Rogelio le confiesa sus sentimientos a Ruth ¿Qué responderá ella? Doña Olga persuade a Doña Esperanza para que no crea lo que dice Lucía. Don Raúl crea un gran conflicto en casa de Jefferson ¿Será capaz de revelarse contra él?
Toma mi mano.
Ruth.
¿Pasa algo con Antonio?
Se lo tengo que decir a alguien.
Doña Marta.
Es que mi tío Antonio.
Buenas tardes, mamá.
Ruth, Qué sorpresa verte aquí.
Ah, hola, Rogelio.
¿Cómo te fue hoy mi hijo? Muy bien.
Algo cansado con las capacitaciones.
Te mereces un buen café.
No se preocupe, mamá. Yo lo sirvo.
Solo voy a cambiarme y regreso.
Vaya, vaya.
Doña Marta,
por favor, no le vaya a decir nada.
Rogelio, de lo que estábamos hablando.
¿Qué le puedo decir
si no me contaste nada?
Pero estoy muy preocupada por ti, mija.
Olvídelo, doña Marta. ¿Está segura?
¿Querías decirme algo de tu tío Antonio?
No, doña Marta.
Bueno, cuando tú quieras. Platicamos.
¿Y de qué tanto hablan tan serias?
De nada, mijo.
Voy por Silvia. Ya debe estar lista.
No te vi hoy en la oficina, Rogelio.
Cada vez hay más trabajo. ¿Verdad?
Fue un día agitado, pero todo bien.
¿Y tú cómo estás?
¿Estabas llorando?
Rogelio. Ya viniste.
Hola, Silvia.
¿Y tú qué estás haciendo por acá, Eh?
Aquí.
Visitando a tu mamá
que me metió al temazcal y me limpió
hasta las ideas.
¿Qué dicen
si ahora se quedan a cenar con nosotros?
¿Verdad, Rogelio? Sí.
Aquí siempre son bienvenidas. Que pena.
Pero nos tenemos
que ir a preparar la cena.
Yo si me quiero quedar.
Y que doña Marta
nos regale de la cena para el tío Antonio.
Silvia.
Doña Marta nos invitó a nosotras
y nos va a regañar mi mamá.
Pero pobre el tío Antonio.
Yo creo que le gustaría
probar la comida que prepara doña Marta.
Quédense. Nosotros cenamos temprano.
¿Verdad, mamá?
Si ustedes cenan aquí y todavía
les da tiempo para llevarles cena a tu tío
y tu mamá.
Aquí siempre alcanza para todos.
No me gusta molestar. Doña Marta.
¿Hola?
Sí, hermanita. Sí.
Está bien.
Sí, ya voy.
Doña Marta.
Siempre la convenzo con mis
ojitos de perro solitario.
Ay, Silvia, eres tremenda.
Mejora. Acompáñame a la panadería.
Pero te pones el suéter
para mantener el calorcito.
Está bien, doña Marta.
Y así dejamos a la parejita un rato solos.
No se te escapa nada, Silvia.
Ya regresamos.
Se van Con cuidado, Mamá.
Ya casi está el café. Rogelio.
Deja eso por un momento, Ruth,
y dime porque tienen los ojos rojos.
Debe ser que estoy cansada.
Conozco bien esa carita
y me dice que estuviste llorando.
Son ideas tuyas.
Entonces quiero verte sonreír.
Mira lo que tengo guardado
aquí. ¿Qué cosa?
Tu caja de chocolates.
Ay, Rogelio.
Discúlpame por lo que sucedió.
No fue mi intención
hacerte sentir como si no me importara.
Yo quiero que sigamos siendo amigos.
Olvida eso.
Siempre estaré cuando me necesites.
Aunque ya sabes que para mí
eres más que una amiga.
No te imaginas lo difícil que es
estar contigo.
¿Difícil? ¿Por qué?
Es que me pones muy nerviosa.
¿Nervios de los buenos o de los malos?
Estoy confundida.
¿Por qué? Ya está el café. Yo lo sirvo.
