El cumpleaños de Ruth llegó, pero su mamá lleva años sin felicitarla. Ruth se entristece aún más al tener que enfrentar la llegada de su tío e ir a vivir con ellos, una situación que rechaza. Mientras tanto, su hermana Lucía y Rogelio le brindan un pequeño momento de alegría al celebrar su cumpleaños juntos.
Es el momento.
De empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Feliz cumpleaños, Ruth.
Gracias.
Pero no hagas bulla, Sylvia.
Te va a escuchar mi mamá
y se va a poner de mal humor.
Ayer dijo que le dolía mucho la cabeza.
Es cierto.
Pero no quiso decir qué le pasó. ¿Seguro?
No fue nada malo
porque venía muy contenta.
De todos modos, no hagas ruido.
Va, Pues solo te venía a decir que
de regalo te voy a hacer el desayuno.
Ahí te apuras.
Mira, Ruth,
te hice unos panqueques para tu jefa.
Ay, Silvia, muchas gracias.
Es que no sé. Cumpleaños todos los días.
Pero ya hiciste el desayuno.
Si no, mi mamá te va a regañar.
Qué se enoje.
Igual nunca te felicita en tu cumpleaños.
Sí. Perdóname.
No quiero que te pongas
triste. Tenés razón.
Ya van seis años
desde que ella no me dice nada.
Lo siento, hermanita.
No te pongas así.
¿Y ustedes qué?
¿Acaso no saben que hay que desayunar?
Mamá. ¿Qué te pasó?
Tienes un gran chinchón. No me pasó nada.
Me golpeé en el balcón de una ventana.
No lo vi.
Y no me preguntes más.
No quiero hablar de eso.
Haceme mi desayuno.
Bueno, ahorita voy.
Silvia.
¿Qué tanto haces que no te apuras?
Yo necesito ayuda aquí.
Estoy haciendo el desayuno.
Déjalo, Ruth. ¿Qué estás haciendo?
¿Qué pasó? ¿Mamá?
Anda a hacer el desayuno.
Que Silvia
me tiene que ayudar a mover las cosas.
¿Qué cosas va a mover? Espéreme.
Ahora le ayudo.
No es con vos.
Silvia, no seas floja. Apúrate.
¿Me venís a ayudar?
¿Para qué va a mover esas cosas?
¿Acaso no miras que hay que acomodarlas
para meter la cama para tu tío Antonio?
Pero.
¿Pero para qué, mamá?
Él puede buscar una casa para él.
Ah, qué coraje con vos.
¿Cuándo vas a entender?
Esta es su casa.
No, mamá.
Esta es nuestra casa.
Cómo me caes de mal.
Mejor andá a la cocina.
Y vos, Silvia, Vení. Ayúdame. Aquí voy.
No, mamá,
por favor, no dejes que se quede aquí
el tío Antonio.
Yo no quiero estar cerca de él.
Ya preparé los huevos.
Solo falta calentar las tortillas.
Mira vos.
Ahorita voy.
Pero apúrate.
Ya sabes que aguantar
hambre me hace muy mal.
Mamá.
¿Y de dónde sacaste el dinero
para comprar esa moto?
Pues la compré en cuotas en la capital.
Ruth, tenés que conseguir más dinero
porque tengo que pagar la cama.
La pedí en cuotas.
¿Y cómo la trajiste desde allá?
También
le tengo que pagar el viaje a Don Cruz.
Yo le puedo pagar a doña Betty.
No seas metiche, Silvia.
Yo hablé con Don Cruz
y por eso yo le tengo que pagar.
¡Cómo huele!
Las tortillas están quemando.
Ay, sí. Perdón. Sos una inútil, Ruth.
Ni siquiera el desayuno. Podés hacer.
Silvia, ayúdame, pues.
Mira allá. Tenemos que poner esta mesa.
Agarra bien ese lado.
Mamá, Yo sola no aguanto.
Tan aguada que sos.
Yo a tu edad
cargaba cosas más pesadas que eso.
Además, recordá que sufro de dolor de
espalda y no puedo cargar tanto.
Uy, hace ya varios años ya.
Deja de estar molestando.
Ya está el desayuno. Ponete viva, Ruth.
Habla bien.
Vamos a comer, Silvia.
Y después seguimos.
Mmm. Mmm.
Mmm. Qué vergüenza
que hasta las tortillas se te quemen.
¿Cómo vas a tender hacia tu marido?
Perdón, mamá.
¿Qué tenés?
Ni siquiera has probado la comida.
No tengo nada. Silvia es una haragana.
Nada más.
No ayuda en nada.
Seguro quiere irse a la calle solo en eso.
Piensa.
Mejor hoy nos vamos juntas y de paso
te compro un chocolate.
¿Cómo así? ¿Adónde van a ir? Juntas.
Siempre salimos juntas.
Yo me quedo una cooperativa
y ella sigue a la escuela.
Sí, pero hoy ninguna va a salir.
¿Quién creen que va a acomodar las cosas
para su tío?
¿Mamá?
