Alex habla con la Güicha y le cuenta que Gabriel lo está amenazando, que no tiene otra opción que trabajar con él. En un encuentro desagradable, Ruth encuentra al tío Antonio espiando a Silvia mientras duerme.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Hoy no.
Oye, Alex.
Apaga eso, Gus.
Ni coco le puse a la chica ni el hombre.
Ahorita buscamos una más chilena.
Una de esas de carros de carreras.
Poné lo que quieras.
Igual ni voy a ver nada.
Tranquila. Agüita.
Ya te dije que no me voy a tranquilizar.
Un día está bien.
Pero ya que Gabriel no venga en dos días
y sin avisar nada.
Eso estaba muy raro.
Pero lo único que nos queda es esperar.
¿Esperar que?
Que nos vengan
a decir que está herido en algún lugar.
O algo peor. No, hombre.
¿Cómo vas a creer?
Yo también estoy al lado.
Pero aquel me dijo que cualquier cosa más
de alguno nos pasa la casaca.
Tal vez, Pero yo le mandé miles
de mensajes desde ayer y no me contesta.
¿De plano tiene descargado el teléfono
o no lo quiere encender?
No creo. Gabriel siempre me contesta.
No te preocupes.
Él sabe cómo hace sus cosas.
Ya va a venir.
Es que además ya me contaron lo de relajo
que se armó en el mercado antier
y que salieron huyendo.
El sánate seguro debe andar con Gabriel.
Y ahora el Judas.
¿Qué pasó con el Judas?
Lo agarró la tira ese día en el mercado.
Fue el único que no la libró porque el
Gabriel ya se había zafado un cacho antes.
Qué rollo vos, Alex.
Dicen que don Gabriel
está grave en el hospital.
Se lo llevaron a la capital de emergencia.
Llegaron corriendo a la farmacia
a comprar gasas y vendas para el bus.
Pero justo
aparecieron los bomberos y se lo llevaron.
Hoy le dieron una gran casa.
Y como ya está viejito,
dicen que está inconsciente.
Simón.
Por eso la gente del mercado
está toda sacada de onda con Gabriel.
Ay, si vos, Alex y yo.
Tanto que le he dicho que eso que hace
no es nada bueno ni para él
ni para la gente.
Un día lo van a agarrar
y lo van a refundir en el bote. Él.
Yo pienso que la tira
nunca lo va a cachar.
Yo siempre pienso que
de repente algo le va a salir mal.
Y vos deberías decirle que
deje la pandilla en lo que estás, guacha.
¿Yo qué puedo hacer? ¿Estás seguro, Alex?
Ya se lo dije un montón de veces
y no pasa nada.
Cada vez es peor.
¿Sabes qué? Ya no quiero hablar de eso.
Voy al patio a sacar un cacho de agua
de la pila para bañarme.
Alex. Alex, vení para acá.
¿Por qué me hablas así?
¿Qué te pasa?
¿Qué quieres?
A ver, Alex.
Yo nunca he sido mala onda con vos.
¿Verdad? Nel,
Vos sos la mera tos con flema.
¿Por qué no querés decirle a Gabriel
que deje de andar en esas ondas?
Es que pienso que a esas alturas
es mejor no decirle nada.
Siempre anda como sacado de onda.
Si le digo algo
así, se va a malear conmigo.
Hay que intentarlo por el bien de todos.
¿No crees?
Sí, pero lo que pasa es que.
Es que yo le estoy haciendo el paro
en los business, al Gabriel,
a la Gran Diabla.
Sólo eso faltaba, que vos también
te metas en camisa de 11 varas.
No, hombre, Alex, no la cantes más.
No, es que tengo que entrarle.
Mira, una cosa es que él sea tu hermano
y otra muy distinta
es meterse en su pandilla.
Ah, es que no me puedo zafar.
No dejes que te arrastre a su rollo.
Seguir jugando fútbol y estudiando.
Aunque él en el equipo ya nadie me quiere.
Y en el instituto tampoco. No lo creo.
Yo sé que en todos lados
la gente te aprecia porque sos amable
y bueno en lo que hacés.
Es que Gabriel encontró
la forma de obligarme.
Tan exagerado que sos.
¿Cómo te va a obligar?
Ni que te hubiera amenazado.
A mí no, Pero me dijo que se va a ir
a una persona que yo quiero mucho.
¿Quién? ¿Don Cruz?
No, Lucía, mi amiga del instituto.
Gabriel me dijo que le puede
pasar algo malo
si no hago lo que a él le interesa.
Ay, no.
Este Gabriel. Cada vez peor.
Me asusta que sea capaz de hacerte eso.
Vos tampoco
le vayas a decir que yo te conté.
No tengas pena. No te voy a quemar.
Pero de verdad que
qué mala onda tu hermano.
Pues por eso lo estoy haciendo.
No quiero que le pase nada a Lucía.
No, Alex,
Tiene que haber un modo. Esa parte.
No puedes hacerle caso a Gabriel y
convertirte en lo que él quiere que seas.
Ya le di vueltas y vueltas,
pero no hay salida de este lío.