Ay, me encanta el aroma del café
recién hecho.
A mí también.
Es que el café de hoy ya tiene.
No me cambies el tema.
Dime.
¿Hay alguien más?
¿Por qué me preguntas eso?
Porque siempre me evitas
cuando me acerco a ti.
¿En serio? No hay nadie, te lo juro.
Entonces.
¿O es que
realmente no sientes nada por mí?
No es eso.
Es que es muy difícil pensar en el amor.
¿Por qué, Ruth?
Alguien rompió tu corazón.
Y por eso te da miedo enamorarte de nuevo.
¿Qué dices?
Yo no me había enamorado antes. ¿En serio?
Y ahora Sí.
Ay, Rogelio, Tú sabes que
mi vida ha sido el trabajo y mi hermana.
Pero. ¿Y tú?
Yo no importo.
No digas eso.
Tú importas y mucho.
Y tienes derecho a enamorarte.
A ser feliz.
No creo que el amor sea para mí.
Dime la verdad, Ruth.
¿Qué verdad que sientes por mí?
Bueno,
Admiración, cariño.
Agradecimiento.
Tú me has ayudado mucho. ¿No me quieres?
Bueno, yo.
Ni siquiera un poquito.
No me preguntes esas cosas, Rogelio.
¿Por qué te pones así, Ruth?
¿Te molesta lo que te pregunto?
No, pero
no me siento preparada.
¿Tengo miedo de qué?
Nadie se prepara para el amor, Ruth.
El amor solo llega.
¿Puedes solo
abrazarme, Rogelio?
No importa si alguien te hizo daño.
Ruth, no pienses que todos los hombres
somos así.
No sé que creer en Dios.
Mírame, Ruth.
Mírame. Créeme.
Yo haría cualquier cosa para protegerte.
¿Me lo juras?
Te lo juro.
Te he querido desde el primer día
que te conocí.
Pero si solo éramos unos niños. ¿Ves?
Desde ese entonces, solo pienso en ti.
Te quiero, Rogelio.
¿En verdad, Ruth? Sí.
Sí. Rogelio,
te quiero mucho.
Me hace muy feliz escucharte, Ruth.
Porque ahora puedo decirte que yo te amo.
Sí. Toma mi mano.
Esperancita.
Miri, que la extrañé.
Me sorprendió que se fuera
la capital de urgencia.
¿Le pasó algo malo?
No, lo que pasa es que fuimos con Lucía
para que le hicieran unos exámenes
de laboratorio. ¿Qué le pasó a su nieta?
Pues como usted es de confianza,
le voy a contar.
Fíjese que en el baño de la casa.
Por esas pruebas
usted pensó que Lucía estaba embarazada.
Y de mi sobrino Carlos.
Sí, pero lo bueno es que salí de dudas.
Aunque ella esté enojada,
usted no deja de tener razón.
Fíjese cuánto patojo que no se cuida.
Y tan jovencitos resultan ya con hijos.
Yo no quiero eso para mi nieta.
¡Ay! A veces pienso.
¿Será que los patojos no tienen idea de
cómo un hijo
va a cambiarles la vida
y a las que les toca el regalito?
Esa las patojas niñas
cuidando a otros niños.
¿Y cuántos hombres que solo las embarazan
y se van Hacen las cosas
pero sin aceptar la responsabilidad
de sus acciones?
¿Qué se puede esperar, doña Concha,
si a esa edad todavía están
decidiendo qué quieren hacer?
Ah, pero todo se les olvida
por la emoción de un rato.
Mi cuñada pasa adelante.
Sí, ya pasé.
Vengo a darte un vistazo.
Ay, Esperancita.
Dichoso los ojos.
Buenas noches, doña Olga.
¿Y usted qué?
¿Haciendo horas extras?
No, ya solo estábamos platicando.
Sí, me imagino que están hablando
del embarazo de Lucía.
Y averiguó
por fin quién se sacó la lotería.
Porque mi Carlitos no fue.
Fíjese que yo me tengo que ir a ver.
