Antonio llega a casa con regalos para todos, pero Ruth lo rechaza, creando más tensión en la familia. A Verónica tienen que llevarla de emergencia al hospital, su embarazo corre peligro ¿Se salvará su bebé? Tras una visita inesperada, Raúl pierde el control en su cumpleaños a causa del alcohol.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Vamos a almorzar.
¿Jugar?
Hoy me asustaste.
Según yo, estaba sola con jugar.
Es que me percaté que está cerca
y me da tiempo
de venir a almorzar contigo.
Si comes allá,
a lo mejor te pagan horas extras.
Ay, mamá, Como sos, mejor comamos.
Vamos, Silvia, llévate a esa gata
a su lugar y lávate las manos.
¿Y el plato de tono?
¿Por qué no lo pusiste, Ruth?
¡Ay! No sabía si estaba en la casa.
Cuando venga, que él se sirva.
Mira, Silvia, tu tío
Toño es el hombre de la casa.
Y hay que servirle primero.
Y cuando no esté, tenemos que esperar.
¿Así como lo esperaste hoy, verdad?
Porque fuiste la primera
en empezar a comer. Mamá.
Oh, la familia.
Hablando del rey de Roma y el tío
Tono que se asoma.
Vení, siéntate, Tono.
Ahorita te sirven tu comida.
¡Ay, Dios mío!
¿Y qué te pasó en la cara? ¿Eh?
Estaba jugando con la gata
y me arañó, tío.
Disculpe. A jugar.
Ella es muy juguetona.
No te preocupes, Silvia.
Más que arañazos, creo que son caricias.
Silvia, tenés que regalar a ese animal.
No, mamá. No pasa nada, hermanita.
No pasa nada.
Mejor mira lo que te traje.
Regalos.
¿Y qué estamos celebrando? Nada.
Las cosas van bien y quiero consentir
a las mujeres de esta casa.
Hay tono.
¿Qué haríamos sin vos?
¿Qué haría yo sin ustedes?
Bueno, vamos a ver.
Tere, este es para ti.
Ay, hermanito.
Este vestido
y zapatos de tacón están hermosos.
Este es para mi Sweety.
No se hubiera molestado.
¿No lo vas a abrir? Ya es tarde.
Me tengo que ir a la oficina.
Déjala. Tono.
Ya sabes que es una malagradecida.
¿Y si no lo quiere? Pues me lo quedo yo.
¿Y el mío? ¿Dónde está, tío?
Tu regalo es el más especial, Silvia.
Pero antes cierra los ojos. ¡Ay!
¿Qué será?
Ya los puedes abrir. No puede ser.
Es una compu.
Una laptop para ti, nuevecita.
Usted es el mejor tío del mundo.
Es roja. Mi color favorito.
Me encanta.
Gracias, tío.
Oh, qué gran abrazo.
Y hasta con beso.
Se lo merece, tío.
Gracias, Silvia.
¿Eso significa que me quieres un poquito?
Nada, de poquito.
Lo quiero mucho, tío Tono.
Espero que esa computadora
no la quieras romper también, Ruth.
Ni se te ocurra tocarla, Ruth.
¿Cómo vas a pensar eso, Silvia?
Como sos una envidiosa.
Gracias, hermanito.
Aunque exista gente que no crea
en tus buenas intenciones.
¿Por qué no vas a probarte el vestido
y los tacones?
Sí, buena idea.
Ya vengo yo.
Me voy a mi 4.º para arreglar
una mesita y poner mi compu.
¿Por qué nos traes regalos después
de lo que pasó?
Oh, mi suite.
Después de tanto tiempo.
¿No me conoces, verdad?
Mientras más me rechaces, más
me voy a acercar a Silvia.
Yo no se lo voy a permitir.
Ella es quien no se va a alejar de mí.
Mira cómo reaccionó
con su computadora nueva.
Pronto hará lo que yo quiera.
Usted es un hombre sin corazón.
Al contrario.
Todo lo que hago es porque tú
eres la dueña de mi corazón.
Y si supieras como me provocas.
No hay suerte.
Como lo detesto.
Escúchame bien, Ruth.
Esta es la única
vez que te permito algo así.
Te guste o no, me vas a respetar.
Porque tú me perteneces.
Toma mi mano.
Doña Rosa.
Aquí están sus 4 £ de carne para bistec.
Gracias, doña Olga.
Se lo pago
mañana tempranito. No tenga pena.
¿Y qué cuenta?
¿Para cuándo está su nieto?
Ya me merito, doña Olga.
