Alex llega con Don Cruz a recoger sus cosas. Doña Betty se asusta porque los pandilleros dejaron un mensaje en la pared de su casa. Rogelio llega con Teresa a pedir permiso para ser novio de Ruth ¿Qué respuesta recibirá?
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Aquí está lo que andaba buscando.
Mira, Rogelio.
¿Qué es eso? Don Cruz.
Es mi vieja pulidora de madera.
¿La chica? Sí.
Pesa esa máquina, profe.
El peso le da estabilidad
y es buena marca. Así.
Mi tío me contaba
que estas herramientas eran buenas.
Se tallaban muchas maderas preciosas,
maderas que sacaban del Petén.
¿Verdad, profe?
De todos nuestros bosques, Rogelio.
Por eso me gusta la idea de hacer muebles
ecológicos y que la cooperativa
vaya a apoyar al centro comunitario
con ese proyecto de capacitación.
Espero que muchos patojos se inscriban
al curso de carpintería.
Sería un buen comienzo.
Esos muebles hechos con bambú
se vende bien en la capital.
Don Cruz Cabal.
Ya estoy viendo dónde conseguir el bambú.
Y si hace falta, puedo donar esta máquina
y otras herramientas que tengo por allí.
¿Y será que aún
funciona esa pulidora, Don Cruz?
Pues solo hay una forma de saberlo. A ver.
Enchufa esto, por favor.
Ya está, profe. Enciéndala.
Como nueva.
¿Qué ruido hace esa?
Su máquina. Don Cruz.
Alex. No te escuché entrar. Permiso.
Doña Betty
me dijo que estaban aquí en el taller.
¿Qué hacen aquí?
Viendo que herramientas
nos llevamos para el salón comunitario.
¿Te vas a apuntar al taller, verdad?
Que taller vos, Rogelio.
Que te cuente el profe.
Yo me tengo que ir.
Nos vemos mañana
en el campo para el partido.
Sí, Rogelio, está bien.
Llegas temprano para hablar un rato
con los patojos y contarles del proyecto.
Con mucho gusto, profe. Órale, Alex.
Adiós. Vos.
Alex, Qué bueno que llegaste.
Ayúdame a vaciar ese cajón.
Está lleno de clavos de varios tamaños
y quiero ordenarlos.
Porque tanta onda con la herramienta
y los clavos.
Ah, porque vamos a abrir un taller
de carpintería en el centro juvenil
y espero verte allí aprendiendo el oficio.
No sé, profe.
La verdad, solo vine a recoger mis cosas.
¿Y eso por qué?
Me voy a regresar a mi casa. Pero, Alex.
Mire, Don Cruz,
yo le agradezco el tiempo
que me tuvo en su casa
y por el trabajo que me ha dado
hasta ahora.
¿Pero por qué te vas?
Hemos tratado mal. No, no es eso, profe.
Pero aquí está bien.
Este no es mi lugar, Don Cruz.
Lo mejor es estar con mi hermano
en mi casa.
En mi barrio.
Pero los negocios de Gabriel son
muy turbios y te quiere meter en ellos.
Hace ratos que conozco en lo que está
metido mi hermano y nunca le hago caso.
¿Ya lo pensaste bien? Cruz.
Cruz. ¡Cruz!
Vení, vení a ver lo que está pintado
en la pared de la casa.
¡Ay, Dios mío, Qué desgracia!
¿Qué pasó, Betty?
Son marcas
como las que hicieron en el mercado.
Mira, nos están amenazando. Cruz.
Tranquila, Betty. No te asustes.
Tal vez es solo una broma
o una equivocación.
Qué bromas ni qué 8/4.
Este es un mensaje Cruz de ese mentado
diablo.
De seguro ya se enteró
que Alex está aquí con nosotros.
Ya ve, profe.
Por eso no conviene que esté en su casa.
No digas eso, Alex.
Hazle caso, Cruz.
Ya lo apoyaste.
Déjalo que tome sus decisiones, Betty.
Piensa en nosotros, Cruz.
Don Cruz.
Si me quedo.
Ustedes corren peligro
y no quiero que les pase nada.
Alex, Mi hijo.
Pero, Cruz.
Es hora que este muchacho se vaya.
Doña Betty tiene razón.
Ahorita recojo mis cosas.
Y gracias por todo, profe.
Lo siento mucho, Alex,
pero es tu decisión.
No se preocupe, profe.
Voy a estar bien.
¿De veras?
A fin de cuentas,
allá es donde pertenezco.
Toma mi mano.
Buenas, mamá.
Hola, mi hijo.
¿Cómo estás?
Bien, mamá.
Y descansar un rato. Qué bueno.
Estos días va a de pensar en ti.
Está ama y eso.
Es que no sé qué día. Encontré a Andrea.
Y me contó
que te llegó a traer la policía a la casa.
¿Ah, sí?
Usted me tocó ir a la comisaría.