Andrea. Olga.
¿Me vas a esperar?
No, Concha, Voy a platicar un poco
con Esperancita y me voy.
Mejor platicamos mañana.
Bueno, se quedan en su casa.
Doña Esperancita solo me hace el favor
de cerrar y nos vemos mañana, si puede.
Vaya doña Concha, no tenga pena.
Cuénteme cómo salieron los exámenes
de su nietecita.
¿Y usted cómo sabe que ya la llevé?
Porque seguro siguió mi consejo.
Me alegra que me haya hecho caso.
Puede estar tranquila.
Lucía no está embarazada.
¿Por qué está tan segura
que Lucía de veras?
¿No está con una su panza?
Porque el examen que le hicieron salió.
Que no está embarazada.
A lo mejor se confundieron
y era el examen de otra muchacha.
En esas clínicas tienen mucho cuidado
porque fue examen de sangre
y ese no tiene error.
Pues tuvo suerte, Esperancita.
No, doña Olga, esto no es cosa de suerte.
Mi nieta me habló siempre con la verdad.
Yo no me alegraría tanto.
Por qué lo dice así como es su nietecita.
En cualquier momento puede volver
a encontrar una prueba de esas.
Lucía no va a buscarse
problemas por puro gusto.
Ay, Solo mire a sus mejores amigas.
Esas muchachitas van y vienen de patojo
en patojo.
Pues mi nieta no se deja llevar
por lo que ellas hacen.
Lucía sabe pensar las cosas.
Esperancita.
No cante Victoria,
que apenas empieza el camino.
Yo no la quiero ver
chinchando a un muchachito.
Espero algún día tener ese gusto.
Pero para eso falta mucho tiempo.
Ay, yo que usted no me confiaría tanto.
Doña Marta dice que debo hablar
claro de las cosas con los patojos.
Pero no sé.
Tengo mis dudas.
Menos mal.
No se deje llevar de los consejos de esa
señora.
Así no va a llegar muy lejos.
Pero tal vez tiene razón.
¿Y si tengo que platicar con Ángel
y con Lucía?
¿De veras?
Pues si.
También
tiene que cuidar al enfermito del ángel
que ya se le está haciendo grandecito.
¿Qué quiere decir? ¿Qué más?
¿Que ya no es tan niño
y que en un abrir y cerrar de ojos
puede embarazar a una patoja?
Ay, no diga eso, doña Olga.
No se confíe tanto, Esperancita.
Porque cuando menos se lo
espere Lucía le sale embarazada.
Y se me hace que su angelito
se convierte en un diablito.
Toma mi mano.
Ay, doña Concha, qué pena con usted.
Pero qué bueno que se vino un rato.
¡Ay, Jefferson!
Sabía que tenía que venir temprano.
Tal vez se quedó trabajando, mija.
Ay, no sé.
Ni siquiera un mensaje.
Me ha enviado a mí.
¿Va a venir mi papi? Sí, mi amor.
No tarda en venir.
Ay, Mejor buena. Llámalo
el teléfono público.
Doña Concha.
No salgas así, Andrea.
Tenés que estar en reposo.
Ay, pero no puedo estar tranquila,
doña Concha.
Estoy con la pena de saber qué le pasó.
Pero ya sabes que venir en bus.
Cómo cuesta.
Tal vez hay mucho tráfico.
No había pensado en eso.
Ay, ojalá tengas razón.
Eh, mami, tengo sueño.
¿Quieres que te lleve tu camita?
No, voy a esperar a mi papi.
¿Quieres acostarte en el sillón,
Emma? Sí, mami.
¿Quieres que le traiga un ponchito
a la nena?
Ahí tiene. Uno en el otro sillón.
¿Me lo alcanza,
por favor? Ay, sí, es cierto.
Ya estoy. Toca mi.
Por los juguetes de la nena casi no se
mira.
Aquí está.
Vamos a tapar bien a esta princesita.
Gracias, abuelita.
Ay, no, doña Concha.
Voy a llamarlo
mi hija. Así no podés salir.
