Toma Mi Mano USA

Episodio 43: Un hogar en riesgo

Episode Summary

Don Raúl arrastra a Jefferson a una pelea, amenazando con despojarle de su hogar si no cede a sus demandas. Gabriel se encoleriza al oir del nuevo trabajo de Alex. Sus amenazas podrían cambiar el rumbo de su vida laboral. Por otro lado, Doña Olga siembra dudas en Esperanza con una revelación ¿Se desmoronará todo?

Episode Transcription

Toma mi mano para sentir lo.

Que dice mi gente.

Eso, Raúl.

Aquí está mi patojo.

Este mijo es un cabrón.

Mucha.

Así que me lo respetan

porque va a ser papá de un varón.

¡Bravo! Felicidades.

Así que a celebrar.

Se ha dicho.

Vamos, Jefferson,

que yo aquí tengo mesa reservada.

Acá está la gran papá.

¿Cómo se le ocurre hacer esto, hombre?

¿Tiene fe?

Si es la primera vez que venís conmigo,

hay que celebrarlo.

Y aquí está, lleno de humo.

Usted, Con lo mal que me cae.

Deja de quejarte como mujercita

y sentate de una vez.

No, papá, yo no puedo estar aquí.

Jefferson,

no te me vayas a echar para atrás ahora.

Usted me trajo obligado.

Que no se le olvide.

Lo bien que te asustaste cuando

te dije que te iba a echar de la casa.

Hay quien no se va a asustar

con semejante amenaza.

¿Que dice mi compa? ¿Cómo está Sebas?

¿Qué dicen los negocios?

Como siempre, solo ganancia.

Eso está bien.

Te presento a mi patojo, Jefferson.

Es el capitán del Renacimiento Junior.

Mucho gusto. ¿Y los demás? Ahí andan.

Como dice la canción.

En la mesa del rincón.

Ta bueno.

Les caigo al rato.

¿Te traes a tu patojo?

Tal vez nos da su autógrafo.

Eso solo si nos invitan. Me extraña.

Vamos de una vez. Llegamos al rato.

Primero

nos vamos a echar un par de litros.

¿Nosotros?

Bueno, como vos digas.

Ahí se llegan. Pues.

Julia.

Raúl. Esperando a que me llamaras.

Estaba.

Así me gusta.

Tráete un cubetas o corazón.

Ya voy, Raúl.

Mire, papá, Ni se le va a ocurrir

que nos juntemos con esos. Sus.

¿Por qué tener miedo?

Usted sabe que a mí

no me gusta andar con bolos.

Suficiente tengo con usted.

Ay, patojo. Triste tu caso.

Por si no te has dado

cuenta, aquí solo bolos hay.

Papá tiene saldo.

¿A quién quieres llamar? Al Andrea. Sí.

Para saber cómo siguió.

La gran chica con vos.

Las mujeres son las que se preocupan,

no uno de macho.

¿Usted se dio cuenta cómo estaba

papá? ¡Cállate!

¿Venimos a celebrar o qué?

¿Y no le pediste a tu mamá

que se quedara con ella?

Deja que se consuelen ellas, hombre.

Aquí está el primer cubetas.

Gracias, Julita.

Y ahí va a haber.

¿Por qué? Te estabas tardando mucho.

Tranquilo, Raúl.

Sí. A ti siempre te atiendo primero.

Ojalá, abue.

Te llamo al rato

que te tengo un trabajito para hoy.

Ay, lo mismo de siempre.

No, Julita.

Hoy va a ser otra cosa.

Hoy te cuento.

Luego va pues.

Pero no me vayas a hacer esperar tanto.

¿Qué quiso decir con lo mismo de siempre?

Ya vas a ver, hombre.

No puedo creer que aquí se venga

a gastar su dinero, papá.

Yo gasto mi pisto donde se me dé la gana

y con quien yo quiera.

Y deja de estarme reclamando

delante de los demás.

Ya sé

por qué no les paga bien a mis hermanos

por andar presumiendo que tiene billete.

Y se puso bravo el patojo.

Pero con tu tata

no te pongas así que salís perdiendo.

A Bien, papá.

Pero es un desperdicio

lo que viene a hacer aquí.

