendo eso. Mamá, cálmese.

Nada que me calme.

Ustedes son las que me van a matar

con tanto enojo.

Son unas hijas mal agradecidas.

Ah, pero les va a quedar en la conciencia.

No se enoje.

Entonces.

No quiero volver a oír ningún

comentario negativo sobre su tío.

Entendido, Silvia. Mejor vámonos.

Nada, que. Vámonos.

Tienen que dejar ordenado todo aquí.

Porque a mí

me dio un gran dolor de cabeza.

Ahora voy a tener que ir a recostarme.

Silvia, prepárame un té.

Bueno.

Y. Me alisté unos.

Mis lienzos de agua fría.

Por tu culpa

no voy a poder ir a arreglarme las uñas.

Ahorita se los llevo. Hoy sabes que, Ruth.

El domingo pasado vi unas luces

que me gustaron y las quiero comprar.

Pero de plano. Ay, no.

Ya me amargaron el día.

Mejor después te digo cuánto es.

Pero si compraste como cinco blusas

la semana pasada y quieres otras.

Paciencia.

Paciencia.

Son unas irrespetuosas mal agradecidas.

Apaguen todo. No quiero ruido.

Y no se van

hasta que terminen de hacer la limpieza.

Y apúrense con lo que les pedí.

Apúrate, Ruth.

Apaga la tele y le llevamos lo que pidió.

Así nos podemos ir con el agua.

Pues las voy a estar controlando.

Yo ya terminé con los trastes.

Solo los voy a colocar. ¿Y vos?

Ya solo lavo el trapeador.

¿Por qué te quedaste tan callada?

Solo estoy cansada.

¿Cansada de qué?

Si estabas feliz

porque ibas a ver a Rogelio.

Creo que ya no tengo ganas de salir.

¿Y por qué estás preocupada

por lo del dinero o por el tío Antonio?

Por todo.

Tengo que ver que me alcance

para pagar las cuentas

y las cosas que quiere mi mamá.

¿Y si regresa el tío?

No sé qué va a pasar.

No seas así.

No le des gusto a mi mamá.

Total, ella dijo que podíamos ir

si terminábamos el oficio y ya terminamos.

Además, es un día muy bonito como para

quedarnos aquí con las caras estiradas.

Lo que

vos querés es que yo te lleve a pasear.

Pues sí. ¿Quién es? ¿Mi hermana favorita?

¿Quién más va a ser?

Soy tu única hermana.

Bueno, ya está.

Terminé. Vámonos. Pues.

Y si nos dice que siempre.

No, en lo que estás.

Yo la fui a ver y se quedó bien dormida.

Lo bueno es que está descansando. Sí.

Descanso del descanso.

La vas a despertar.

Entonces vámonos de una vez. ¿Cuál

es tu prisa?

Bueno, yo creo que todavía

llegamos al segundo tiempo del partido.

¿Pero qué ganas tenés de ir al campo?

Es que en el campo

venden las granizadas que a mí me gustan.

Ya sabía yo que algo había.

Camina, pues

No puedes estar sin tragar.

No me hables así.

Soy una niña en crecimiento.

Tengo que comer.

A ver, cómete una manzana.

Sí, pero después de la granizada.

Sos una tramposa.

Abuelita Esperanza,

ya que estamos en el mercado, acuérdense

que me iba a comprar otro Espheni.

Ay, Lucía, Ya no me alcanza.

Te los compro después

porque ya gasté lo de hoy.

A la abuelita.

Abuelita. Y yo necesito una pelota nueva.

Pero es más importante tu medicina, Ángel.

Bueno, voy a ver qué hago.

Miren, ahí viene doña Olga.

Esperancita.

Qué gusto verla.

Y esa Su bolsa.

¿No me diga que ya terminaron de comprar?

 

Casi, casi. Doña Olga.

Es que hay que aprovechar el tiempo.

Y yo que apenas voy a abrir la carnicería.

Por eso es bueno que madrugue.

Sí, Con mi abuelita siempre madrugamos.

No seas ángel con abuelita

Es la plática, no con vos.

Pero si es cierto, De balde

me levanto temprano.

Siempre llego tarde al campo.

Ahorita ya empezó el partido.

Pues que

yo sepa solo gente sana

va a jugar al campo.

Angelito alcanza las pelotas en el partido

y lo hace bien.

Pero, aunque vayan al fútbol, siempre hay

que poner a los patojos a hacer oficio.

Esperancita.

Mis nietos siempre me ayudan.

Doña Olga Sí.

Pero oficio para mujeres

no hay en el campo a menos que tu oficio

Lucía sea. A ver, muchachos.

Yo no soy así, doña Olga.

Además,

nosotros solo vamos a ver el partido.

Hoy tienen un juego muy importante.

