Ángel y Lucía están furiosos y, llevados por sus emociones, toman una decisión que podría ponerlos en peligro. Mientras tanto, Gabriel reaparece, pero las cosas toman un giro inesperado cuando Güicha decide terminar su relación con él. Enfurecido, Gabriel comete una acción impulsiva.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Entonces.
¿Qué dice Esperancita?
Yo le presto el dinero.
Usted ya sabe que le cobro un interés
cómodo.
Y así
manda a los patojos a los Estados Unidos.
Como cree doña Olga.
Mis nietos son mi tesoro.
Yo no los
voy a mandar a un viaje tan arriesgado.
Además, no tengo necesidad de hacer eso.
Mire que después no le van a agradecer
todo lo que está haciendo por ellos.
Todo lo que hago por mis nietos
es por amor.
Lo demás, el tiempo lo dirá. Allá usted.
Entonces, Esperancita.
Yo se lo estoy advirtiendo.
Le agradezco sus buenas intenciones,
pero yo veo cómo me las arreglo
para salir adelante con ellos.
Bueno, pues
tenga sus 12 onzas de carne para asar.
Y como usted dice, ahí se las arregla.
A ver cómo le alcanza.
Gracias, doña Olga.
¿Quiere que Alejandro
le ayude a llevar sus cosas?
No se preocupe.
No son muchas. Yo me las llevo.
Esa señora sí que se pelaba.
No hace sentir mal a uno. Ya ves.
Porque no quería
que mi abuelita comprara con ella.
Pero ya estuvo.
Sí, pero me cae mal que a mi abuelita
como que no le importara.
Que esa señora siempre nos ofende.
Ahí sigue hablando con ella.
Yo no me siento
una carga para mi abuelita.
Yo sí, pero ella nos quiere y nos cuida.
No sé.
Tal vez doña Olga tenga razón.
Yo creo que no hay que ponerle coco.
Es que mi abuelita trabaja mucho.
Sí, a veces llega muy cansada
y de una vez se va a acostar.
Si no estuviéramos nosotros,
yo creo que ella estaría mejor.
No seríamos una carga en su vida.
Pero le ayudamos con el oficio de la casa
y la acompañamos al mercado.
¿Cómo que no es suficiente?
Mira cuántas cóleras
se ha llevado por nosotros
y cómo ha llorado.
Yo le he visto muy triste.
Y ni sus hijos somos para que sufra tanto.
Y si llamamos a un papá
para que nos mande a traer
Ángel, Acordate que ahora es más difícil
y ellos no tienen papeles.
Y si los agarran,
los pueden mandar de regreso.
Sí, y sería nuestra culpa.
Pero yo no quiero ser una carga
para mi abuelita, como dice esa señora.
Yo tampoco, Ángel.
¿Y si agarramos camino nosotros?
Yo casi cumplo los 13 y yo los 15.
Entre los dos casi hacemos 28 años.
Pero si lo vamos a hacer,
tenemos que irnos ya, que ahorita.
No, ahorita no, pero sí en estos días.
Y tiene que ser en la madrugada.
¿Y cómo hacemos para que no se entere
nadie?
Déjame pensar. ¿Cómo?
Pero no le vayas a contar a nadie.
¿Oíste? No, a nadie. Ángel.
Ya te entendí.
Mira.
Pico cerrado.
Ahora déjame ir a hablar con el equipo para que me cuenten cómo estuvo el partido.
Allá.
Dicen que se lució.
El Aleks metió dos goles.
Yo quiero ser tan buen jugador como él.
Es muy bueno.
Ojalá que no se vaya a echar a perder
con ese su hermano.
Ahí está el Carlos todavía.
Y dicen que algo le pasó.
Voy a ir a ver.
Vos no te le acerques,
que no quiero problemas.
Sí, porque no tarda en aparecerse.
Mi abuelita.
Mi Carlos.
¿Qué te pasó?
No es nada.
