Ruth le cuenta a su madre, Teresa, una importante decisión de trabajo, lo que desata la furia de Teresa. Verónica le dice a Doña Marta que ha hablado con su madre mientras esta la examina. Además, decide buscarle un trabajo a Ruth con personas de dudosa reputación.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Ruth.
Qué gusto verte por aquí.
No sabía dónde ir. Andrea. ¿Qué pasa?
Renuncié a la cooperativa.
Y eso es que las cosas con mi familia
no van muy bien.
Estoy buscando otro
trabajo para independizarme.
Y ahora que terminé con Rogelio.
Todo iba a ser muy complicado
en la cooperativa.
No sabía qué tan mal iban las cosas,
pero no fue muy arrebatador
renunciar así de repente.
No, ya lo había decidido.
Además, tengo dos semanas
para que se haga efectiva mi renuncia.
Mientras tanto, tengo que ver qué hago.
Pero tu trabajo en la cooperativa,
Ruth, es tu oportunidad de crecer.
Ya te ascendieron. Yo lo sé, Andrea.
Pero me ofrecieron algo en Xela.
¿En serio?
¿Y te vas a ir? No, no creo.
No puedo irme sin Silvia.
Pero no es tu responsabilidad.
Si necesitas irte, debes hacerlo.
No puedo dejar a mi hermana en esa casa.
¿Por qué estás diciendo eso ahora?
¿Tan malas trata tu mamá? No es eso.
Simplemente no podemos seguir ahí.
No me preguntes por qué, Andrea,
pero nos urge salir de esa casa.
Entonces, si necesitas irte.
¿Por qué dejas la cooperativa?
No te entiendo, Ruth.
¿Por qué no puedo estar cerca de Rogelio?
Me lastima mucho verlo
y no poder estar juntos.
¿Y por qué terminaste con él?
Porque por ahora
no puedo estar con Rogelio ni con nadie.
Mi vida es una pesadilla.
Ruth. Me asustas.
¿Qué es lo que te está pasando?
Sabes que somos amigas.
Si Te puedo ayudar en algo.
Sólo dime.
Lo que necesito
ahora es encontrar un trabajo.
La empresa donde trabaja Jefferson acaba
de poner una sucursal aquí en San Juan.
¿En serio? Andrea.
¿Y será que están buscando personal?
Sí. Le puedo preguntar a Jefferson
si todavía hay plazas disponibles.
Te lo agradecería mucho.
Y ahora te voy a preparar un tecito de
tila para que te vayas tranquila.
Espérame.
Bueno.
¿Y por qué no han empezado a comer?
Te estábamos esperando, hermanita.
Y yo acabo de venir con las tortillas.
Además, Ruth no ha venido.
Podemos empezar sin ella.
Mmm. Silvia.
Le falta azúcar al frasco.
Voy por la azucarera.
Pero apúrate, que me estoy atorando.
Ay, hermanita, No exageres.
Aquí está el azúcar.
Por eso me cae mal que Ruth venga tarde.
Ella sabe bien cómo me gustan las cosas.
Saca ese animal que me duele la cabeza.
Está bien, mamá.
¿Me deja ir a ver tele en su 4.º?
Sí, pero ni se te ocurra entrar a la
gata. No.
¿Cómo crees? Ah.
¿Y cuándo empieza mi novela?
Te me salís rapidito.
Vaya, mamá.
Ese tal Rogelio le dio a esa gata
solo para fastidiarme.
Don Worry,
no te preocupes, que un día de estos
la gata se puede perder.
Ah, no es mala idea.
Bueno.
¿Y vos porqué comiste tan rápido?
Oh, ahijada Bisnes.
Tengo unos negocios que atender.
No. Pues que alegre. Así es, hermanita.
Pronto habrá más money.
¿Y de qué se trata?
Si resulta, te contaré.
Pues yo igual te
sigo buscando algo con Raúl.
Ponete las pilas.
Pues yo siempre las tengo bien puestas.
Que buenas noches.
Ruth. ¿Qué son estas horas de venir?
Ah, es que estaba adelantando unas cosas
en el trabajo porque hay renuncia.
¿Pero qué estás diciendo? Que renuncié.
Ya no voy a trabajar en la cooperativa.
¿Estás loca?
Ya no quiero trabajar en la misma oficina
que Rogelio.
Es una excelente decisión, Mi Sweety.
¿Y ahora cómo pensás
que vas a mantener la casa?
¿Y qué hacemos
con todas las deudas que tenemos?
Ya veré qué hago, mamá.
No se preocupen.
Como así.
Tono con el negocio que estoy cerrando.
Ruth no tendrá que trabajar nunca más.
Ahora, si se te safo un tornillo.
Para nada.
Ya verás. Confía en mí.
Gracias, hermanito.
¿Tú sí
sabes lo que es cuidar de tu familia?
No como otras.
Toma mi mano.
Lucía, que manda.
Abuelita.