Bueno, mis hijos, como se han portado bien

y sé que les pican las patas por irse,

vayan al partido, pues.

Pero antes dejen las cosas en la casa

y después se van.

Sí, abuelita. Ángel, Despedirte.

Adiós, abuelita.

A ver si todavía vemos algo del partido.

Ya, mijito, Váyanse rápido.

Nos vemos más tarde, abuelita.

Ay, Esperancita.

Usted y sus nietos.

Viene a Lucía.

Es mera respondona.

Usted la consiente. Mucho.

Pero es buena niña.

Estudia y me ayuda en la casa.

Ella no me da problemas.

Bueno, cada quien ve lo que quiere.

Pero ahí está

su angelito medio chueco también.

No sólo es el asma que no se le quita.

Por lo menos a él.

No tiene que cuidarlo mucho.

Angelito,

ten cuidado con tu pelota, hombre.

Puedes quebrar algo.

Yo no voy a andar pagando tus travesuras.

Retiro lo que le dije.

Sí, hay que cuidarlo.

Aunque no tanto como a Lucía.

Porque lo dice.

Es que las huidas a esa edad

ya se les calienta

la hormiga y luego resultan con su panza.

Cosa que ni pensarlo es bueno.

Ay, no, doña Olga.

Mi Lucía se la pasa estudiando.

Pues no es eso lo que me dice

mi hijo Carlitos.

La libertad es para los varones,

no para las mujercitas.

Además, se viste toda provocativa.

No, no, no, no, no.

Hay que tener cuidado, Esperanza.

No vayan a estar hablando

mal de la patoja.

Pero eso no tiene nada de malo.

Así se arreglan los jóvenes.

Usted sabrá.

A mí, por aquello de las moscas,

me toca cuidar a mi Carlitos.

Él se merece encontrar algo.

Bueno, pues por lo que sé.

Ya lo encontró doña Olga.

Mi nieta es buena Pato.

Bueno, yo mejor me voy

porque puedo perder el tiempo,

pero no el dinero, comadre.

Eso sí que no. Fíjese.

¡Ay! Hablando de dinero,

doña Olga, necesito pedirle un.

Favor.

No tenga pena.

¿Cuánto necesita?

Gracias, doña Olga. Fíjese que quisiera.

¿No me está quemando la canilla, verdad?

¿Dónde compró su carne?

Porque no voy a prestarle

para que compre en otro lado.

Ay, doña Olga, tan desconfiada que es.

Hoy solo llevo makeup para el caldo.

Y no sea exagerado.

Y no, para eso trabaja. Sí, pero ya lo ve.

Ahora el dinero no alcanza para nada.

En un par de cositas se va.

Hay que tener mucha fe, Esperancita.

Yo sé. Ah, y no trabajé en varias casas.

Ahorita solo en tres con doña Bety.

Doña Chica.

Ay, con doña Concha, su cuñada, allá

donde usted vive.

En los residenciales Villa Chula.

Ah, pues con la esposa de Raúl.

¿Y desde cuándo usted?

Pues me mandó a llamar la semana pasada.

Así que raro que mi hermano Raúl

haya dejado que usted llegue.

Es que doña Concha

me contó que se siente un poco enferma.

Con razón,

porque ese mi hermano es bien delicado.

A él le gusta que todo lo haga la concha.

Mire, pues.

Buenos días, don de Olga.

Que te vaya bien, Lester.

Doña Olga. Y del favor que le pedí.

Déjeme pensar, Esperancita.

¿Sabe qué?

Véngase conmigo al puesto, así

puedo revisar

primero el cuadernito

a ver cuánto me debe.

Todavía.

Y entonces hablamos.

¿Qué tal, doña Marta?

Qué bueno que se dejó venir.

Sí, mija, Vine a ver a mi Rogelio

apoyar un rato mi patojo.

Qué bueno que Rogelio tiene una mamá

que lo apoya en todo.

Bueno, no

es que me guste tanto el fútbol, pero sí

me gusta ver jugar a mi hijo.

¿Y la nena? Qué grande está.

Hola, Emma.

¿Cómo estás? Hola, mamita. Marta.

Mira, Emma.

Allá está Camilo.

Anda, juega pelota con él.

Recuerde el día que nació.

Y la recibí en mis manos.

¡Rápido!

Abrió sus ojos llenos de vida.

Y vaya que si tiene ojos grandes.

Es muy inteligente y aprende muy rápido.

Lástima que mi suegro no lo vea así. Ay.

No me digas que sí.

En los problemas con don Raúl.

Usted sabe cómo es él.

Por más que intentado, no acepta la nena.

Lo que él quiere es un nieto varón

y me repite lo mismo cada vez que.

Pues no me quiero imaginar

cómo ha tratado a doña

Concha que ha sido su compañera de vida.

