Doña Esperanza reclama en el Instituto por los temas que enseñan. Gabriel ve de lejos a Alex con Lucía y lo amenaza con hacerle daño a ella si este no accede a su petición de colaborar con la pandilla.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Bueno, chicos, los veo mañana.
Seño Sonia. ¿Puedo hablar con usted?
Claro, Doña Esperanza.
Pase. Siéntese.
Me dijo Ángel que necesita hablar conmigo.
Sí, señor.
Fíjese que el otro día encontré
a Ángel haciendo una tarea que me asustó.
¿Cómo así?
Imagínese usted.
Estaban hablando de las partes íntimas.
Así como que no pasa nada.
Doña Esperanza.
Eso es del contenido de ciencias naturales
que debemos darle a nuestros niños.
Yo no los entiendo.
Lo regañan por la revista pornográfica.
Y para mí ese libro es lo mismo.
Disculpe,
pero son situaciones muy distintas.
Yo no sé dónde ve usted lo distinto.
La pornografía es una manera equivocada
para que los niños aprendan
qué es la sexualidad.
Por eso es tan importante la comunicación
y el ejemplo que tienen en casa.
Pero con esas tareas
no despiertan a los niños antes de tiempo.
Doña Esperanza, Los adolescentes sienten
curiosidad sobre el sexo.
Es parte de la vida misma.
Les hable o no del tema.
Seño, por favor.
Esa palabra es sucia.
Es como cualquier otra.
Depende del significado que cada uno
le dé.
Y los patojos están
en una etapa de su desarrollo
en la que tienen mucha curiosidad.
Por eso es que hay que escuchar
y también responder sus dudas.
Ya no quiero oír más.
Doña Esperanza, yo le entiendo
con lo que me está diciendo, no lo creo.
Es común que los padres
se pongan nerviosos
y no sepan cómo reaccionar
ante las preguntas de sus hijos.
¿Pero qué le puedo decir, Ángel?
Lo primero es que la sexualidad
no es un secreto ni un misterio.
Yo no sé nada de eso. Claro que sí.
Con usted han aprendido del amor,
el respeto, la responsabilidad.
Eso solo se vive en familia.
¿Y que tiene que ver con eso
de la sexualidad?
En mi familia nunca se habló de eso.
Mire, doña Esperanza,
hablar de educación sexual
no es solo explicarle a los hijos
como vienen los bebés a este mundo.
Tiene que ver con valores, actitudes,
conocerse
ellos mismos su cuerpo, su sexo,
las relaciones con otras personas,
el afecto y su autoestima.
Eso es, es parte de lo que pasa
que hablar de sexo
todavía se ve como algo prohibido o sucio,
como usted dice.
Pero no es así.
Es que solo de oír esa palabra
me preocupa.
No es que le despierte el gusanito
de hacer cosas que no debe.
Fíjese que no, Ángel va a aprender
a ser más responsable de sí mismo.
Y si usted no habla con él, se arriesga a
que acepte cualquier información
que le den, aunque sea equivocada.
¿Usted
cree que pueda pasarle eso, angelito?
Pues es mejor que usted hable con Ángel,
porque me parece que ya está
recibiendo información de otro lado.
¡Ay! ¿Cómo así?
Últimamente habla de manera atrevida
y con ideas que pienso que no son de él.
¿No será
que es por esas tareas que les deja?
Si fuera así,
todos los niños expresarían lo mismo,
pero en la casa yo no lo veo diferente.
A veces los niños no se comportan
igual en la casa que en la escuela
o en la calle.
Entonces no voy a tener que castigar.
No se trata de castigarlo.
Es mejor que platique con él. ¿Cómo?
Quisiera saber quién le está
metiendo cosas a mi nieto.
Sin ir muy lejos, doña
Esperanza, por ejemplo,
las cosas que se miran en la televisión,
lo que la gente habla en la calle
y lo que ven en el celular.
Por eso todavía no lo dejo tener teléfono.
Tal vez él no tenga.
Pero es tan fácil conseguir información
solo con hacer un clic.
Ojalá los pudiéramos mantener encerrados.
Encerrarlos no es la solución.
Es mejor que enfrenten el mundo
y que abran su mente.
Pero mire, seño,
cada vez este mundo está peor.
Por eso,
si usted orienta a Ángel, él sabrá
cómo enfrentar los problemas en su vida.
Disculpe, seño Sonia.
Ya se fueron todos
y don Fermín va a cerrar.
Ya casi terminamos
de platicar con doña Esperanza.
Pero aprovechando que vino.
Mire, doña Esperanza,
la directora está enterada
de los contenidos
que damos en Ciencias Naturales.
Eso del aparato reproductor. Sí.
Yo reviso
lo que la maestra les enseña a los niños
y todo está autorizado
por la supervisión educativa.
Es información que les sirve a ellos
y a los padres también.
Bueno, supongo que yo
también voy a tener que aprender.
Toma mi mano.
