Silvia está a punto de probarse el vestido frente al tío Antonio ¿En qué terminará todo esto? Mientras tanto, Esperanza le reclama a Olga, preguntándole por qué Carlos llevó a Ángel al prostíbulo.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Que cola
La que hicimos para cobrar el dinero.
Pero vamos a buena hora para la casa.
Y eso que saliste temprano
cuando llamaste.
Que me estabas esperando en el banco.
Yo andaba lejos,
que si mal no llego es que pedí permiso
por la clausura de Silvia
para hacer algo especial con ella.
¿Tanta bulla que le haces?
Si apenas salió de 6.º, pero se lo merece
mamá por sus buenas notas.
Lo bueno es que
ya casi llegamos a la casa.
Me duelen los pies.
¿No pudiste pagar un taxi, mamá?
Si no está lejos Y vamos a buena hora.
Vaya, que por lo menos la Silvia
le está haciendo compañía a tu tío Tono.
Y ese señor no había salido.
Pues ya vas otra vez con tus cosas.
No pasa nada.
Hoy me hubiera dicho antes.
Apúrese, mamá
sabe que yo me voy a adelantar.
No me dejes hablando sola. Ruth. Ruth.
Y este zipper se quedó trabado.
Cuidado, tío.
Se va a arruinar el vestido.
Y ni siquiera me lo he probado.
Es que esto no baja, Alan.
No vaya a romper el vestido.
Y yo creo que ya está. Sí, Sí.
Pues sí.
Pruébatelo.
¿Te adelantaste?
Para nada,
porque seguís aquí, en la puerta.
Hoy creo que deje tirada la llave.
Toma, aquí está la mía.
Abre de una vez.
Ay, mamá, Esta.
Su llave está toda torcida.
No abre.
Vos no puedes hacer nada.
Silvia, Abrí la puerta.
Ya vino mi mamá y creo que viene con Ruth.
¿Y sabes qué?
Mejor otro día te pruebas el vestido.
Yo quería enseñárselo a mi mamá y a Ruth.
Mejor le damos la sorpresa otro día.
¿Por qué?
Es que faltan los zapatos nuevos.
Ve a guardar el vestido.
Yo voy a abrir la puerta.
Está bien. Lo voy a meter en el ropero.
¿Y así? Mejor debajo de la cama.
Así nadie lo encuentra
y no se enteran de la sorpresa.
Recuerda que es nuestro secreto.
Ellas no pueden enterarse.
Está bien, tío. Ya regreso.
Hola, hermanita.
Hola, Ruth.
Ay, que cansancio.
Esta ingrata
me hizo caminar desde el banco.
Sí, cinco cuadras es mucho para ti.
Es que estos zapatos son muy altos.
¿Dónde está Silvia? Por ahí. Anda.
Pero mi mamá
dijo que ella estaba con usted.
Sí, aquí hemos estado.
Ya almorzamos y estábamos descansando.
¿Algún problema con eso? ¿Silvia?
Silvia,
deja de gritar que me duelen los oídos.
Silvia, te estuve llamando.
¿Por qué no respondiste?
Me estaba cambiando
porque tenía el uniforme.
¿Estás bien? Sí, estoy bien.
¿Por qué todo el tiempo
me preguntas lo mismo?
Como no respondías.
Pero si el tío está conmigo,
yo estoy bien.
Él es buenísima onda. ¿Verdad que sí?
¿Y ustedes qué?
Que bueno que ya son tan amigos.
¿Ya viste, Ruth?
Y vos siempre tan exagerada.
Deberías de aprender de tu hermana.
Pues a mí no me parece. Es amistad.
No le hagas caso a tu hermana
porque está loca.
¡Oh, my God!
Mejor salgamos a celebrar.
¿Qué dicen si vamos a cenar?
Sí, mejor otro día, tío.
¿Por qué?
Es para celebrar a Silvia.
¿O está celosa?
Mi Sweety.
Hola, Ruth.
Vamos.
