Toma Mi Mano USA

Episodio 37: Fotos en el teléfono

Episode Summary

La discusión entre Gabriel y Alex llega al límite. El Diablo lanza serias amenazas mientras Don Raúl acusa a su hijo, Jefferson, de engañar a Andrea con su jefa. Por otro lado, Ruth intenta sacar a Silvia de la casa. La vida de nuestros personajes está a punto de cambiar y tú serás testigo. Escucha tu audionovela hoy mismo.

Episode Transcription

Es el momento de empezar.

De nuevo juntos.

Volver a nacer.

Como a mí no.

Como te digo.

Así tiene que salir. Hoy te encargo.

Nos hablamos al rato.

Miopes.

A la gran chica.

Qué calor está haciendo en la calle.

¿Qué onda, Gabriel?

¿Qué pasó, Alex?

¿Y por qué vienes tan contento?

Es que hoy estuvo tuanis

la onda en el instituto.

¿Qué? Vamos a almorzar.

Me vengo muriendo del hambre.

Mandé a traer una pizza.

Ya no tardan en llegar.

Qué buena onda.

Ojalá se apure.

Qué buena está el agua.

Ah, mejor una chelita bien fría.

Ahí hay una refri para que se

te quite el calor.

Nel, tengo que leer un montón ahorita

en la tarde.

Además, la chela ni me gusta.

Esa amarga, Esa babosa.

¡Ah! No sabes de lo que te perdés.

¿Y qué te traes

vos, que entraste todo feliz?

Ah, es

que estuve casada, que ando con la Bárbara

y andamos de novios otra vez.

Eso vos, Alex, esa chavita está muy bien.

¿Y qué?

No me digas que solo andan de manita

sudada.

Eso no se pregunta vos.

¿Qué se me hace?

¿Que no vas a pasar de Zope a Gavilán?

Hay que ponerse vivo, carnal.

Por eso no me gusta contarte mis cosas.

A vos rápido te camina la mente.

Así debe seguir Alex. Vos mucho la pensás.

¿Y qué?

¿También te la traés con la Lucía?

Bah, Nel. Lucía es mi amiga.

No te hagas.

¿Entonces por qué andaban tan juntitos

hoy en la feria?

No digas tonteras vos.

Ella me estaba contando unos clavos

que tiene con su novio.

Ma, ese maje del Carlos.

Vos en lo que estás.

Ya se la hubieras volado, hombre.

Más de donde escoger, carnal.

¿Cómo vas a creer?

Yo no le hago eso

a mis cuates. Ni a él ni a ella.

Sos un pendejo, va.

Pero allá.

Si no aprovechas, entonces

que te vas a quedar solo con la Barbarita.

Pues sí, en eso estamos.

Pero no estoy seguro.

Celebremos, carnal. Tomémonos

unas chelitas.

No hay que ponerse a tomar

para celebrar, Gabriel.

Con la pizza es suficiente. ¿Aburrido?

Yo sí me la echo a tu salud, carnal.

Vos de cualquier cosa

te agarras para ponerte alegre.

La vida hay que vivirla.

Ya. Lo demás pela.

Por eso no entiendo por qué seguís

estudiando si no vale la pena.

¿Cuándo

vas a dejar de ver esa babosada, hombre?

¿Cómo vas a creer?

Es más, mirá lo que me dieron hoy.

También por eso vengo contento.

Y ese papel que dice.

Son mis notas del bimestre.

Soy el segundo

con mejor promedio de mi clase. Gabriel.

¿Te das cuenta? Soy pilas en los estudios.

Pues esa inteligencia

es la que necesitamos en mis negocios.

Por eso deja de ir al instituto

y te venís a transar conmigo, hombre.

Nel, yo paso.

Me quedo en las clases para seguir sacando

buenas notas.

Mira, quiero ver.

¿Sabes para qué

sirve hacer tu papelito en la vida real?

No, no sirve para nada.

Acá están tus buenas notas. Mira.

¿Por qué rompiste eso, mula?