Bicha.
Creo que mi destino es ser como Gabriel.
Toma mi mano.
Ya voy.
Jefferson.
Y vos que te perdiste.
¿Cómo así, Carlitos?
¿Así saludas a tu primo? No, hombre.
Lo que pasa es que se me hace raro
que vengas a visitar.
Por eso mismo vengo.
Como ya tenía rato de no verlos, ya más
que visitarnos.
¿Venís? ¿Vos querés?
Ya te pareces a tu mamá.
Pero bueno, de tal palo tal astilla. Va,
pues.
Uy, ya me dio frío.
Solo por eso.
Vos, si no me dejas afuera,
agradecé que te abrí la puerta.
Buscaba algo cuando estoy ocupado.
¿Sí? Pues.
¿Y qué estás haciendo? Jugando.
Yo pensé que haciendo tareas.
No ibas a decir nada. Que aburrido.
Estoy de vacaciones.
¿Vos qué te pasa? Que cierto. Va.
Seguí dándole a la jugada. Pues.
¿Y tu mamá?
¿Está Vos? Nel, Pero ya va a venir.
Fue a la esquina a cobrar.
¿Ya vas?
Voy a esperarla. ¿Entonces no querés
jugar un rato?
No, gracias, Carlitos. Dale vos.
Bueno, como querrás.
Estar en mi 4.º.
Si querés prender la tele,
puede descansar un rato en el sillón,
en lo que espera tu mamá.
Órale, pues no te canses mucho jugando.
No te canses vos,
que ya en el campo llegás.
Y el domingo voy a jugar.
Sí, Pues yo creo que el equipo ya ni
se acuerda de vos.
A eso lo vamos a ver. Órale, pues.
Adiós.
Uy, Jefferson, me asustaste.
Ay, disculpe, tía.
Es que Carlos acaba de subir a su 4.º
y me dijo que la podía esperar aquí.
Casi me da un infarto, mijo.
Exagera, tía.
Cómo no.
Cuando te asustes.
Vamos a ver si decís lo mismo.
Disculpe. Pues.
¿Quiere que le traiga un vaso con agua?
No, tampoco es para tanto, Jefferson.
Así está bien. Solo me voy a sentar.
Sí. Ya volvió
mi tía Olga en cuerpo y alma, mijo.
Bueno. Y eso que estás en mi casa.
Es que vine a buscarla para cancelarle
el préstamo que me hizo.
¿En serio? Sí, tía.
Ya logré juntar todo de una vez.
Pero tan rápido.
Uno que es trabajador
busca salir rápido de sus compromisos.
Pues ojalá le ayudes también a tu papá
para que salga de todos sus problemas.
¿Usted qué cree? Sí,
yo ya le estoy ayudando.
¿De veras?
Sí. Es más, a ver qué día
se echa una vuelta por la finca.
Al menos ahorita
ya se mira más presentable.
¿Crees que solo con limpiar
se van a arreglar las cosas?
No puedes. Pero por algo hay que empezar.
Cuando tengan otra vez
buen ganado y más animales.
Ahí sí te
creo que van mejorando las cosas.
Pero si ahí están mis hermanos.
Come lodo, patojo.
A mí no me molestes así.
Ay, hombre, Estoy bromeando, tía.
Lo que digo es que con mis hermanos
estamos viendo qué hacer
para comprar algunos animales.
Pues piensen rapidito, mijito,
porque a Raúl
ya se le vienen encima.
Lo dice por los González.
Ya sabes a qué líos se metió con ellos.
Sí, yo hablé con el don ese
y no sé cómo,
pero logré que se calmara, que se calmara.
¡Ay, Jefferson!
A ese señor ni el mismo diablo lo calma.
Tal vez andaba de buenas, pero por ahí
escuché que si Raúl no le paga.
Olvídate de la finca.
Será tía.
A esa gente es de tenerle cuidadito, mijo.
Ya me puso en qué pensar.
Yo solo te advierto, Jefferson.
Pero lo bueno es que ese señor no remata
con todos.
El que le debe se las paga.
Vaya consuelo.
Todos nos vamos de corbata con mi papá.
Entonces. Depende, digo yo.
Pero bueno, cada quien con sus problemas.
Gracias a Dios que por lo menos vos
ya me viniste a pagar. Así.
Aquí está.
Gracias, mijo.
No sabes cuánta falta
me hacía este dinerito.
Ay, qué bueno saberlo, tía.
Ay, Jefferson.
Pero aquí falta.
Ah, bueno, Es que como le estoy pagando
por adelantado,
pensé que podíamos negociar un poco.
No puedo creerlo.
Jefferson. Después de que te ayudé.
¿Me venís con esto?
Ah, la tía. No diga eso. Cómo no.
Mira que ese día te di lo único que tenía.
Ay, eso me pasa por ser tan buena
gente. Tía.
Hombre, no sea así
ni por que soy su sobrino.
Me va a dar un descuento.
Negocios son negocios, mijo.
Conmigo no hay descuentos. Ta bueno, pues.
Pero eso se lo pago hasta fin de mes.
