Toma Mi Mano USA

Episodio 3: El Diablo trae caos al equipo

Episode Summary

¡El caos se desata en el partido! "El Diablo" se presenta en la cancha buscando a Alex, su hermano. Mientras tanto, Ruth habla con su tío Antonio, quien va a ser deportado de EEUU. Las consecuencias de su llegada serán inesperadas.

Episode Transcription

Es el momento de empezar de nuevo juntos.

Volver a nacer.

Toma mi mano.

Está bien.

¡Hey!

¡Oh! Cálmate, Jefferson. Cálmate.

Solito te caíste.

Déjame ver tu tobillo, profe.

Vaya, Qué Cabal.

Terminó el primer tiempo. Sí. No.

Esto no pinta bien.

Porque me llevar al club

y me duele el tobillo.

Profe. Hey.

¡No te muevas! ¡No te muevas!

Esto no está quebrado.

Pero se te está hinchando. Vos.

Yo creo que no vas a seguir jugando.

¿Cómo te calculas?

Yo creo que no puedo seguir así, profe.

Alguien que vaya.

¿Traes el spray que está en mi mochila?

Tráiganse la hielera.

Por Rogelio. No. Sí, profe.

Voy. Y te traes agua también. Claro.

A la gran chica.

Vamos, Jefferson. No te salgas, hombre.

No nos puedes dejar.

Si no fuera por vos, iríamos perdiendo.

¿No le dejaste pasar ni una al siete? Sí.

Pero siento que así ya no puedo seguir.

No aguanto el dolor.

Ay, profe.

¿Quién entraría en lugar de Jefferson?

Mmm. Déjame pensar. Todavía no sé.

Pero miren, muchachos.

Este empate no nos sirve para nada.

¿Y si nos complica la tabla? ¿Y vos, Alex?

¿Qué onda, patojo?

Te comiste dos goles. Y vos,

Alex, Ayudándote.

Buenos pases solo para que te luzcas.

Ando ensuciando mis tacos nuevos

por gusto.

Yo, Carlos.

Vos y tus tacos

ya me sacaron de onda mano.

Chica, pues si te estás saltando los goles

a mí no me vengas con tus matecito.

Tranquilos, muchachos, Somos un equipo.

Saquemos adelante el partido.

No es momento para que se anden peleando.

Concéntrense en esta onda, profe.

Entonces No conseguí spray.

Pero aquí se la hielera

y encontré mariguano.

Jefferson,

necesitamos que estés en el campo, Manu.

¿Cómo te sentís vos así del machito?

Ahí viene Andrea, con tu güerita

atípica y.

Estoy bien,

estoy bien.

No pasa nada.

Mi amor.

¿Cómo estás? Me duele un poco, mi amor.

Pero ya me está echando marihuana.

Y además mandó traer lleno.

Ya ves que te dije, Jefferson.

Mejor te hubieras esperado una semana más.

Ahora ya no puedes seguir jugando.

No es para tanto.

No quiero salirme ahorita

que vamos empatados.

Profe, ahí viene el papá de Jefferson.

¿Cómo está mi patojo?

El golpe fue un poco fuerte, don Raúl.

Yo creo que

es mejor que ya no siga jugando.

¿Cómo dice eso?

Ayer no me lo vayan a sacar del partido.

Seguro que solo fue un golpecito.

¿Cómo que un golpecito?

Si tiene el tobillo,

como que está inflado.

¿Y usted qué hace aquí, Andrea?

No se meta en esto.

Estas son cosas de hombres.

Mejor vaya a buscar que hacer en su casa.

Papá. Cálmese, don Raúl.

Disculpe, pero es mi esposo y mañana tiene

una reunión importante en su trabajo.

¿Como se va a ir en la moto

a la capital con ese pie así?

Pues mañana ya verá qué hace.

Y si pierde la chamba, se va conmigo

a la finca.

Ahorita que siga jugando.

Ya, por favor, los dos.

Yo estoy viendo que voy a hacer.

Jefferson.

Recuerda que tu jefa no le gusta

que llegues tarde.

