Toma Mi Mano USA

Episodio 65: Pedir permiso

Episode Summary

Alex llega con Don Cruz a recoger sus cosas. Doña Betty se asusta porque los pandilleros dejaron un mensaje en la pared de su casa. Rogelio llega con Teresa a pedir permiso para ser novio de Ruth ¿Qué respuesta recibirá?

Episode Transcription

Es el momento de empezar de nuevo juntos.

Volver a nacer.

Toma mi mano.

Aquí está lo que andaba buscando.

Mira, Rogelio.

¿Qué es eso? Don Cruz.

Es mi vieja pulidora de madera.

¿La chica? Sí.

Pesa esa máquina, profe.

El peso le da estabilidad

y es buena marca. Así.

Mi tío me contaba

que estas herramientas eran buenas.

Se tallaban muchas maderas preciosas,

maderas que sacaban del Petén.

¿Verdad, profe?

De todos nuestros bosques, Rogelio.

Por eso me gusta la idea de hacer muebles

ecológicos y que la cooperativa

vaya a apoyar al centro comunitario

con ese proyecto de capacitación.

Espero que muchos patojos se inscriban

al curso de carpintería.

Sería un buen comienzo.

Esos muebles hechos con bambú

se vende bien en la capital.

Don Cruz Cabal.

Ya estoy viendo dónde conseguir el bambú.

Y si hace falta, puedo donar esta máquina

y otras herramientas que tengo por allí.

¿Y será que aún

funciona esa pulidora, Don Cruz?

Pues solo hay una forma de saberlo. A ver.

Enchufa esto, por favor.

Ya está, profe. Enciéndala.

Como nueva.

¿Qué ruido hace esa?

Su máquina. Don Cruz.

Alex. No te escuché entrar. Permiso.

Doña Betty

me dijo que estaban aquí en el taller.

¿Qué hacen aquí?

Viendo que herramientas

nos llevamos para el salón comunitario.

¿Te vas a apuntar al taller, verdad?

Que taller vos, Rogelio.

Que te cuente el profe.

Yo me tengo que ir.

Nos vemos mañana

en el campo para el partido.

Sí, Rogelio, está bien.

Llegas temprano para hablar un rato

con los patojos y contarles del proyecto.

Con mucho gusto, profe. Órale, Alex.

Adiós. Vos.

Alex, Qué bueno que llegaste.

Ayúdame a vaciar ese cajón.

Está lleno de clavos de varios tamaños

y quiero ordenarlos.

Porque tanta onda con la herramienta

y los clavos.

Ah, porque vamos a abrir un taller

de carpintería en el centro juvenil

y espero verte allí aprendiendo el oficio.

No sé, profe.

La verdad, solo vine a recoger mis cosas.

¿Y eso por qué?

Me voy a regresar a mi casa. Pero, Alex.

Mire, Don Cruz,

yo le agradezco el tiempo

que me tuvo en su casa

y por el trabajo que me ha dado

hasta ahora.

¿Pero por qué te vas?

Hemos tratado mal. No, no es eso, profe.

Pero aquí está bien.

Este no es mi lugar, Don Cruz.

Lo mejor es estar con mi hermano

en mi casa.

En mi barrio.

Pero los negocios de Gabriel son

muy turbios y te quiere meter en ellos.

Hace ratos que conozco en lo que está

metido mi hermano y nunca le hago caso.

¿Ya lo pensaste bien? Cruz.

Cruz. ¡Cruz!

Vení, vení a ver lo que está pintado

en la pared de la casa.

¡Ay, Dios mío, Qué desgracia!

¿Qué pasó, Betty?

Son marcas

como las que hicieron en el mercado.

Mira, nos están amenazando. Cruz.

Tranquila, Betty. No te asustes.

Tal vez es solo una broma

o una equivocación.

Qué bromas ni qué 8/4.

Este es un mensaje Cruz de ese mentado

diablo.

De seguro ya se enteró

que Alex está aquí con nosotros.

Ya ve, profe.

Por eso no conviene que esté en su casa.

No digas eso, Alex.

Hazle caso, Cruz.

Ya lo apoyaste.

Déjalo que tome sus decisiones, Betty.

Piensa en nosotros, Cruz.

Don Cruz.

Si me quedo.

Ustedes corren peligro

y no quiero que les pase nada.

Alex, Mi hijo.

Pero, Cruz.

Es hora que este muchacho se vaya.

Doña Betty tiene razón.

Ahorita recojo mis cosas.

Y gracias por todo, profe.

Lo siento mucho, Alex,

pero es tu decisión.

No se preocupe, profe.

Voy a estar bien.

¿De veras?

A fin de cuentas,

allá es donde pertenezco.

Toma mi mano.

Buenas, mamá.

Hola, mi hijo.

¿Cómo estás?

Bien, mamá.

Y descansar un rato. Qué bueno.

Estos días va a de pensar en ti.

Está ama y eso.