Yo la veo a usted tan tranquila.
No me diga que ya la convencieron
de recibirla otra vez en su casa.
En esas estamos.
Yo solo decía.
Porque merecido se tendría.
Que no la ayuden por andar
haciendo cosas que no debe.
Usted no se aflija por pena ajena,
doña Olga.
Que nosotros
resolvemos nuestros problemas.
Que tenga buen día,
señor.
Hoy voy a venir un poco más tarde.
Y porque, abuelita,
es el cumpleaños de don Raúl
y la invitaron.
¿Cómo crees, mija?
Ese don apenas y me dirige la palabra.
Lo que pasa es que doña Concha
quiere que le ayude a cocinar.
Yo voy a ir un rato con Verónica.
Está con doña Marta.
Y yo me puedo quedar viendo tele.
Te vas con tu hermana y llévate
los cuadernos de tareas.
Lucía, revisa que las termine.
Ya voy.
¿Qué tal, Lucía?
Pasa adelante.
Gracias, Ángel.
Que milagro
que andas por aquí. Sí, hombre.
Mi abuelita
no quiso que me quedara en la casa.
Venite en lo que vos haces. Tareas.
Si yo termino un informe
que tengo pendiente.
¡Mamá! Verónica.
Aquí está Lucía.
Gracias, mi hijo.
Pasá, Lucía. Aquí estamos en el 4.º.
Doña Marta. Buenas tardes. Verónica.
Cómo te sentís aquí
que llevo unos días con molestias.
¿Y le contó lo que pasó con Eduardo?
Yo pensé que me iba a decir
que me fuera con él.
Ah, pero le dijo que iba a reconocer al
bebé.
Qué fácil.
El vive su vida
y el bebé sólo se queda con el apellido.
Lo bueno de eso es que tiene una
obligación legal que cumplir con el bebé.
Y aunque no lo hiciera, igual
tiene que cumplir porque la ley lo obliga.
Pues eso le dije yo.
Que la ley me respalda
y tiene que dar la pensión alimenticia.
Y hay que conformarse con eso, Doña Marta.
No se trata de conformarse, Lucía,
pero es un derecho que su hijo
reciba la manutención de su papá.
Ay, mira, Lucía,
ya no puedo cambiar lo que pasó.
Pero sí puedo pensar en el futuro
y lo que quiero hacer con mi vida.
Esa es una buena reflexión, Verónica.
Ahora debes pensar tus decisiones
y prevenir otro embarazo.
Si no estás
segura que eso es lo que quieres.
Lo que me molesta es que así de fácil.
El tal Eduardo solo se va.
Lo hecho, hecho está.
Ahora debemos ver hacia el futuro.
Hay doña Marta.
Me sigue doliendo mucho la cintura.
A ver
si tienes duro el vientre.
¡Ay! ¿Qué le pasa, doña Marta? Mmm.
Ya empezó el trabajo de parto.
¡Oh! ¿Y qué hacemos?
Esto va a llevar tiempo.
Apenas empiezan los dolores.
¿Me vas a ayudar, Lucía? Yo, Doña Marta.
Ay, no sé.
Bueno, no te preocupes.
Ahorita solo necesito que llames
a doña Rosa y a tu abuelita.
Hay que llevarla al hospital.
¡Ay, cómo duele!
Doña Marta.
Tranquila, tranquila.
Ya falta poco.
Ya te van a pasar a la sala de parto.
Ya no aguanto. ¡Ay, ay!
¡Doña Marta!
Creo que me oriné.
Ay, mija.
Ya se te rompió la fuente.
¡Ja, ja, ja, ja!
Toma mi mano.
Ay, ya me estoy arrepintiendo
de ir, Canche.
Discúlpame, mi amor.
Me estaba terminando de cepillar.
¿Por qué decís eso?
Ah, es que creo que no es buena idea.
Que vaya bien, flaquita.
Todo va a salir bien. Ya vas a ver.
Tú dijiste que íbamos a ir a ver
a mi abuelita Concha.
Sí, mi amor.
Pero no sé
si don Raúl empieza con sus cosas.
Nos regresamos de una vez, Cachi.
Está bien, flaquita.
Si mi papá te empieza a molestar.
Nos venimos.
Salud por el quinceañero.
Pero por cinco.
Tranquilos, muchachos.
Respeten a su tata. Tan fregado.
No, hombre.
Decile que sí, Sebas.
Lleva como cinco años cumpliendo 60
y los años son lo de menos.
Lo que importa es que todavía
soy el más gallo.
