Durante el convivio de la cooperativa, Ruth le dice a Rogelio algo completamente inesperado, lo que podría cambiar el rumbo de su relación. Mientras tanto en una posada, Don José, policía de San Juan, le cuenta a Don Cruz una preocupante sospecha.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Olguita.
¿Qué pasó?
Ahí la vi que estaba platicando con esas.
Sus amigas,
la tal Esperanza y la comadrona.
Ay, Teresita.
Lo que uno tiene que aguantar
por llevar la fiesta en paz.
¿Le hicieron algo?
No vi, pues que esa doña Marta,
la muy metiche,
se atrevió a decirle Esperanza,
que no me escuche.
¿Puede usted creer eso?
Es que son tal para cual yo las hace
y ellas se juntan.
Yo tratando de convencer a Esperanza
para que mandara lejos a sus nietos.
Por su bien, por supuesto.
No dudo que así sea.
Además, no quiero que nada amenace
la paz de mi Carlitos.
¿Ah, es que con qué tipo de gente
hay que vivir en este pueblo?
¿Verdad, Olguita?
Ay, dígamelo a mí,
que los nietos de esta señora
se han dado a la tarea de hacerme la vida
cuadritos.
Que pena.
Eso no es justo para usted,
que es tan linda persona.
Y mi hijo tan bueno.
Se merece algo mejor.
¿Y entonces por qué no lo manda él a otro
país?
Usted puede.
¿Bueno,
usted está de mi lado o del lado de ellas?
No, yo se lo decía porque a mi hermano
le fue re bien allá en los estados.
No. No voy a separarme de Carlos
por culpa de esa patoja mañosa.
Es mi último muchachito.
Ya los otros ingratos se fueron lejos.
Le entiendo, Olguita.
¿Pero por qué se preocupa usted?
Rápido, Va a ver la manera
de alejar a esa gentuza de su vida.
Es que.
Mire, doña Marta.
A veces me dan ganas de agarrar mis cosas.
Ya mis nietos, para irnos los tres.
La entiendo, doña Esperanza.
No sé por qué
la gente se mete en lo que no le importa.
Si no estoy pidiendo a nadie
que mantenga mis nietos.
Pero siempre necesitamos apoyo.
Y usted sabe que puede contar conmigo.
Gracias, doña Marta.
Es que las palabras de doña Olga
calaron tanto
en mis nietos que ya habían
agarrado camino para irse al norte.
Algo me contaron,
pero ellos la quieren mucho.
Son buenos niños.
Sí, sí, yo lo sé.
Y usted también, doña Esperanza.
Siempre ha sido una mujer productiva,
trabajadora.
Y además cuida de sus nietos,
que es una tarea fuerte.
Pero le soy sincera, como quisiera
que estos años pasaran rápido y verlos
ya grandes,
es que la etapa de la adolescencia
es difícil para ellos
y para los adultos también.
Yo voy haciendo lo que puedo, doña Marta,
y no lo dudo, doña Esperanza.
Pero a veces uno
no sabe cómo hacer las cosas.
Por eso hay que hablar mucho con ellos,
acompañarlos,
ponerse en sus zapatos
y buscar más información.
A veces siento que la edad ya no me ayuda
y como
no tengo mucho estudio,
eso quizá importaba antes.
Ahora las cosas han cambiado.
No sé si pueda.
Los adultos tenemos que entender
el mundo de los jóvenes.
Que compromiso
Si no sabemos qué les llama la atención,
lo que les gusta y lo que no les gusta,
va a ser más difícil comprenderlos.
Créame que solo así podremos adaptarnos
y compartir nuestras vivencias.
Recuerde que la mejor ciencia es
la experiencia.
Eso me anima.
Fíjese que dentro de poco
van a hacer un encuentro de padres.
Pero yo soy abuela.
Pues usted ahorita es madre y padre.
¡Ay, doña Marta! Voy a ver si puedo.
Claro que puede.