Mejor voy yo. No tenga pena, doña Concha.
Ya bastante hace con estar aquí.
Además, ni voy a salir de la colonia.
Voy a ir a la tiendita de aquí arriba.
¿Ahí alquilan teléfono?
No, Andrea.
Puede ser peligroso para ti.
No se preocupe.
Regreso rápido.
Con cuidado, mija.
¿Te compras algo, mami?
Ahí veo que te compro.
Ahorita vengo, doña Concha.
Porfa, Le encargó a la nena.
Siéntate conmigo, abuelita.
Ya voy, mi amor.
¿Qué quieres tapar con mi ponchito?
Sí, taparme porque tengo mucho frío.
Es mi papi.
¿Ya vino?
No creo, mija. ¿Tu papá tiene llave?
Voy a ir a ver.
Quédate acostada. Ahorita regreso.
Concepción.
¿Qué haces aquí, Raúl?
Estoy cuidando a Emma porque es tu hija.
No, es que Andrea salió a la tienda
y que se lleve a su patojo.
Entonces vos tenés
que estar esperándome en la casa
solos algún día de la casa
y ya querés hacer lo que se te da la gana.
No es eso. ¡Cómo no!
Es que Jefferson
todavía no ha regresado de su trabajo.
¿Y eso qué tiene que ver? Es que.
Es que.
Puro disco rayado. Parecés ahorita mismo.
¿Te vas para la casa?
Ay, Raúl, no me agarres así.
Mi brazo. ¡Abuelita!
¿Dónde estás? Ah, sí, Ahí está la mocosa.
Ahorita. Ya voy. ¡Emma!
¡Suéltame! Raúl, por favor.
Te voy a soltar
hasta que lleguemos a la casa Concepción.
No puedo dejar sola a la nena.
Don Raúl, suelte a doña Concha. Ajá.
Usted no me dice qué hacer, Andrea.
Suéltela ahorita o llamo a la policía.
¡Uy! A ver, llámelo usted.
¿Qué cree, Que no lo hago?
Quiero ver a mi mami.
Es mi mami, amor. ¿Por qué saliste?
Mis abuelitos están bien enojados.
Mi vida. Entra a la casa.
Anda, acostate ahorita dentro.
Yo. Vaya, mami.
¿Qué pasó con la llamada? ¿Andrea?
No le hagas caso, mijo.
Cállate, Concepción. Que no se asuste.
Ahorita voy a llamar. Total,
esas llamadas son gratis.
No llames, por favor.
Ya estuvo bien, Raúl.
Vámonos a la casa, por favor.
Discúlpame por haber salido.
Ya no lo vuelvo a hacer.
Así me gusta que me obedezcas.
No, don Raúl.
Lo que no está bien.
Lo que hace con doña Concha.
Yo hago con lo mío
lo que se me dé la gana.
Y ella lo sabe
bien. ¿Verdad que sí, Concepción?
Ese Raúl.
Ajá. ¿Se da cuenta? ¿Andrea?
Usted ha tenido suerte con el Jefferson.
Pero ya lo estoy poniendo firme.
Jefferson no es como usted.
Eso dice ahorita.
Pero ya veremos después.
Ajá. Y hablando del rey de Roma.
¿Y ustedes qué hacen aquí afuera?
Qué bueno que ya viniste, Jefferson.
Tu papá.
Tu papá vino a traerme, mijo.
Pero ya nos vamos.
Qué feo es, papi.
No es nada, mi amor.
Jefferson.
¿O les da licor a eso, mijo?
Ahora sí.
Ya te estás haciendo macho.
Toma mi mano.
Entérate más sobre.
Toma mi mano.
El audio novela
y los recursos disponibles en Triple W.
Punto. Toma mi mano, Punto F o síguenos
en Instagram y TikTok
como toma mi mano U.S.A.
No te pierdas nuevos episodios
cada miércoles.
Escúchalas en Spotify, YouTube
y Apple Podcast.
Este proyecto fue desarrollado
por Population Media Center.