Toma Mi Mano USA

Episodio 9: Memoria de una muerte dolorosa

Episode Summary

¡Los secretos y las emociones están a flor de piel en Toma Mi Mano! Bety y Cruz enfrentan una dolorosa discusión sobre la muerte de su hijo Marvin. Mientras tanto, Esperanza encuentra consuelo en el trabajo en casa de doña Concha. Además, Teresa visita la carnicería de Doña Olga, donde los chismes amenazan con revelar verdades incómodas.

Episode Transcription

Toma mi mano.

Betty, Marvin está muerto.

Pero por favor, no me culpes. Si te culpo.

Si no lo hubieras consentido tanto.

Si no lo hubieras dejado salir

solo ese. Día, entonces.

La culpa es de los dos.

¿Cómo te atreves a decirme eso?

Porque es cierto.

Si vos no hubieras sido tan estricta

con él.

Te decía que estaba cambiando

y lo perseguías todo el tiempo.

Betty, por favor. No.

No puedo ir a trabajar dejándote así.

Ay, no te preocupes, Cruz.

Anda y hace tus cosas.

Anda a trabajar.

A andar tus partidos con tus patojos.

Déjame aquí sola como estoy

desde que perdí a mi hijo.

Es que no sé qué hacer. ¿Qué

quieres de mí?

Que no te olvides de tu hijo.

¿Hablas de Alex?

De Gabriel, Del futuro de los jóvenes

y Marvin.

¿Qué? ¿Alguna vez te acordás de él?

Yo también sufro, Betty.

También me pregunto qué

fue lo que no hicimos bien.

Cómo me

gustaría regresar el tiempo

y cambiar las cosas.

¿Así como ves lo que pasa con Alex ahora?

¿Por qué no te diste cuenta?

¿Cuando Marvin empezó a tener malas

juntas?

¿Por qué no lo corregiste?

Y vos Siempre tan dura con él.

No le dejamos hacer nada.

Si tan solo te hubieras dado cuenta.

Quién era Gabriel.

Si hubieras hecho algo.

Pero no lo hice, Mujer.

Y vivo con eso cada día.

Si tan solo lo hubieras alejado.

¿Y Gabriel? Es Betty.

Ya no puedo con esto.

Era mi hijo también.

Yo le hablaba cada vez que podía.

¿Qué más iba a hacer?

Ay, Cruz.

Muchas veces necesité

que estuvieras aquí para ayudarme.

Porque al darle las orejas.

Por lo menos.

¿Cuántas veces

lo castigamos? ¿Cuántas? Yo.

Yo me desesperaba. Cruz

no me hacía caso.

Vos. ¿Dónde estabas?

Ocupándote de otros menos de él.

Aquí.

Estaba tratando de ser un ejemplo para él.

Haciendo todo lo posible

para alejarlo de los vicios de la calle.

Pues no fue suficiente Cruz.

Para mí no fue suficiente.

No seas injusta, Elizabeth.

Lo único que nos queda somos nosotros.

No sé si queda algo todavía. Cruz.

No nos lastimemos más, Betty.

No tiene sentido recordar hacia Marvin.

No lo merecemos.

Tampoco él lo merece.

Pero dejemos las cosas como están.

Ya no podemos hacer nada.

Que así lo decís.

Pero a mí.

Me duele mucho. Recordar a mi niño.

Por eso es que

quiero apoyar a los patojos.

Para que no les pase

lo que le pasó a Marvin.

Mira cómo está

la situación de violencia en el pueblo.

Tenemos que hacer algo. A mí

no me importa.

¿Ya está listo el carro?

Solo lo estamos esperando.

En un rato

voy encenderlo y súbanse ustedes.

Betty, no te quiero dejar así.

Si quieres

te voy a ayudar después al puesto.

No voy a ir a abrir hoy.

No tengo ganas de salir.

¿Quieres que te compre algo

para el negocio?

¿Necesitas que te traiga cosillas?

Vi unas cajas plásticas de colores

que se venderían bien.

No necesito nada.

¿Crees que le diga algo a doña Olga? No.

Eso no importa.