Porque la verdadera escuela

está en las calles, carnal.

¿Eso crees vos, Gabriel? Yo no. Dame eso.

¿Para qué la quieres? Ya la rompí.

Aquí está tu papelito, basura.

Quítamelo si podés.

Dámelo.

¿Por qué

siempre arruinas las cosas que yo hago?

No te gusta que estudie

ni que vaya a jugar fútbol.

Parece que te caigo mal, Manu.

Ah, y hablando del fútbol.

Qué bueno que me lo recordaste.

Decime, Alex.

¿De dónde sacaste esos zapatos?

Son mis tacos nuevos.

¿A vos qué te importa dónde los conseguí?

Vos no tenés piso

para comprar zapatos de fútbol.

Si te lo robaste, me llegás.

Yo no soy ladrón.

¿Entonces quién te los dio?

No te voy a decir.

Dame mis zapatos.

Dámelos.

Te digo de plano que te lo dio

el viejo mula de cruz.

¡Bah!

Pero vas a ver lo que hago

con estos zapatos basura.

¿Qué vas a hacer con mis zapatos?

Deja tu navaja. No seas enganchado, mano.

Hizo bien. Ya sabe. ¿Qué?

Dame los rieles, Gabriel.

Dámelos a Alex.

¿Por qué metiste la mano, mula?

Hoy a la granja.

Me jodiste con la navaja.

Vos tenés la culpa. Tan chillón.

Eso no es nada para

todo lo que te va a pasar en la vida.

Ya te saliva, hombre.

Toma mi mano.

¿Quiere tecito, señora?

Sí, señor.

¿Cuánto de azúcar?

Que carreritas, por favor.

¿Listo?

Gracias. También hay pastelitos.

¿Quiere uno?

Qué rico.

A ver. ¿De qué quiere?

Hay de chocolate y de fresa.

Ya está la cena.

Vamos a comer. ¿Y los pasteles?

Llevémoslos para el postre.

¿Qué decís? Sí.

¿Qué pasteles?

Ah, son los pasteles de la cafetería.

Doña Conchi. Es verdad, mi amor. Sí, papi.

Doña Conchi, Igual que tu abuelita.

Sí, mami. Igual que mami. Igualita.

Ya me había alegrado.

Pensé que habías traído pasteles. Mmm.

Triste. Tu casa.

Pero mañana sí les traigo.

¿Ya quieren ver chispas de chocolate?

Con mucho gusto.

Princesa de chocolate.

De fresa, de vainilla.

De todos los sabores. Te voy a traer.

Sí, papi.

Bueno, la cena ya está lista.

Vamos a comer. Vamos, Emma. Levantémonos.

Súbete a mi espalda.

Te voy a llevar como caballito. Sí.

Vayan al comedor.

Voy a ver quién es. Vámonos.

¡Arre, caballito!

A mi caballito.

Don Raúl.

Buenas noches.

¿Ya vino Jefferson? Sí. Ahí está.

Pase. Adelante, don Raúl.

No tenga pena.

Vaya a llamarlo. Permítame.

Jefferson, te busca tu papá

en bosque.

Haciendo la de burro. Hola, abuelito.

Estoy jugando con la nena.

Eso es para las viejas, hombre.

Emma, mi amor.

Vamos a comer.

Mami te queda con mi papi.

Y hablando de viejas.

Tranquilo, papá.

Usted siempre con lo mismo.

¿Querés que peleemos?

No, hombre. Yo solo decía.

Me tienes.

Miedo a. ¿Miedo?

Usted mejor dígame qué vino.

A hablar con vos.

Pero de hombre a hombre. Emma, venite.

Papi tiene que hablar con tu abuelo.

No quiero quedarme con mi papi.

No, mi amor.

Vamos a cenar.

¡No, mami!

Deja que se quede aquí conmigo.

Andrea. Jefferson, ya es tarde.

La nena tiene que comer.

Este quiere cenar con nosotros. Papá.

Guaro te acepto.

Ay, si le quedo.

Mal, entonces no quiero nada.