A Verónica le toca que doña Marta
le examine hoy. ¿Verdad?
Sí, abuelita.
Ya están listas. Ya casi. Apúrense.
Así salimos juntas.
Que me toca ir a trabajar donde doña Chic.
Doña Esperanza.
Ahora sí que me cuesta levantarme
y caminar así pasa, Verónica.
Los últimos meses son muy cansados.
Vaya si no se le nota
que hoy sí le pesa el bebé.
Caminemos y las paso
dejando a la casa de doña Marta.
Aunque vayamos despacio.
No importa.
Ay, doña Marta,
que bueno que su casa está cerca.
Te entiendo, pero caminar te ayuda.
Le encargo a las patojas,
doña Marta, que tengo que ir a trabajar.
No tenga pena.
Que le vaya bien, doña Esperanza.
A ver, Verónica, vamos a examinarte.
¿Ya sintió cómo se mueve?
Sí, es normal porque tu bebé
está más desarrollado y fuerte.
Ya pueden hacer.
Todavía faltan unas semanas.
¿Y cómo ve que está el bebé, doña Marta?
Su corazón se escucha normal.
Y tú te ves muy bien, Verónica.
Debes seguir alimentándote sanamente.
Mi abuelita le da muchas hierbas.
Eso está bueno, porque en las hojas verdes
hay ácido fólico y esa vitamina
ayuda a la formación del bebé.
Sí, doña Marta, eso me han dicho.
En mi control en el centro de salud.
Pero ahora hay algo que quiero contarles.
A ver qué pasó.
Hablé con mi mamá.
Ve que guardadito te lo tenías.
¿Y qué te dijo?
Pues se puso muy contenta y sorprendida
de ver lo bien que estoy.
Eso es porque te has cuidado mucho.
Gracias a usted y a doña Esperanza,
ella ha sido muy buena conmigo.
¿Sí, mi abuelita ha sido buena onda,
pero con tal de que más platicaron?
Mi mamá quiere que regrese a la casa.
¿Y a ti qué te parece la idea?
La verdad es que me emocioné.
Yo los quiero mucho y me siento feliz,
aunque ya nada va a ser como antes.
Eso me asustó un poco
porque no sé que me puedan tratar mal.
Y también a mi bebé. No lo creo, Verónica.
Así como ha sido difícil para ti, también
lo ha sido para tus padres.
Tu mamá entiende muy bien la situación
y ha aceptado
que tampoco se resuelven las cosas
dejándote sola.
Aunque llegó enojada al instituto.
Sí, pero conforme vayan hablando,
las cosas van a mejorar.
Hablarle a mis papás.
Yo de que la verdad,
nunca hemos hablado mucho.
Por algo hay que empezar.
Van a tener que comprenderse
y decir las cosas sin herirse.
Sí. Verónica, diles con sinceridad
cómo te sientes.
¿Está difícil?
No lo creo.
Pregúntales que esperan de ti
y diles que esperas tú de ellos.
Es que yo sé que me apresuré.
Pude haberme cuidado
hacer las cosas de una manera diferente.
Es una responsabilidad compartida,
Verónica.
El papá del bebé también
debió ser responsable
si no quería
que estuvieran en esta situación.
Pero como dice mi abuelita,
ahora hay que enfrentar las cosas.
Y si tu mamá te ofreció que regreses
a su casa es porque quieren ayudarte.
¿Y si cuando esté viviendo con ella
me dice que se arrepiente?
Eso no va a pasar, Verónica.
Y las cosas irán tomando su rumbo.
Ya van a ver.
Gracias por todo, doña Marta.
¿De verdad?
Bueno, doña Martha, nosotras nos vamos.
Tenemos que terminar
de hacer unas cosas en la casa.
Entonces allá las voy a encontrar ahorita.
Que regrese. Sí, doña Esperanza.
Y parece que todo se está arreglando entre
Verónica y doña Rosa, según me contó.
Eso me da mucha alegría.
Ya ve, a pesar que
las cosas no resultan como esperamos,
hay que aprender la lección.
Por eso es mejor hablar con los patojos
antes que sea tarde.
Es una tarea difícil, doña Marta,
pero no imposible.
Toma mi mano
cuando quieras.
Bueno, pues servida.
Doña Leche.
Gracias, doña Olguita.
Y solo eso va a llevar hoy.
Ay, si solo para eso me alcanza.
¡Uy, no! Empezando el año mal.
No es eso.
Usted sabe que con todos los gastos
de los útiles de los patojos,
ahí se va el pisto.
En cambio yo desde el mes pasado que le
compré todas las cosas a mi Carlitos.
Ah, pero usted
Porque tiene las posibilidades.
Yo le llamo bendiciones, doña Lety.
¿Sí, verdad?
Claro, es lo que les digo
siempre en mis reuniones.
Pero como no hacen caso,
por eso están como están.
Lo que pasa es que cuesta llegar a tener
la fe que usted tiene, ni la tendrán.