Yo le puedo ayudar en la tarde
cuando regrese.
No, eso tiene que estar listo hoy.
Las dos me van a ayudar a tenerlo listo.
Mamá, yo tengo que trabajar y Silvia
tiene que ir a estudiar.
Sí, hoy
tengo que ir a la escuela. Si o si.
Tengo una exposición.
Silvia. Andá a traer café. Bueno,
yo no puedo faltar al trabajo.
¿Y si nosotras no estuviéramos?
¿Quién se encargaría del tío?
Deje que él busque qué hacer.
¿Estás loca?
¿Cómo se te ocurre
que le voy a hacer eso a mi hermano?
Sos una ingrata.
Las dos me van a ayudar a arreglar aquí.
No, mamá, no soy una ingrata.
Usted sabe
muy bien por él. No puede venir.
No sea rebelde, Ruth.
Ustedes van a hacer lo que yo diga.
¿Y si yo digo que Silvia no va a estudiar?
Ella no va.
¿Le sirvo café?
Ruth, mejor andate.
No me estás ayudando, así que no estés
criticando lo que hago o lo que no hago.
¿Y Silvia? Ya escuchaste.
No vas a ir a la escuela.
Bueno, está bien.
Nos vemos, Silvia. Vengo más tarde.
Con cuidado. Ruth. Adiós.
Mamá.
Ni siquiera felicitarte a Ruth.
¿Y por qué la voy a felicitar?
Porque hoy es su cumpleaños.
A mover esta silla para allá.
Y metete esto en la cabeza. Silvia.
Este es un día como cualquiera. Mi.
Pues mire, señor Flori,
que estuve tratando
de sacarle a este niño que hizo,
pero no me dice nada.
La maestra ya viene con Ángel
para que le explique lo que pasó.
Ay, sí, seño, ya tanta
espera me tiene los nervios de punta.
Seño Sonia.
Angelito. Pasen.
Con permiso. Buenos días. Soy Esperanza.
Buenos días, señora.
Creo que ya le explicó la directora que.
Tiene que darme un reporte de Angelito.
¡Ay! ¿Qué pasó, seño? ¿Sonia?
Fíjese que le encontramos
una revista pornográfica en su mochila.
¿Pero cómo puede ser eso?
Si yo le reviso la mochila.
Doña Esperanza, no podemos estar
como policía con nuestros niños.
¿Pero ya vio en qué problemas se metió?
Ay, no entiendo cómo pasó.
Ángel, desde anoche
te estoy preguntando qué hiciste.
Con razón no me dijiste nada.
Abuelita, es que yo
de verdad que no sé cómo llegó esa
revista.
Ayer, antes de salir al recreo.
Ángel comenzó a toser.
Entonces aquel inhalador de su mochila.
Y allí dentro vi la revista.
Ustedes saben que esto es una falta grave.
Por supuesto que es grave. Ángel.
¿Dónde conseguiste esa revista?
Sí, abuelita.
¿Cómo que no sabes?
No seas mentiroso.
Yo no te he enseñado a mentir.
¿De veras, abuelita? No.
Como no nos dice nada,
Tendrá que realizar una tarea comunitaria.
Póngale lo que sea necesario
para que no lo vuelva a hacer.
Mire que yo me parto el lomo
trabajando como para que este patojo esté
haciendo esas tonterías.
Ángel, nosotros sabemos que lo hiciste
por curiosidad,
pero es mejor que le preguntes tus
inquietudes a tu abuelita o a tu maestra.
Sí, Ángel, recordarte que ya platicamos
sobre el desarrollo.
Pero yo no fui.
Ya no hablemos más.
Ángel
y unos compañeros que lo quieren ayudar
van a pintar un mural
en la pared de la escuela.
Ángel busca en los libros de la biblioteca
o en el internet un tema relacionado
con el respeto a la mujer.
Y entonces tengo que ir a comprar pintura.
No, no se preocupe.
El Ministerio de Educación
nos dio varios botes.
Ah, y entonces tiene que quedarse en la
tarde.
No, doña Esperanza, ahorita en la mañana
van a salir a hacer la actividad.
Seño Sonia, váyase con Ángel y
de una vez
habla con las mamás de los demás niños.
Vamos, Ángel.
Mire, doña Esperanza, yo creo que
es importante que usted se siente
a platicar con Ángel de estos temas.
Pero ustedes ya se los enseñan.
No es lo mismo.
Él debe confiarle a usted
las dudas que tiene.
Pero es varón. Eso no importa.
Procure que él sienta que usted está
dispuesta a escucharlo
en cualquier momento.
Es que yo no
sé cómo hablar con él de esas cosas.
Yo ni siquiera puedo hablar con Lucy.
Me imagino que es difícil.
Pero mire, aquí
tenemos unos materiales muy prácticos
que le puedo prestar
para que usted los lea. ¿Cómo?
Para que ese niño.
¿Para que vea que muchos jovencitos
no hablan con sus padres
por miedo a que los juzguen, los regañen
o les digan que eso es malo?