Bueno, mi suegra ya se acostumbró,

aunque no debería ser así.

Claro que no.

¿Y tú has hablado con tu esposo de esto?

No, no quiero que se enoje.

¿Y por qué se va a enojar?

Es que ya tenemos bastantes problemas.

Doña Marta.

Tú y Jefferson con problemas.

Sí. Usted más que todo con el dinero.

Últimamente,

Jefferson ha ayudado a sus hermanos.

Como que don Raúl no les está

pagando bien. Mmm.

Eso sí complica las cosas, mija.

Así no hay dinero que alcance.

Y vaya que ustedes solo una hija tienen.

Ni me lo quite a doña Marta.

Además, con los problemas de salud

que he tenido después

de que nació la nena,

no estamos listos para tener más hijos.

Eso puede ser peligroso para ti

y para el bebé.

¿Se acuerda?

Eso fue lo que nos dijeron en el hospital

la última vez.

Con la pérdida que tuve.

Me dijeron que no estoy bien de la matriz.

Pero estás en tratamiento.

En esas estamos.

¿Entonces cuál es el problema?

Que Don Raúl atormenta todo el tiempo.

Jefferson es tan necio con el varón.

Y por eso discuten ustedes. Si.

Mira, mija,

recordarle a Jefferson

todo lo que les costó con Emma.

Un bebé no se trae al mundo

solo porque sí.

Es bien difícil, doña Marta.

Además,

yo no quiero volver a pasar por eso.

Y hay otras cosas que queremos hacer.

Seguir estudiando, poner un negocio allá.

Andreita.

Entonces decirle eso a Jefferson.

Yo quiero hablar con él. Pero.

Ay, no sé cómo.

El silencio es peor, mija.

Tiene razón doña Marta.

Pero bueno, tendré que encontrar la forma.

Eso es, Andrés, ánimo.

Todo tiene solución.

Solo que a veces tarda un poquito.

Así es, doña Marta.

Y como le digo a todos.

Cuando tengas ganas de platicar, búscame

sí puedo.

Con gusto te voy a ayudar.

Gracias, doña Marta. José.

Y mientras se van componiendo las cosas,

yo sigo con mis ventas.

Ah, por cierto, ahí me pasas.

¿El catálogo de este mes?

Hoy se lo llevo mañana. Doña Marta.

Salieron cosas muy bonitas.

Doña Andreita, la nena me pidió un helado.

Y yo. Se lo dio usted.

¡Ay, esta niña!

Y yo que dejé mi monedero.

Me espera que termine el partido.

Voy a ver si Jefferson trae algo.

No te preocupes,

mija. Yo se lo compro a la nena.

Pero es que son dos.

También pidió para su amiguito.

No tenga pena. Es por los dos.

Eso ni es quetzales, señor.

Ay, disculpe, doña Marta.

¿Qué voy a hacer con esta niña?

Déjala crecer. Mmm.

Yo veo que la nena se ha vuelto

un poco tímida.

Creo que es por como las trata el abuelo.

Y eso que su papá la quiere mucho

a pesar de que él viaja

todos los días a la capital.

Siempre juega con ella

cuando regresa del trabajo.

Nada que ver con don Raúl,

aunque tiene toda la cara de él.

Jefferson tiene un carácter muy diferente.

Es un buen patojo y muy respetuoso. Ja.

Yo digo que por eso,

así como lo chulean las patojas.

Pero lo que no

está gustando mucho

es que tenga tanta confianza con su jefa.

¿Y por qué lo decís?

Por lo que Jefferson me cuenta de ella.

Disque es muy buena jefa.

A veces hasta los llama

los fines de semana

para preguntarle algo del trabajo.

Pero si él mismo te cuenta

y contesta las llamadas

estando tú presente,

creo que no hay problema.

Además, Jefferson es un buen patojo.

Lo sé porque lo recibí en mis manos

cuando nació.

Como casi a medio pueblo.

Tiene razón, doña Marta.

Emma y Jefferson

son lo mejor que tengo en la vida.

Ay, mira, mija.

Saber qué pasó.

No es tu marido el que está tirado. ¿Qué?

Hoy voy a ver qué pasó.

Emma.

Emma, vamos a ver qué le pasó a tu papá.

Jefferson. ¿Jefferson?

Sí. Toma mi mano.

Entérate más sobre.

Toma mi mano.

El audio novela

y los recursos disponibles en Triple W.

Punto. Toma mi mano, Punto F o síguenos

en Instagram y TikTok

como toma mi mano U.S.A.

 

No te pierdas nuevos episodios

cada miércoles.

Escucha las.

 

En Spotify, YouTube y Apple Podcast.

Este proyecto fue desarrollado

por Population Media Center.