Mientras los jóvenes disfrutan de un día lleno de diversión en el río, Jefferson enfrenta una carrera contra el tiempo para conseguir el dinero para pagar la emergencia hospitalaria. Por otro lado, Ruth se encuentra en una situación peligrosa, recibiendo amenazas que podrían cambiar su vida.
Toma mi mano.
Que buena idea la de venir
un rato al río, muchacha.
Si vos, Lucy.
Es que con tantos trabajos que dejan
en el instituto no hay tiempo para echarse
una vuelta por acá.
Ustedes.
Porque se la pasan entrenando en el campo de fútbol.
Mucha. ¿Y el Alex?
Y nosotros que vamos a saber.
¿No es tu novio?
Pues mire,
le llamo el Alex y va a tirar del lazo.
Cuidado, mi.
Amor.
Háganse a un lado que ahí les voy.
A la gran voz.
Alex, te pasas.
¿Qué les pareció?
Voz de milagro.
No se rompió ese lazo.
Tiene años de estar allí.
Ahora seguís vos, Carlos.
¿Eh? Al rato.
Vos. Amigo, a mí.
No mucha. No es miedo, es precaución.
Con Carlos estás pendiente. Vos, Alex.
Mejor no lo vuelvas a hacer.
No quiero quedarme viuda antes de tiempo.
Muchá.
Ustedes no nos han contado nada de
cómo les fue en la capital.
Son meros egoístas. ¡Bah! ¿Ah, sí?
Estuvo calidad.
Jugamos en cancha de grama, Así,
bien de lujo.
Y luego conocimos a mi Funes.
Ya vas, Carlos.
Vos dándonos casaca.
¿En serio? Vos, Bárbara,
Pregúntale a tu amorcito.
Es cierto, muchachos.
Memín es uno de los mejores jugadores
guatemaltecos de todos los tiempos
y nos vio entrenar, habló con nosotros
y hasta nos tomamos fotos con él.
¡A la que emocionante!
Ustedes cuando salgamos del río
nos enseñen las fotos.
¿Y cómo llegó al entrenamiento?
Pues resulta que Don Cruz
conoce a Memín desde que eran chavitos.
Dice que jugaban juntos
en un campo de su barrio.
Con razón don Cruz sabe tanto de fútbol.
Él invitó a Memín
para reunirse con nosotros.
Imagínense, no solo ya habíamos entrenado
en el Estadio Nacional,
sino que después aparece Memín
y nos da una charla.
Nos dijo que todos en el equipo
teníamos un buen juego.
Simón es
un tipazo ese Juan Manuel Funes
nos felicitó un montón y cuando ya se iba
dijo que algún día vendría
a vernos a jugar a San Juan.
Bueno, muchachos,
como que ya es hora de salirnos del agua.
Ay, sí, Vamos, que ya me dio frío.
Yo te quité frío y. Luz y ya vas.
Carlos, Vos y tus cosas.
Vos, Alex, Ya no me contaste
que fue lo que te dijeron el profe Memín
cuando te llamaron a vos solito.
Y ya no les conté nada, ni a vos
ni al resto del equipo,
porque no quiero ilusionarme. Tanto.
¿Pero qué es? Contanos.
Nosotros no le vamos a decir nada
al equipo.
Va, pues es que primero
me dijo que le gustó mi visión de campo
y mi trabajo en equipo.
Ajá. Y después me dijo que va a intentar
buscarme una beca en su escuela de fútbol.
A la que chilero vos, Alex, qué alegre.
Y ya estando.
En la escuela puedo hacer una prueba
con la selección sub17.
No creo que tengas tanta suerte.
Eso es pura envidia.
Muy chica de premio. Te voy a dar un beso.
Te lo mereces.
Ahora como que me gustas más.
Ya es hora de irnos muchá.
En un rato
va a empezar a llover. Simón, vámonos.
El que llegue de último.
La iglesia del pueblo invita. Las aguas.
Ni el bus. Carlos, No puedo correr.
Todavía me duelen las piernas
del entrenamiento en el estadio.
Pues te va a tocar invitarnos.
Si no corres, Vámonos. Bárbara.
Lucía.
¿Vos tampoco vas a correr, Lucía? No.
Que se adelanten aquellos.
Es que quería pedirte una disculpa, Alex.
¿Disculpa De qué o por qué?