Un clavo con ese. Tu cuate.
¿Qué cuate?
El Alex.
¿Pero cómo fue? Eso no importa. Mi Lucy.
Pero me da gusto que te preocupes por mí.
Pues tenés una cortada muy fea en la ceja.
¿Y si vieras al Alex? Ay, no, Carlos.
No entiendo
porque ese pleito entre ustedes.
Si eran buenos amigos en lo que estás.
El Alex al fin está mostrando lo que es.
Se está volviendo un diablito.
Pero no quiero hablar de eso.
Yo quiero que me consientas
que regreses conmigo.
Ya te dije que necesito pensarlo.
Vos sólo me emocionas.
Necesito que me demuestres que me querés.
Así te voy a respetar más.
Ay, Carlos.
Ese ya es cuento, viejo.
Aguas, que viene tu abuela. Pensalo.
Te llamo más tarde. Lucía.
¿Por qué seguir platicando
con el hijo de doña Olga?
Abuelita, No me pregunte.
Ya te dije que ese patojo no te conviene,
mija.
Y no quiero seguir peleando por lo mismo.
Ya estoy cansada con todo eso.
Venite mejor. Vamos por Ángel.
Ahí viene. Qué bueno que ya vino abuelita.
Vamos a la casa
y hacemos un rico almuerzo.
¿Les parece?
¿Qué les pasa?
Se les ve una cara.
No sé.
Es que las cosas que dijo doña Olga.
¿De veras?
Somos una carga. ¿Cómo creen eso?
Están conmigo
desde que se fueron sus papás.
Hace más de ocho años.
Ustedes más que mis nietos,
son como mis hijos.
¿Qué hago yo sin mis muchachitos?
Toma mi mano y.
Aquí viene su caldo de res.
Cuidado, Rogelio.
Gracias por ayudarme a traer los platos,
mijo.
De nada. Doña Rosa.
Ay, sí.
¿Tiene lleno el comedor?
Sí, mijo, Hay buena venta.
Pero como que estás malito de la garganta.
Así es que
justo después del partido llovió y.
Pues ya ve, me enfermé.
Entonces te va a caer bien el caldito.
Buen provecho.
Que les guste el caldo. Tan linda.
Gracias, doña Rosita.
Gracias.
Se ve bien rico el caldo. Cuidado, Silvia.
No te vayas a quemar. Ay, sí.
A comer, familia.
Hoy tuviste un buen partido.
Nos costó ganarle al otro equipo.
Pero justo llegó el Alex.
Él metió todos los goles. ¿Verdad?
Ah, pero a Ruth le gusta el
que hace los pases.
¿Quién? Jefferson. Qué bárbaro.
No digas eso.
Bueno, vamos.
Empatados. Cada uno hizo pases para gol.
Estuvo bueno el partido.
Y los fui a ver sólo
porque todavía me caes bien, Rogelio.
Ay, qué alivio. Mmm.
El caldo está riquísimo.
Doña Rosa cocina muy bien.
El caldo de doña Rosa es bueno,
Pero el que hace Rogelio no
vamos a cocinar.
Y las invitamos para que lo prueben.
¿Que dicen?
Sí, pero nosotras también les ayudamos.
Me parece.
Buen provecho.
Provecho. Hecho.
Silvia.
Acompáñame a comprar fruta.
Luchi. Vamos, doña Marta.
Yo le voy a pagar a doña Rosa. ¡Mamá!
Vaya, mi hijo.
¿Te ayudo con algo?
No, doña Marta.
Yo voy a pagar algo de la cuenta.
¿Les parece?
Me parece.
Aquí las vamos a esperar. Mamá.
¿Sabes qué?
Mejor te llamo para que nos encuentren.
Como usted diga.
Ruth. ¿Me das para un helado?
¿Cené así Invitas a doña Marta?
Vamos, Silvia.
Antes que cierren los locales.
¿Y lograste hacer las paces con Silvia?