Ay, Te apuras, Jefferson.

Espérese. Espérese.

Yo digo que mejor se quede tu mujercita,

mijo.

¿Por qué?

Para que se entere de una vez

lo que andas haciendo.

¿Cómo así, papá? Bien escondido.

Lo tenía tu amigo. ¿De qué está hablando?

No le entiendo.

De que andas engañando a la

Andreíta. ¿Qué?

Como dicen.

No te hagas patojo.

Está bueno que ya

por fin saques lo Orellana.

Y que se dé cuenta esta mujercita.

Realmente como sos, Don Raúl.

Usted no tiene ningún

derecho de tratarnos así.

Ay, patoja, yo tengo todo el derecho

de hablar como quiera mis propiedades.

Les recuerdo que esta es mi casa.

Ya, mi amor, tranquila.

Déjala.

Es que se sienta indignada

por lo que andas haciendo.

Yo no sé de dónde se sacó ese cuento,

pero yo no le ando jugando chueco.

Andrea. De nada sirve que lo ocultes.

Ayer dejaste tu teléfono en la casa

y ya vi las fotos.

¿Qué fotos? Jefferson. No sé.

No entiendo de que está hablando

mi papá. Ya contale, hombre.

¿O qué? ¿Le tenés miedo? Me vas a decir.

Mire, papá, nada de lo que está diciendo

es cierto.

Cómo no.

Si ahí tenés la foto con esa tipa

toda engreída, con ese su traje.

Y eso es lo que me encabrona.

¿Por qué te buscaste una mujer

igual que la Andrea?

Papi, no pasa nada, mi amor. Jefferson.

¿Es cierto lo que dice tu papá?

¿Me estás engañando?

Toma mi mano.

Espero que

estés contenta ahora

que tu tío te dio permiso de ir a Atitlán.

Pero si ni le dio permiso.

¿Quién dice que no? No empeore

las cosas, Silvia.

Ay, Ruth.

Es que decirte que viaja contigo

no es darte permiso.

Déjalo así.

¿Qué tanto murmuran ahí? Nada, mamá.

Apúrense a ordenar mi ropa.

¿Y Ruth? A dónde. ¿Vas?

Ya vengo.

Voy a traer de una vez

la ropa que está allá afuera.

¿Y vos, mamá? Ahora. ¿De qué estás

enferma?

Ya no aguanto mi espalda. ¿Seguro?

Porque sigo cansada de la feria.

Ay, mi mamá.

Sí, Ya pasó un montón de tiempo y apenitas

fuiste un rato

y no quisiste hacer mayor cosa.

Pero hice el esfuerzo de ir con tu tío,

ya que ninguna de ustedes

quiso acompañarlo.

No me diga que él ya no se acuerda

cómo es una feria.

Tampoco se fue hace 15 años.

No hables así de tu tío.

Sos una abusiva, Silvia.

Él no me hace caso.

Cuando le digo

que no me abrace tan fuerte.

Pero a él no le decís nada.

Porque él sabe lo que hace

y solo hace lo que quiere.

Además, siempre ha hecho todo

porque nosotras estemos bien.

Un abrazo. No te va a hacer daño. Ajá.

Pero ya que mencionaste

lo de mi enfermedad

hoy, mejor me voy a acostar un rato.

No vaya a ser que me ponga peor

con este dolor de espalda.

Bueno.

Silvia se acostó.

Ayúdame con la ropa,

que se me cae una blusa.

Ya la agarré.

Pues dice que le duele mucho su espalda.

Ya sabes como es.

Bueno, ojalá descanse.

Pero tanto que nos pone a hacer mi mamá

y ni nos ayuda.

Dejala que descanse, si eso quiere.

Dijo que hoy

tengamos ordenada su ropa antes de irnos.

Y ella no es muy ordenada que digamos.

Eso si.

Además del montón de cosas que tiene,

hay ropa que ni se pone

y así quiere seguir comprando.

Pero ya ves que eso es lo que la hace

feliz.