Mira, Jefferson,

aquí no hay ningún grupito de iglesia

para que me vengas con cuentos.

Mejor agarra una botella

y empecemos a celebrar. Puede.

¿Papá?

Tengo que saber cómo está Andrea.

Vuelve la burra al trigo.

¿Sabes qué es lo que te va a caer bien?

Echarte un par de tragos conmigo.

Vine con usted

para que dejara de molestar. Andrea.

No, para otra cosa.

Déjate de mates, Jefferson.

Acordate que

cuando me sacan de mis casillas,

yo no ando

viendo si es o no es mi familia.

La vida. No haga escándalos, hombre.

Agarra tu botella.

Ya está. Mire, ya la agarré.

Ahora brindemos.

Salud.

¿Eso te costaba ser?

Bueno, ya estuvo.

Eso decís ahorita.

Pero después vas a querer más.

Vas a ver, cariño.

Hijo.

Mira, Julia,

quiero que le vayas a bailar a mi hijo.

Ahorita ya está medio entonado.

No pasa nada.

Con gusto, Raúl.

Además, está bien guapo tu hijo.

Ya viste.

De tal palo tal astilla.

Y llévate un cubetas más.

Con mucho hielo.

Lo voy a llevar

porque eso va a estar ardiendo.

Así mero. Me gusta apurarme.

Ya que no querés ir con mis cuates.

Va a venir algo mejor.

¿Qué cosa?

Ahí viene.

Hola, Jefferson.

Hola.

¿Podés ver y tocar cantito?

No hablo patojo.

Gózalo.

¿O qué?

No sos hombre.

Yo soy bien bacán.

Toma mi mano.

Para, Gabriel.

Ya regresé.

Vamos a refaccionar. Ahí. Déjalo.

Mano, o se va a enfriar.

¿Qué trajiste? Pues.

Un par de chochitos para cada uno.

¿Y el de Ava?

Yo te dije que quería enchiladas,

no chochitos.

Pero ya no había.

A que la canción.

Vos, Gabriel, ya andas todo maleado.

¿Qué onda? Deja de hablar babosadas.

No tengo ganas de hablar

nada. Y menos con vos.

Parece que te dejó la traída vos. Sí.

Pues cálmate, hombre.

Mejor comé.

Bueno, yo ya terminé.

Ahí nos vemos al rato.

Vos, carnal. ¿Por qué comiste tan

rápido? ¿Cuál es tu prisa?

Es que tengo cosas que hacer.

¿Y a dónde vas?

Voy a juntarme con el Carlos

Lucía y la Bárbara.

Vamos a jugar

un cacho de básquet en la cancha.

No me des casaca, carnal,

porque te conozco.

Decirme la verdad.

¿Para qué me preguntas

si no me vas a creer?

De verdad que estás muy sacado de onda.

Ojalá que cuando regrese ya estés calmado.

Alex, vos no vas a ir a ningún lado.

¿Y qué onda con vos?

Porque estás encabronado conmigo.

Mirá vos, Alex.

Me contaron que te han visto como Charito

cargando bultos y cajas.

¿Y quién te contó eso?

La gente del mercado. ¿Y quién más?

Pues sí, es cierto.

Y que ando trabajando en las tardes

para ganar un cacho de billete.

¿Qué tiene de malo?

¿Cómo que qué tiene de malo?

Alex, vos sos mi carnal.

No necesitas hacer la de chilero de nadie

y menos de ese viejo mula de cruz.

No seas exagerado, Gabriel.

Le cargó el pico al profe Cruz,

pero también estoy aprendiendo a manejar.

Es un trabajo como cualquier otro humano.

No seas maje.

Ese es brete para gente pobre.

Y nosotros ya no somos pobres.

Tenemos plata.

¿Qué no te das cuenta?

¿Vos tenés más pisto que antes?

Yo no.

Pero la plata que tengo es para los dos.

Para que te compré las chivas que quieras.

¿Cuánto quieres? Decime.

No se trata de.

A 300, 500.

Chespirito, Decime cuanto, hombre.

Yo no quiero saber nada de esa plata.

Gabriel, Mano.

Dentro de poco está.

Vamos a cambiar de casa.

Ya quiero salirme de esta casucha

en la que crecimos.

