Don Raúl juzga mal a Jefferson ¿Será cierto que lo vieron entrando a un hotel con Ixchel? En el mercado de San Juan empiezan a buscar solución al problema de las extorsiones. El Judas tiene planes de arruinar la reunión del Proyecto Juvenil.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano. No.
Bueno, entonces dejemos para el lunes
la reunión con Don Cruz.
Si es el único día que está medio libre.
Yo hablo con él para coordinar la visita.
Muy bien.
Ya arreglamos la agenda para la semana.
¿Si que estuvo algo complicado, verdad?
Vaya si no.
Después de esta semana,
creo que voy a pedir unas vacaciones.
Desde que la conozco,
nunca la he visto tomar vacaciones.
Siempre hay mucho que hacer,
pero creo que ya es tiempo de tomarme
un descanso y disfrutarlo con su hijo.
Ya vi que usted
me ha dicho que la familia es lo primero.
Eso quiere decir que por lo menos
me ha escuchado como es Giselle.
Pero está bueno.
Ah, por cierto, con mi esposa queremos
invitarla a la casa uno de estos días.
¿En serio? Sí.
Y viendo la agenda, creo que sería
el martes que vamos a terminar temprano.
Pues gracias. Con mucho gusto.
¿Cómo va, mamá?
Acabamos de terminar.
Mi hijo.
¿Qué tal la habitación?
Bien.
Las camas están bien. Suaves.
Vas a dormir bien entonces.
También hay piscina. Ah, sí.
La pasé viendo.
Vaya que traje mi camioneta.
Y te cuento que tenemos una invitación.
¿En serio?
¿A dónde?
Jefferson nos invitó a su casa. Qué bueno.
¿Y tiene hijos?
Sí. Mi hija Emma.
Tiene cuatro años.
Ah, y le gusta jugar pelota.
Ay, Pablo.
Solo piensas en el fútbol.
A Emma le encanta el fútbol.
Pero tengo unos cuates que juegan pelota
por las tardes.
¿Qué decís?
¿Te parece que te los presente? ¿En serio?
Entonces no te preocupes, mamá.
No me voy a aburrir para nada.
Bueno, le agradezco mucho, Jefferson, por
acompañarnos y dejarnos aquí en el hotel.
No tenga pena.
Es parte de mi trabajo.
No le quito más su tiempo porque si no,
su esposa ya no me va a recibir el martes.
Jajaja, No, hombre, nada que ver.
¿Y qué van a hacer?
¿Descansar un rato y por la tarde?
Creo que vamos a salir a caminar
aquí al parque.
Nos vemos mañana entonces.
Un gustazo conocerte, Pablo.
Ojalá te guste San Juan. Je, je.
Digo que sí.
Que la pasen bien.
Muchas gracias. Hasta mañana.
¿Qué tan rápido terminaste, Jefferson?
Papá.
¿Qué hace aquí?
Ah, pues tomándote tiempo, mijo.
Pero como que te hace falta aire. ¿Verdad?
Cabal.
Jefferson, vas a tener que practicar más.
¿Qué hablan ustedes? No te hagas, hombre.
Ya te cachamos.
Bien escondidito.
¿Lo tenías, verdad?
Tan escondido que ni vos lo sabías.
Raúl Cabal
ya me había expuesto como la gran.
Porque otra vez no llegaste a jugar.
Pero ahora ya sé
porque no les entiendo nada.
Ya estuvo bueno Jefferson.
Yo no soy tu mujercita
para que te hagas el santito conmigo.
Pero lo que sí me encabrona es que
siempre andes con mujeres de pueblo.
No pude buscar algo mejor.
Raúl Mujeres, mujer.
Igual solo es para un rato, hombre.
En eso tenés razón Sebas,
pero ya empezamos con algo mejorcito.
EMERSON.
No puedo creer lo que dicen.
Ustedes están confundiendo las cosas.
Lo que estoy haciendo
es parte de mi trabajo ahora.
¿Así lo llaman?
Trabajo a un trabajo.
Así me gustaría.
Vamos a la cantina.
Bueno, allá podés rematar con alguien más.
Yo no voy a ningún lado con ustedes.
¿Y si todo esto lo dicen porque me vieron
entrar con alguien al hotel?
Pues esa señora es mi jefa.
Vino a conocer San Juan. Jefa.
Uy, no, que machito tu patojo
tiene jefa a la edad.
Bien que se me hizo conocida.
Ella es la de la foto.
A la foto con la que me armó
clavos con Andrea.
Eso no importa.
Decime qué hace esa mujer acá.
Yo no voy a dejar que el pueblo sepa
que tenés Jefa Jefferson.
Yo ya lo sé.
Cuidadito que andes de chismoso
con los demás, Sebas.
Vos ya me conoces.
No. Pues a mí
no me vengas con tus mates, Raúl.
De plano que el Jefferson
salió igual que vos de mano a
mano aguada.