Yo he ido a varios de esos encuentros.
Ah, pero usted es más joven y preparada.
¡Ay, Viera!
Llegan personas de todas las edades.
Algunos no saben leer ni escribir,
pero quieren aprender a relacionarse
mejor con sus hijos.
Tal vez tiene razón doña Marta.
Ahorita que las dos tenemos tiempo,
véngase a mi casa
y le voy a dar
la información para que vaya.
No les cuentes cuentos.
¿Qué le parece?
Pues sobre el nombre ya dice mucho.
Es que no hay que inventar cosas.
En estas reuniones
aprendemos que se debe hablar
claro de los temas
interese en el mundo de sus hijos.
Más abrazos, menos enojos.
La trampa de la primera vez.
La verdad.
Se platican y se aclaran muchos temas
de la vida de los adolescentes.
No se habla solo de eso,
de tener relaciones sexuales.
Doña Marta No, doña Esperanza.
Sí, tiene que ver, pero no es todo.
Se habla de sus planes
a futuro, de las decisiones que toman.
De la responsabilidad.
Y hay personas que nos ayudan a poder
hablar de temas que nos cuestan.
No creo que me haga falta.
Yo siento que me estoy acercando
cada vez más a mis nietos.
Eso es bueno, pero a veces no basta.
Será.
Acuérdese que nunca se termina de aprender
y cada patojo
tiene sus propias necesidades.
Eso sí, yo sé que necesitan hablar conmigo
de ciertas cosas y a mí me cuesta.
Como usted dice.
Ya vi como lo que pasó con Ángel.
Si usted quiere podemos platicar con él.
¿Qué le parece?
Yo no estoy muy segura,
pero si es lo mejor, hagámoslo.
Pues.
Toma mi mano.
¿Y a vos qué te pasa?
Seguís enojada porque le iba a decir
a Silvia lo de tus fantasías con Antonio.
Usted sabe que no son fantasías
y tampoco tiene que decirle nada a ella.
¿Por qué no?
Si lo sabe Dios, que lo sepa el mundo.
Incluyendo al tal Rogelio.
No decir que es la verdad.
Pues no de la forma que usted
lo dice, Mamá.
Ah, ya. ¿Y qué?
¿No vas a trabajar hoy?
Mira la hora que es. Sí, mamá, ya me voy.
¿Y por qué tan arreglada?
¿Y el uniforme?
Es que hoy
es el convivio navideño de la cooperativa.
Espero que hoy sí te den un buen premio.
Tal vez. Mamá.
El año pasado
te dieron una mísera olla de presión.
Ojalá ahora te ganes
una pantalla de 50 pulgadas mínimo.
Que sea una Smart TV,
porque si no, no vale la pena la cargada.
Sea lo que sea, ya sabe que es para usted.
Eso espero.
Y recordá que tenés que estar temprano
en la casa después del convivio.
Voy a salir con Rogelio.
Ya te dije que no quiero verlo
y que cortés con él.
Pero mamá, no es suficiente
con que me quede en la casa.
Mira, Ruth, ya sabes lo que va a pasar
si no terminas con ese muchacho.
Es más, hoy mismo se tiene que acabar.
¿O quieres que yo lo busque
y le cuente todas tus verdades?
Qué alegre que viniste, Ruth.
Y qué guapa.
Gracias, Jenny.
Estás algo distraída. ¿Qué tenés? Nada.
Estoy bien.
Ay, sí, Don Ernesto.
La cooperativa tiró
la casa por la ventana.
Espero que lo disfrute.
Es algo sencillo, pero con mucho cariño.
La comida está deliciosa y la música
está buena para echarse la bailada.
Bueno, Jenny, después de comer,
te acepto que me invites a bailar.
Pensé que a una la
tenían que sacar a bailar.
Ahora una saca los hombres.
Salud por todos.
Que este equipo de trabajo sea
siempre unido y de ambiente.