Vámonos a otro lugar más encauzado.

Deja de cargar bultos.

No quiero que miren a mi broder

cargando basura.

Eso no es bueno para vos.

Cargar bultos del mercado

es un trabajo honrado, Gabriel.

Ah, como así tenés clavos

con lo que yo hago.

Yo no he dicho nada, Gabriel.

No me des paja. ¿Vos

crees que lo que hago está mal?

Va al. Suave carnal.

Solo quiero que entiendas que a mí

no me gustan tus ondas.

Por eso no querés hacerme la pala

y ayudarme en los negocios.

¡Bah!

Lo que pasa es que.

Mira, pues yo quiero vivir tranquilo.

Y la onda con vos es demasiado gruesa.

Así es la vida, Manu.

¿Vos qué crees?

Que el piso crece en macetas

o que la gente rica viene

y te lo da así de buena onda.

Ya lo sé,

pero es mucho relajo ahí con vos.

¿Yo prefiero ganar mi billete,

jugar fútbol porque es la única onda a la

que le encuentro emoción, me entendés?

El bote es chilero,

pero solo para pasar el rato.

¿Bueno, entendés

que eso no te va a dar para comer, Manu?

Tal vez, pero cuando estoy dentro de

la cancha yo sé bien para dónde moverme.

Me adelanto las jugadas.

A veces hasta creo saber

qué están pensando los otros jugadores.

Ya ves, eso es lo que necesito conmigo.

Vos sos bien cabrón carnal

y te quiero ayudándome a Gabriel.

Vos no me escuchas.

Te oigo fuerte y claro, carnal.

Pero lo único que decís son pendejadas.

Vivís soñando, Alex. No parecés mi carnal.

Tal vez sería mejor no ser nada tuyo.

Gabriel Pues para tu desgracia

sos mi sangre y no me vas a dejar.

Alex.

Desde hoy, te guste o no,

vas a hacerme el paro.

Y olvídate del campo.

Eso no, Gabriel.

Yo voy a seguir jugando y vos

no me podés detener.

¿Vos crees que no?

Ya no vas a seguir jugando en el equipo

y tampoco vas a cargar un bulto

más para el viejo ese de Cruz.

Para que veas que sí.

Y no me importa lo que vos digas.

Ya me voy.

No te voy a seguir

escuchando. Alex, vení para acá.

Si te miro en

el campo o por el mercado,

el que se va a ir, su cruz.

Si no me haces caso esta vez

si me lo quiero muerto

el perro, se acabó la rabia.

Toma mi mano.

Esperancita.

¿Y ese milagro que me viene a visitar?

Sí, doña Olga.

Aprovechando que hoy trabajé

en la casa de su cuñada.

Vine a pagarle lo que le debo.

Ah, pero qué bien.

Pase, adelante.

Espéreme un momento.

Solo voy por mi cuadernito.

No tenga pena. Aquí le espero.

Pero siéntese en lo que regreso.

Pues viene Esperancita,

con la colita que trae del mes pasado, más

los intereses

y los 200 que le presté hace poco

suman 367 quetzales con 48 centavos.

A mí me sale otra cuenta. ¿Sabe qué?

Mejor redondeemos

y págueme los 367 y 50 centavos.

Así no estamos pendientes de centavitos.

Ay, pero yo me acuerdo que era menos.

Recuérdese que los intereses van creciendo

día a día.

¿O qué?

¿Esta desconfiando de mí? Mire, doña Olga.

Mejor voy a pagarle de una vez.

Ahorita que tengo el dinero.

Aquí tiene 100 200 350,

67 Y sus 50 centavos.

¿Y ese milagro?

Que tenga el dinero completo para pagarme.

Como he tenido que venir más días

con su cuñada,

pues he podido juntar el dinero.

Bueno, y es que también ya no

tuvo que hacer tanto gasto con su nieta.

Lo dice por lo de las candidatas.

Porque otra cosa iba a hacer.

Pero me alegra que se haya plantado

con ella.

Mire, doña Olga,

ya no quiero tocar el tema de mi nieta.

Usted se enoja mucho y luego sé que tiene

razón y no hay no como contestarle.

Ay, por Dios, Esperancita,

no se lo tome tan a pecho.