Y si mañana te va bien, hasta

es posible que te dé el ascenso.

Y faltaba más.

Tenés jefa en el trabajo

y también en la casa.

La gran chica.

Vaya hombrecito que me saliste.

Jefferson, por favor.

¿Ya te dijo don Cruz

que es mejor que no sigas jugando?

No queremos que te lastimes más.

Mejor vámonos a la casa.

Andrea.

Este partido es importante.

No puedo dejar. Así al equipo.

Entendeme a Jefferson.

Parece que el partido

es más importante que tu salud.

A veces no te entiendo.

No es eso, Andrea.

Jefferson, Yo no te enseñé a rajarte

a mitad del camino.

Los hombres no se quejan como muchachitas.

Y menos mis hijos.

¿Y usted, Andrea?

Debe estar jodiendo.

Jefferson. Andrea.

Mejor ven a sentarse. En Don Raúl.

Con todo respeto, le digo, el que toma

las decisiones en el equipo soy yo.

Así que le pido que se retire.

Yo arreglo esto.

Tranquilo, Don Cruz. Tranquilo.

Ya me voy.

Pero no me vaya a sacar a Jefferson.

Andrea.

Ahora no, Jefferson.

¡Ay! Miras. ¿Qué haces? Vámonos.

Bueno, ya.

Esto no es asunto de ustedes, muchacho.

Y vos, Jefferson,

sé que no quieres dejar al equipo.

Pero hagamos una cosa.

Ponete hielo y descansa un poco.

A ver si podés volver a entrar al segundo

tiempo.

Está bueno,

profe. Póngame una venda en el tobillo.

Renacimiento

Juniors necesita a su capitán.

Ya viste.

Llegamos antes de que empezara

el segundo tiempo.

Y eso que pasaste de traerme a mi casa.

Papi.

Te dije que íbamos a llegar

antes de que el Judas y los otros.

Soy más rápido que esos Majes en la moto.

Nadie me gana.

Por eso soy el diablo.

Ni en la moto ni en nada.

Gabriel, vos sos el mejor en todo.

Y por eso estás conmigo,

mi reina es la mejor.

Eso ya lo sé.

Ya que vinimos al campo.

La otra vez

dijiste que no querías volver a jugar.

Vengo por el Alex.

Lo voy a sacar del partido.

Se vino sin permiso.

Y a mí nadie me desobedece. Nadie.

Ni siquiera mi canal. Déjalo

que juegue Gabriel.

Yo he visto que el Alex

es tan buen jugador como vos.

Tienen el mismo estilo.

Del El Alex tiene que aprender

a hacerme caso.

En mi chante mando yo.

Ya tengo muchos rollos encima

como para aguantar a este también.

Sí, Gabriel.

Pero él es feliz con el fútbol.

Además,

todo el pueblo anda diciendo que éste

es un partido importante para San Juan,

Renacimiento.

Esto es un invento del viejo SD.

Siempre hablando mulas.

A mí me parece que Don Cruz

es un maldito buena onda.

No le hace mal a nadie.

Es un viejo Shute.

Eso es lo que es.

¿Y vos por qué lo andas defendiendo?

Yo no defiendo a nadie.

Solo digo lo que pienso.

¿Algún problema con eso?

No, con vos.

Ningún problema.

Mejor voy por el Alex.

Ojalá que no se ponga con sus mates

porque me lo vuelvo a descontar.

Ay, Ariel,

no seas mala onda con tu hermano.

Vos no te metas, fermosa.

El clavo es con aquél. Ahorita regreso.

Entonces me la chupa. Dámela, pues.

Ah, pérate, Me voy a llevar el filo.

¿Para que te llevas la navaja?

Vos sabes cómo me la gasto yo.

Cálmate, Gabriel.

Acordate que el que se enoja pierde.

Alex.

¡Alex!

Alex, Te digo que vengas.

¿Qué querés

aquí, Gabriel? ¿Qué te pasa, viejo?

El asunto no es con vosotros.

