Jefferson enfrenta una situación desesperada al no poder pagar la cuenta del hospital. Alex toma acepta la invitación de Don Cruz para vivir con él, mientras Doña Esperanza recibe una sorpresa que la deja incrédula, incluso dudando de las palabras del doctor.
Es el momento de empezar de nuevo juntos.
Volver a nacer.
Toma mi mano.
Como dice, Doctor de la mano, operar.
La intervención que vamos a realizarle
a su esposa se llama legrado.
Es un procedimiento que consiste
en raspar la superficie del útero
y en ese caso
es para extraer el saco gestacional.
¿Y eso es complicado, no?
Pero aunque es una operación sencilla,
siempre hay un grado de riesgo
y por la pérdida irregular de sangre.
También se le detectó anemia.
En serio. ¿Doctor?
Sí, fíjese.
¿Y es necesaria esa operación?
¿No hay otra forma de que se recupere?
No. Este procedimiento es la única manera
de extraer todos los residuos.
Puedo asegurarme que todo va a salir
bien, Doctor.
El procedimiento es sencillo,
pero el resultado puede ser incierto.
Y mi obligación
es mencionarle los riesgos.
¿Y qué riesgos son, doctor?
Siempre existe la probabilidad
de alguna complicación.
O que encontremos algo más
que no se mostró en los exámenes.
Ya me asustó, Doctor.
Tranquilo. No se alarme.
Pero, doctor,
mi esposa no está en riesgo su vida.
Riesgo siempre hay.
Pero ella ha estado respondiendo bien.
Cálmese, por favor.
¿Y puedo verla antes de la cirugía,
doctor?
No, ahora la están preparando.
Y en este momento lo más recomendable
es que ella esté tranquila.
Ya le explicamos a su esposa
que no hay desarrollo de un bebé
y verlo a usted
puede complicar su estado emocional.
Bueno, está bien.
Pero, Doctor,
podremos tener hijos todavía.
Mire, joven, en este momento creo que
eso es lo que menos debe preocuparle.
Lo más importante
es la salud de su esposo.
Tiene razón.
Disculpe, doctor. No me haga caso.
Confiamos en
que no va a haber ninguna complicación.
Su esposo se va a recuperar y podrán
decidir si quieren tener más hijos.
Aunque no de inmediato.
Gracias, doctor.
Bien, vamos a proceder de una vez.
La operación no lleva más de una hora.
Yo le aviso cuando pueda pasar a verla.
Muchas gracias.
Voy a esperar entonces. Claro.
Solo que ahora le voy a molestar.
Si puede pasar a la caja, por favor.
Para que le den el dato de una vez.
Ah, bueno, voy a pasar entonces.
¿Qué pasó, Jefferson?
¿Qué te dijo el doctor?
Pues que Andrea está delicada.
Ay, Dios mío.
¿Y el bebé? No está embarazada.
Mamá. ¿Qué?
El doctor me explicó que no se formó
el bebé.
¿Cómo así? Mi hijo. Sí, eso me dijo.
Es un caso que parece un embarazo normal,
pero que no se forma el bebé.
Ay, mi hijo, que lo siente.
Y ahorita la van a operar.
¿En serio? ¿Y por qué?
Porque tienen que limpiarle el útero.
El doctor dice que es algo complicado,
pero me aseguró que ya va a salir bien.
¡Qué fácil todo esto!
Ay, Lo bueno es que ya la están
atendiendo, mi hijo.
Todo va a salir bien. Ya vas a ver.
Eso espero, mamá.
Yo solo quiero que Andrea se recupere.
¿Y será que la dejan salir hoy?
Pues va a depender de su estado.
Así me dijo el doctor.
Sí, pues a ver que tal.
Aunque ahora también lo que me preocupa
es cuánto me va a salir todo esto.
Si ven a mi hijo.
Si el doctor me dijo que pase a caja
de una vez.
¿De veras?
Sí, mamá.
Bueno, voy a ir a que me den otro susto.
Ay, mi hijo. Ojalá
que no vaya a hacer mucho.
Ya regreso y le cuento.
Buenas.
Buenas tardes. Señor.
Disculpe.
¿Me podría decir
cuánto es la cuenta de Andrea Orellana?