No sabés lo que decís, Sebas.
Yo soy bien macho.
Y así les enseñé a mis hijos.
Si vos lo decís ahora ya me
estás cansando.
Jefferson siempre me pones en vergüenza.
Mire, papá, ustedes ya están bolos.
Mejor vámonos a la casa.
No, yo no ando con hombrecitos
que se dejan mandar por una mujer.
Mire, papá, usted tiene su forma de pensar
y yo la mía.
¿Y sabe qué? Yo no soy como usted.
Y de verdad vos
nunca vas a ser más que yo, Jefferson.
Vos vas a dejar a esa tu mujer
que solo sirve para casarse.
Vas a trabajar conmigo
y te vas a buscar a una
con las patojas que querrás para que te
den, varones.
¿Qué le pasa, papá?
Vos vas a ser el macho que debe ser.
Y si no querés,
prefiero quedarme con un hijo
menos a tener un mandilón cerca de mi.
Toma mi mano.
Te estaré si yo.
Está necesitando.
¿En serio?
De limpieza,
Pase a lavar baterías. La guagua.
Tenga Local ocho.
Aviso importante A los amigos vendedores
les invitamos a que hagan su denuncias
a través de nuestros teléfonos en cabina.
Lisa. Esa en el agua.
Qué buena idea tuvo Don Cruz.
Qué bien se oye la radio.
Doña Betty Cruz dice que con la radio
podemos dar alerta
cuando vengan a cobrar las extorsiones.
Y pues el comité del mercado le hizo caso.
Ya va a ver que la radio ayudará mucho.
Yo lo único que quiero es estar tranquila.
Y hablando de eso.
¿Cómo se ha sentido doña Betty?
Pues un poco mejor.
Sigo con los achaques, pero
los dolores de cabeza son menos fuertes.
Eso me tiene un poco contenta.
Qué Me alegro, doña Betty.
Lo que sí es que me mantengo con
los nervios de punta y no es para menos.
Con eso de las extorsiones.
Eso por una parte.
Pero también porque Cruz
se trajo a vivir a la casa de ese patojo.
El tal Alex.
Qué bueno son ustedes,
Por darle donde vivir.
Alex es un buen muchacho, pero es que
es el hermano del marero ese de Gabriel
y me preocupa mucho.
Siento que un día van a llegar,
agarrarnos del pescuezo a todos.
Tenga un poco de paciencia, doña Betty.
Buenos días, doña Marta.
¿Qué tal, Don Cruz?
¿Ya anda haciendo
compras para el caldo? Sí.
¿Y usted por qué tan contento?
Aquí, Mire, desde tempranito
venimos a hacer los arreglos
en el equipo de la radio del mercado
y ya está echando punta.
Sí, se escucha muy bien.
¿Verdad que sí?
¿Y le contó Rogelio de la visita
que tenemos mañana?
Sí, está muy contento.
Dice que eso les va a ayudar
para poder trabajar con los jóvenes,
pues los demás patojos también están
bien animados.
Lo primero que quieren hacer
es pintar el salón municipal.
¿Qué salón?
Aquel salón
viejo que está por el campo de fútbol.
Quieren hacer algunos murales.
Se verían muy lindos.
Este pueblo necesita un poco de color.
Pero para eso se necesita financiamiento.
Y Jefferson nos contó
que la empresa en la que trabaja
tiene una fundación
que apoya proyectos culturales.
Yo creo que esa gente está muy ocupada
para apoyar a un grupito de jóvenes,
pues la ayuda no está garantizada,
pero tenemos una oportunidad de platicar
con la jefa de Jefferson.
Sí, parece que esa empresa
quiere abrir una sucursal acá en San Juan.
Eso traerá empleo al pueblo
y yo tengo la esperanza de que se animen
a patrocinar el centro comunitario
y tal vez alguna otra ayuda.
Esperemos que sí, Don Cruz,
por el bien de los patojos.
Es más,
la jefa de Jefferson ya está por acá
y tenemos programada
una reunión con ella para mañana.
Algo así me contó Rogelio.
Ahí te llevas a ese Alex a la reunión.
Así me quedo tranquila un rato en mi casa.
Sí. Betty.
Alex va a ir conmigo a la reunión.
La idea es que la señora conozca
a algunos de los patojos del pueblo.
Qué buenas noticias.
Bueno, doña
Betty, me voy, que se me hace tarde.
¿Y ustedes a qué hora cierran ahí?
En un par de horas, Doña Marta.
A menos que Cruz se meta en otro lío.
Nos vemos entonces.
Y buen provecho.
Busca buena carne para el caldo
dominguero.
Acérquese a Carnicería
Olga en el local 13.
Y recuerde usted, señor vendedor
y señor comprador, son los únicos.
Venceremos a la violencia.
Los dejamos
con el tema fiscal del momento.
Vos pinta.