Por haberle contado a Don Cruz que te
quería salir del equipo y esas cosas.
Ah, no le pongas coco a eso.
Y también quería
decirte que tomaste una buena decisión.
Así, Lucía.
Y te cuento que ya no vivo con Gabriel.
¿En serio?
Que alegre.
¿Y ahora dónde vivís?
Con Don Cruz y doña Betty.
Qué bueno, Alex.
Es por el momento,
porque si me sale la beca
creo que me voy a vivir a la capital.
Es triste que te vayas,
pero sé que el fútbol es tu vida
y si eso te hace feliz.
Estoy tan contenta por vos.
Gracias por estar siempre conmigo, Lucía.
¿Y por qué no?
¿Siempre has sido especial para mí,
Alex, y lo sabes de veras?
Hey, Hoy si nos toca correr.
Vamos, Alex, apúrate.
¡No! ¡Mis piernas!
Toma mi mano.
Jefferson.
¿Qué onda, Jefferson?
De qué rato se salvaba De gritarte.
Ay, de veras.
Ah, discúlpame, Rogelio.
Es que ahorita
ando pensando en otras cosas.
Todo distraído. Te miras que te pasa.
Si vos
no miras que Andrea está en el hospital.
Pues no friegues.
¿Qué le pasó Ayer en la mañana?
Comenzó con hemorragia y la llevé
a las clínicas privadas de San Juan.
Alan Ahí es bien caro. Vos.
Ya me di cuenta.
¿Y por qué no la
llevaste al hospital público?
Pues porque fue de emergencia. Vos.
Necesitaba que la atendieran rápido.
No nos podíamos arriesgar.
En eso tenés razón.
Pero contame. Andrea. ¿Está bien?
Sí, ya se está recuperando.
Pero hasta mañana le van a dar salida.
Bueno, la cosa es que salga bien
recuperada.
Sí, hombre, eso es lo importante.
Pero el asunto es que mientras más días
se quede en el hospital, más
caro me va a salir. Cierto.
¿Y, ya sabes cuánto te van a cobrar?
6000 quetzales. ¿Qué?
¿Si pierdes mano, hombre, y tenés
ese dinero buscándola?
Estoy por eso.
No vendiendo mi moto.
Rogelio, a vos no te interesa comprarla.
Gracias, Jefferson,
Pero la verdad, no soy de motos.
La gran. ¿Y no conocés a alguien
que le interesaría? Vos.
Ahorita no te sabría decir.
Fíjate.
¿Y cuánto estás pidiendo? 6000.
Mira que está casi nueva mano. Cierto, Va.
¿No hace mucho que la compraste? No.
Ahí te encargo.
Si sabes de alguien. Claro.
Voy a hablar con unos vecinos
y a ver qué tal.
Y discúlpame que en eso
no te puedo echar la mano,
pero si hay algo más que pueda hacer,
ya sabes que contás conmigo.
No tengas pena.
Con que me ayudes a ofrecerla
ya es bastante.
¿Y para dónde vas? Al mercado.
Voy al puesto de mi tía Olga.
Ah, bueno, caminemos entonces.
Yo también
voy al mercado a encontrar a mi mamá.
Vamos, Pues.
Buenas.
Jefferson.
Y ese milagro.
¿Qué tal, tía? ¿Como está?
A juzgar por lo que estoy viendo,
estoy muy bien.
No sea así, tía. Por qué dice. ¿Eso?
Es que tenés una cara que hasta un muerto
se mira mejor.
Qué mala onda, tía.
Uno que viene a saludarla.
¿Y cómo lo recibe?
Seguro que solo a visitarme. ¿Venís?
Hombre,
Usted siempre las agarra en el aire. Va.
Mire, tía, disculpe que la
venga a molestar, pero no tengo con
quién más ir.
Ajá. Ya decía yo que por algo
venías a ver mi hijo.
¿Cuáles son tus penas hoy día?
Yo venía a preguntarle
si no me presta unos 8000 quetzales.
A 8000.
Bestia, Hombre, No hable tan fuerte.
Ay, mijo, Disculpe, Pame.
¿Pero por qué quieres tanto?
Es que Andrea está en el hospital
y necesito ese dinero
para pagar y comprar medicinas.
Ay, pobre, pobrecita.
¿Y qué le paso?