Si así creció,
nunca se hablaban de esas cosas.
Decían que solo se le calentaba uno
la cabeza.
Eso se decía.
Pero queremos evitar que los niños busquen
información en los lugares equivocados.
Por eso es que Angelito debe sentir
la confianza de hablar con usted.
Ay, es que a mí me da vergüenza, seño.
Pero inténtelo, doña Esperanza.
Usted es una abuela
que se preocupa por sus nietos.
Eso sí. Y cualquier cosa me cuenta.
Bueno, seño, iban a salir más tarde, a.
La misma hora.
Ah, bueno, Gracias, señor Flori.
Nos vemos más tarde.
Que le vaya bien, doña Esperanza.
Tal vez tenga razón la directora.
Voy a hacer el intento
de platicar con Ángel y también
con Lucía.
Ya voy.
Papá.
¿Y usted que le encargo?
Que no me mate la puerta.
Yo si quiero te mato a vos, patojo.
Va. Pues ya. Tranquilo, hombre.
¿Y qué le pasó en la cara?
Fue un accidente.
¿A vos qué te importa?
Ah, perdone. Pues usted, como siempre,
no se deja querer.
Ah, ya, déjate de esas
tus babosadas, hombre. Va.
¿Y porque viene tan temprano?
Pues solo porque no
está escuchando a tu mujercita.
Ella está dentro.
¿Pero desde cuándo le preocupa a usted
que lo escuche Andrea?
Es que necesito que me prestes
unos 2000 quetzales.
Que no pongas esa cara de baboso.
Oíste bien.
2000 Quiero ahorita.
¿Está hablando en serio, papá? Sí, hombre.
Yo sé que los tenés y no.
Usted es el de la finca.
Pues mira, patojo,
yo no tengo que darte explicaciones.
Solo dame el dinero ya, hombre.
Es tu obligación como mi hijo.
Yo no tengo ninguna obligación
de darle dinero.
Además, estoy ayudando a mis hermanos
porque usted no les paga.
Ah, vaya.
Te quieres hacer el machito,
pero conmigo no te funciona.
Patojo.
Con un par de cuentas
usted cierro la trompa.
Como lo hice con mi mamá. No.
¿Y qué?
Ajá. ¿Vos vas a defenderla?
O sea que si lo. Hizo,
ese no es asunto tuyo.
Ella es mi mamá.
Es mi mujer. Y hago con ella
lo que me da la gana.
Usted no tiene derecho,
papá. ¿Derecho a qué?
No te metas donde no te llaman, mijo.
Eso es entre tu madre y yo. ¿Oíste?
Y si no me vas a ayudar,
me largo ahora mismo.
No necesito oír esas babosadas de nadie.
¡Bah! Cálmese, papá.
Yo solo le pido que no trates de mi mamá.
Vos no sabes como tratar a las mujeres.
Si lo hice, fue porque ella se lo busca
y hasta le gusta.
¿Si no, por qué sigue conmigo?
Yo no sé, papá. Yo no sé.
Ya no me hagas perder el tiempo,
Jefferson.
Te las llevas de muy cabrón.
¿Y crees que eso es mejor que yo?
¿Demostrármelo?
Así como le pagaste al doctor
cuando te fregaste la pata.
Igual
debes tener más plata guardada ahorita.
¿Cómo cree?
Si usted que tiene finca está sin pisto,
imagínese, yo.
Jefferson, ya es tarde.
¿Con quién estás hablando?
Ya voy, ya voy. Andrea.
Solo termine de hablar con mi papá.
A la gran esa.
Tu mujer Si.
Que suerte. Papá. Respete mi casa.
Esta no es tu casa.
Es mía. Y debería ser agradecido.
Que te doy donde vivir.
Solo por eso
deberías darme lo que te estoy pidiendo.
Papá.
Si apenas cargo
para la gasolina de la moto.
¿Entonces tenés o no?
Pero solo 2500.
Tengo a la gran putica con vos.
Tráete aunque sea eso.
No. Espérenme.
¿Aquí es donde más querés que te espere?
¿Jefferson ya te agarró la tarde?
Sí, amor.
Solo le entrego algo a mi papá y me voy.
Mami.
Ya se despertó la nena.
Ahorita regreso.
Ya, mi amor.
Aquí estoy.
Mami y papi.
Ya viene, mi amor.
Solo fue a despedir a tu abuelito.
Ya me voy, amor.
No quiero llegar tarde.
Jefferson,
necesito hablarte antes de que te vayas.
Ay, Andrea, ya es tarde.
Te llamo en la hora de almuerzo.
Escúchame, por favor.
No quiero esperar hasta mediodía.
Flaquita.
En serio.
Ya no puedo estar más
tiempo. Hablamos luego.
Adiós, Emma. Te amo, princesa.
Adiós, papi.
Adiós, amor. Te amo. Jefferson.
Poneme atención, por favor.
Tengo dos semanas de retraso.
Toma mi mano.
¿Alguna vez has estado
en la misma situación que Andrea?
No estás sola.
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