Verónica tiene la posibilidad de regresar a casa, pero sin las condiciones que ella espera. Esto complica la situación con su madre. Por otra parte, la policía está muy cerca de atrapar a Alex y Diego. El peligro es inminente ¿Lograrán escapar?
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Después Lucía
me reclamó que le pongo más atención
a su hermano que lo trato diferente.
Mire, doña Esperanza,
aunque sus nietos tengan edades
diferentes,
hay que darles la misma atención y apoyo.
Yo estoy con todas las ganas,
pero no sé qué hacer.
Doña Marta se recuerda que la otra vez
le hablé de unos encuentros para padres.
Ah, sí, me acuerdo. Pues.
Pues dentro de poco
van a empezar con la escuela para padres.
Sería bueno que yo fuera verdad.
Usted no
está obligada a ir, doña Esperanza.
Pero su hijo y su nuera le dejaron
la responsabilidad de criar esos niños.
Y yo creo que eso le serviría
para entender mejor a sus nietos,
pues siempre sirve aprender algo
diferente.
Y es aquí, en San Juan, Renacimiento.
No es un día en Antigua Guatemala,
pero le caería
bien hacer un viaje para allá. ¡Ay!
¿Qué hago con los patojos?
No se pueden quedar solos.
Usted no se preocupe, Ya encontraremos
una solución cuando llegue la fecha.
Entonces apúnteme de una vez
antes que me arrepienta.
No se arrepentirá, se lo aseguro.
¿Doña Esperanza,
usted sabe si Verónica ya
arregló algo con su mamá?
Pues de eso estuvimos platicando.
Me dijo que hoy van a platicar otra vez
después del instituto.
Ajá. Qué mala onda, doña Olga.
Siempre peleamos con mi abuelita
por su culpa.
Pero tanto así es que se enojó mucho.
Dijo que está cansada de pelear conmigo.
Y yo le contesté que tal vez sería
mejor que me fuera con mis papás.
¿Cómo se te ocurre?
A ella
no le agrada mi noviazgo con Carlos.
Será para menos.
Mira todo lo que les ha hecho.
Hasta yo salí premiada con él.
Pero se arrepintió.
Se puso de rodillas para pedirme perdón.
Hasta
me dijo que te pidiera que lo disculpes.
¿Y de casualidad
no le salieron sus lágrimas de cocodrilo?
No te burles.
Y vos caíste otra vez. ¿Verdad?
Vamos a ver qué pasa.
Le voy a dar otra oportunidad.
Pues ni modo.
Espero que no lo vayas a lamentar.
¿Y vos vas a ir a platicar con tu mamá?
Hablé con tu abuelita
y ella me aconsejó que sería bueno.
¿Te das cuenta?
A vos te aconseja y a mí solo me regaña.
No entiendo a mi abuelita.
No sé por qué no podemos hablar.
Es igual lo que me pasa a mí
con mis papás.
¿Será que cada uno quiere tener
siempre la razón y no nos escuchamos?
Ay, no sé, Vero.
¡Ay! Bueno, me tengo que ir.
¿Estás nerviosa?
Sí, pero me hace falta estar en mi casa.
¿Quieres que te acompañe?
No, Lucía, Yo creo que esta vez no.
Pero si las cosas no salen bien,
te regresas a la casa de mi abuelita.
Qué chistosa.
Vos te querés ir de la casa de tu abuelita
y a mí me mandas para allá.
Rescatar gallinas, algo de mariscos.
Mi hija. Pasa.
Adelante. Vení, sentate. ¿Ya almorzaste?
Todavía no.
Sólo paso estos almuerzos. Ahorita
te sirvo.
Gracias, mamá.
Tómate este caldito
que te va a alimentar
y le va a caer bien al bebé.
Te ves muy bien, hijita.
Sí, Doña Esperanza y doña Marta
me han cuidado bastante.
Y contame para cuándo está la criatura.
Doña Marta
me dijo que faltan pocas semanas.
Y doña Marta no se equivoca.
Me tengo que ir alistando
para cuando nazca.
¿Y estás bien
en la casa de doña Esperanza? Sí.
Estoy compartiendo el 4.º con Lucía.
¿Ya te pusiste a pensar que con el bebé
no vas a dejar dormir a la patoja?
¿Por qué?
Porque los chiquitos se despiertan en la
madrugada y a veces no dejan de llorar.
No, no había pensado en eso.
Y la casa de doña Esperanza
No tiene más cuartos.
Mira.
Creo que ya te diste cuenta
que no elegiste bien.
Y nosotros tampoco.
Estuvimos al pendiente de lo que hacías
o de las dudas que tenías.
Y de alguna forma, todos somos
responsables por lo que ha pasado.
En eso tiene razón mamá.
Pero como dice doña Marta,
el bebé no tiene culpa de nada.