Y aguanta, Don.
¡Eh, Eh,
Raúl!
Ya se está acabando el guaro.
Se acaba el guaro.
Se acaba la fiesta. Vos.
No se preocupe mucho
si guadua ya está para tirar.
Mejor me lo tomo.
Está bueno el coche, mamá.
Si te hace mal. Ahí miras quién te cura.
Usted no va a comer saber
ni de qué chiquero sacaron a ese animal.
Ay, mamá.
Mire, la señora que está entrando
no es la jefa de Jefferson.
¿Es cierto que andar
haciendo por aquí de plano
que el Jefferson la invitó?
Pero si él ni está.
Como que se va a poner bueno esto, mijo.
A la gran.
Qué fiestón la mamá.
Sí, se nota que se llevan a lo grande.
Ahí viene doña Concha. Mira, doña Concha.
¿Qué tal, licenciada?
Qué bueno que se vino. Sí.
Gracias por invitarnos.
Buenas noches, doña Concha.
Buenas noches, Pablito. Aquí hay lugar.
Miren.
Siéntense, por favor.
Y esa vieja Raúl.
Mira, Finita. Se mira
cual flipe.
Esa, la que está hablando con tu mujer.
Uy, yo.
Es la jefa del Jefferson Jeva.
Ay, tenés razón, Sebas.
¿Quién? La verdad de invitado.
Pero tal vez viene a mandarte
igual que al Jefferson.
Mi huevo dijo la gallina.
Ahorita la voy a echar de aquí.
Miren, ahí viene un mariachi.
¿Mariachi?
¿No es Raúl, mi esposo?
¿Su esposo?
¿Quién dejó entrar a esa mujer a mi casa?
Raúl, no hagas ningún alboroto, por favor.
¿Vos la dejaste entrar, Concepción?
Sí, Raúl, Yo la invité.
Esta es mi fiesta en mi casa.
Concepción. Cálmese, señor.
¿Y usted quién se cree para hablarme así?
Nadie.
Pero si le pido que no me falte al
respeto, ya es mera contestona.
La señora.
Un hombre es lo que le hace falta
para que la ponga en su lugar.
Pues cada quien juzga según su condición.
¿No cree?
¿Cómo así?
Olvídelo. Mejor.
Solo eso me faltaba
que fuera una vieja loca.
Mejor váyase de aquí ahorita, Miss Díaz.
Uy, no se preocupe, doña Concha.
Gracias por invitarnos. Permiso.
Vamos, Pablo.
Ay, disculpe, licenciada.
No, Que muy mandona.
Pues ya. Raúl.
Y vos
me las vas a pagar más tarde, Concepción.
Anda a traernos más.
Bueno. Sí, Raúl. Ya voy.
¿Y ustedes que miran?
Que siga la fiesta, hombre.
¿Y qué te dijo esa señora?
¿Y a vos qué te importa, Sebastián?
No seas bravo.
Fue Raúl.
Total, ya se fue.
¡Ay, ay, ay!
¿Cómo que se te gustó la yunta, eh?
¿Por qué decís eso vos?
Mirá,
ahí está entrando
tu herida.
Acá. Y ahí llego a la Gran diabla.
¿También invitaste a la Andrea Concepción?
¡Ay, Dios mío!
La gran chica con vos, hombre.
Con una de estas botellas te voy a dar.
¡No, Raúl!
¡Papá! ¿Qué le pasa?
Yo ya no soy tu propia persona.
Desde que te fuiste de la casa
con esa mujercita de pueblo.
Ya estoy cansado
de que hable así de mi familia.
Además, usted mismo nos sacó de aquí.
Ya te lo dije.
A las que saqué fue a esa mujer.
¿Y su hijita?
Está bien, doña Concha.
Andrea, deje ahí a Concepción.
Cálmese, papá.
Soltame vos ya. Soltame, te digo.
¡Suéltame! ¡Suéltame!
¡Mami! Vámonos de aquí, Jefferson.
No te vas a ir
a ningún lado ya, Jefferson.
Si te vas,
ya sabes qué le va a pasar a tu mamá.
Toma mi mano.
Entérate más sobre. Toma mi mano.
El audio novela
y los recursos disponibles en Triple W.
Punto. Toma mi mano.
Punto F o síguenos en Instagram y TikTok
como toma mi mano VSA.
No te pierdas nuevos episodios
cada miércoles.
Escúchalas en Spotify, YouTube
y Apple Podcast.
Este proyecto fue desarrollado
por Population Media Center.