Oh. Qué alegría verte, Ruth.
Hola, Andrea.
Disculpa que hasta ahora vengo.
No te preocupes.
Pasa. Adelante.
Vamos al comedor. Te ves bien.
Gracias.
¿Y cómo te sientes? Mejor.
Con decirte que ayer
me animé a caminar un poco.
Sale aquí cerca. Qué bueno.
Pero no te descuides, José.
Todavía me siento muy triste
con lo que pasó con Jefferson.
Sabemos que no había bebé,
pero se siente igual.
Como si lo hubiéramos perdido otra vez.
Andrea, lo siento mucho.
Es que me imaginaba que llevaba a mi bebé
en el vientre, que estaba formándose.
Creciendo.
¿Te hacía feliz
pensar que estabas embarazada?
No lo teníamos planificado,
pero sí un hijo.
Es una gran alegría.
Tal vez no para todas.
¿No crees?
Bueno, eso sí.
¿Escuchaste que andaban diciendo que la
nieta de doña Esperanza estaba embarazada?
Uy, sí, Lucía. Será cierto.
Eso sí es más complicado.
Tiene 14 o 15 años.
Es muy jovencita.
Pero yo creo que no es cierto.
A esa edad no creo que estén muy contentas
con un embarazo.
Claro, a veces pasan cosas
que las ponen en esa situación.
En eso tienes razón.
Ya ves cómo se oyen
las noticias de casos de abusos.
Bueno, no hablemos de eso.
Se supone que vine a animarte.
Te hice esta tarjeta. Mira.
Soñé latir de tu corazón con el mío.
Te imaginé cerca de mí.
Y aunque solo eras un sueño,
te llevo en el alma.
Y te extraño.
Gracias, Ruth.
Qué lindo.
Lo escribí para ti con todo mi corazón.
Son las palabras que necesitaba.
Es como me siento ahora.
Espero que te mejores pronto.
Así salimos
para que te distraigas un poco.
Eres una buena amiga, Ruth. ¿Y sabes qué?
Voy a poner la tarjeta en la mesita
de noche para leerla con Jefferson.
Tú sabes que te quiero mucho, Andrea.
Gracias por el abrazo.
¿Pero por qué estás tan triste?
No sé.
Toma un poco de agua. Gracias, Andrea.
Bueno, si quieres animarme,
mejor cuéntame cómo vas con Rogelio.
Pues ya somos novios.
Ay, qué alegría vieras, Andrea.
Se me declaró
y hasta me dedicó una canción.
¡Ay, qué romántico!
Yo sentía un hoyo en el estómago
y que mi cabeza daba vueltas.
Además, se besaron.
Nos dimos nuestro primer beso.
Sí. Hubiera gustado estar ahí.
No para ver el beso, Por supuesto.
Pero sí para verlos felices.
Me alegro por ti.
¿Y qué más pasó después?
Me invitó al café de Jenny.
Ay, este Rogelio, Qué detallista.
Fíjate que el ambiente estaba con velas y
el pastel de almendras que a mí me gusta.
Uy, sí, así se te declaro.
Ya me imagino cómo va a pedir tu mano.
Ojalá que Rogelio me pida ser su esposa
algún día.
Por supuesto.
Ya verás que sí.
¿Y qué dice doña Teresa de tu noviazgo?
Nada. Porque no lo sabe.
¿Y eso?
Prefiero andar con Rogelio
sin que mi mamá se entere.
¿Y por qué?
Es que ella
ni siquiera quiere que seamos amigos.
Pero sí, Rogelio
es un muchacho educado y responsable.
Sí, pero prefiero esperar.
¿Y cuántos meses, Días? ¿Años?
¿Vas a esperar?
No sé.
Bueno, tú conoces a tu mamá.
Sólo que no lo dejes al tiempo. ¿Por qué?
Imagínate que Rogelio pueda creer que te
da vergüenza andar con él.
No, Andrea, yo amo a Rogelio.
Entonces acepta que llegue a tu casa.
Él es un buen muchacho.
Tengo mucho miedo.
¿Pero a qué?
A equivocarme.
Darle mi amor, mi confianza.
A que conozca quién soy
y entonces se aleje.
Él ya te conoce
y por eso está enamorado de ti.
No, Andrea aún no sabe quién soy.
Yo te conozco
y sé que eres una buena persona.
Eso es lo más importante.
Es que Rogelio puede desilusionarse de mí.
Ruth, cuando el amor llega,
hay que abrirle la puerta del corazón.
No dejes que el miedo
te quite la oportunidad de ser feliz.
Toma mi mano.
Eso. Dale, Barbara.
Para agarrar de rebote.
Dale.
Estoy.
A la Que buena canasta, muchacha.
Qué buen juego tienen ustedes.
¿Qué onda, Alex? ¿Te acordaste de mí?
¿Ya vas, Bárbara?
Es que he estado en otras ondas.
No te hemos visto después de clases.
Es que he estado ocupado.