Y ahora que ya nos calmamos
y lo hablamos con tu papá,
queremos decirte que aquí tenés
un hogar para vos y tu hijo.
De veras sos mi hija.
Te queremos y te vamos a apoyar.
Gracias, mamita.
Y usted me cuidaría al bebé
en lo que voy al instituto.
¿A qué vas a ir? ¿Al instituto?
Pues a estudiar. ¡Ay, mi hija!
Tu hijo es responsabilidad tuya.
Si te venís a la casa,
vas a tener que dejar de estudiar.
Pero solo este año.
Y algo de los básicos.
Yo con mucho gusto te acepto de regreso.
Pero si ya no vas al instituto.
Pero ya vio cómo costó
que el director me diera la inscripción.
Eso fue solo una ilusión.
Pero si usted me ayuda, yo te ofrezco
casa y trabajo en mi comedor.
Así no tenés que dejar encargado a tu hijo
quien sabe dónde.
Vos misma lo podés cuidar
mientras atendiese a la clientela.
Cocinas y haces la limpieza. ¿Qué decís?
Toma mi mano.
Hola, Ruth.
Llegaste temprano.
Sí, Vengo a la entrevista
con la licenciada Heller.
Ya en un rato te atiende.
Gracias, Jefferson.
Ojalá y seamos compañeros de trabajo. Sí.
¿Y qué dijo Rogelio de tu renuncia?
Tú ya lo conoces.
Solo me preguntó si estaba segura
de la decisión que estoy tomando.
Pero es mejor así. Sí.
Me imagino que es difícil trabajar con él
ahora que terminaron.
Andrea me contó.
¿No te molesta, verdad?
No. Ustedes son mis amigos.
Conozco a Rogelio y sé que te ama.
Prefiero no hablar de eso.
Te entiendo.
Perdón
por meter mis narices donde no me llaman.
No pasa nada.
¿Y Jefferson?
Gracias por conseguirme la cita.
No es nada, Ruth.
Que te den el trabajo ya depende de ti.
Pero yo sé que te va a ir bien.
Bueno,
la licenciada Hillel es muy puntual.
Vamos, te acompaño a su oficina.
Adelante.
Buenos días, Israel.
Le presento a Ruth Flores,
la joven que viene a la entrevista
de asistente administrativa.
Gracias, Jefferson.
Mucho gusto, Ruth.
Buenos días, licenciada Scholl.
Con permiso.
Siéntate.
Primero, te felicito
porque aprobaste todos los exámenes.
Gracias.
Además, tienes muy buenas referencias
laborales de la cooperativa.
Sí, Don Ernesto
es una muy buena persona y excelente
en la gerencia de la cooperativa.
Pues no solo es tu jefe inmediato.
Rogelio te recomendó.
Muy bien.
Yo estoy muy agradecida
con la oportunidad de trabajo
que me dieron en la cooperativa.
Cuéntame.
¿Por qué quieres trabajar en marketing?
He escuchado que
que es una empresa innovadora
y me gustaría
tener nuevos retos y aprendizajes.
Creo que estoy lista para aportar
y crecer.
Qué bueno que pienses así,
porque aquí buscamos innovar y que
el equipo de trabajo sea muy entusiasta.
Pero cuéntame si estabas bien
en la cooperativa.
¿Por qué renunciaste?
Pienso que ya necesitaba un cambio.
Y creo que ahora que se me presentó
la oportunidad, debo aprovecharla.
Pero según veo,
te acababan de dar un nuevo puesto. Sí.
Lo que pasa es que para mí era difícil
continuar ahí por una cuestión personal.
¿Y esa situación personal
afectó tu trabajo? No,
pero ya no era
cómodo
para mí continuar en ese espacio laboral.
Yo necesito saber
si no vas a dejar el empleo
en cuanto suceda algo que no te agrade.
Le aseguro que no, licenciada.
Pensé bien la decisión que tomé
y no abandone el trabajo.
Estoy dejando todo resuelto
antes de mi salida.
Aún falta una última evaluación, Ruth,
y necesito que sea sincera.
Dígame.
¿Puedes decirme cuál fue esa situación
que te llevó a tomar la decisión
de dejar la cooperativa?
Pues voy a ser honesta con usted.
Rogelio y yo éramos novios
y terminamos hace poco.
Yo no puedo seguir ahí.
Y él es una muy buena persona.
Es solo que
no podemos mezclar
lo laboral con lo personal
y salir de la cooperativa es lo mejor.
Está bien.
Ruth.
Me gusta que las personas sean honestas
y que sepan separar las cosas.
Eso significa que no tendré
que preocuparme por el manejo
de las situaciones que como asistente
administrativa te correspondería resolver.
Le agradezco sus palabras.
Creo que las cosas van a funcionar
muy bien contigo en esta oficina.