Pues ayer tuvo complicaciones con el
embarazo y fue necesario internarla. Ah.
De eso estaba hablando
la gente de la colonia.
Entonces es que había entrado
una ambulancia.
Pero como yo no soy yuta,
no le puse importancia.
Si usted. Y por eso vengo a pedirle ayuda.
No tengo con quién más ir. ¿Y Raúl?
Pues no. Por culpa de él.
Es que estoy metido en todos estos clavos.
¿Cómo así, Jefferson?
Otro día le cuento, tía.
Lo que quiero saber es
si puede prestarme ese dinero. Mmm.
Lamento decirte que no puedo ayudarte,
Jefferson.
El negocio ha estado muy bajo
y hay mucha gente que todavía no me paga.
Ay, no me mate, tía, por favor.
Ay, mi hijo.
Solo porque sos de mi familia.
Pero no tengo más que 3000 para darte.
Bueno, pues eso ya es algo, tía.
Solo que el interés va a ser del 20%.
Mi nombre, porque tan alto.
De esto vivo mi hijo.
Ya ves que soy una mujer sola.
A mí nadie me ayuda.
La carnicería va de mal en peor.
Y si prestas para ayudar a la gente.
Lo hago de corazón.
Pero también necesito ayudarme.
¿Pero sabes qué?
A vos te voy a dar más tiempo
para que me pagues.
Para que veas que soy buena gente.
Bueno, si usted lo dice.
Bueno, entonces no se diga más.
Ahorita te doy el dinero. Gracias, tía.
Y mire, usted no sabe quién querrá
comprar una moto.
No me digas que estás vendiendo la tuya.
Sí, tía.
Tenía la esperanza de que usted me
prestara todo el dinero para no venderla.
Pero me va a tocar hacerlo. Jefferson.
Pero todo. Quiere un sacrificio.
Vaya, si no. Aquí está el dinero, mijo.
Ahora con lo de la moto.
Si hay alguien que te la
compraría, fíjate.
Así. ¿Quién es? ¿Tía? Gabriel.
El diablo.
Yo oí que Caval anda buscando una.
Toma mi mano.
¿Qué tanto buscas?
Ay, mi peine.
Eso Patojas. A ver dónde lo dejan.
Silvia.
¡Silvia!
¿Qué manda, mamá? Vení.
Sí, Teresa.
Tranquila, no es para tanto.
Las patojas son las que me ponen así.
No, solo que ya se está haciendo tarde.
¿Qué pasa, mamá?
¿Dónde está mi peine? No sé.
Es tu 4.º. Sí,
pero ustedes siempre lo andan usando.
Ahí, en tu cama Está. Mira.
Ay, ustedes me están volviendo loca.
Teresa,
toda histérica, te pones.
Cálmate.
Sí, mamá.
Cuando estás enojada,
no te salen las cosas.
Siempre te pasa lo mismo. Cállate, Silvia.
No me respondas.
No le hables así a Silvita.
Ella solo está bromeando.
¿Verdad? Sí, mamá.
Gracias, tía, por defenderme.
Para eso estoy aquí.
Solo eso. Me faltaba tono.
Que te pongas del lado de esas patojas.
Como no son mis sobrinas favoritas.
Ya puedo irme, mamá.
Tengo que seguir haciendo
mis tareas. ¿Tareas?
Cocinando. Deberías de estar.
¿Qué? ¿Van a almorzar?
¿Cómo así?
Más bien. ¿Qué?
Vamos a almorzar.
¿Ustedes?
Yo ahorita
voy a salir y veo que como a la gran.
Ya, tío. ¿Cómo es?
En lugar de invitarnos, va.
Tiene razón, Teresa.
Si apenas me alcanza para mis cosas.
Qué mala onda, mamá.
Ahí le decís a Ruth
que le tiene que cocinar a tu tío Tono.
Yo voy a regresar hasta en la tarde.
Bueno, pues.
¿Tareas de que estás haciendo?
Unos ejercicios de mate.
Usted no sabe de mate, tío.
Es que no entiende unas cosas.
Uy, uy, uy.
Los números no son para mí.
Pero en inglés si te puedo echar la mano.
Si apenas nos dan español.
Aunque no sería mala idea.
Así les presumo a los de mi clase.
Ok. No se hable más.
Cuando se vaya tu mamá llego contigo.
Gracias, tío.