Ya sabe que esas cosas siempre se dan.

Pero es molesto estar con esas, Doña Olga.

En lo que está conmigo, lo que pasó

y hasta enterrado.

¿Además, con quién va a ir usted

si llega a necesitar dinero otra vez?

Bueno, pues en realidad no sé. Ya ve.

Recuérdese que yo soy su amiga

y estoy para servirle

cuando necesite dinero prestado.

Pues qué bueno

que me deje las puertas abiertas.

Mire, Esperancita, por un par de patojos

que ni son sus hijos,

no vamos a perder una amistad

de tantos años.

Pero son mis nietos, doña Olga,

y los he criado como si fueran míos.

Ah, pero que de a petate.

Su hijo y su nuera se van

y le dejan los paquetitos.

Bueno, es mi hijo, tengo que apoyarlo.

Pero mire a Lucía.

Pues comprando sus vestidos,

sus zapatos, dándole para que estudie.

¿Y cómo le paga?

Pues fíjese que ella

me insiste que no está embarazada.

Yo creo que tal vez me está

diciendo la verdad.

En lo que está

eso le dice porque tiene miedo del castigo

que le toca por calentona.

Ella sabe. Que puede confiar en mí.

Pero no confíe en ella.

Mejor exija

le que le diga de quién se embarazó,

porque como ya le dije, mi

Carlitos sería incapaz de tocar a Lucía.

Yo ya le pregunté a mi patojo y él me jura

que nunca ha hecho nada con la Lucía.

Y yo le creo.

¿Sabe qué?

Ay, que llegue a la casa,

Me voy a sentar a platicar con ella

y le voy a pedir que me diga la verdad.

¿Esperancita Pero qué le pasa?

¿Cómo que se va a sentar a platicar?

Usted es la que manda

y ella le tiene que obedecer.

Le tiene que decir con qué patojo

se metió.

Pero tengo que confiar en mi nieta.

Pues esa, su nieta

es una ordinaria y malcriada.

¿Cómo cree que se puede confiar en ella?

¿Y por qué lo dice?

Pues hace unos días yo quise aconsejarla.

¿Me puse a pensar

Tengo que apoyar a Esperancita?

Voy a platicar con Lucía.

De veras, Doña Olga.

Usted sabe que yo me preocupo mucho

por todo lo que le pasa.

Gracias, doña Olga.

Pero no va a ver que la patoja me ofendió.

Viera cómo me trató de mal.

¿Pero cómo fue eso?

Pues como yo le dije que no nos mintiera

y que se pusiera la mano en la conciencia

y que no le hiciera daño a usted.

Ajá. Se atrevió a decirme vieja amargada

y otras barbaridades

que no quiero mencionar.

¡Ay, qué vergüenza! ¿Se da cuenta?

Yo solo quería ayudarla.

Pero mire cómo paga esa patoja.

Pero yo la voy a regañar.

Ella sabe que debe respetar

a todas las personas.

Pero lo que es su nieta

está lejos de entender eso.

Ay, con esta, mi niña.

Una de cal y otra de arena.

Su nieta la tiene engañada con esa.

Su cara de niña buena.

Mire, doña Olga,

todos los jóvenes tienen su lado difícil.

Pero a su nieta se le pasó la mano.

Si usted viniera a mis reuniones,

seguro otro gallo le cantara.

Esperancita.

Pues doña Marta

me aconsejó que platique con ella

y pienso llevarla para que me la mire.

Ya ve las cosas que dice esa señora.

Mejor llévela a la capital.

No se confíe de cualquiera que le hagan su

buen examen de laboratorio, Esperancita.

Voy a ver si quiere que vayamos.

Ay, por Dios santo.

La niña la va a mandar a usted.

No, ella no me manda. Pero es que.

Es que no es.

Cuando ella quiera, es cuando usted diga.

Sí, así es.

Pues entonces

agarre el toro por los cuernos.

Usted es la que decide.

Llévela a que le hagan sus exámenes

de laboratorio.

¿Sí, Verdad?

Aunque es dinero perdido.

Porque esas pruebas

solo van a confirmar lo que ya sabemos.

Lucía está embarazada.

Toma mi mano.

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