Desde que dejaste el equipo y te metiste

en babosadas, ya no sos bienvenido acá.

¿Quién sos vos para decirme

si puedo estar en el campo?

Yo camino por donde se me dé la gana.

Este pueblo es mío.

Te guste o no te guste.

Cruz.

Camina por donde quieras,

pero no vengas a joder al equipo.

Ya te dije que no se asuste.

No te metas conmigo porque te va a ir mal.

Vengo a traer a Alex.

No. Alex es parte del equipo.

Y yo digo que se queda.

A menos que él mismo

me diga que quiere irse a

Milagros.

El Alex se viene conmigo.

Quiera o no quiera.

Alex, vámonos ahorita.

Pues. ¿Qué pasó, Gabriel? ¿Qué pasó?

Será la vieja.

Te dije que no vinieras al campo y te

peló. ¿Verdad?

Pero vamos empatados y tenemos que ganar.

A mí el partido me vale, Madres.

Vámonos ya, Gabriel. Déjame jugar, mano.

Buena onda.

Yo llego al rato.

Venite, te digo, cabrón.

¿O querés que te reviento otra vez

el hocico?

Aquí no le vas a pegar a nadie, Gabriel.

¿Vos? ¿Y cuántos más me van a tener? Cruz.

Si me da la gana.

Ahorita mismo se acaba el partido.

Para eso soy el diablo. Cálmate, Gabriel.

Pedí que te. Callaras.

¡Que no lo toques!

Quítate de en medio, viejo mula.

O aquí. Telepizza.

Suficiente. Calmado, diablo.

No te olvides

que todos somos de este pueblo.

Todos crecimos aquí jugando la chamusca.

Acuérdate, mano. Ahora

no pasa nada.

Y buena onda.

Pero estamos pendientes. Cruz.

Que no se te olvide. Ya, Gabriel.

Mejor vámonos.

Fíjate que ahora no nos vamos.

Si quieren que vos juguemos.

El diablo se queda a jugar.

Vos no vas a jugar, Gabriel.

Mira, Cruz, a mí no me des casaca.

Vos preferiste

apoyar a todos estos cabroncito

en lugar de apoyar a tu hijo, el Marvin.

No lo hiciste.

Y por eso, por tu culpa,

tu hijo está muerto.

Como le decía a doña Olga.

¿Será que me va a hacer el favor

de prestarme el dinero?

Ay, Esperancita, usted y sus penas.

Y como no tiene a quién contárselo.

¿As verdad?

A ver, primero dígame qué pena le aqueja.

Pues usted

ya sabe que mi hijo Armando y su esposa

están allá en los Estados Unidos.

Y yo me hago cargo de mis nietos.

El asunto está en que no me alcanzó

lo de la remesa.

¿Ah, sí? Sí.

Ay, pobre Armando.

Y con eso que los persiguen,

como que son delincuentes.

Pero él no anda en nada malo. ¿Verdad?

¿Cómo va a creer?

Lo que pasa es que cada vez le cuesta más

conseguir trabajo.

Ay, es que ese su hijo era mero huevón.

Es que aquí

no hay mucho de donde escoger

y ellos querían algo mejor para sus hijos.

Eso no es cierto, comadre.

Sino míreme a mí.

Tengo mis negocios, mi local, mi casa.

Lo que pasa es que

la gente no se esfuerza.

A los que tienen fe nunca les falta nada.

Yo tengo fe, como usted, doña Olga. Ajá.

Así pues.

Bueno, ya es suficiente hablar de mí.

Usted es la del problema.

¿Dígame cuánto necesita, verdad?

Ah, ya viene con la carne, doña Olga.

¿Y por qué te tardaste tanto, Alejandro?

No, mira.

Pues que no me querían

dar la carne en el rastro.

Disque usted no ha pagado. ¿Cómo?

Pero si yo le di el pisto ayer al Raúl.

A mí me dijo

don Julio que don Raúl

no se ha asomado por allá usted.

A este

mi hermano siempre me la hace igual.

Pero me va a oír más tarde

ponerte a cortar la carne.