Yo sé que me pusiste el puesto del mercado

para distraerme,

para que no piense en Marvin.

Pero hay días que no puedo.

Voy a dejar la carga en Antigua y regreso.

Iba a pasar con Don Julio,

pero mejor. ¿Qué?

Por lo del donativo para los uniformes.

Pero puedo ir otro día.

No te preocupes, Cruz.

No necesito que estés

cuidándome todo el tiempo.

Anda, ya sé tus cosas.

Pero yo quiero estar aquí.

Yo no estoy cansada, de verdad.

Prefiero que te vayas.

A pesar de todo. Betty.

Yo creo que ayudar a estos jóvenes

vale la pena.

Y no tengo duda. Por eso

quisiera que apoyáramos a Dale.

No me pidas eso.

Yo no voy a apoyar a nadie.

¿Me oíste? A nadie.

Es que Alex lo está

pasando muy mal con su hermano.

Tal vez si se viene a vivir con nosotros,

sería bueno para.

Todos.

No estés ofreciendo nuestra casa aquí.

No es la beneficencia.

Eso no va a pasar. Cruz.

Alex necesita apoyo.

Está tan solo como

nosotros. Te dije que no.

Esperancita.

Yo pensé que ya no iba a venir.

Pase. Vámonos de una vez a la cocina.

Disculpe, doña Concha.

Es que pasé a la casa de doña Betty

y me agarró el tiempo.

No tenga pena, pero todo está bien.

Sí, todo bien.

Sólo es que a veces me cuesta

ir de un lado a otro.

Lleva tiempo.

¿Le toca duro, verdad, Esperancita?

Pues sí, pero.

Hay que ganárselo sentaditos.

Así que no me quejo.

¿En qué necesita que le ayude hoy?

Mire, ayúdeme hacer un caldito de huevos

con pasote porque me atrasé

por estar haciendo otras cosas

y ya se va a levantar el don.

¿Ya puso el agua?

Ya. Ahorita

iba a picar el tomate y la cebolla.

Ah, bueno, si quiere yo lo hago

y usted lava la pasote.

Pues qué bueno que vino,

porque estoy arreglando unas camisas

de este hombre

y no he avanzado con la limpieza.

Se va el tiempo

rápido. ¿Verdad, doña Concha?

Ay, sí.

Y este señor que no me deja en paz cuando

está en la casa todo quiere que le sirva.

Y yo me canso.

Si no, doña Concha, Si no, míreme a mí.

¿Y cómo le ha ido estos días ahí?

Buscando otras casas.

A ver donde me llaman.

Si sabe algo, ahí le encargo.

Pero qué cansado.

¿Le va a dar tiempo a trabajar

en otras casas?

Con que me den las fuerzas, doña Concha.

¿Pero no le manda algo su hijo?

Es que se fue al norte.

Pues sí.

Pero no me alcanza lo que me manda

mi Armando.

Aparte, dizque anda ahorrando

para la fiesta de los 15 de Lucía.

¿La Cratchit, verdad?

¿Cómo pasa el tiempo de rápido?

Ya ve con mi último patojo ya cumplió 18.

Raulito, ve, pues ya es un hombre.

A ver si no se le casa ya, doña Concha.

Yo creo que en esas anda usté

por ahí tiene una su patoja.

Por cierto, no me cae bien,

pero como yo no puedo decir nada.

¿Ay, que miren ellos qué hacen?

¿Y ayer no fue a ver a Jefferson al campo?

No, Raúl no me deja ir.

Peor ahora

con las cosas que están pasando ahí.

Es cierto, doña Concha.

Por eso

yo ya no quiero que vaya Lucía y Angelito.

Y ya se levantó Raúl.

Pero el caldo ya casi está. Solo falta

echarle los huevos.

Ahorita el vago.

Súbele la llama, La hornee, por favor.

No tenga pena, doña Concha. Ya está.

Para mientras,

le voy a llevar su café a la mesa.

Vieja.

Ya está mi desayuno.

Ya, Raúl.

Aquí está tu café y ya te traigo el caldo.

Así me gusta que me tengas lista

las cosas.

Aquí está también el pan.