¿Y viste como le cambió la cara

cuando le dijiste que te iban a pagar más?

Se alegró.

Sí, pero saber si va a pasar. ¿Por qué?

Pues porque como el tío

dice que se va a ir conmigo a la fuerza

y eso no está permitido

en los viajes de la cooperativa.

¡A veces me cae muy mal el Oh my God!

Si son igualitos con mi mamá.

¿Por qué decís eso?

Porque molesta mucho y aunque él

me de dulces no me cae muy bien.

Y le seguí recibiendo los dulces. ¿No?

O bueno, solo a veces.

Ya te dije que no le recibas nada.

No me gusta que te esté regalando cosas.

Y te pide algo a cambio.

¿Como qué?

No sé.

Que lo abraces. Un beso.

A veces me dice que lo agarre de la mano

cuando venimos de la tienda y no me gusta.

Entonces no lo hagas.

Y si insiste, avísame.

¿Oíste?

Está bien. Ruth.

Ruth, compremos helados.

Tenemos que terminar de recoger

y doblar la ropa.

Solo vamos a comprar el helado y entramos.

Si no, ya no lo vamos.

Alcanza. ¿Hola?

Sí, Hola. Sí. No seas mala.

No me hagas carita de perro.

Silvia.

Está bien.

Vamos por los helados.

Ruth. Silvia.

¿A dónde van ustedes?

Solo vamos a comprar helados.

¿Quieres uno? Mmm.

Está bien,

Pero quiero uno que no sea de leche.

Ya saben que me hace mal.

Mamá. ¿Desde cuándo le hace mala leche?

Pues ya ves que con la edad

uno va desarrollando enfermedades.

Pero espérame.

Mejor voy a ver con ustedes.

Mamá, nos vamos a adelantar.

Si no se va a ir el carro.

Ahorita

las alcanzo, que tengo que ir despacito.

¿Está rico el helado?

Sí, Por eso siempre que pueda, compro.

Entonces, Ruth, si vas a viajar.

¿Cuánto más vas a ganar? Ay, mamá.

¿Mejor dígame Qué tal su helado?

Derritiéndose.

Ustedes que no quieren entrar.

Y con este sol. Además,

yo no debería estar afuera.

Me dan alergias.

Entra si quieres, mamá.

Aunque no entiendo tus enfermedades.

En vez de aprovechar el bonito día

que hace.

Ya cállate,

que por tu culpa Ruth no me contesta.

Pues sí, Ruth.

¿Te van a pagar más o no? ¿Cuánto?

Aún no me han dicho. Mamá,

sos una mentirosa.

¿Seguro no me lo decís porque te

quieres quedar con una parte

que se me hace que mejor

voy a ir a la cooperativa

a preguntar cómo está ese asunto del pago?

No, mamá.

Si usted misma va a traer mi cheque

mes a mes.

Ahí lo va a haber.

Tan exagerada que sos, mamá.

Vos, Silvia, entra a la casa que nada

estás haciendo aquí con nosotras.

Yo estoy tranquila comiendo mi helado.

Que te enteres, le dije.

Y Ruth, No creo que no te digan

cuánto te van a aumentar en tu pago.

Solo sé que me van a pagar más mamá.

Lo suficiente para que las tres vivamos

bien,

así que no es necesario

que el tío esté con nosotros.

Ya decía yo que por algo

insistí tanto en ese viaje.

Lo que querés

es sacar a mi hermano de su casa.

Esta no es casa del tío

mamá, es nuestra casa.

Mira, Ruth, si vos te querés ir, andate.

Pero ya no voy a sacar a tu tío de la

casa.

Está bien, me voy de la casa.

Eso sí, si te vas,

ni creas que vas a sacar algo de aquí.

No importa, mamá.

Y aunque te vayas, me tenés que seguir

dando tu sueldo porque me debes la vida.

Se lo voy a dar.

Pero me llevo a Silvia.

No, ni lo pienses.

Silvia se queda conmigo

hasta que me muera.

Tiene que cuidarme. Y también a tu tío.

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