Con gusto, joven.
Solo deme unos segundos. Claro.
Tómese su tiempo.
Igual no me urge saberlo.
Creo que a nadie le gusta pedir la cuenta.
Solo los que tienen pisto. No les importa.
Ya la tengo.
Andrea, su num de Orellana.
¿La van a operar ahorita, verdad?
Y si bueno, la tarifa
ya le incluye la operación, los exámenes
que le realizaron
y un día de internado, en total
son 6000 quetzales.
¿Cuánto?
6000 quetzales.
¿No tanto, pero si le dan de alta
de una vez bajaría la cuenta, verdad?
No creo que le den de alta
acá indica que se va a quedar
en observación
y si todo está bien mañana sale.
Y si no.
Y pues se quedaría
hasta que el doctor lo ordene.
Pero aumentaría la cuenta.
Así es. Joven, la gran
y tengo que pagar todo de una vez.
Ahorita puede dar un 50%
que serían 13.000 quetzales,
el resto lo puede pagar mañana
antes de que se retiren.
Prácticamente es lo mismo.
Así es la norma del hospital
señor Orellana.
Claro,
solo que ahorita no tengo esa cantidad,
sino habrá posibilidad que cancele
mañana todo.
Permítame, voy a preguntar.
Por favor, señor.
Se lo voy a agradecer.
Bueno, si quiere yo le llamo,
porque ahorita la persona encargada está
en su hora de almuerzo.
Está bien, yo espero.
Gracias, señor.
De nada. Yo le aviso.
No sé qué voy a hacer, mamá.
Porque mi hijo.
Son 6000 quetzales
los que tengo que pagar.
No te creo, Jefferson. ¿Sí, mamá?
Ay, si La única opción que
me queda es vender la moto.
¡Mamá, mi mano!
¿Alex? ¿Estás ahí?
Soy Willa.
Pasa. Está abierto.
¿De qué rato? Si estoy en la casa.
Y no sabía que estabas aquí en tu 4.º.
Ni ruido. Haces.
Ah, es que estoy algo ocupado.
Ajá. ¿Y esa?
Tu mochila. ¿Qué onda?
Es que.
No me digas que te vas de la casa.
Pues sí, me voy.
Pero por favor, no le digas nada, Gabriel.
No quiero tener clases con él.
El Gabriel no te va a dejar
ir así de fácil.
Es que no puedo seguir así, Richard.
Ya me cansé de que el Gabriel me
esté diciendo que deje de estudiar
y que me salga del equipo de fútbol
para estar con él en su cara.
¿Y qué vas a hacer? ¿Para dónde te vas?
Te lo voy a decir, pero no quiero que lo
sepas.
Gabriel me extraña.
Vos me conoces, Alex.
Me voy a vivir a la casa de Don Cruz.
¿En serio?
Sí. Ya hace rato
me había ofrecido un lugar en su casa.
Pero yo no he querido dejar
solo al Gabriel.
Es mi hermano, eso sí.
Pero tenés razón.
Mejor que Gabriel no sepa dónde te vas.
Ya, de por si le cae mal don Cruz. Yo sé.
Por eso me quiero ir antes de que regrese.
Ya te jodiste. ¿Entonces por qué lo decís?
Porque el Gabriel hace rato
está durmiendo en el sillón
y ni cuenta se ha dado que estás aquí.
A la gran.
¿Y ahora cómo le hago para salir? Mmm.
Mira,
pues si querés yo lo meto en la cocina
y lo distraigo mientras vos
salís despacio para la calle.
Mira, vos.
Ya vas a ver que no se da cuenta.
Buena onda, Wichi.
Bah, dame un chance y cuando se me caiga
un sartén vos aprovechas para salir.
Órale.
No sé si está bien que usemos el
móvil.
¿Qué pasó, muñeca? ¿Dónde andabas?
En el baño, mi amor. ¿Tan rápido
te despertaste?
Pues sí.
Me despertó
el olor que viene de la cocina.
Qué estás. ¿Haciendo?
Ya sabes que cuando tengo ganas de probar
una receta nueva, me gusta cocinar aquí.
Eso sí, todo lo que haces te queda bien.
Bueno, mi amor.
Pues siempre tan exagerado.