Que le vaya bien, mamá.
No estés molestando a tu tío Silvia.
Don Worry. Teresa,
No es ninguna. Molestia.
No estés perdiendo
tu tiempo con la Silvia.
Eso no es ninguna pérdida de tiempo.
Además, tengo que ver que hago
mientras encuentro trabajo.
Sí, hombre, no he podido hablar con Raúl
para ver si te da trabajo en su finca.
¿Pero trabajo de qué puede darme ese
señor?
No sé.
¿Tal vez para que administrar la finca?
No. Ok, ya veremos.
Bueno, me voy.
No quiero que me agarre la tarde.
¿Y a dónde vas tan apurada?
Voy a hacer unos mandados y.
Deja ya, Silvia.
Anda, acostate.
Mejor descansa un.
Rato. No, no, no.
Yo le dije que le voy a enseñar inglés.
Y eso es lo que voy a hacer.
¿No escuchaste que le cuesta la mate?
Pues ni una palabra en inglés
se le va a quedar.
Ahí nos vemos más tarde.
No tengas pena. Tómate tu tiempo.
Silvia.
¿Dónde estás? En mi 4.º, tío.
Ahí voy.
¡Mamá!
¿A dónde va?
Qué bueno que ya vas para la casa.
Ruth te encargó que le des almuerzo. Tono.
¿Está ese señor en la casa?
Ay, no seas así, patoja.
Acordate que él es el hombre de la casa
y hay que servirle.
¿Y Silvia? En la casa donde más
va a estar.
A la mamá.
¿Por qué la dejó sola con él?
Usted sabe de lo que es capaz.
Por favor.
Y dicen que yo soy la histérica.
Llevo prisa, Ruth.
Si tanto te preocupa, apúrate
a llegar a la casa.
Silvia.
¿Dónde estás?
Hola, Ruth.
¿Qué hacen aquí?
Pues mi tía no me está enseñando inglés.
¿Por qué?
¿Pero por qué tienen cerrada la puerta?
Tranquila, Ruth.
¿Qué tenés?
Estás como si hubieras visto un espanto.
Silvia tiene razón. ¿Te pasa algo, Ruth?
Salga del 4.º ahorita.
Ok, Ok, ya me voy. Tranquila.
Otro día seguimos con la clase. Silvia.
See you later. Ok.
¿Estás bien?
¿Silvia te hizo algo?
¿Algo como qué?
Nada. Olvídalo.
Estás toda rara, Ruth.
Ay, no digas esas cosas, Silvia. ¡Uy!
¿Y a vos qué te pasa? Nada.
Mejor no me hagas caso ahorita.
Mi mamá dijo que hicieras el almuerzo.
Sí, me la encontré en la esquina.
Anda y compra las tortillas
de una vez, porfa.
Pero ni has empezado a cocinar.
Voy a freír unas alitas.
Eso se hace rápido.
Así esperas que te den del comal.
Va, Pues.
Toma el dinero.
Voy a estar en la cocina.
Bueno, ahí regreso.
Con cuidado, Silvia.
¿Por qué tan asustada, Ruth?
No quiero que vuelva a entrar
al 4.º de mi hermana.
Yo puedo entrar a cualquier lugar
de esta casa.
¿Quién me lo va a impedir?
Yo no lo voy a permitir.
Tarde o temprano va a pasar.
¿Además, ya te vas a ir de aquí o no?
No me voy a quedar para cuidar a Silvia.
O sea que ya tomaste una decisión. Sí.
Con tal de que deje en paz a Silvia.
Voy a hacer lo que usted quiera.
¿En serio?
Lo que yo quiera.
Pues lo primero que tienes que hacer
es dejar de ver al tal Rogelio.
Porque tú me perteneces.
Toma mi mano.
Antonio muestra
comportamientos de violencia doméstica
poniendo en riesgo nuevamente
a Ruth y a su hermana Silvia.
¿Estás tú o alguien que conoces en una
situación de violencia doméstica
como ella?
No estás sola. Estamos aquí para apoyarte.
Nuestra serie no solo cuenta historias conmovedoras,
también te conecta con recursos para tu bienestar.
Visita Triple W, punto. Toma mi mano.
Punto vs diagonal
Recursos donde encontrarás recursos
que apoyan a quienes han sido afectados
por el abuso sexual y violencia de género.
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por Population Media Center.