O sea que trabajaré con usted. Sí.
Estás contratada.
Y para formalizarlo,
debes llenar unos documentos
que Jefferson te entregará.
Gracias, licenciada.
Voy a dar lo mejor de mí. Téngalo
por seguro.
Cuento con eso, Ruth.
Y bienvenida a tu nuevo trabajo.
Toma mi mano.
Ay, qué frío hace.
Diego.
Sí, Vos. Bien.
Dijeron que enero iba a estar peor.
Pero ni modo. Hay que aguantarse.
¿Y no te dijo tu hermano hasta qué hora
vamos a estar aquí?
Ni el bus.
Solo me dijo que me iba a mandar
un mensaje a la gran.
¿Qué ganas vos, Alex, De todo
lo que nos ha puesto hacer el diablo?
Esto es lo que menos me gusta.
¿Llamas y que te gusta?
Pues la verdad, después de ir la nada
ya voy agarrando onda a la voz.
Pero eso sí estuvo bien grueso.
Ya sentía que nos agarraban.
Yo también. Vos, Alex.
Hoy sí estuvo cerca. Pero a vos
no se te notaba que estabas asustado,
pero bien que estaba rallado. Vos.
Casi me orinaba ahí.
Sí, pues aunque yo también me asusté
un montón más cuando el gané le apuntó
el Chavo porque no quería darle su moto.
Simón
Pero él se lo buscó por andar de brinco.
Vaya que no le hizo nada.
Cuando vio el cohete hasta el casco
le quería dar donde me en el mercado
toda la gente salió con palos, piedras
y hasta machetes, creo yo.
Cabal.
Y vos que empezás a correr en lugar
de subirte a la moto por los nervios.
Vos, Diego.
Pero muy pilas buenas.
Vos te querías venir corriendo desde Xela
para acá tampoco.
Pero eso es lo que todavía no controlo.
¿Además, viste que la gente de allá
está bien organizada
y será que pasaría lo mismo
que si la gente se organizara?
Es lo más seguro.
Pero la verdad, no me gusta
estar haciéndole el mal a la gente.
Vos ya sabíamos a lo que nos estábamos
metiendo.
¿Y sabes qué es lo que más
me está llegando?
¿Qué cosa?
Que todos nos protegemos
como si fuéramos una familia.
¿Una familia?
Simón, el Gabriel siempre te anda
cuidando la espalda.
Y así son todos.
Te avisan cuando hay peligro.
Te defienden.
En mi casa
ni siquiera les importo a mis papás.
Vos rayado, estás con tu hermano.
No creas vos.
Ha sido difícil desde que mis papás
y mi abuelita se murieron.
¿Que onda, carnal?
¿Todo bien, Simón Gabriel?
Todo tranquilo. Está bueno.
Cualquier cosa rara que vean por acá
le avisan al Judas y bosque.
¿A dónde vas a ir? A echar un colapso.
San Jacinto.
Cuando regrese
te paso jalando para la casa Alacrán.
No te vayas a tardar mucho.
Tranquilo, hombre.
Aquí les dejo un poquito cada uno
para calmarles el frío.
Buena onda diablo también
les dejo este par de cuetes.
Mucha.
¿Y por qué?
Por si se ponen turbia las cosas.
¿Y por qué decís eso?
Me pasaron en el norte que una pandilla de
chelas quiere venir a San Juan y eso
porque esos más bien se enteraron
de lo que fuimos a hacer
al mercado de Chela
y se liaron derecho a la gran.
Por eso vivo los quiero pues mucha.
¿Te das cuenta, Alex?
El diablo se preocupa por nosotros.
¿Eso crees?
Pues sí. Mira, nos dejó algo
para que nos defendamos.
¿Y vos crees que una pistola es defensa?
Me extraña. ¿Estás loco?
Y esas cosas son peligrosas.
Hasta entre nosotros
nos podemos hacer daño.
Mejor guarda esa vaina.
¿Por qué te da miedo Simón Bush?
Tranquilo, hombre.
Mejor echa de menos el purito que nos dejó
tu hermano el Diego.
A eso no le entro.
De lo que te perdés mano vos.
Diego, apaga esa onda.
Ahí viene una patrulla.
¿Qué te pasa, Alex?
Me tiraste el churro, mula.
¿No miras que vienen los polis?
¿Y qué hacemos vos con casaca?
Vámonos para allá.
Al poste que no tiene luz.
Un Pues,
Alex.
Espérate, Se me cayó el cuete
a la gran.
Déjalo ahí.
Te van a ver si regresas en el bus.
El diablo me va a dar riendas y lo pierdo.
Diego.
Diego, De tenerte
ahí, patojo, que te detengas.
Te digo. Miércoles vivo. ¡Diego, corre!
¡Es la policía!
¡Deténganse ahí!
Toma mi mano.
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