Es que no sé qué día. Encontré a Andrea.

Y me contó

que te llegó a traer la policía a la casa.

¿Ah, sí?

Usted me tocó ir a la comisaría.

¿Y qué pasó? Pues.

Ay, mamá,

Me meten unos clavos por vender la moto.

¿Por qué? Mi hijo.

Le voy a contar. Pero no se va a enojar.

Decime, mijo.

Qué locura hiciste. Tanto así tampoco.

Lo que pasa es que le vendí

la moto al Gabriel.

¿Qué?

¿Y por qué a él?

Es que tenía que pagar lo del hospital.

Y ya estaba desesperado, Mamá.

Eran muchos trámites

para conseguir un préstamo.

Y no me quedó de otra

que ofrecerle la moto aquel.

Ay, mi hijo

siempre ha sido medio atolondrado.

Pero hoy sí te pasaste.

Porque a él es que me dijeron

que el Gabriel andaba buscando una.

¿Y quién

te dijo que él quería comprar una moto?

Este. Mi tía Olga. Jefferson.

Disculpa. Muy.

¿Tu tía? Puede ser,

pero ella no es de fiar.

No le hubieras hecho caso.

Todo por desesperar.

Mejor hubieras venido aquí conmigo.

Ay, mamá.

Disculpe.

Lo que necesitaba en ese momento

era el dinero.

¿Cómo iba usted a ayudarme?

Qué sabes, mi hijo,

Si yo tengo mi guardadito.

No, mamá. Ese asunto

yo lo tenía que resolver.

Pero bueno, ya pasó y logré

zafarme de ese clavo.

Pero no siempre va a ser así, Jefferson.

Yo sé, mamá.

Gracias por preocuparse por mí

siempre, mijo.

Y mi papá en el patio

hablando por teléfono.

Concepción.

Tengo que salir. Servirme mi comida.

Pero como de rayo.

Ahorita, Raúl,

solo voy a poner los trastes.

La gran platica con vos

para perder el tiempo.

Sos buena, ma.

No seas malagradecido, papá.

Usted siempre molestando a mi mamá.

¿Y vos qué?

¿Ya te quitaron la correa?

Asere. Chucho, Pues cara tenés.

Por algo dicen que me parezco usted.

A mí no me estés jodiendo así.

Usted es el que empieza. Cálmese, hombre.

Ya, En serio, papá.

No trate así a mi mamá

porque así le gusta.

¿Cómo

cree que le va a gustar que la traten así?

Solo así hacen caso.

No como vos. Todo mandilón.

No te pones firme.

Por eso es que no te hacen caso.

Ya le dije, papá,

no nos parecemos en nada.

Eso decís ahorita.

Pero ya vas a ver lo Orellana.

Lo llevas en la sangre patojo.

Algún día lo vas a demostrar.

Pues sigue esperando ese día,

a ver cuándo llega.

Cuando te des cuenta, besándome las botas,

vas a estar.

Usted está loco. Va.

Hoy vas a ver.

Aquí está Raúl. Ya era hora, hombre.

¿Te sirvo, mijo?

No, mamá. No tenga pena.

Ya en un rato me voy.

Bueno, fresquito no vas a querer.

No tenga pena, mamá.

Yo voy a agarrar. Va, pues.

¿Y a qué viniste, Jefferson?

A hablar con usted. ¿Cómo? ¿De qué?

Este se recuerda de lo que tenemos

pendiente.

¿Qué cosa? ¿De ir a chupar?

No, hombre.

Usted solo en eso piensa.

Y entonces. ¿De qué estás hablando?

De aquello de lo que le presté

hace meses que yo te pedí.

Sí, hombre, del dinero que.

Pérate, pérate, Concepción,

Ándate a la cocina.

¿Por qué?

Porque yo lo digo.

Tengo que hablar cosas de hombres

con este papá.

Mi mamá está comiendo.

Vos cállate ya, Barton.

Concepción, ándate ahorita.

Ya estuvo bueno, papá. ¿Qué vas a hacer?

Tranquilo, Raúl.

Ya me voy.

Mira, Jefferson, a mí

nadie me viene a cobrar a la casa.

Menos en frente de tu mamá.

Tanto alboroto por eso.

Yo tengo mi fama

y no voy a permitir que se anden enterando

que te pedí prestado dinero.

Ah, eso es. Sí, eso es. Así que cuidadito.

Que tu mamá se entere.

Yo no le ando contando nada.

Lo que me interesa

es que me pague lo que le presté.

Solo eso me faltaba.

Que vos me vengas a cobrar, papá.

Yo no le cobraría si yo no estuviera

bien jodido.

Vendí la moto y todavía

no he terminado de pagarla.

¿Y por qué la vendiste?

No tenía dinero para pagar el hospital.

Ahí hubieras dejado a la Andrea.

Esa era tu salida.

Usted dice cada cosa. Papá es mi esposa.

¿Y qué libres tuvieras ahorita, Patón?