¿Por qué no quieres que mi tío nos invite?
Lo que pasa es que Rogelio nos invitó
a cenar a las dos por tu clausura.
¿Y a qué hora me pediste permiso?
Es que esas son las cosas
que no me gustan de vos y tu noviecito.
Se me había olvidado decirle.
Ya se los había advertido. Ruth.
No me gusta que hagan las cosas así.
Te lo dije.
Ahora
no les doy permiso de salir, hermanita,
para que no hayan más problemas.
Vamos a cenar todos juntos.
No creo que le moleste a Rogelio.
Además, estoy seguro que
quiere hacer puntos contigo.
Toma mi mano.
Pues así estuvo el asunto, doña Marta.
Por eso
creo que voy a ir a hablar con doña Olga.
Carlos es menor de edad.
Lo mejor para usted es hablar con su mamá.
Es que ya es mucho.
Ya vio los problemas con Lucía
y ahora con Ángel.
Doña Esperanza.
Sería bueno que lleguen a un entendimiento
con doña Olga.
Por el bien de los muchachos.
Pues voy a tratar, doña Marta.
Voy a tratar.
De buena, doña Olga.
Fíjese que vengo a pedirle un favor.
No, eso no es raro en usted, Esperancita.
¿Ahora que necesita?
No, no es el favor que usted se imagina.
Bueno, entonces diga de
una vez que no puedo perder mi tiempo.
Mire, no quiero que su hijo le esté
metiendo ideas a mi nieto.
Eso de que debe tener relaciones
con una mujer para hacerse hombre.
¿Cómo así, Esperancita?
No entiendo por qué me viene a decir eso.
Imagínese que llevó a Ángel
a un prostíbulo.
Carlos es su hijo y no quiero que.
Le está
enseñando esas cosas indebidas a mi nieto.
Ay, usted es tan exagerada.
Yo no le veo nada
de malo que se ayuden entre cuñados.
Disculpe, doña Olga,
pero ese tipo de ayuda no la necesita.
Ángel. Pues yo creo que sí.
¿Cómo va a creer
que llevar a un niño a ese lugar es bueno?
Usted en lo que está.
Agradezca
que mi Carlitos se preocupa por su nieto.
Esa clase de ayuda
no es buena para mi nieto, Doña Olga.
Esperancita, yo no veo donde está lo malo.
¿Lo malo?
¿No ve el riesgo en que estuvo? ¿Ángel?
Dejémonos de cuentos.
Ese es su nietecito. Es mero enclenque.
Necesita que alguien le dé
un buen empujón.
Todo a su tiempo, doña Olga.
Ángel todavía es un niño.
No está listo para esas cosas.
Ah, pero mi hijo me ha contado
que ese niño tiene unos alcances
que a quien se lo mira ahí todo calladito.
Y cómo no, si Carlos le está
enseñando de todos modos.
Así aprenden los patojos,
le guste a usted o no.
No, no, no, doña Olga,
Ese no es el camino para que los niños
aprendan a hacerse hombres.
Esa edad ya les pica la curiosidad.
Tal vez tengan curiosidad,
pero no es la manera, mijo.
Para eso sirven los prostíbulos.
¿Cómo cree?
Los patojos primero
deben aprender del respeto, del amor.
Hay esperanza.
Usted en lo que está
allí se va el mandado.
No se necesita de nada más.
Me extraña que diga eso.
Todos merecemos respeto.
Esto no es cosa de respeto,
sino de calmar una necesidad.
Disculpe, pero yo le estoy enseñando
a Ángel que debe cuidar su cuerpo
y su mente.
Uy, qué delicada me resultó Esperanza.
Doña Marta dice que si va a venir
con los cuentos de esa bruja,
ni me hable
por ponerle oído a sus palabras.
¿Es que usted se mete a tantos problemas
con sus nietos?
Deje que tengan libertad.
No, doña Olga,
ellos pueden tener libertad,
pero sabiendo que deben ser responsables
de sus actos.