Mejor venite a la cocina
y me servís una michelada.
Desde que vine metí un six a la refri.
Se me hace que hoy vamos a cenar.
Bien. Ojalá venga el Alex temprano.
Ya no tardará en venir.
Yo creo que anda con la
tal Barbarita ya ido y.
Aseguro que sí, aunque yo lo he visto
que le gusta más la otra pata,
la amiga de la Bárbara.
Seguro varias patojas quieren con el
Alex esta chulita tu hermanito.
¿Jajaja cómo así?
¿Estoy molestando?
Además ustedes son igualitos.
Venite a la cocina y me haces compañía.
Uy, me gusta.
Ah, sí, sí, me gusta cocinar.
Mami y papi, Si seguimos así
se me va a quemar la comida a.
¡Él que se está quemando! Soy yo.
Ay, Gabriel, Por tu culpa
se me cayó el sartén.
Ah, déjalo ahí. Es un sartén, viejo.
Mejor dame más besitos.
Mmm. ¿Quién anda ahí?
Ah, sí. Sos vos, Alex.
¿Y qué onda?
¿Vas o venís?
¿Eh? Estaba aquí, en el 4.º.
¿Y esa mochila?
¿Para dónde vas?
No te enojes, Gabriel,
pero me voy de la casa.
Papá.
Ahí el nene se manda solo ahora.
En el canal. No es eso.
Pero ya no
quiero saber nada de tus negocios.
Aquí el que manda soy yo.
Y vos te quedás en la casa
porque yo lo digo.
Bájale a tu enojo, Gabriel.
Ya no aguanto ese tu carácter.
Solo gritos.
Ay, sí, Ahora resulta que te molestan
los gritos y el billete que te doy.
¿Este no te molesta?
Déjalo, Gabriel ya está grandecito
para tomar sus propias decisiones.
¿Lo que pasa
que el viejo ese de Cruz ya le calentó
la cabeza con esas sus babosadas, verdad?
No, Gabriel, Don Cruz
no tiene nada que ver. No me.
Des casaca. Vos para allá.
No. Ya te lo dije.
Sí, ese viejo está vivo.
Es porque yo quiero mejor que él. Mala.
Porque si le pasa algo al viejo
ese también va a llevar tu firma.
Yo me voy por mi cuenta, Gabriel.
Por mi cuenta.
Será la vieja de aquí.
¿No te vas, patojo, cabrón?
¡Gabriel! ¿Qué te pasa? Es tu hermano.
Qué necedad la tuya,
andar sacando esa navaja por todos lados.
Guarda esa babosa, hombre.
Vos no me des órdenes.
Guárdala o yo también me voy.
Déjalo que me mate.
Solo eso le falta al diablo
matar a su único hermano.
Dale. Ya no tengo miedo, Gabriel.
¿Vos qué crees?
¿Que no lo puedo hacer para luego?
Es tarde.
Hacelo de una vez, Gabriel.
Así me voy al cementerio con mis papás
y mi abuelita, que son las únicas personas
que me han querido. Ya, Carmela, los dos.
La que se va soy yo.
No quiero ver nada. Esto.
¿Sabes qué, patojo cabrón?
Agarras a tu porquería
y te vas Ahorita mismo.
Me dejas. ¿Ir? Te digo que te vayas ya.
A ver que chingados haces.
De ahora en adelante ya no te quiero ver.
Pues prefiero vivir
en cualquier otro lado,
pero seguir estudiando y jugando fútbol.
No te vas a arrepentir, Alex.
Ya Gabriel, deja que se vaya.
Va a regresar.
Vas a ver a. Bueno, estás en.
Un. Estúpido, Gabriel. Ya no te aguanto.
No te pongas en mi contra, güey,
ya que no te conviene.
Y ahora también me amenazas.
¿Sabes una cosa?
Ahí te queda comida como para tres días.
Porque de ahora en adelante
vas a estar solo.
Y ojalá te atragantes.
Toma mi mano.
Lucía Santos, Pasar a la Clínica dos.
Lucía Santos a la clínica dos.
Ya te llaman Clínica dos. Sí, abuelita.
Aquí está.
En frente.
Con permiso.
Pasen adelante.
Ay, disculpe.