Buenas, doña Olga.
Teresita, Bienvenida.
Pase adelante.
Gracias, doña Olga. Ya viene por la carne.
Si usted.
Pero no sé qué lleva.
Llévese un poco de todo.
¡Ay! Disculpen.
Nos vemos, Doña Olga. Está bien,
doña Lety.
La espero el martes en la reunión.
Sí, por ahí voy a estar.
¿Bueno, pues en reunión de qué?
Doña Olga.
Hoy usted tan solo. ¿De qué?
Disculpe.
Pues ya no le voy a preguntar nada.
O sea, sentida, hombre.
Son mis reuniones
que hago todas las semanas,
donde hablo de prosperidad,
del respeto que nos debemos y de la fe.
Así ya me había contado.
Por cierto, a ver qué día se llega después
con lo enferma que estoy.
Casi no salgo.
Con más razón debería ir así
se le quitan esos sus males.
Pero en fin, usted se lo pierde.
¿Entonces qué va a llevar?
Eso estoy pensando.
Yo digo que unas mis 2 £ de costilla.
Que estén bien. Carne, por favor.
Solo dos. Llévese tres.
Así le sale un buen caldo.
Ay, con lo que me gustan los caldos
bien hechos.
¿Usted cocina?
Yo no.
Fruta es la que se encarga de eso.
Ya decía yo.
Y cuénteme cómo le ha ido.
Muy mal, doña Olga.
¿Y eso qué le pasó?
¿No ve que Ruth renunció a su trabajo?
No me diga. ¿Y por qué?
Por babosadas.
Todo por ese disque jefe de ella. Así.
¿Quién es?
Pues el hijo de doña Marta.
El tal Rogelio.
Ah, el de la bruja.
¿Cómo le habrá hecho para llegar ahí?
Eso digo yo.
Si es tan simplón el pobre patojo.
Algún trabajito habrá hecho doña
Marta para que le dieran ese puesto.
¿Será usted así?
Por algo le digo, bruja.
¡Ay, no!
Y pensar que se patojo.
Anda detrás de mi hija.
Pues tenga cuidado, Teresita,
no vaya a ser que le hagan algo,
si no es que ya se lo hicieron.
Ay, no diga eso, doña Olga.
Ya muchos males tengo.
No, hombre, yo me refiero a su hija.
¡Ay, doña Olga!
¿Usted cómo es?
Ah, pero que debe tener cuidado.
Eso sí va en serio.
Bueno, al final de cuentas,
creo que es mejor que Ruth ya no siga
en la cooperativa.
¿Pero qué va a hacer ahora?
Ay, también por eso vengo con usted.
¿Por qué?
Para ver si le puede dar trabajo
a Ruth. Yo,
Teresita, el único trabajo
que le puedo dar es para que atienda
aquí, en la carnicería.
Pues aunque sea de eso, doña Olga.
Pero eso si no le pagaría mucho.
Siempre ando al día con el dinero.
No importa las cosas.
Que no se esté en la casa de Vaga.
Mire, por ahí.
Escuché que en la oficina donde trabaja
mi sobrino, en Jefferson,
Están contratando gente.
Y será que pagaran bien. Ahí Sí.
No sabría decirle, pero para que Jefferson
lleve tiempo de trabajar allí.
Yo pienso que si.
Buenas, Teresita.
¿Qué tal, don Raúl?
Pues no tan bien como usted,
pero ahí vamos.
¿Y vos qué haces aquí, Raúl?
Nada, aquí.
Viendo las chulada de San Juan. Sí.
Pues en lugar de andar
viendo cómo levantar la finca.
¿Qué decís?
¿Si la finca ahí está bien, bien fregada,
Tal vez ya
quisieras a ver qué día
te echas una vuelta por allá? ¿Sí?
Pues sí, es cierto.
Tal vez le das trabajo a Ruth.
Entonces. Ruth es mi hija, don Raúl.
Así es. Trabajo. ¿De qué busca?
Pues la verdad, no
pensaba que usted le diera trabajo a ella.
Más bien es otra persona.
Mmm. ¿Quién será? ¿Teresita?
A mi hermano. Tono. ¿Y qué sabe hacer él?
Teresita. Aquí está su costilla.
Ahorita le pago.
No se preocupe, Teresita.
Aquí le pago yo.
Ay, don Raúl, No se moleste.
No es ninguna molestia.
Quédate con el vuelto, Olga.
Platiquemos en otro lado, Teresita.
Y en donde usted véngase.
Raúl.
Aquí falta pisto.
Raúl.
Toma mi mano.
Entérate más sobre. Toma mi mano.
El audio, novela
y los recursos disponibles en Triple W.
Punto. Toma mi mano punto u s o síguenos
en Instagram y TikTok
como toma mi mano U.S.A.
No te pierdas nuevos episodios
cada miércoles.
Escúchalas en Spotify, YouTube
y Apple Podcast.
Este proyecto fue desarrollado
por Population Media Center.