Mire, a mí no me venga con esos cuentos.
Es más, porque me viene a reclamar a mí
que quiere que yo misma
vaya a hablar con su hijo.
Con mi hijo nadie se mete.
Pues entonces hable con él.
Usted también entienda.
Esas son cosas de los muchachos.
¿O su angelito le dijo que Carlos
le torció el brazo para llevarlo?
¿No, verdad?
¿Entonces qué reclama?
Pero es que.
Mire la campana.
No va a misa, Pero a misa.
¿Usted quiere hacer santito a su nieto?
Pero Carlos me ha contado
que es Ángel el que le pregunta
sobre las patojas y otras cositas.
Eso no se lo cree.
Me extraña que usted se ponga así.
Si mi hijo lo único que hace es contestar
lo que necesita saber su nieto.
Pero no de esa manera ni Carlos
el que debe hacerlo.
Doña Olga.
Mire, Esperancita.
El mundo de los hombres es otra cosa.
Mi nieto todavía es un niño.
¿Entonces por qué no lo ayuda
usted si tanto le preocupa?
Eso intento. Pues no se nota.
Si usted le hablara, no buscaría a mi hijo
para que le explicara sus dudas.
Pero él no tiene edad
para estarle dando consejos a Ángel.
Podrá verlo, jovencito,
pero se las puede todas.
A mí eso de ir a un prostíbulo
no me demuestra que un hombre sea fuerte
o que se las pueda todas. Esperancita.
Yo no sé porque usted se espanta por algo
que se ha hecho así desde siempre.
Tal vez, doña Olga, pero eso no
quiere decir que sea bueno para mi hijo.
Ha sido muy bueno. ¿Cómo así?
Mi hermano Raúl lo llevó
a una casa de esas para que se estrenara.
¿Usted me entiende?
Pues lo único que sé
es que ya llegará el tiempo para que
mi nieto tenga otras experiencias.
Pero por ahora no.
Señoras.
¿Cómo están?
Doña Olga
vino por la carne que ya le dije, pagada.
Bueno, yo me voy, pero le encargo a doña
Olga que platique con su hijo.
¡Ay! ¿Sabe qué?
Sólo porque es usted, Esperancita.
Voy a hablar con mi Carlitos.
Pero no se ponga así.
Son cosas de patojos.
Le aseguro que hasta una broma era.
Pero qué broma tan pesada.
Por una travesura no vamos a perder
una amistad de tantos años.
Piénselo, Esperancita.
Está bien, doña Olga.
Platicamos otro día.
Que le vaya bien. Se va con cuidado.
¿Qué pasó, doña Olguita?
Uy, las cosas que tengo que aguantarle
a la gente.
Doña Lety.
No me diga a mí, Pero que se espere
un día de estos
se va a llevar una buena sorpresa.
Con eso sus nietecitos.
Toma mi mano.
¡Uf! ¿Estas son las últimas cajas, verdad?
Ya con esto terminamos.
Mira.
No me imaginé
que íbamos a sacar tantos papeles.
Sí, pero la mayoría del archivo son de él.
Oscar. Ese Oscar.
Hasta los papeles, todo Machado.
Sandra guardando.
Espérate el lunes, cuando vea
que le arreglamos ese su tiradero.
Un grito va a pegar
solo porque dizque estudia los sábados.
Se salvó de venir. Mira.
Pero lo buenas que son estas para nosotros
que no nos cae mal.
Por cierto, Cabal.
Buenos días, jóvenes.
Buenos días, licenciada.
¿Están muy animados hoy, verdad?
Como ya terminamos de ordenar.
Que bueno. Los felicito.
Gracias. Licenciada
Jefferson. Lo espera una vecina.
Por favor, necesito hablar con usted.
Claro, licenciada.
Ahorita voy. Casa que vamos al rato.
Ah, yo digo que ya no te voy a ver.
Casi son las 12.
¿Cierto? Está bueno.
Pues nos chocamos el lunes.