Vení para acá. ¿Que onda, Judas?
¿Ya terminaste la vuelta?
No pude terminar.
Cuando llegaban los locales
estaban cerrados.
En esa radio
les están avisando que estamos por aquí.
Vos, a la granja.
Ya nos vamos a encargar de eso.
Ahorita mejor vámonos.
Hay otro asunto que arreglar.
¿Qué onda?
No, Mira que iba por el local de doña
Betty, la mujer de Cruz.
Y oí unas cosas que al diablo
le van a interesar.
Judas.
Nos conviene ese. Me extraña. Pinta.
Tenemos que estar mañana
en el salón municipal del campo de fut.
Allí.
¡No jodas!
Pero si ese salón está abandonado.
Pero mañana
va a haber una reunión
con una doñita de la capital.
Y parece que tiene buenas balas.
Así que nosotros también
le vamos a hacer su visita.
Las pantallas.
Toma mi mano.
Vamos, Erick, Qué aburrido
estuvo el partido.
Lo bueno es que metieron goles.
Pero faltó algo.
Es que no estaba Jefferson a las voces
que aquel juega bien, hace buenos pases.
Así quiero ser cuando sea grande.
Pues empecemos ya.
Pásame la pelota.
Ángel.
Qué pelotazo, mano.
Patojos Van a arruinar mi puerta.
Disculpe. ¡Corre, Manu!
Vámonos para tu casa.
Vos, Ángel.
Ya me cansé.
Yo también.
¿Será que Don Cruz
nos va a dejar entrar al equipo?
Pues sí.
Dijo que dentro de una años.
No tenemos 12 años.
Si estuviéramos en forma, ya
nos hubieran metido en el equipo juvenil.
Mientras eso llega, mejor descansemos. No.
Desde mañana tenemos que entrenar más duro
y vamos a ser tan buenos como Rogelio
y Jefferson.
O como Alex y Carlos.
Y vamos a representar con orgullo
a San Juan de nacimiento.
Mejor entreguémonos, que ya viene el agua.
Patojos. Qué bueno que están aquí.
Ya va a llover. Sí, abuelita.
Vamos a jugar aquí adentro.
A jugar pelota aquí adentro.
No, abuelita, no se preocupe.
En mi teléfono está un juego de fútbol
y vamos a jugar un rato.
Ah, pues lo que sea.
Mientras dejen entrar a esta casa,
tengo que salir a hacer un mandado.
Pero se va a mojar, abuelita.
Por eso me voy ya.
En la estufa queda chocolate caliente.
Mmm. ¡Qué rico!
No se vayan a quemar
y no hagan mucha bulla
porque Verónica está durmiendo
y Lucía salió con Carlos.
Bueno, regreso antes de una hora.
Si el agua me deja.
Vaya, abuelita.
Mi ángel.
Lo que conseguí
a una revista de mujeres.
Ahorita la mía.
¿A que no adivinas algo?
No soy mago.
¿Qué ve? Algo mejor que eso.
¿Cómo Se hizo una súper revista?
No. Fue en vivo y en directo.
Hala, contad.
Vi a la Verónica empelota.
No, en serio.
Muchísimos.
Bueno, casi estaba en chones, pero la vi.
Qué suertuda.
¿Y cómo lo hiciste?
Ah, pues de puro chiripa.
¿Pero cómo?
Yo no sabía
que ella estaba en el 4.º de Lucía.
Y entonces fui a buscarla.
Abrí la puerta y la vi.
¿Pensaron que estaban solas?
De plano.
Yo nunca he visto una mujer casi desnuda.
Es bien chilero.
¿Y cómo es vos?
Es que no sé cómo explicarlo.
Esas mentiras cuya mira.
Pues es así.
Delgadita, pura modelo.
Sí, pero con un poco de panza.
Sí, Lo demás es bonito.
Eso no importa.
La verdad que no.
A mí me gustaría ver una mujer así.
¿De veras? ¿No has visto a nadie así? No.
Pues ya que estamos aquí
y que Verónica está viviendo con ustedes.
Ahora sí sos mago. Ah.
¿Y por qué?
Porque me adivinas el pensamiento.
¿Crees que podemos ver a Verónica así
como la viste vos?
¿Sabes qué? ¿Qué?
Que le gusta dormir sin ropa.
Y ahorita está durmiendo.
Pérate, pensemos bien.
¿Cómo le vamos a hacer? Ajá.
Pero antes tomemos el chocolate.
Si con eso agarramos valor.
Apurémonos.
Tu abuelita dijo que venía en una hora.
Todavía hay tiempo, hombre. Pícale, pues.
No hagamos mucho ruido
para que no se despierte.
Verónica.
Qué rico es el chocolate, Oz.
Venite despacito.
Deja tu taza en la mesa,
que no nos va a llover.
Es en esta puerta.
¡Cállate!
¿Quién anda ahí?
Toma mi mano.
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