¿Y qué pasó? Pues.
Ay, mamá,
Me meten unos clavos por vender la moto.
¿Por qué? Mi hijo.
Le voy a contar. Pero no se va a enojar.
Decime, mijo.
Qué locura hiciste. Tanto así tampoco.
Lo que pasa es que le vendí
la moto al Gabriel.
¿Qué?
¿Y por qué a él?
Es que tenía que pagar lo del hospital.
Y ya estaba desesperado, Mamá.
Eran muchos trámites
para conseguir un préstamo.
Y no me quedó de otra
que ofrecerle la moto aquel.
Ay, mi hijo
siempre ha sido medio atolondrado.
Pero hoy sí te pasaste.
Porque a él es que me dijeron
que el Gabriel andaba buscando una.
¿Y quién
te dijo que él quería comprar una moto?
Este. Mi tía Olga. Jefferson.
Disculpa. Muy.
¿Tu tía? Puede ser,
pero ella no es de fiar.
No le hubieras hecho caso.
Todo por desesperar.
Mejor hubieras venido aquí conmigo.
Ay, mamá.
Disculpe.
Lo que necesitaba en ese momento
era el dinero.
¿Cómo iba usted a ayudarme?
Qué sabes, mi hijo,
Si yo tengo mi guardadito.
No, mamá. Ese asunto
yo lo tenía que resolver.
Pero bueno, ya pasó y logré
zafarme de ese clavo.
Pero no siempre va a ser así, Jefferson.
Yo sé, mamá.
Gracias por preocuparse por mí
siempre, mijo.
Y mi papá en el patio
hablando por teléfono.
Concepción.
Tengo que salir. Servirme mi comida.
Pero como de rayo.
Ahorita, Raúl,
solo voy a poner los trastes.
La gran platica con vos
para perder el tiempo.
Sos buena, ma.
No seas malagradecido, papá.
Usted siempre molestando a mi mamá.
¿Y vos qué?
¿Ya te quitaron la correa?
Asere. Chucho, Pues cara tenés.
Por algo dicen que me parezco usted.
A mí no me estés jodiendo así.
Usted es el que empieza. Cálmese, hombre.
Ya, En serio, papá.
No trate así a mi mamá
porque así le gusta.
¿Cómo
cree que le va a gustar que la traten así?
Solo así hacen caso.
No como vos. Todo mandilón.
No te pones firme.
Por eso es que no te hacen caso.
Ya le dije, papá,
no nos parecemos en nada.
Eso decís ahorita.
Pero ya vas a ver lo Orellana.
Lo llevas en la sangre patojo.
Algún día lo vas a demostrar.
Pues sigue esperando ese día,
a ver cuándo llega.
Cuando te des cuenta, besándome las botas,
vas a estar.
Usted está loco. Va.
Hoy vas a ver.
Aquí está Raúl. Ya era hora, hombre.
¿Te sirvo, mijo?
No, mamá. No tenga pena.
Ya en un rato me voy.
Bueno, fresquito no vas a querer.
No tenga pena, mamá.
Yo voy a agarrar. Va, pues.
¿Y a qué viniste, Jefferson?
A hablar con usted. ¿Cómo? ¿De qué?
Este se recuerda de lo que tenemos
pendiente.
¿Qué cosa? ¿De ir a chupar?
No, hombre.
Usted solo en eso piensa.
Y entonces. ¿De qué estás hablando?
De aquello de lo que le presté
hace meses que yo te pedí.
Sí, hombre, del dinero que.
Pérate, pérate, Concepción,
Ándate a la cocina.
¿Por qué?
Porque yo lo digo.
Tengo que hablar cosas de hombres
con este papá.
Mi mamá está comiendo.
Vos cállate ya, Barton.
Concepción, ándate ahorita.
Ya estuvo bueno, papá. ¿Qué vas a hacer?
Tranquilo, Raúl.
Ya me voy.
Mira, Jefferson, a mí
nadie me viene a cobrar a la casa.
Menos en frente de tu mamá.
Tanto alboroto por eso.
Yo tengo mi fama
y no voy a permitir que se anden enterando
que te pedí prestado dinero.
Ah, eso es. Sí, eso es. Así que cuidadito.
Que tu mamá se entere.
Yo no le ando contando nada.
Lo que me interesa
es que me pague lo que le presté.
Solo eso me faltaba.
Que vos me vengas a cobrar, papá.
Yo no le cobraría si yo no estuviera
bien jodido.
Vendí la moto y todavía
no he terminado de pagarla.
¿Y por qué la vendiste?
No tenía dinero para pagar el hospital.
Ahí hubieras dejado a la Andrea.
Esa era tu salida.
Usted dice cada cosa. Papá es mi esposa.
¿Y qué libres tuvieras ahorita, Patón?
No sé por qué.
Todavía me sorprende lo que dice.
Y te vas a seguir sorprendiendo.