Y que la armonía reine
en esta cooperativa.
Que el amor también esté presente.
Y vos tenés el amor bien presente.
¿Verdad, Rogelio?
Es una alegría compartir todos los días.
En verdad, Ruth. Así es. Buen provecho.
Ya regreso.
¡Uy! ¿Y qué le pasa a Ruth?
No sé.
Con su permiso, yo me voy a bailar.
¡A bailar! ¡Don Ernesto! ¡Don Ernesto!
Vamos, Jenny.
Te voy a conceder la primera pieza.
¡Uy! Qué gran honor.
Pues.
Licenciada Laura, qué gusto verla por acá.
Hola, Ruth. ¿Cómo te va? Bien, gracias.
Creo que todas las sucursales
están hoy por acá.
¿Cómo le está yendo Chela?
Con mucho trabajo, ya sabes.
Todo inicio es difícil.
Y como te dije la vez
pasada, nos hace falta personal.
¿Ah, sí?
Me acuerdo
que me contó que había plazas vacantes. Y
necesitamos una persona con tu experiencia
para el área de gestión de proyectos.
Gracias, licenciada.
Eso significa que todavía podría
optar a esa plaza.
Si te decides,
ya sabes que serás bienvenida.
Además, tienes la oportunidad
de ir a la universidad.
Gracias. Lo voy a tener en cuenta.
Pero no tardes.
Hay muchas personas interesadas. Lo sé.
Yo te daría prioridad a ti
porque conozco tu trabajo.
Qué amable.
Le agradezco su confianza.
Llámame cuando te
hayas decidido. Yo le llamo.
Ruth.
¿Quieres bailar?
Ahorita no, Rogelio.
Gracias. ¿Por qué has estado tan distante?
Es que hay mucha gente.
Por eso
es el momento ideal
para que nuestros amigos se enteren
que somos novios.
¿Cómo crees? ¿Qué pasa? Nada, Rogelio.
Te vi conversando con la licenciada
Laura. Sí.
Me dijo que todavía está libre la plaza
en Chela, por si quiero irme para allá.
Sabía que querías irte de tu casa,
pero no del trabajo y de San Juan.
Es algo que he estado pensando.
¿Por qué no me contaste tus planes?
Rogelio, por favor.
Son muchas cosas
las que estoy enfrentando ahora.
Pero no tienes que hacerlo sola.
Te he dicho que puedes contar conmigo.
Pero si no me dices nada.
¿Cómo puedo ayudarte?
Es que no sé que decirte.
Sólo te pido que me hables.
Que confíes en mí.
Rogelio, discúlpame, pero me siento mal.
Creo que mejor me voy a ir de la fiesta.
Está bien.
Yo te llevo.
No te preocupes.
Puedo regresar sola a mi casa.
No entiendo.
Ruth. Rogelio,
ya no quiero que me busques.
Ya no quiero verte.
¿Estás hablando en serio? Sí,
muy en serio.
Lo nuestro no puede seguir, Ruth. Pero.
Lo siento, Rogelio,
pero ya no quiero ser tu novia.
Toma mi mano.
Santos peregrinos.
Peregrinos
en este rincón.
Anoche estuve enamorado.
El abrazo
que me trama muchas veces
llego solo en tragar pinzas.
Ustedes, como no han estado viniendo,
no sabían que la posada era de traje.
¿Había que venir bien, Catrín o qué?
De traje. Vos, Diego.
Traje pan, traje tamal, traje ponche.
Ah, ya entendí.
Pues yo traje mi hermosa presencia.
Ajá. Así pues,
se les encarga para la próxima.
Ah, pero sí que se mandaron
porque hay un montón de comida muchá.
Vengan, Éntrale.
Ustedes son de confianza. Hay para todos.
Buena onda, panqueque.
Hombre, qué bueno que vinieron.
Ya los extrañábamos.
No creo que esa casaca está bien.
En serio.
Hasta la Bárbara preguntó por vos.