Eso lo resuelvo después. Bueno.

¿Cómo va a creer, Esperancita,

que yo voy a deber

si es a mí a la que siempre me deben?

Pero bueno, mejor termine de contarme.

Ah, es que lo que me mandó Armando

solo me sirvió para pagar algunas deudas.

Y con la enfermedad de Angelito.

Ah, pero ya le dije, no está enfermo.

Lo hace para llamar la atención.

¡Ay, no!

A mí doña Marta me dijo que esa enfermedad

es de cuidadosa doña Marta.

Para mí que es bruja.

¿Cómo va a creer que con una sobada cura

la gente?

La fe sí cura.

Pero la otra vez me sanó de

un dolor de cabeza que no se me quitaba.

Brujería. Pura brujería.

Doña Olga.

Dice mi mamá que le mande 3 £ de romero

y una libra de carne molida del especial

y que mañana se lo viene a pagar.

Ay, no, mijito,

decirle a tu mamá que venga de día,

porque mira, este cuadernito no miente.

Ya me debe mucho y no puedo darle fiado.

Sino el negocio se me viene abajo.

¿Anda ahí le decís que venga?

Vaya,

pues ya ve lo que le digo, Esperancita.

Con la gente tiene que estar

uno encima, encima para que le paguen.

Y hablando de eso, aquí en el cuadernito

estoy viendo que usted también

tiene un adeudo.

No, doña Olga, ya es poquito.

Le pagué la deuda y usted me

dijo que solo quedaba lo del interés.

Aquí no se ve poquito.

Recuerde que el interés genera interés.

¿Si no le hago así, qué gano yo?

Pero espéreme un rato que no

tardará en venir la rosa por la carne.

¿Y quién más le va a dar fija?

No tenga pena. Yo la espero.

Vos, Alejandro,

córtame 3 £ de rojo y molesto.

Una libra de la carne

que está ahí colgada.

Pero no la que trajiste hoy.

Todavía hoy, de la de antier.

Quieren fiado y encima de eso,

buena carne.

Ahorita doña Olga, solo saco este pedido.

Te apuras

porque a esa doña seguro la tengo

aquí en un ratito.

Pues sí, Esperancita, disculpe,

pero con el negocio uno

tiene que estar con el ojo bien abierto

para que no le hagan una pasada.

Ay, pues que necesito un préstamo

porque hoy sí me quedé sin nada.

Ay, qué vida tan dura

la que le tocó a usted.

Ya ve. Su marido murió por borracho.

Su hijo y su nuera se van

y le engalanan a los patojos.

Y usted, con los años que tiene encima es.

Intuyo que le ladre.

Buenas, doña Olga.

Disculpe que las interrumpa,

pero mire que me encargaron más almuerzos

y se me acabó la carne.

Le está yendo bien con el negocio.

¿Verdad, doña Rosita?

Así debe ser el billete

que está recibiendo.

Hoy más o menos.

Ya ve que con lo que ha subido la carne

y de paso que doy fiado.

Pero eso no es culpa mía.

Yo también vivo del negocio, así

que por esta vez le voy a dar fiado.

Pero me deja algo en prenda.

Mire esos.

¿Sus aretes son de oro, verdad?

Pues sí.

Déjamelos y mañana a primera hora

que me pague, se los devuelvo.

Bueno, doña Olga. Gracias, doña Rosita.

Ese dinero me va a servir

para mi ofrenda de lunes.

Mañana sin falta.

Doña Olga.

Alejandro, Dale su mandado, doña Rosita.

Ahorita, doña Olguita.

Gracias, doña Olga.

Nos vemos.

Bueno, ahora sí, Esperancita, Dígame.

Porque ya perdí mucho tiempo con usted

y tengo mucho que hacer.

¿Ay, pues como le decía, será

que me presta 200 quetzales

y se los paso a fin de mes? ¿Qué?

Pero ya me debe y me está pidiendo mucho.

Y no, doña Esperanza,

usted sí que la friega.

Yo creo que no se va a poder.

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