Vas a ver a la gran.
Pero bueno, lo que quiero saber es
si me va a pagar.
Papá. ¿Vos qué crees?
No sé.
Mirá, Jefferson,
si querés que te devuelva el dinero,
tenés que trabajar para mí en la finca.
Y si no, olvídate de una vez de ese pisto.
Toma mi mano.
Rogelio.
¿Qué haces
aquí? Vine a visitar a una amiga.
¿Cómo?
Eso fue lo que me reclamó tu tío Antonio
el otro día en el café de Jenny.
Cuando le dijiste a tu mamá
que ibas a visitar a una amiga.
No, Que ibas a tomar un café conmigo.
Yo. Disculpa, Ruth. No fue mi intención.
Es sólo que
no supe qué responderle a tu tío.
No, discúlpame tú a mí también
me dieron una regañada ese día.
Por eso ya no me dijiste nada.
Me quedé esperando que me avisaras
cuando podía hablar con tu mamá.
¿Sabes qué? Espérame un momento.
Le voy a decir de una vez.
Aquí te espero.
¿Con quién hablabas, Ruth?
Con Rogelio. Mamá. Que necia sos.
Ya te dije que no me gusta esa.
Tu amistad con el hijo de la comadrona.
De eso quiero hablarle. Como si.
Decime rápido que tengo mucho que hacer.
Es que Rogelio está fuera
porque viene a hablar con usted. Ajá.
¿Como de qué quiere hablar conmigo
el tal Rogelio?
Es que a Ya sé quién
es por lo de la salida del otro día.
Mira que todavía estoy enojada por eso.
Y tengo un par de cosas
que quiero decirle a ese muchachito.
Si quiere,
mejor le digo a Rogelio que se vaya.
No, decile que entre.
Vamos a ver qué tiene que decir.
Anda. Total, al mal paso, Darle prisa.
Mamá.
Él tiene buenas intenciones.
Por favor, no lo trate mal.
Lo que estás.
Mi hijita. Los hombres te bajan
la luna y las estrellas
mientras consiguen lo que quieren.
Ser igual a los demás. Rogelio es bueno.
Bueno para nada.
Tal vez mejor apúrate.
Ya te dije que tengo que hacer.
¿Qué pasó?
Me va a recibir.
¿Estás bien?
Es que yo no creo que sea buena idea.
Rogelio. No te preocupes.
Es que cuando mi mamá está de mal humor,
no es muy amable que digamos.
Tranquila, Ruth.
No importa lo que pase,
yo quiero hablar con ella.
Es lo mejor para los dos.
Te quiero, Rogelio. ¿Lo sabes, verdad?
Lo sé. Lo tengo.
No voy a dejar que nada me separe de ti.
Está bien.
Vamos.
Te está esperando.
Bueno,
usted debe saber
que soy una mujer muy ocupada.
¿Rogelio, Es que se llama verdad?
Sí, Doña Teresa.
Buenas tardes.
Ya varias veces nos hemos saludado así.
No me acuerdo.
Mi mamá es doña Marta Chumil.
A ella sí
la debe de conocer la comadrona.
Sí, ya sé.
¿Y qué lo trae por aquí, Rogelio?
¿Se le perdió algo?
No, más bien es algo que encontré.
No me diga. ¿Y qué será?
Pues se trata de Ruth.
Ya era
hora que trajeras ese refresco, Ruth.
Y sentate, porque dice que es
de vos que quiere hablar.
Ah, se me había olvidado. Doña Teresa.
Le traigo ese pan de maíz
que horneó mi mamá.
Gracias. A ver si no me hace mal.
Ay, mamá, no seas así.
Ya sabes que soy muy delicada
y no puedo comer cualquier cosa.
Bueno, déjese de tanto cuento
y dígame a qué vino doña Teresa.
Vengo a pedirle permiso
para que Ruth sea mi novia.
Ah, vaya, su novia.
¿Y vos, Ruth? ¿Qué tenés que decir?
Es verdad, mamá.
Pues eso sí. No me lo esperaba.
¿O es que ustedes ya tienen tiempo
saliendo y yo no sabía nada?
No, mamá.
Usted sabe que Ruth y yo somos amigos
desde hace mucho tiempo, doña Teresa.
Pero hasta ahora hablamos
de tener una relación de noviazgo.
Por eso estoy aquí. Ajá.
Pues resulta que esa no es decisión
de ustedes.
¿Qué pasa aquí, Teresa?
Ah, qué bueno que viniste, Tono.
No te imaginas lo que estamos hablando
aquí.
No tengo idea.
¿En serio?
¿Sabes que este par quieren ser novios?
¡Oh, my God!
¿Qué te parece que este muchacho
viene a pedir mi permiso?
¿Y tú qué piensas hacer?
Pues que no se ilusionen.
Ni loca voy a permitir este noviazgo.
Toma mi mano.
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