¿Y eso por qué?
Porque no sabe nada de vos.
Y eso que es tu traída, mijo.
Vení, Necesito que me ayudes.
Ahorita voy, mamá. Ya regreso.
Mira, Alex.
Qué gentío. ¿Vino a la posada?
Está casi todo el pueblo.
Vos, Diego, cuidadito y andas contando
lo que estamos haciendo con el Gabriel.
Me extraña. Ni que fuera tan baboso.
Va con este. Pues. ¿Y qué?
Por eso es que andas tan nervioso.
¿Eh? ¿Algo?
Es que acabo de ver a lo lejos a Lucía.
Pues Kl maje. ¿Qué estás esperando?
Nel, vos.
Ya sabes que entre menos
me vean con ella, mejor.
Pero si no querías que nos vieran,
mejor no hubiéramos venido.
Acordate que el comisario
nos dijo que nos quería ver aquí.
Ah, sí, es cierto.
Hay que despistar al enemigo.
¡Cállate!
Ahí viene la mamá del panqueque.
Patojos,
agarren un chuchito y un vaso de ponche.
Buen provecho.
Muchas gracias, doña Azucena.
Ya se ha hembrita.
Muchas gracias.
De nada.
Y apúrense, que ya va a empezar el
solo.
Nos comemos el chuchito y entramos.
Yo digo que mejor nos vamos. Vos, Diego.
Sí. Vámonos.
Ustedes dos. ¿Para dónde van?
Le juro, poli, que este Chuchito
me lo regaló doña Azucena.
No, no se asusten,
que aquí estamos para pasarla bien.
Qué bueno que se dejaron venir.
Ya sabe, jefe, no podíamos faltar.
Eso me gusta, Muchachos.
¿Qué tal patojos?
Hace días que no los veía.
Hola, profe.
¿Qué tal, profe Cruz?
¿Cómo te va, Alex? ¿Todo bien, profe?
Me da gusto verlos.
Estos patojos salieron pilas.
Don Cruz.
Sigan así.
Sean ejemplo y apoyen a su comunidad. Ajá.
Eso siempre, jefe.
Pero creo que ya nos vamos.
¿Y por qué?
El ambiente está bien alegre. ¿Eh?
Ya nos vamos.
A rezar. A rezar un poco.
Sí, sí, sí.
Es que nos hace mucha falta.
Vayan, pues ya, ya Hay más ponche,
tostadas y rellenitos.
Vayan, coman.
Don Cruz, quiero hablar algo con usted.
Claro, don José. Cuénteme.
¿Hace mucho que usted
no ve a esos patojos, verdad?
Más o menos.
Han estado algo desanimados.
Y Alex ya no está en el equipo de fútbol.
Hace unos días
me dijo que se salía del equipo.
Eso es lo raro.
Yo he tratado de motivarlo para que siga
en el equipo, pero vamos a ver qué pasa.
Don José.
Mire, don Cruz,
yo sé que Alexis, el hermano del diablo.
Y a pesar de eso
nunca he tenido ningún problema.
Es buen estudiante,
un excelente deportista.
Alex no es igual a su hermano.
Yo doy fe de eso. Y no lo dudo, Don Cruz.
¿Pero qué?
Hace unos días vi a Alex y a este
muchachito, Diego acompañados de Gabriel.
¿Y que estaban haciendo? Pues nada malo.
Hablaron muy poco, pero al final Gabriel
les dio unos fajos de billetes a los dos.
Yo alcancé a ver. No puedes.
¿Usted cree que
estos patojos ya están
en la pandilla con Gabriel?
Esperemos que no.
Lo que pasa es que a veces los jóvenes
pueden ser fáciles de influenciar.
Pero ellos son buenos patojos, Don José.
Tranquilo, Don Cruz.
Lo único que le digo es que hay que hacer
algo antes de que se metan a la pandilla.
Porque una vez adentro
no van a poder salir.
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