Ajá. Pero te subo el interés.
Ah, eso sí que no.
Si estamos en el tiempo todavía.
¡Ay, mi hijo!
Yo también tengo necesidades.
Pero como usted dijo,
cada quien con sus problemas.
Así que a fin de mes
le traigo lo que hace falta.
Ya te quiero
ver cuando me pidas ayuda otra vez.
El doble de interés te voy a cobrar.
Pues espero que ya no tenga que hacerlo,
al menos en pedirle prestado.
Pues ojalá, ojalá.
Además, me estoy acordando que Raúl
también me debe y que no me ha pagado.
Y que con eso
qué te dejó a vos como fiador
Y ya me debes intereses
sobre los intereses de Raúl.
¿Qué?
Toma mi mano.
En mi casa.
Este bolso le va a gustar mucho, Silvia.
Pero todavía falta para Navidad.
Ajá, pero es para contentarlo.
Cuando vi el bolso me recordé que le
había gustado y le quiero dar la sorpresa.
¿Todavía está molesta contigo? Sí.
Solo espero que con esto se arregle.
Ojalá.
Ustedes siempre han sido muy unidas.
Todo por el regalo de ese señor.
Que. ¿Señor? El tío Antonio.
Por eso fue que se molestaron.
Es que ya no terminé de contarte el día
que fuimos al Parque Ecológico.
Pero supongo que el regalo
se lo dio por su clausura.
Yo también le di un regalo. ¿Cuál
es el problema?
No es lo mismo.
Rogelio, tú si quieres a Silvia.
Pero él es una persona falsa.
Nunca te voy a hablar así de nadie, Ruth.
¿Qué pasa con tu tío que te molesta tanto?
Es que desde pequeña me cae mal ese señor.
¿En serio? Sí.
Y ahora que regresó.
También volvieron los problemas.
Ruth, yo creí
que era como un padre para ustedes.
Lo sé, pero no quise decirte nada antes.
¿Por qué? ¿Por pena?
Porque no tenía la confianza
para contarte cosas de mi familia.
Pero la verdad es que no me llevo bien
con mi tío.
¿Tan mal están las cosas con él? Sí.
Lo que pasa es que mi mamá
siempre lo ha protegido.
Pero él es una persona muy mala
y yo no confío en él.
Cálmate, amor.
Disculpa. No sé que me pasa.
Ven, sentémonos.
¿Y por
qué dices que tu tío es una mala persona?
Es que hace cada cosa.
Le regaló
un vestido a Silvia y yo sospecho que lo
está haciendo con malas intenciones.
¿Por qué piensas eso?
Porque lo hubieras visto.
Ese vestido
no es para una niña de su edad.
No sé por qué le dio algo así.
Y yo me enojé mucho.
Discutí con Silvia y lo rompí.
Pero fue un accidente.
Ahora entiendo
porque Silvia está enojada contigo.
Pero no fue mi intención.
Es que no me lo quería dar.
Y el forcejear con ella se rompió.
Tal vez no
era la forma de resolver las cosas. Ruth.
Si estabas molesta,
debiste hablar con ella.
¿Explicarle?
Es que la relación con tu hermana
es más importante que un vestido.
No fue por el vestido. Yo entiendo.
No fue por eso.
Pero ella lo sintió así y está confundida.
Tienes razón, Rogelio.
Por eso quiero pedirle perdón.
Ya verás, Ruth, como todo se arregla.
Y no es por el regalo.
Tú sabes que Silvia te quiere mucho.
Ella es lo único que tengo en la vida.
Lo sé, mi amor.
Yo sé que la quieres mucho
y no puedo evitar tener miedo
de que le pase algo malo.
A lo mejor tu temor es porque ella está
confiando en alguien más.
Tú has cuidado muy bien de ella.
Ahora siento que no lo suficiente.
Ay, Rogelio.
¿Ya viste la hora?
Ya es algo tarde. ¿Tarde?
No quiero tener problemas con mi mamá.
Tranquila, en el carro.
No nos tardamos tanto.
Sí, pero vámonos ya.
Ay, Dios.
Ya no veo luz en la casa.
No creo que pase nada, amor.
Ya todos deben estar dormidos.
No tengas diez.
¿Quieres que te acompañe?
No, no. Mejor voy a entrar rápido.
Vas a ver que todo se va a arreglar
con Silvia.
Eso espero.
Recuerda, mi amor,
Es mejor aclarar ese malentendido.
Y el regalo es lo de menos. Lo sé.
Gracias, Rogelio. Que descanses.
Qué oscuro está aquí.
¿Y usted que está haciendo?
No podía dormir.
Estaba esperándote. ¿Y por qué está aquí?
¿En la puerta de Silvia?
La vi abierta y me acerqué a cerrarla.
Mentira. Estaba espiando a mi hermana.
Son ideas tuyas.
Nada de ideas mías. Lo estoy viendo.
Es usted un cuidado
con lo que dices, Ruth.
Aléjese de mi hermana.
Usted está loco.
Sí, pero por ti.
Y te quiero ahora, Ruth.
Toma mi mano.
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