Yo pregunté
si nos podía atender una doctora.
No se preocupe, yo les atiendo. Igual.
Lucía. ¿Verdad? Sí, doctor, soy yo.
Es que pensé que nos iba a atender
una doctora.
Doña Esperanza. ¿Verdad? Sí, doctor.
Mire, aquí trabajamos doctores y doctoras
y atendemos a nuestros pacientes
con el respeto que se merecen.
Sí, lo que pasa es que.
Pues me sentiría más
tranquila si la atendiera una doctora.
Confía en mí, doña Esperanza.
¿Sabe qué pasa, doctor? Dígame.
Es que Lucía es mi nieta.
Yo solo la estoy cuidando
mientras regresan sus papás.
¿A qué hora regresa?
No, doctor.
Ellos trabajan en Estados Unidos.
No me han dicho cuando vuelven. Entiendo.
Lucía es más bien como su hija.
Imagínese la gran responsabilidad
que cae en mis hombros.
La entiendo.
Yo también tengo nietos.
Y uno los quiere tanto como a los hijos.
Entonces ya sabrá usted por
qué estoy tan preocupada por esta niña.
Lucía, tu abuelita es una buena persona
y está muy pendiente de ti.
Si usted lo dice.
Bueno, veamos qué tenemos aquí.
Fíjese que la traje
solo para que le hicieran unos exámenes
y pedí que me dieran a mí los resultados.
Tranquila, doña Esperanza.
Es parte de nuestro trabajo explicar
el informe que nos envían del laboratorio.
¿No es así, Lucía? Sí.
Porque lo que usted nos diga
es importante.
Muy bien. Chócala.
Te voy a poner 100 puntos.
Me imagino que las dos están muy ansiosas
por saber qué dice el examen de sangre.
¿Verdad? Sí, doctor.
La verdad es que yo no. Sí.
Pues ella. ¿Qué va a querer saber?
No le conviene oír
lo que usted le tiene que decir.
Doña Esperanza, cálmese, que aún
no les digo el resultado de la prueba.
Este informe dice.
Que está embarazada. Ya lo sabía.
Por eso se tardó tanto en decírmelo.
¿Verdad?
Usted no quería que yo me angustiar
más de la cuenta.
¿Abuelita, que le pasa?
¿Qué me pasa? ¿Estás embarazada, Lucía?
Doña Esperanza. No he terminado.
Ya lo sabía, Doctor.
Por favor, abuelita,
deje. Que el doctor hable.
Señora Lucía no está embarazada.
¿Cómo que no?
Si yo tengo la prueba de embarazo
aquí, la traigo en mi bolsa.
Abuelita.
No lo puedo creer.
Usted anda cargando eso.
¿Una prueba de embarazo, Lucía?
Sí, doctor, pero no es mía, doctor.
Pero es la prueba.
Mire, doña Esperanza,
su nieta, ya nos dijo que no es de ella.
¿Y cómo va a confiar en la palabra de
Lucía si la acaba de conocer?
Porque un examen de sangre es suficiente.
Además, es seguro para confirmar
si existe o no un embarazo.
Lucía no está embarazada.
¿Pero cómo puede ser?
Yo estaba tan segura.
Ahora puede estar muy segura que no hay
tal embarazo.
Lucía, no llores.
Debes estar contenta. Ya pasó.
Es que mi
abuelita no me creyó cuando se lo dije.
Y ahora que tiene las pruebas,
tampoco quiere creerlo.
Yo no sé qué le pasa, doctor.
Es que tal vez algo no salió bien
en los exámenes.
Señora, necesito que se calme
y que me ponga mucha atención.
¿Le parece?
Pero es que. Escúcheme, doña Esperanza.
Sí, doctor.
En este tipo de examen
buscamos la presencia de una hormona
en la sangre que solamente aparece
si la mujer está embarazada.
Si no se encuentra esa hormona
en la sangre, no hay embarazo.
Creo que ya le entendí.
En la sangre de su nieta
no está esa hormona.
Eso significa que.
Que Lucía no está embarazada.
Así es.
Lucía no está embarazada.
Doctor, Ahora yo tengo otra duda.
¿Qué será?
Quisiera saber
si ella sigue siendo virgen.
Toma mi mano.
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