Pero ya. ¿En serio? Qué bien juegan.
Yo creo que deberían formar un equipo.
Nos hace falta práctica.
Y no somos muchos para hacer dos equipos.
Para la próxima, tráete a los patojos
y jugamos un partidito aquí.
¿Te da miedo que les ganemos?
Ya vas. En fútbol. ¿En básquet?
Los del Renacimiento Junior
somos los mejores.
Eso habría que verlo, Alex.
Cuando quieran, aceptamos el reto.
Ay, ya me vino a traer mi papá.
¿Y qué onda? ¿A dónde van?
Es que vamos a cenar con mis abuelitos
en la capital.
Después no digas que no te vengo a ver.
Sí, cómo no. A mí no me des casaca.
Pero bueno. Nos vemos mañana.
Adiós. Lucía, que te haga compañía.
Lali mejor apúrate si no te van a dejar.
¿Y tú qué vas a hacer, Lucía?
Voy para la casa.
Te acompaño.
Gracias.
¿Y cómo van las cosas con tu abuela?
Ese asunto está difícil.
Ahora no. Solo está enojada conmigo.
La sacó de onda
el ángel por unos clavos en que se metió.
¿Sigue molesta
por lo de la prueba de embarazo?
Sí, me llevó a la capital
para hacerme una prueba de sangre.
Solo así se convenció
que no era yo Hijuela.
¿Y entonces por qué sigue enojada?
Porque le mentí.
Dice que no le dije la verdad
desde el principio hasta que se puso mala.
Verónica.
Y bueno, yo creo que ya todo
el instituto se enteró de eso.
Me contó Bárbara que a la Vero hasta la
sacaron de su casa.
Sí, por ahora está viviendo con nosotros.
Ojalá su mamá se le pase el enojo.
El papá la llevó a ver y habló con ella
un rato, así que a ver qué pasa.
Qué bueno que le hicieron el paro.
Y al final tu abuela no es tan mala onda.
Eso sí, dijo que no podíamos
dejarla sola con ese relajo.
Pero no entiendo
porque con otros es tan comprensiva.
Y con nosotros no, porque ustedes
son sus nietos, los tiene que cuidar.
No es lo mismo que le pase a otra gente.
No lo había pensado así.
¿Y con tu hermano qué onda?
No sé.
Yo creo que anda como alborotado.
La otra vez
vi en mi 4.º a la Vero en ropa interior
y se puso todo chivado.
Yo digo que es la edad.
¡Uy, qué sabionda soy! Es que es cierto.
A esa edad uno
ya empieza a fijarse más en las patojas.
¡Ay, cállate!
Si mi abuela se da cuenta de eso.
Capaz que le da algo.
No seas exagerada. En serio.
No podemos hablar con ella de estas cosas
porque se lo toma todo muy mal.
Todos tenemos nuestros clavos.
¿Verdad, Lucía? ¿Pero vos
qué problemas tenés ahora?
¿Si estás viviendo en la casa de Don Cruz
o no te está yendo bien?
Es que no me salen bien las cosas.
Estoy de arrimado en la casa de Don Cruz.
El Gabriel está como la gran conmigo.
La cosa con Bárbara no va bien.
Y hace unos días
casi le rompo la jeta al Carlos
por andar hablando
mal de mí delante del equipo.
No te creo.
Pienso que la gente solo me ve
como el hermano del diablo.
No es cierto. Ya no sé nada, Lucía.
Creo que lo mejor es que regrese a la casa
con Gabriel.
¿Pero por qué? Por lo menos es mi casa.
Y si estoy
ahí, tal vez el Gabriel le baje un poco
la fregadera que tiene en el pueblo.
No creo que cambie nada, Alex. Puede ser.
Pero también me da pena que se entere
que estoy en la casa de Don Cruz
y les vaya a decir algo.
Ay, no podría con eso.
Que les pase algo malo
a Don Cruz o doña Betty.
Ay, Alex, no te pongas así.
Perdón.
Que lo único
que puedo darte es este abrazo.
Con eso es bastante.
Lucía.
Gracias. ¿Cómo?
Quisiera poder ayudarte. De veras.
Lucía, quiero pedirte un favor.
¿Qué?
Que pase lo que pase,
no dejes de ser mi amiga.
Claro, Alex. Nunca.
¿Cómo?
Quisiera que este abrazo nos durara más
tiempo.
Mira al diablo aquel que está allá.
Es tu carnal. ¿Verdad? Simón Es el Alex.
Pues qué cariñoso y avivado
nos salió el hermanito.
Ay, mira cómo abraza la Luisita.
¿Vamos a ver de cerca que los
quieres ir a saludar?
No chingues vos.
Quiero ver quién es la chava con la que
está la chinita esa que se llama Lucía.
Te lo dije, Judas.
Esa es la chava que le llega, mi carnal.
Ahora ya sé cómo voy a joder al Alex
para que haga lo que yo quiera.
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