¿El de hoy, verdad?

Sabes que no me gusta el pan frío.

Ayer, panes tiesos me diste.

Le hablé al muchacho

que viene a dejar el pan.

Decirle que a la próxima

le voy a tirar a los chuchos encima pa

que aprenda a hacer bien su trabajo.

Buenos días, don Raúl.

¿Le sirvo

ya la comida? No, no, no. No, no.

La única que me sirve la comida

es Concepción.

Deje que ella lo haga en.

Gracias, Esperancita.

Yo lo hago.

Y Jefferson se fue a trabajar. Mmm.

De plano que su mujercita lo obligó a ir.

No, Andrea

no quería que se fuera a trabajar.

Él se fue porque tenía un compromiso.

Oh, Dios.

¿Y ahora qué?

¿Andas defendiendo a la Andrea?

No, es que Jefferson tenía

una reunión importante de su trabajo.

Como que andas bien informada. No.

Y Jefferson me contó.

¿Y cuando te contó,

lo fuiste a ver ayer? No.

No. Y él pasó temprano a decirme

que ya se iba y me contó lo del campo.

Mmm. Mejor anda, tráeme mi comida

en lugar de estar aquí parada.

Sí, ya voy.

Apúrate,

que tengo que ir a hacer un mandado.

Ah, aquí está.

Pásame la sal.

Está a la par de tu plato.

Que me pases la sal Concepción y no me la

des en la mano, que es de mala suerte.

Aquí está.

Anda, tráeme más café.

Pero lo quiero bien cargado.

Ahorita te lo traigo.

Aquí está el café, doña Concha.

Gracias. Concepción, vení para acá.

¿Y ahora qué?

Usted quédese aquí

y no haga caso de lo que diga.

Ay, doña Concha.

¿Qué pasó, Raúl?

¿Este caldo no lo hiciste vos? Mmm.

Y te dije que esa señora

solo debe ayudarte en la limpieza.

Ahorita te preparo otro.

Que otro caldo. Ni que jodidos.

Mejor me voy a otro lado

a quitarme la goma.

Ahí se hartan esas babosadas.

Raúl, no te enojes.

Y eso, Teresita.

¡Qué milagro que ande en el mercado!

Tenía secos los ojos de no verla.

Pues aquí, doña Olga.

¿Cómo le va? Trabajando, como siempre.

Yo no tengo nadie que me mantenga.

Pues que pena por usted.

En cambio, yo ya crié a Ruth, así

que justo es que se ocupe de mí.

¿No cree?

Si usted lo dice.

Pues sí.

¿Si no, para qué tanto sacrificio? ¡Ah!

¿Y usted de qué se queja?

Si encima de todo.

Bien que su hermano Antonio

le ha mandado su billetito.

Ah, pues no me quejo.

Aunque el ingrato de mi marido me dejó.

Mi hermano siempre me ha echado la mano.

Y por ahí hay. Y ya va a regresar.

Ya ve usted como la gente no tiene nada

de que ocuparse,

tiene que andarse

metiendo en la vida de los demás.

No lo digo por usted, por supuesto.

Yo, como

no necesito meterme en la vida de nadie.

La gente viene aquí solita

a contarme sus cositas.

Ah, bueno,

Yo pase nada más para saludarla.

Sí, me imaginé.

Usted siempre tan amable.

Igual que usted, doña Olga.

Igual que usted.

Pero bueno, yo no le quito más su tiempo.

Solo venía a comprar

una libra de carne para asar.

No me diga que anda de antojo.

No como cree.

Lo que pasa es que ya hace rato

que no comemos carne asada.

¿Y las niñas? Dijeron que querían cocinar.

Qué suerte tiene usted, Teresa.

Que bueno que sus patojas la atienden

y le cocinan.

Pero cuando se casen.

Eso depende de que yo acepte

primero a los novios.

Buenos días, doña Olga.

¿La molesto con una libra para cocido?

Atendé ahí, Alejandro,

que yo estoy ocupada.

Voy. ¿Qué va a llevar hoy, seño?

Pues sí. Mire.

Con que consigan uno, que tenga dinero.