Algo así.
Creo que ya está más tranquila.
La vi contenta.
Le gustó mucho el regalo. Qué bien.
¿Y qué te dijo?
Al principio estaba muy enojada.
Me dijo que sentía
que ya no éramos tan unidas.
¿Por qué?
Porque pasó más tiempo contigo. Y además
le dije que he pensado en irme de la casa.
¿Y eso?
Ya no puedo con los problemas que tenemos.
Mi mamá siempre me está
regañando por el tío Antonio.
Y yo.
Estoy cansada, Rogelio.
Ya lo pensaste bien.
¿Has hablado con tu mamá de
cómo te sientes?
Cada vez es más difícil mi relación
con ella y ya casi no hablamos.
Si consideras que es lo mejor,
es tu decisión, Ruth.
¿Y si haces un último intento
para mejorar las cosas con doña Teresa?
¿En serio? Rogelio.
Lo he intentado,
pero pareciera que todo lo hago mal.
Y siempre está enojada conmigo a pesar de.
¿De qué?
De que siempre he tratado de complacerla.
Darle lo que ella necesita.
Pero nunca es suficiente.
Y ahora todo es peor
desde que regresó el tío Antonio.
¿Pero qué tiene que ver él en todo esto?
Es que ella lo quiere mucho.
Y cada vez que digo algo que no me agrada
de él, todo se vuelve un gran problema.
Y siempre es culpa mía, según mi mamá.
Qué mal.
Ya no sé qué hacer, Rogelio.
No sé cómo arreglar las cosas con mi mamá.
Y ahora me preocupa
estar peleando con Silvia.
Por eso me
quiero ir y llevarme a mi hermana.
Pero si te vas,
no podrías llevarte a Silvia.
No sin el permiso de tu mamá.
Yo siempre la he cuidado
y mi mamá no tiene tiempo para ella.
Si ve que estoy decidida,
tal vez deje que se vaya conmigo.
Pero recuerda que Silvia es menor de edad
y está bajo el cuidado de doña Teresa.
Tal vez no deje que te la lleves.
Por favor, no me digas eso.
Es algo que puede pasar.
Y tienes que hablarlo con Silvia.
Sí. Hay
tantas cosas que arreglar
y tan poco tiempo.
Poco tiempo.
¿Ruth, hay algo que no me dices?
No, Rogelio.
Pero tengo que salir de ahí y ver
cómo me llevo mi hermana.
¿Y cuándo piensas irte?
En cuanto tenga seguro. Un lugar.
Jenny me está ayudando a buscar.
Sabes que tienes todo mi apoyo
y solo tienes que decirme qué necesitas.
Sí. Ya vamos, mamá.
¿Dónde están? En la esquina.
Pero tenemos que seguir hablando, Ruth.
Quiero saber qué vas a decidir.
Y yo te lo voy a decir.
Pero por ahora.
Por favor, Rogelio,
no le digas nada a tu mamá.
No todavía.
Toma mi mano.
Vamos, Diego.
Contarle a la muchacha
como estuvo el partido de la mañana.
¡Qué partidazo!
Íbamos perdiendo.
Y al medio tiempo llegó el Alex.
Desde que entró,
yo sabía que íbamos a ganar y ganaron.
Me extraña, cuñadita.
Hice dos goles en menos de 15 minutos.
Pues qué bueno que fuiste a jugar.
¿Y cuándo es el siguiente partido?
Ha sido una vuelta
por el campo para verlos.
No sé vos.
Hoy fue mi último juego
porque me salí del equipo.
No voy a volver a jugar con esa Mara.
¿Cómo así haces los goles?
Ganan el partido y te salís del equipo.
¿Que onda con vos?
Le dijo a don Cruz y al equipo que solo
llegó para demostrarles quién es el mejor.
Así les demostré que sin mí
son un equipo basura.
¿Porque hiciste eso?
No seas así, Alex.