No sé por qué.

Todavía me sorprende lo que dice.

Y te vas a seguir sorprendiendo.

Vas a ver a la gran.

Pero bueno, lo que quiero saber es

si me va a pagar.

Papá. ¿Vos qué crees?

No sé.

Mirá, Jefferson,

si querés que te devuelva el dinero,

tenés que trabajar para mí en la finca.

Y si no, olvídate de una vez de ese pisto.

Toma mi mano.

Rogelio.

¿Qué haces

aquí? Vine a visitar a una amiga.

¿Cómo?

Eso fue lo que me reclamó tu tío Antonio

el otro día en el café de Jenny.

Cuando le dijiste a tu mamá

que ibas a visitar a una amiga.

No, Que ibas a tomar un café conmigo.

Yo. Disculpa, Ruth. No fue mi intención.

Es sólo que

no supe qué responderle a tu tío.

No, discúlpame tú a mí también

me dieron una regañada ese día.

Por eso ya no me dijiste nada.

Me quedé esperando que me avisaras

cuando podía hablar con tu mamá.

¿Sabes qué? Espérame un momento.

Le voy a decir de una vez.

Aquí te espero.

¿Con quién hablabas, Ruth?

Con Rogelio. Mamá. Que necia sos.

Ya te dije que no me gusta esa.

Tu amistad con el hijo de la comadrona.

De eso quiero hablarle. Como si.

Decime rápido que tengo mucho que hacer.

Es que Rogelio está fuera

porque viene a hablar con usted. Ajá.

¿Como de qué quiere hablar conmigo

el tal Rogelio?

Es que a Ya sé quién

es por lo de la salida del otro día.

Mira que todavía estoy enojada por eso.

Y tengo un par de cosas

que quiero decirle a ese muchachito.

Si quiere,

mejor le digo a Rogelio que se vaya.

No, decile que entre.

Vamos a ver qué tiene que decir.

Anda. Total, al mal paso, Darle prisa.

Mamá.

Él tiene buenas intenciones.

Por favor, no lo trate mal.

Lo que estás.

Mi hijita. Los hombres te bajan

la luna y las estrellas

mientras consiguen lo que quieren.

Ser igual a los demás. Rogelio es bueno.

Bueno para nada.

Tal vez mejor apúrate.

Ya te dije que tengo que hacer.

¿Qué pasó?

Me va a recibir.

¿Estás bien?

Es que yo no creo que sea buena idea.

Rogelio. No te preocupes.

Es que cuando mi mamá está de mal humor,

no es muy amable que digamos.

Tranquila, Ruth.

No importa lo que pase,

yo quiero hablar con ella.

Es lo mejor para los dos.

Te quiero, Rogelio. ¿Lo sabes, verdad?

Lo sé. Lo tengo.

No voy a dejar que nada me separe de ti.

Está bien.

Vamos.

Te está esperando.

Bueno,

usted debe saber

que soy una mujer muy ocupada.

¿Rogelio, Es que se llama verdad?

Sí, Doña Teresa.

Buenas tardes.

Ya varias veces nos hemos saludado así.

No me acuerdo.

Mi mamá es doña Marta Chumil.

A ella sí

la debe de conocer la comadrona.

Sí, ya sé.

¿Y qué lo trae por aquí, Rogelio?

¿Se le perdió algo?

No, más bien es algo que encontré.

No me diga. ¿Y qué será?

Pues se trata de Ruth.

Ya era

hora que trajeras ese refresco, Ruth.

Y sentate, porque dice que es

de vos que quiere hablar.

Ah, se me había olvidado. Doña Teresa.

Le traigo ese pan de maíz

que horneó mi mamá.

Gracias. A ver si no me hace mal.

Ay, mamá, no seas así.

Ya sabes que soy muy delicada

y no puedo comer cualquier cosa.

Bueno, déjese de tanto cuento

y dígame a qué vino doña Teresa.

Vengo a pedirle permiso

para que Ruth sea mi novia.

Ah, vaya, su novia.

¿Y vos, Ruth? ¿Qué tenés que decir?

Es verdad, mamá.

Pues eso sí. No me lo esperaba.

¿O es que ustedes ya tienen tiempo

saliendo y yo no sabía nada?

No, mamá.

Usted sabe que Ruth y yo somos amigos

desde hace mucho tiempo, doña Teresa.

Pero hasta ahora hablamos

de tener una relación de noviazgo.

Por eso estoy aquí. Ajá.

Pues resulta que esa no es decisión

de ustedes.

¿Qué pasa aquí, Teresa?

Ah, qué bueno que viniste, Tono.

No te imaginas lo que estamos hablando

aquí.

No tengo idea.

¿En serio?

¿Sabes que este par quieren ser novios?

¡Oh, my God!

¿Qué te parece que este muchacho

viene a pedir mi permiso?

¿Y tú qué piensas hacer?

Pues que no se ilusionen.

Ni loca voy a permitir este noviazgo.

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