¿Si no, qué le va a dar a usted?

Pobrecita.

Por cierto, me contaron

que han visto a la Ruth con ese patojo.

El hijo de la tal Marta.

Ni me lo diga, doña Olga.

Por más que le digo a esta muchachita

que ese tipo no me cae bien.

Ahí está necia con el hombre.

Y ayer andaba con él en el campo.

¿Pero usted por qué la deja ir?

Lo que pasa es que si no se ponen rebeldes

y después ya no ayudan en la casa.

Y ya vio que con mi enfermedad

no puedo hacer nada de oficio.

Pero tenga cuidado.

Controle más a esa muchacha.

Si no, cuando sienta se va a quedar

con el hijo de la bruja esa.

Ay, perdón.

Con el hijo de la comadrona.

Ella no se ha sido ni a Oliva.

La van a oír.

Yo solo repito lo que escucho.

Y la Ruth Le salió bien chula.

Por eso

le digo que tenga cuidado con ese patojo.

Usted no se preocupe, doña Olga.

Solo vamos a ver.

Y no digo que Rogelio sea feo,

pero lo bonito no le quita lo pobre.

No tiene nada.

Lástima que Ruth es muy mayor para mí.

Carlitos.

Pero si en este pueblo no hay nada bueno.

Ninguno. Tienen que caerse muerto.

Ruth no entiende que debe buscar a alguien

que pueda mantenernos.

Pues de que hay hay.

Solo que hay que buscarlos.

Imagínese de un guapo pobre.

Un guapo rico.

¿Qué le conviene más a usted

y el jefe de la Ruth que no está tan feo?

¿Ay, como dice eso?

Ese ya está muy viejo para Ruth.

Ese niño es tan bueno para mí.

Que como

dice el dicho, para gato

viejo, ratón tierno.

Y los hombres buscan puras patojas.

Doña Olga, usted siempre tan ocurrente.

Solo digo la verdad, Teresa.

Pues entre que son peras o son manzanas,

no logro que esa niña

deje por un lado a ese tal por cual.

Pues mire, yo le voy a decir por aquí

vienen a comprar mis vecinas

de los residenciales.

Usted sabe que ahí vivimos los

que tenemos buenas posibilidades.

¿Sí, cómo no?

Yo le puedo presentar

algunos patojos a Ruth,

pero eso sí, tendría que trabajar

aquí conmigo.

Esa no es una mala idea.

Gracias, doña Olga.

Yo solo le digo.

Teresa, a las personas que tenemos

fe, Nos va bien.

Ya va a ver que Ruth consigue algo mejor

y rapidito.

Sí, lo difícil

va a ser cómo la saco de la cooperativa.

Pero bueno, no es algo imposible.

Piense en usted en su futuro.

Así no tiene que preocuparse

cuando esté mayor.

Y yo no la quisiera ver.

Como a Esperancita,

que todo el tiempo viene a pedirme dinero.

¿Y usted que le sigue prestando,

doña Olga?

Ya ve que apenas si consigue trabajo.

¿Cómo cree usted que le va a pagar?

Es que yo no le puedo dar la espalda

a quienes me necesitan, Teresa.

Además, ya sé que ahorita está

trabajando con mi cuñada Conchita.

Por lo menos tiene seguro

el cobro con su cuñada.

Solo espero que no le quite el marido.

¿Va a creer usted que su hermano

se va a fijar en alguien como ella?

En eso tiene razón Teresa.

Raúl tiene gustos finos,

aunque a veces se va con

cualquiera que le dé la oportunidad.

Pero bueno, eso es harina de otro costal.

Es cierto, doña Olga.

Ya me contará más despacio.

Sí, Ahora

mejor ocúpese del asunto con Ruth.

Y si se anima, solo me avisa.

Gracias, doña Olga.

Ya se me va a ocurrir algo para sacarla de

ese su chance, Sito, ya sabe.

Aquí tiene.

Trabajo seguro.

Y de paso, conoce a un buen muchacho.

Bueno o malo,

No me importa que tenga pisto.

Lo que me interesa y que corte de una

vez con el Rogelio ese. Por.

Toma mi mano.

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