Ya vas Güija.
¿Esa es la onda, No onda de qué?
No la chingues. Y vos también, Diego.
Yo no sé nada.
Y como ya comí,
voy a hacer como los de Cobán.
Solo comen y se van.
Ahí nos vemos.
Gracias por la comida.
Ahí te caigo. Al rato, en la rotonda.
Mano vivo.
Simón ahí te espero.
Este Diego no levantó ni sus trastos.
Yo los llevo a la pila
para que no alejes de
vos. Richard.
No comiste nada.
No me digas que ya estás embarazada.
Come chuchos.
¿Yo preocupada por tu hermano?
Que no hay señales de vida.
Yo también.
Por eso trato de distraerme.
Para no estar pensando
si le pasó algo malo a aquel.
Y si lo agarró la policía. Vos.
Después de lo que le hicieron a don Goyo.
La gente está bien enojada.
Si lo cachan hoy, si se va al bote.
Y si el CrossFit le hizo algo
es echarle ganas al Gabriel.
Ojalá que no.
Si eso pasara, el Krusty
se quedaría mandando en este territorio.
¿Y será que el CrossFit, ni el CrossFit,
ni la policía, ni nadie puede contra mí?
Soy invencible Jajajaja.
Gabriel. Mmm.
Qué bueno verte.
Estaba preocupada por vos.
No tenés de qué preocuparte, amor.
Me extraña vos, carnal.
¿Por qué no avisaste nada?
Desde el lunes que andamos buscando.
Tranquilo, carnalito.
Vos sabes que yo sé moverme.
La gente está bien alegre. Está.
La gente me vale, ya sabes.
Pero tranquilo, eso ya pasó. Mi hermano.
Dicen en el mercado que el dulcito
que golpearon está por colgar los tenis.
¿Y eso qué?
A mí no me pueden comprobar nada.
Yo no estaba ahí.
Sabes que el Judas está
en la cárcel, Simón.
Lo que pasa es que se durmió en Akasaka.
Pero ahí vamos a ver cómo lo sacamos.
Yo pensé que estabas en la cárcel
con aquel.
Y luego llegué a pensar lo peor.
No, güey, ya todo está controlado.
Será allá.
Te digo que no me va a pasar nada.
Yo tenía miedo y te extrañé mucho.
Yo también te extrañé.
Y ya más,
porque ya es hora de hacer el muchachito.
¿Ok? Sí, amor.
Este es el momento.
Tenés que darme lo que te estoy pidiendo.
Ya te dije que no quiero tener hijos
todavía.
¿Ya vas con la misma casaca?
No se trata de lo que vos querés.
Es lo que yo quiero.
Pues no. Fíjate.
Yo hago con mi vida lo que yo quiera.
Ja, ja, ja, ja.
¿No es así?
Vos sos mi mujer y haced lo que yo diga.
No, papito,
yo no soy nada tuyo. ¿Eso crees?
Vení para acá.
Ya me cansé de tus jueguitos.
Te lo dejé pasar porque me divierte.
Pero ahora te estoy hablando en serio.
Soltame.
Dejala vos, Gabriel. Vos no te metas,
Alex.
¡Gabriel!
¡Soltame, te digo, hija de puta!
Vas a ver. Pégame.
Hagas lo que hagas,
no me vas a obligar a nada.
No friegues, Gabriel.
No la trates así.
Ella te quiere.
Tu hermano no quiere a nadie, Alex.
Así como piensa
que yo soy de su propiedad.
Piensa lo mismo de vos. Y así es.
Y solo un chance.
Te voy a Darwin, Jack.
¡Andate al carajo! Maldita más maldito.
Vos andate ahorita o aquí mismo.
Te relleno de plomo.
Vos no me echas de la casa.
Yo me voy, mi amor.
Y esta vez espero que no me busques más.
Ojalá nunca vuelva a verte.
¡Hija de puta!
Toma mi mano.
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