Pilas. Pues buena onda.
Permiso, licenciada.
Pase, Jefferson.
Disculpe que ande mero sucio.
Es que nos tocó sacar unos archivos
que tenían bastante polvo.
No tenga pena.
Qué bueno
que les dio tiempo de limpiar todo.
Si usted.
Vaya, que los sábados son tranquilos.
No hay tanta madera como entre semana.
Es cierto.
¿Sabe que tengo algo que decirle
Que será? Sí.
Voy a quedarme en la colonia
donde usted vive.
¿En serio?
Qué bueno es él.
Sí, la verdad, es un bonito lugar.
Y ayer me terminé de convencer a.
Ya se había tardado.
Lo que pasa es que estaba entre la
residenciales y la otra colonia
que está en la entrada de San Juan.
Ya sé cuál.
Esa colonia
me gustó mucho por tantos árboles que hay.
Y a mí me gusta mucho el campo.
Es tan tranquilo.
¿Ve? Pues. Pero en la residencial también
hay un sendero para que salgan a caminar
o a correr.
Eso fue lo que me terminó de convencer.
Cuando le cuente a mi esposa
que se van a quedar en la colonia,
seguro que se va a emocionar también.
¿Y por cierto, cómo siguió Andrea?
Ya mejor, gracias. Ahí va, recuperándose.
Que bueno, ya ve que poco a poco
se van arreglando las cosas.
Sí, aunque faltan muchas cosas
que tengo que resolver.
Lo del préstamo, me imagino.
Sí, bueno, en realidad son dos préstamos.
Dos Sichel.
Además de la deuda de la moto,
tuve que sacar otro
préstamo y lo malo es que me andan
cobrando bastante interés.
¿Pero otro préstamo para qué?
Para terminar de ajustar
lo que tenía que pagar en el hospital.
¿Ay, Jefferson no se dio cuenta de la tasa
de interés antes de hacer el préstamo?
Bueno, es que no fue con una empresa.
Fue con un prestamista de San Juan,
como le conté.
En ese momento, no sabía qué más hacer.
Mi amigo Rogelio me dijo que sacara
un préstamo en la cooperativa,
pero eran muchos trámites
y no tenía tiempo.
Ay, Jefferson,
Usted se mete en cada problema y sé
lo que creí que tenía que hacer.
Ni modo.
No se puede regresar el tiempo
para evitar eso, así que toca afrontarlo.
Así es.
¿Y por eso no viendo cómo hacer un ingreso
extra y piensa buscar otro trabajo?
Este Sí.
De hecho, es algo que
me han estado ofreciendo desde hace ratos.
Creo que debe pensar bien esa opción,
no vaya a ser que al tener
dos trabajos
baje su rendimiento en la empresa.
Claro que no,
y si no voy a quedar mal aquí y menos
ahora que está
por abrirse la sucursal en San Juan.
Por eso mismo se lo digo.
¿Y si mejora hace horas extras aquí
en la empresa me daría esa oportunidad?
Bien, sí, así como hoy puede trabajar
los sábados y cuando empecemos en San Juan
puede quedarse unas horas más
sin pensar cómo regresarse a su casa.
¿Qué le parece?
Bueno, no lo había pensado,
pero creo que es una mejor opción.
Siempre va a ser cansado,
pero al menos ya no se va a meter
a más deudas y préstamos.
Espero. Muchas gracias, Isabel.
Igual voy a ver si ayudo a mi papá
con su papá del otro trabajo.
Si es con él, bueno, si es un negocio
familiar es otra historia.
Es un ingreso seguro.
Así que tal vez no necesita las horas
extras.
No creáis.
Él si lo hago.
Es más por ayudar a mi papá
que lo que yo pueda ganar.
Pero entonces tiene que decidir qué
le conviene más a usted y a su familia.
Es que mi papá me está presionando.
Decídase, Jefferson.
Su familia es su prioridad.
No puede dejar que
alguien más decida por usted.
Toma mi mano.
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